Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo V

Me encuentro caminando sola por la calle. No sé qué hora es exactamente, sin embargo, no debe de ser temprano, ya que la noche cubre todo el cielo y la luna brilla dominante entre las estrellas.

No dejo de pensar en cada una de las confusas palabras de ese chico. Aun no comprendo la razón de su acusación y la única manera que tengo como saber lo que pasa, es que él hable. ¿Cómo lo voy a hacer?

No sé.

A la conclusión que puedo llegar es que Jordán y su pandilla comenzaron a molestarme y que probablemente nos encontrábamos en el lugar y hora equivocada.

Me urge saber que sucedió con detalles, y tal vez, solo lo puedo conseguir si voy al lugar donde ocurrió todo, pero ni siquiera sé dónde fue.

La idea que atraviesa mi cabeza es que solo los policías saben exactamente el lugar, porque un asesinato no es algo que ocurre en medio de un festival, debe de existir una zona en específico. O una atracción.

Suspiro pesadamente mientras sigo caminando en dirección a mi casa. Estoy ansiosa por llegar, sensaciones extrañas comienzo a sentir a medida que avanzo. Es la primera vez que la impresión de ser observada me invade, tal vez es por las palabras de aquel chico. No lo sé con exactitud, pero la inquietud no desaparece.

—Oye, Alba. — una voz suave y delicada logra sacarme de mis pensamientos, identifico de quien se trata y respondo.

—Dime

Me volteo y la veo. Su cuerpo está cubierto por un pijama de flores y su cabello es sujetado en una coleta.

— Quería pedirte disculpas por... —hace una pequeña pausa, suspira profundo y continua— ya sabes. No quiero culpar a nadie por lo que le sucedió a Jordán, pero debía decirle a la policía de que también habías ido conmigo.

—Eso no tiene nada de malo, no entiendo porque te disculpas. —inexpresiva, respondo a sus palabras. La miro desde arriba.
Es notoria la diferencia de tamaño, su estatura es más pequeña que la mía.

—Además de eso quiero disculparme por cómo te traté. Lo que sucede es que soy nueva y en este pueblo no es fácil hacer amigos. Quería hacer todo lo posible para poder simpatizar con alguien y por eso me junté con Jordán.

—¿Y eso a mí que me importa? Unas disculpas no cambian el pasado ¿O sí? — ataco, molesta por sus palabras.

—Yo lo sé, pero quería ofrecerte mis disculpas. Espero que estés bien. Buenas noches. —Se voltea para irse, pero la detengo en cuanto se voltea.

—¿Dónde estabas cuando asesinaron a tus amigos? — pregunto seria y directa.

—Bueno... —Se queda parada en el mismo lugar, de espaldas a mí— Cuando ustedes salieron corriendo yo fui a comer algodón de azúcar y a disfrutar de la feria.

No esperó una respuesta de mi parte, al contrario. En cuanto dijo esas palabras se marchó.

Sin dejar de pensar en lo que dijo, entro a mi casa, voy a la cocina, dónde mi comida se encuentra guardada en el microondas.

Al terminar de comer, lavo la vajilla y la coloco en su lugar para luego irme a mi habitación. Antes de llegar, veo la luz del cuarto de mis padres encendida así que, me detuve en frente de esta. La abro un poco para observar que están haciendo. Puedo hallar con la mirada a mi madre justo en frente de mi padre, quien se tambalea un poco ¿Acaso ha estado bebiendo?

— ¿Crees que me importa la vida de ella o la tuya? —gruño mi padre. Sus palabras son enredadas pero entendibles.

—Sé que desde hace mucho tiempo no te importo en lo más mínimo, pero ¿Sabes algo? Tú nunca me has importado.— confiesa mi mamá— Sabes que por la única razón que aguanto todo esto es para poder darle una buena vida.

—Cállate muerta de hambre —Levanta una de sus manos y le golpea fuertemente en la cara haciendo que caiga al suelo— Escucha bien zorra, o haces lo que yo te diga o...

—¿O qué? — abro la puerta con rapidez y me posiciono en frente de ella— ¿La vas a volver a golpear? —declaro, furiosa.

—Justo a tiempo —habla el señor— Es bueno saber que no tengo que fingir más en frente de ti.

Mi madre se levanta del suelo y me toma de la mano tirando de esta hasta llevarme a mi recámara. Enciende las luces y se detiene en la puerta.

—No le hagas caso a tu papá, está borracho y por eso se comporta de ese modo. Mañana hablaremos ¿Si?

Resuena su dulce voz en mis oídos, no obstante, por más que quiera tranquilizarme no puedo. El solo pensar que mi padre le puede volver a golpear, me hace dudar.

—¿Y si te vuelve a golpear? —observo su rostro inspirador de tranquilidad, sin embargo, mi preocupación es notable.

—Seguro ya está dormido. Por favor, ve a descansar y mañana hablamos.

—Está bien, pero promete que si sucede cualquier cosa me avisarás.

—Lo prometo.

Me da un tierno beso en la frente y se aleja. Cierro la puerta para lanzarme a la cama abrazando una de las almohadas. Suspiro fuerte sintiendo el olor de las sábanas.

Mañana es viernes, las clases van a volver y, aunque sea el último día escolar de la semana, voy a asistir. Todo va a estar lleno de susurros y chismes, será la nueva pesadilla. ¿No es suficiente tanta basura como para agregar más?

                                  ________

Abro los ojos por el sonido de la alarma.
Estiro la mano y apago el ruido para sentarme en la cama repasando todo lo que sucedió ayer.

—Ayer no me bañé. —susurro para mí misma.

Me levanto de la cama y voy al lavado para asearme. Al terminar la rutina, tomo un pequeño espejo que tengo guardado en una gaveta y observo mi rostro imperfecto.

Mi cara padece de acné juvenil. Tengo varios granos esparcidos por mi rostro. Mis ojos tienen unas leves ojeras que apenas se notan gracias a los lentes.

Sonrío levemente haciendo notar un poco mis cachetes.

No tengo un rostro bonito ni perfecto. Solo soy una chica normal como cualquier adolescente.

Apenas tengo 17 años y me siento excluida de todos. No estoy conforme con mi físico ni mi manera de ser. A veces creo que hago las cosas mal y me siento culpable por eso.

Tal vez sea porque soy bastante depresiva y no se expresarme, además, no confío en nadie como para contarle mis cosas, ni siquiera, en mi mamá. Me alejo del mundo con facilidad y no simpatizo con muchas personas. 

Suspiro pesadamente y vuelvo a la realidad. No es momento para caer en crisis existencial, más bien debo concentrarme en hablar con mi madre y resolver el misterio que ronda alrededor de la muerte de esos tres.

Tomo mi mochila con los libros correspondientes al horario de hoy, mi celular y unos auriculares. Bajo hasta el comedor dónde se encuentra mi madre y padre desayunando con tranquilidad. Me siento en una de las sillas captando la mirada de ambos.

— ¿Que me van a decir con respecto a lo que sucedió ayer? —Expreso con total seriedad mientras bebo mi taza con café.

—Me pase de tragos. —Responde mi padre con rapidez.

—¿Y eso es motivo para que le pegues a mi madre?

—Hija —Interviene ella, tranquila y sonriente.— Ya hablamos sobre el tema y lo resolvimos. Te pido que por favor no intervengas en nuestros problemas de pareja.

—Está bien. —Escupo de mala gana.

No me trago ni un poco eso de que resolvieron algo. Sé que detrás de todo esto hay algo más y no importa que, lo voy a descubrir.

Al terminar de desayunar, me levanto de la mesa y salgo de la casa para irme a la escuela.

En cuanto llego a la institución, observo la multitud de jóvenes que abarcan cada esquina del colegio. Sigo mi camino hasta el salón, este aún se halla vacío. Me acomodo en el asiento y saco los libros. Alejo los audífonos de mis oídos y contemplo el silencio que brinda la soledad.

—Alba.

Tan solo el sonido de esa voz hace que mi piel se erice. Es tan gruesa, masculina. Y lo más impactante es el sentimiento extraño que logra crear en mi interior, ni siquiera puedo explicarlo.

—¿Qué quieres? — respondo con frialdad.

—Matarte. — admite en un susurro, cerca de mi oído.

Mi cuerpo se tensa, no puedo evitar cerrar los ojos y suspirar profundo en un intento de calmar mi nerviosismo. En cuanto los latidos del corazón regresan a su ritmo habitual, respondo. — ¿Qué?

—Durante toda mi existencia no he sentido tantas ganas de algo como la simple idea de matarte.

—¿Ma.…matarme? — se descontrola todo lo que por un momento suprimí. La voz sale temblorosa.
—De imaginar la manera en que tu cuerpo es apuñalado por mi cuchillo y ver cómo se desangra poco a poco hasta morir, me excito.

Rodea mi cuerpo para poder verme a la cara, acerca su rostro, logra que nuestras respiraciones choquen. Su mirada inspecciona mi rostro y luego posa su sojos en mis labios. Sonríe de lado, con autosuficiencia, feliz de haber acabado con mi poca estabilidad. Abre su boca para terminar la frase diciendo: No tienes la menor idea de lo hermosa que te ves cubierta de sangre.

¿Qué es el autocontrol? En estos momentos no lo conozco.

—Pero lamentablemente no lo haré – susurra, lento y calmado - no soy capaz de tocarte tan solo uno de tus cabellos. ¿Pero sabes que si voy a hacer? Corromper tu mente, tu alma, tus pensamientos y cada célula que te compone. Quiero que pierdas la cordura y de esa manera, te aceptes a ti misma.

La vista se me nubla, cierro los ojos tratando de tranquilizarme un poco, empero en medio de tanto miedo, escucho las voces de diferentes personas y, en consecuencia, vuelvo a observar todo a mi alrededor, confundida. Volteo la cabeza, pero el chico no se encuentra detrás. No hay absolutamente nadie. Tampoco algún rastro de su presencia. ¿A dónde ha ido?

Regreso a mi posición inicial detallando a las personas que ingresan en el aula. Cada uno se acomoda en su asiento y detrás de los estudiantes, entra la profesora.
— Buenos días. —saluda la profesora captando la atención de todos.
Cada estudiante hace silencio para escuchar sus palabras.

— Yo sé que ayer atravesamos por muchas cosas, y que aún, somos prisioneros del pánico y el terror, pero les pido por favor que sean fuertes y que mantengamos una mente positiva. Dentro de dos horas, harán una pequeña conferencia en honor a los tres chicos fallecidos. Les pido que vallan todos además...

—Buenos días. — interrumpen a la profesora capturando la atención de cada una de las personas presentes- Soy el chico nuevo.

—Oh —muestra una sonrisa leve—Adelante por favor. —Hace una seña con la mano para que entre.
—Hola a todos. Mi nombre es Edhem Brown, un gusto.

La maestra lo analiza con detenimiento y luego señala en dirección al fondo y dice: Tu puesto será justo al lado de la señorita Alba.
   

                 *Fin del capítulo*








Gracias por leer <3
Disculpen la demora:)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro