Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

2

Lo primero fue el calor.

Podía sentir muchas cosas mientras luchaba por abrir los ojos, pero la elevada temperatura del lugar era tan sofocante que eclipsaba todo lo demás. Poco a poco, su cuerpo comenzó a acostumbrarse a ella y le permitió percibir el resto; el áspero aire de lo que parecía ser un desierto, la dura superficie que se encontraba bajo él, irritando su piel con lo que parecían ser restos de rocas mojadas, y el olor, ese olor nauseabundo a aguas estancadas que recordaba vagamente al del lago en cuyas aguas se había detenido hacía apenas unos minutos. No necesitó abrir los ojos para saber que ya no se encontraba allí.

El sol atacó sus pupilas haciendo que alzase una mano para cubrirse, el cielo estaba lleno de espesas nubes, rojas al igual que el resto del paisaje. En su mundo, el sol era una brillante esfera que apenas podías mirar directamente sin embargo, allí era algo muy diferente.

Se trataba de una enorme masa anaranjada que podías observar sin ningún tipo de protección, en ella se podía apreciar con facilidad unas profundas grietas que recorrían por completo su superficie, iluminándola con un intenso color rojo que casi parecía imitar la sangre. El poco aire que conservaba en los pulmones se escapó cuando pudo ver el modo en que, del interior de dichas grietas, parecían emerger llamaradas que salían disparadas hacia el espacio para, segundos después, volver al sol formando impresionantes arcos de sangre y fuego.

Se vio forzado a toser mientras dirigía su mirada por el horizonte, pero solo la nada lo recibió ¿Cómo podía no haber nada? Ni un solo edificio, nada de árboles o vegetación, solo kilómetros y kilómetros de desierto hasta donde alcanzaba la vista. 

Trató de ponerse de pie, aunque sus extremidades temblaban con violencia. Aun así logró ponerse de rodillas, descubriendo con asombro que su ropa ya se había secado casi por completo. Solo entonces se percató de que no estaba solo.

A su derecha Pedro comenzó a toser con desesperación, haciendo que el agua volviese a introducirse en su boca con cada aspiración. A unos metros de él se encontraba Juan, que parecía estar en medio de un ataque de pánico.

—¿Dónde estamos? —preguntó con apenas un hilo de voz mientras sus ojos se abrían con asombro ante el paisaje, parecía que su nerviosismo aumentaba por segundos —. ¿¡Qué demonios ha pasado?!

—No lo sé... —respondió Lucas mientras terminaba de ponerse de pie y trataba (sin resultados) de limpiarse la arena de la ropa con la mano.

—¡Y una mierda! —Pedro se levantó tan rápido que ninguno de los otros chicos supo reaccionar, abrieron los ojos con asombro mientras este tomaba del cuello de la camiseta a Lucas y tiraba de él hacia sí —. Tú lo sabías, lo sabías y por eso no querías subir a la barca, ¡por eso tenías tanto miedo! ¡Lo sabías!

Trató de alejarse de él mientras veía cómo la saliva se iba acumulando en la comisura de sus labios y sus ojos, casi desencajados, le miraban con ira asesina. Nunca habían sido muy amigos (en realidad solo se juntaba con ellos porque su madre quería), pero no era capaz de reconocerlo y, según parecía, Juan tampoco. Se acercó corriendo a ellos para intentar detener a su amigo, aunque sin resultados cuando este se deshizo de él con un simple movimiento de brazo.

—¡Confiesa! ¡Es cosa tuya! ¡Fuiste tú! —gritó mientras zarandeaba a Lucas con violencia, haciendo que sus gritos se volviesen cada vez más incomprensibles hasta convertirse en simples alaridos, como si de una bestia salvaje se tratase.

Desde el suelo, Juan les observaba con horror mientras su amigo escupía saliva en el rostro del contrario y provocaba cortes en su ropa. Solo entonces, justo cuando ambos pensaron que finalmente le daría un buen golpe, algo logró detenerlo. 

Un agudo silbido de oyó en el lugar, seguido de los gritos de dolor de Pedro mientras caía al suelo, llevándose una mano al brazo que segundos antes había alzado con la intención de golpear y del que ahora sobresalía una flecha. Ambos chicos se giraron en todas direcciones con el pulso acelerado, tratando de localizar al tirador. Apenas unos segundos después, una oscura figura apareció tras ellos.

La oscura furgoneta se acercó rápidamente, con sus enormes ruedas moliendo las piedras a su paso, hasta finalmente detenerse junto a los chicos que retrocedieron ante la imponente maquinaria. 

Lucas pudo distinguir a tres hombres en el interior, ataviados con ropa oscura y manchada de tierra, que también consistía en coloridos pañuelos (siendo estos lo único llamativo del conjunto) que tapaban sus bocas y narices. Dos de dichos hombres se encontraban en el interior del vehículo mientras que el otro se encontraba atado de forma un tanto extraña al techo del mismo, cargado con un arco y un carcaj, siendo el que seguramente había disparado a Pedro.

—¡Subid! —gritó el conductor mientras su compañero les abría la puerta trasera, pero ninguno fue capaz de moverse. Fue entonces cuando comenzó la verdadera pesadilla.

Antes de poder darse cuenta, Pedro había dejado de gritar y se había acercado con rapidez a Juan para, con una fuerza sobrehumana, alzar al chico en el aire y dejarlo caer pesadamente en el suelo. Abrió con ferocidad la boca mientras lo arrastraba hacia el agua, gritó y se revolvió, pero no fue capaz de librarse antes de que su antes amigo le abriese la cabeza contra la piedra más grande que pudo encontrar.

Mientras tanto, Lucas permanecía inmóvil, observando con horror cómo golpeaba la cabeza de Juan contra la dura superficie una y otra vez, llenando el agua de sangre y dejando ver el contenido de su cráneo antes de inclinarse contra él y comenzar a devorar las partes más blandas. Lentamente, la sangre llegó hasta él y, como si de un agente corrosivo se tratase, comenzó a retroceder para esquivarla hasta detenerse cuando algo tocó su hombro, haciendo que su corazón volviese a resonar con fuerza en sus oídos.

—Deja de mirar y sube de una maldita vez —le instó de nuevo el enmascarado del vehículo, pero ya era demasiado tarde.

El suelo comenzó a vibrar mientras las piedras más pequeñas saltaban, avecinando lo que se acercaba. Rápidamente, un inmenso grupo de lo que parecían personas se hizo visible en el horizonte, corriendo con sorprendente habilidad hacia ellos, sin duda motivados por algún tipo de primitiva necesidad.

Eso fue todo lo necesario para emprender la huida. Los desconocidos encendieron de nuevo el motor y pisaron el acelerador entre maldiciones mientras el arquero colocaba una nueva flecha en el arco, el copiloto le tendió una mano a Lucas que él trató de alcanzar, pero algo se lo impidió.

Su cerebro se sacudió al entrar en contacto con el suelo, abrió los ojos con dificultad al sentir una intensa punzada de dolor en la pierna, apenas pudo procesar su nueva situación antes de que algo le diese la vuelta. De nuevo, se trataba de Pedro.

Los ojos del chico ahora eran negros en su totalidad y la espuma, antes blanca, de su boca se había tornado roja (Lucas dedujo que se debía a la sangre de Juan). Acercó sus manos manchadas de tierra y sangre a su rostro antes de alzar su cabeza y golpearla con violencia contra el suelo, haciendo que su visión se sacudiese para, poco a poco, irse oscureciendo.

Lo último que fue capaz de ver antes de que la oscuridad lo consumiese fue el rostro de Pedro, rodeado de cientos de personas de ojos negros, con su macabra transformación siendo desfigurada aún más por el impacto de una flecha.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro