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Capítulo VI

Engalanados los caballeros de frac así como las señoras con deslumbrantes vestidos con el complemento de tiaras, todos llegaban para una función de gala en la Ópera Real de Seúl.

Jimin saludaba a las personas con las que, gracias a su gran fundanción caritativa, había logrado entablar amistad.

Bueno, "amistad".

—Siempre es un placer verlo, querido— sonreía una de las mayores benefactoras de esa caridad creada por su difunta abuela, Lady Jisoo.

—El placer, como siempre, es todo mío, Milady— con su falsa sonrisa, el rubio besó la mano de la muchacha antes de despedirse de ella.

《¡Pobre Jisoo! Si supiera que su prometido es amante de mi primo quedaría devastada》 el pensó para sí, encaminándose hacia su palco habitual con la idea en mente de enviarle un anónimo video íntimo.

Solo, a título informativo.

—Encantado— reconocía esa voz casi ronca, y volteándose hacia un lado, pudo observar al Marqués Min de pie.

Luciendo perdido y ni su capa le habían quitado al pobre.

—Lo veo algo perdido aquí de pie, Su Excelencia— sonrió de lado ante esa coincidencia, el mismísimo Yoongi estaba allí esa noche también —¿No es habitué de la ópera?

El marqués lo miró con ceño fruncido ante esa obviedad.

—¡Shh! No lo digas tan alto y puede ser que nadie sospeche nada— comentó en susurros; sarcásticos, por supuesto.

—Si uno paga un desmedido abono mensual a la ópera, se asegura un palco privilegiado entre todos— comentó, sin un un mayor interés, el elegante conde rubio.

Con una cortés reverencia, un acomodador vestido en librea color roja bordada en dorado, los acompañó hasta la puerta de su elegante palco.

—Es así de simple— Jimin le sonrió antes de tomar asiento en el cómodo sillón rojo, en el cual podía observar la sala al completo.

Los músicos se encontraban afinando sus instrumentos y las charlas entre las personas presentes inundaban la sala.

—Me sorprende lo lejos que has podido llegar desde aquel conde marginado, que apenas si podía mantener una vieja mansión— comentó Yoongi, blanqueando sus ojos.

—Siempre supe que nací para dominar a los hombres, a esos hombres débiles que con una mera sonrisa se derriten— el conde admitió, seguro de sus encantos, mientras se quitaba sus guantes de seda blanca.

Detestaba que le recordaran de su pasado. Ese tiempo tan oscuro para él, antes de que todos se postraran a sus pies.

Una fundación caritativa era mucho más eficaz para hacer que todos lo amasen que mil dictaduras comunistas como en el norte.

—Para mí, es tan solo desear a un hombre y luego tenerlo, o querer que éste haga algo y entonces, que lo haga— con la sonrisa sobradora que le era propia, admitió.

Yoongi intentó no mostrar su enfado hasta que las luces se apagaron en la sala.

—Simplemente, me limito a leer entre líneas en su juego de seducción, Su Excelencia; como ve, no es el único capaz de leer a las personas con una sola mirada— ese tono altivo, al quitarse su bufanda blanca de seda, irritaba a Yoongi de sobremanera, que observaba como lo hacía.

Con suma elegancia; pero un impaciente marqués frunció el ceño antes de arrancársela de las manos.

¿Acaso eso era una indirecta?

—Según tu, cualquier hombre sea rico o pobre, puede caer a tus pies con solo una sonrisa tuya ¿verdad?— preguntó, el enfado a flor de piel a pesar de oírse calmado.

Jimin sonrió levemente al ver que el telón subía.

—Tengo mis estándares, mi querido marqués— comentó desplegando sus binoculares color blanco con detalles en oro para la obertura.

El Palacio Kim brillaba con el esplendor de la tibia mañana, especialmente sus jardines.

Taehyung se encontraba bajo la sombra de un gran cerezo, acompañado de SeokJin.

—Fue una gran idea esta del picnic ¿no te parece?— el de cabello plateado le preguntó al contrario, sonriente.

Nayeon y Leeteuk estaban de pie a una distancia apropiada de sus respectivos señores.

—Emm... ¿gusta unas fresas con miel?— preguntó Jin, con un tinte de incertidumbre así como el rostro sonrosado.

El barón de cabello plateado a su lado estaba tanto o incluso, más sonrojado que él.

—Si tan solo esas fresas o la miel fueran tan dulces como usted — Taehyung suspiró y sonrió de manera tímida.

Con una pequeña risita, Jin se ocupó del plato de porcelana donde había mandado servir las frutas acarameladas.

—Gracias— Taehyung le dijo, con una pequeña reverencia tomando el platón.

Pero, notó una nimiedad que, de seguro, le importaría a Jin.

—Milord, sus puños...

El castaño se percató que uno de los puños de su camisa, los que había dejado sin cerrar al sentirse acalorado, exponía su nívea piel desnuda.

—Oh— un pudoroso SeokJin no tardó en esconder aquella desnuda muñeca del barón.

Existían tantos actos eróticos como estrellas en el cielo, sin embargo, aquel acto recatado hizo que estallase por dentro.

—No se sienta apenado— fue lo que susurró Taehyung, con sus manos acariciando de una dulce manera su bello rostro.

Los pétalos de cerezo cayendo alrededor de ambos hacían la escena tanto más romántica.

—¡Abeja!— ambos gritaron al unísono, saltando lejos de esa horrible criatura bestial.

—Nos comimos su producto, puede que quieran venganza contra nosotros— exclamó un aterrorizado Taehyung.

—¡Oh, por favor!— ante dicha escena, musitaron en un gran suspiro los dos sirvientes.

Cuando las cosas se calmaron, ambos retomaron su picnic al ordenar que retirasen la miel para evitar atraer más abejas.

—¿Le gusta la literatura?— el menor de cabello plateado le preguntó al contrario para así romper el ambiente de tenso silencio que nuevamente se había producido.

—¡Por supuesto! Mis favoritos son los poemas clásicos— las hermosas orbes avellana del castaño se iluminaron como las de un niño.

Taehyung, aunque podía ser infantil algunas veces, veía a Jin como una persona, mejor, un joven adulto que no había madurado por completo.

Pero, lejos de considerarlo un defecto, el Barón Kim lo veía como una cualidad hermosa, algo que, de ser eso posible, lo hacía aún más atractivo.

—¿Cómo cuál?— Taehyung le preguntó, queriendo ver ese entusiasmo perdurando en el aniñado castaño.

—"El Canto del Ave Amarilla" fue mi favorito desde que era un estudiante*— él recordó con algo de añoranza, puesto que era un poema que había sido recitado por su madre.

Siempre la había tenido por un ángel cuando de recitar poemas cantados se trataba.

—Es un hermoso poema, pero algo triste ¿no? Habla sobre el lamento de la pérdida de una esposa, un amor— el menor, aunque prefería la literatura de ficción extranjera, trató de recordar aquel poema.

Después de todo, no quería quedar como un tonto o un ignorante frente a Lord Kim; quería impresionarlo, pero como no recordaba ningún verso, solo se mantuvo en silencio.

Las oropéndolas vuelan sin problemas. Los hombres y las mujeres se abrazan juntos. Y pensando en mi soledad. ¿Con quién he de ir?*— SeokJin, con melódica dulzura, recitó; eso hacía pensar al contrario que no era su primera vez.

Taehyung lo miraba como un tonto enamorado y recordó la rosa que había arrancado del rosedal para darle a Jin.

Parecían gustarle mucho las flores, por como él le había aceptado aquellas flores de cerezo tras la fiesta.

—Quizás... la persona con la que deba ir, está junto a usted ahora ¿no cree?— preguntó, con una sonrisa coqueta, aún si quisiera contenerse para no asustar al lord.

Pero sus impulsos fueron más fuertes que él y colocó la rosa en sus cabellos ¡cómo lo hacía lucir de hermoso!

—Quizás...— Taehyung habló, bien consciente de que ambos se acercaban el uno al otro; la intención era clara —... hasta es la persona con quien usted pasaría el resto de su vida.

—B-Barón...

Sin embargo, aquel encuentro que casi acaba en un ansiado beso por parte del Barón Kim, se vio interrumpido.

—Sir Jeon Jungkook esta aquí para una audiencia, Milord— todos suspiraron frustrados al escuchar a Kyuhyun.

—¿Qué quiere ese aquí?— sin medir su rencor, Taehyung le preguntó al mayordomo.

—No sea descortés, barón, me libraré de él enseguida— con una sonrisa, SeokJin aseguró al ponerse de pie.

—Por favor, no permita que me marchite esperando— con un pequeño mohín, Taehyung le recordó tiernamente.

—Buda no lo permita— Jin se sorprendió cuando Taehyung lo despidió con un beso en el dorso de su suave mano.

Taehyung se sorprendió, de la misma forma, por el hecho de que Lord Kim no apartase esa mano... tan suave, perfumada.

—Con su permiso— el rubor inundó su rostro, despidiendo al barón con una reverencia.

En uno de los grandes salones fue donde el castaño encontró al libertino Sir Jeon.

—Milord— se reverenció el de cabello azabache, sonriente.

—Sir Jeon, bienvenido— por no ser grosero, correspondió con una escueta reverencia.

Pero Sir Jeon permanecía tan sonriente como antes.

Por alguna razón ajena a él, el verlo le producía sonreir.

—¿En que puedo ayudarlo?— preguntó con altanería.

—Quería hacerle una simple pregunta, Milord— aseguró el azabache, continuando al ver como el contrario asentía con la cabeza —¿Por qué me odia de esa manera?

Eso, aún viniendo de Sir Jeon, le causó una gran punzada en el corazón a SeokJin.

—Yo no...

El chico que siempre anheló ser querido por todos, igual que como él los quería.

—Yo no lo odio, Sir Jeon, solo siento que nosotros somos un tanto... incompatibles— Jin le aseguró con suavidad, mucho más compuesto.

—¿Solamente porque cree en las mentiras acerca de mi?— el caballero fingió dolor, dado que dichas "mentiras" no eran más que la verdad convertida en oscuros rumores.

—No pretendo emitir juicios de valor... no soy quién para hacerlo— admitió Lord Kim, sintiéndose bastante apenado con el caballero frente a él.

—Entonces ¿podríamos tener una conversación sin que los prejuicios se interpongan?— Jungkook preguntó, tratando de sonar inocente como el niño que por fuera parecía.

—Por supuesto— SeokJin, aún no muy convencido, lo guió a tomar asiento cerca de donde los ventanales se hallaban.

《¿Qué daño podría hacer que le de una oportunidad?》 Jin se preguntó a sí mismo mientras se sentaba en una duchesse.

—Es muy curioso esto— el de cabellos oscuros, mientras se sentaba en sillón tipo bergère, admitió aún sonriendo.

—¿A qué se refiere?— Jin, un tanto confundido, preguntó.

—Bueno, e-es una tontería en realidad...

Jungkook sentía como ardían sus mejillas, sonrosadas, muy en contra de su habitual ser.

SeokJin, aunque del todo no comprendía aún, sonrió.

—Cuénteme, no sea tímido— lo alentó el castaño lord, sus manos sobre su regazo.

Jungkook no sabía qué era lo que le estaba sucediendo. No era propio de él actuar así.

—Yo solía tener un cachorrito llamado Jin cuando niño, y le encantaban los dulces— el de  cabello azabache le contó, un tanto apenado.

Esperaba que esa historia del cachorro, obviamente ficticio, rompiera aún más el hielo de Lord Kim para con él.

—Que adorable, pero ¿debo sentirme halagado o atacado por eso?— preguntó Jin con un tinte de broma, queriendo aliviar la tensión del otro.

—Por favor, no se sienta así— se apresuró a decir el apuesto azabache —Es solo una tonta historia.

—Bueno, tambien me gustan los dulces ¡cuando uno es de buen comer!— discretamente rio Jin con su comentario.

—Pero, usted no parece ser de "buen comer". Digo, su cuerpo es perfecto— el azabache se mordió la lengua al no haber medido sus palabras.

《¡Demonios! Ahora creerá que soy un pervertido otra vez》 el caballero azabache pensó con remordimiento.

—No se si es perfecto... pero al menos no tengo que usar una faja— sonrió, contrario a todo escenario en su mente.

Entretanto, Taehyung estaba aburrido de esperar a Jin, así que decidió ir a buscarlo.

—Fue un placer poder aclarar este malentendido con usted, Milord— Jungkook mostró su sonrisa de conejo mientras se despedía con una reverencia.

—Oh, espere, por favor, lo acompaño a la salida— con una sonrisa, se puso de pie de la duchesse en la que estaba y no se percató que sus agujetas se habían desatado.

—¡Cuidado!— Jungkook no perdió la oportunidad para tomarlo entre sus brazos al ver que se precipitaba hacia el alfombrado piso.

—Sir Jeon— suspiró SeokJin al tenerlo tan cerca suyo.

—Lord Kim— suspiró, con un pequeño cosquilleo en todo el cuerpo, a modo de respuesta.

Desde la puerta del salón, un lagrimeante Taehyung veía la escena con gran dolor.

—Mi ángel... ¿por qué?— él se preguntó para sí, antes de irse sin ser visto por aquellos dos tortolitos abrazados.

¡Hola, amigos!

¡Backstreet's Back! ¡Volví!

Es más corto si lo comparan con los otros... pero quería actualizar ahora porque es una época complicada.

¡Ay, pobre Tae! Pensaba que fuera "más chuu", pero me inspiró una canción turca y lo hice sufrir alguito.

Bueno, vamos con los ítems que no son definiciones ¿si?

*"Cantar del Ave Amarilla": una poesía tradicional, que como tal era cantada al ser recitada; escrita por un rey, Yuri de Goguryeo.

*Transliteración al inglés de un verso del poema que me fue imposible hacer rimar a momento de traducirlo del inglés al español.

Bueno, eso es todo. Quiero agradecer a todos los que han votado, comentado y agregado esta historia a sus listas (no quiero hacerlo en privado porque no quiero molestarlos, tampoco)

Los adoro, a ustedes y a mis lectores silenciosos.
😍😍😍

Como siempre, me harían muy feliz con un voto o un comentario ¿saben? Hasta la próxima será.

¡Besos!

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