• Nuevo acuerdo •
El resto de la mañana estuvimos visitando su otra institución ubicada en el centro de la ciudad; una galería de arte, en la cual quiso presentarme a varios empleados y sus funciones.
A pesar de lo fastidiosa que encuentro su actitud, cuando se trata de algo relacionado al trabajo se vuelve serio, diligente y se muestra como alguien responsable.
Ha pasado la hora de almuerzo. Se supone que esa hora la respete. Pensé que iba a librarme de él al menos un rato, pero eso no parecía estar en sus planes.
Miró la hora en el radio de su auto y se ajustó el cinturón.
—Bien. Vayamos a almorzar juntos.
Es como si me hubiera leído la mente.
—Para la hora que es, vendría siendo la cena.
—Mejor; así nos hacemos compañía. Debe sentirse muy solitario comer sola todos los días, ¿no es así? —me miró de reojo, esbozando una media sonrisa.
En algo tenía razón, y es que se siente muy solitario cenar en una mesa tan grande, pero que siempre está vacía.
[...]
Un hombre como él, pensé que sería de visitar restaurantes lujosos, pero resulta que vino a un restaurante de comida criolla. No dije absolutamente nada, solo me limité a seguirlo como si fuera un maldito rabo.
Fue bastante desconcertante para mí el hecho de que cada platillo que trajeron a la mesa eran mis preferidos. Varios de ellos los había dejado de comer, pues no podía darme el lujo de comer fuera de casa cada vez. Conoce demasiado sobre mí y eso es inquietante.
Él se dio cuenta de que tuve ese pensamiento, pues me observó con la cabeza ladeada y una media sonrisa.
—¿Por qué desperdiciar tanta comida? Solo somos dos.
—No es momento de hablar o te caerá mal la comida. Come que se enfría.
Me sentía extremadamente incómoda al tener su mirada fija en cada bocado que llevaba a mi boca. Lo vi pasar saliva varias veces, entrecerrar los ojos y sonreír. No hacía falta coincidir con él, pues es que esa intensa mirada no puede pasar fácilmente desapercibida.
Con su dedo índice empujó hacia mí el plato del postre; un flan de queso que se le antojaría a cualquiera que lo viese, pero es complejo y vergonzoso comer con alguien que no deja de mirarte.
—Me siento muy llena. Con esto fue suficiente.
—No te cohibas. Siempre hay espacio para el postre.
—Usted no ha comido mucho.
—Disfruto más de verte comer—puso sus dos codos sobre la mesa, apoyando su barbilla en los nudillos—. Eres muy hermosa, Rachel.
Lo miré sorprendida por la seriedad de sus palabras. Sentí que todo mi rostro se ruborizó y no tuve de otra que reaccionar rápidamente.
—Yo… —me levanté de la silla—. Le pido permiso. Iré al baño.
—No te demores mucho. Debemos regresar al museo. Aún hay ciertas cosas que debo enseñarte.
Me encaminé al baño, apoyando mis manos en el lavabo.
¿Por qué mi esposo perdió ese modo tan cariñoso de tratarme, esos halagos y cumplidos que solía hacerme cuando recién nos casamos?
¿En qué momento del camino se arruinó todo?
¿Qué hice mal para que me trate como mierda?
¿De quién es la culpa?
Por mi parte, siempre lo he dado todo para que nuestro matrimonio siga a flote. Lo trato con cariño, a pesar de recibir malos tratos. Me arreglaba para recibir, así fuera un elogio de su parte. Me esforcé tantas veces en cumplir con cada una de mis obligaciones como esposa.
Sé que, tal vez físicamente ya no puedo compararme a la mujer joven, delgada y hermosa que era, pero aquí dentro sigo siendo la misma.
¿Por qué le cuesta tanto notarlo?
Si él me tratara como solía hacerlo antes, me dijera que soy bonita o tuviera estas atenciones conmigo de nuevo, no debería estar reaccionando como si fuera una chiquilla enamorada al recibir un elogio por parte de otro hombre.
Salí del baño y me topé con el Sr. Moore apoyado en la pared del pasillo.
—Pensé que te habías escapado.
—¿Y tengo a donde ir? Me tiene atrapada y de brazos cruzados, justo como quería.
—Bien. Entonces lleguemos a un nuevo acuerdo. Te daré nueve meses; nueve meses para que, no solo seas mi asistente, sino mi amiga con derecho a roce. Si de aquí, a que se cumpla el plazo, no quieres continuar con esto, te voy a liberar de todo cargo que directa o indirectamente te perjudique a ti o a tu inservible marido. Esta vez será un acuerdo totalmente legal entre los dos y sin jugadas sucias. Es tu única oportunidad de liberarte de mí. ¿Te animas?
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