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A Martín se lo llevaron por otra puerta, con tal de que no pudiera acercarse a mí, pero antes de irse con los alguaciles, me dio una mirada que, si estas mataran, ya estaría muerta.
Esperé por Liam para que pudiéramos abandonar la sala, pues el público ya la había abandonado. Solo noté que el juez y ella asintieron, como si se hubieran comunicado por telepatía.
Quería preguntarle, pero decidí simplemente seguir en mi mundo y en esa realidad que parecía un sueño inalcanzable.
Nos reunimos con Rebecca en la salida para juntas irnos al estacionamiento.
—Es una buena ocasión para ir a celebrar. Este mes ha sido fuerte y no me quiero ir sin antes despedirme. En esta misma semana debo regresar a Europa.
—¿Va a regresar a Europa? —le cuestionó Rebecca, antes de que pudiera hacerlo.
—Sí. Ya mi trabajo ha terminado aquí. Es el tribunal quien se va a encargar del proceso restante y de que el Sr. Reyes cumpla con lo estipulado.
Rebecca acarició su barriga y Liam la observó.
—¿Estás bien?
—Sí, fue solo una patadita.
—Debes tener hambre. Has pasado muchas horas sin comer. Bueno, las tres…
Cada quien se subió a su auto y me limité a seguir a Liam, llamando a Kyllian por teléfono y dándole la buena noticia. Quedó en venir a acompañarnos al restaurante a donde íbamos a dirigirnos. Si ella se irá tan pronto, es bueno que pase tiempo con ella también. Ya tendremos oportunidad de retomar el tiempo perdido, aunque no ha sido tan perdido.
[...]
La reunión entre los cuatro estaba siendo bastante amena. Se siente increíble salir de las cuatro paredes, interactuar y tener nuevas amigas.
—No puedo esperar a que lleguemos a nuestro apartamento, mi diosa—me susurró Kyllian al oído, descansando su mano en mi muslo y provocando escalofríos en todo mi cuerpo.
—¿Nuestro?
—De hoy en adelante también es tuyo— me hizo un guiño—. ¿Estás satisfecha con el veredicto? — dibujó un corazón imaginario sobre mi muslo.
—Por supuesto que sí. Hubieras visto su cara. Seguramente hubieras disfrutado igual que yo.
—Con verte feliz y sonriente es suficiente para mí. Te dije que no descansaría hasta que viéramos a ese infeliz arruinado. De este golpe tan directo y bajo, no creo que se recupere.
—Se lo merece, después de todo lo que nos hizo a Rebecca y a mí, y por supuesto, a ese bebé que aún no nace. ¿Puedes creer que negó conocer a Rebecca? Está bien que quiera fastidiarme de mil y un maneras, pero ¿cómo pudo llegar tan bajo de negar a ese bebé?
—Después de todo lo que te hizo ese viejo, nada debería sorprenderte.
—Lo sé, pero de igual manera, lo hizo.
—Mira nada más— Kyllian se quedó mirando fijamente a su hermana, pues se encontraba hablando con Rebecca—. ¿Qué veo? ¿Una nueva parejita?
—¿Qué estás diciendo?
—Quién lo diría; una expresión tan dócil y gentil en el rostro de mi hermanita querida.
Ahora que lo dice, sí me he dado cuenta de que su comportamiento cambia radicalmente cuando habla con ella. Lo que no entiendo es por qué Kyllian habla de «parejita». ¿Acaso a su hermana le gustan las mujeres?
Espera un momento, eso hace mucho sentido, pero Rebecca no es así, ¿o sí?
Kyllian debe estar viendo cosas donde no las hay. Solo tienen química como de buenas amigas. Nada raro. Kyllian me está pegando sus cosas.
Ahora éramos los dos quienes las estábamos mirando en la mesa. Ellas ni se habían percatado de que estábamos observándolas.
—¿Qué tienes? ¿Estás bien? — la expresión de Liam cambió por completo al notar que Rebecca se levantó repentinamente de la silla, tocando su vientre.
—Tengo que ir al baño— se veía sudorosa y roja.
—¿Quieres que te acompañe? —preguntamos Liam y yo al unísono.
Un líquido acuoso desembocó por sus piernas, una cantidad constante y excesiva, de color amarillo claro. Todos nos alertamos, pero la primera en tomar acción fue Liam, quien al percatarse de la situación, la cargó en sus brazos.
No puede ser. Se adelantó.
Todos en el restaurante se quedaron viendo hacia nosotros, especialmente hacia Liam, pues su fuerza fácilmente podría ser comparada a la de un hombre.
Kyllian y yo nos fuimos detrás de ella, fue él quien abrió la puerta trasera de su auto para que Liam entrara y yo subí al asiento del pasajero.
Estábamos asustados y preocupados, pues todo ocurrió tan de repente. Todo había marchado bien y tranquilo.
Punzadas se hicieron presente en su vientre de camino al hospital. Tenía miedo de que le sucediera algo a ella o al bebé. Quería hacer más de lo que podía, pero me sentía impotente.
[...]
Entrando por la sala de emergencias, alcanzamos a ver al hermano y sobrino de Kyllian. Los reconocí porque me los presentó el otro día en la llegada de Liam hace un mes.
Liam sentó gentilemente a Rebecca en la silla de ruedas que le proporcionaron las enfermeras, pero a ninguno de nosotros nos dejaron pasar con ella. Ella se veía muy pálida y bajo mucho dolor.
Por favor, que todo salga bien con ella y su bebé.
—¿Qué hacen ustedes aquí? —les preguntó Kyllian a ellos y se acercaron.
—Lo mismo nos preguntamos. ¿Qué hacen aquí? ¿Todo bien? ¿Quién era esa chica?
—Una amiga de Liam y de mi mujer, al parecer, ha roto fuente. ¿Y ustedes? Los veo muy ansiosos. ¿Todo bien?
—Es Luna—respondió Fabián.
—Esa niña resultó ser muy enfermiza. ¿Qué le pasó ahora?
Ambos se quedaron callados y se miraron entre sí.
—Está embarazada—confesó Darek.
No es la primera vez que escucho esas palabras, pero nunca han salido de mi boca y nunca saldrán.
Tal vez era parte de todo lo que estaba sucediendo, pero un nudo se formó en mi garganta.
Debe ser tan bonito enterarte de que dentro de ti está creciendo una pequeña versión de ti y el darle una noticia como esa a la persona que amas.
La vida es tan injusta.
—Uy, la cosa se puso dura— Kyllian se cruzó de brazos—. Solo me entra una curiosidad; ¿de quién de los dos? ¿Será tuyo? —señaló a Fabián y luego señaló a su hermano—. ¿O será tuyo? —sonrió.
Los dos permanecieron en silencio, fue Fabián quién miró a Darek, sentí que lo estaba acusando con la mirada.
—Ya veo. Entonces, ¿seré tío? ¡Enhorabuena!
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