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• Juicio •

Con él, todos mis deseos se vuelven realidad. 

Al cabo de un largo mes, estuve gestionando una demanda contra mi esposo por adulterio. Donde anhelaba sacar todos sus trapos sucios a la luz. 

Estaba harta de tener que lidiar con esa escoria, siguiéndome, molestándome y pidiéndome que le diera una oportunidad. 

Tanto estuvo que decidí irme a dormir a un hotel, por todas estas semanas, para no tener que toparme con él a cada rato. Se había convertido en un completo dolor de cabeza. 

Suspendí las citas con Kyllian fuera de horario de trabajo mientras llegaba el gran día del juicio, a petición de su hermana Liam, pues era parte de prevenir cualquier evidencia que pueda usar en mi contra. La hermana de Kyllian es una mujer encantadora, pese a su carácter fuerte y seriedad. Ha sido mi luz en medio de la oscuridad. 

Rebecca estuvo de acuerdo en ser mi testigo y testificar a mi favor. Con su ayuda, definitivamente ambas íbamos a conseguir vengarnos de ese ser que nos ha hecho tanto daño.

La verdad es que al principio dudé en pedirle ayuda, pues está a finales de embarazo y estar en medio de esta tormenta no sería fácil para ella ni para el bebé, pero fue ella quien decidió hacerlo. 

Ella y Liam han tenido cierta química desde la primera vez que se vieron. No fue únicamente mi impresión, pues Kyllian la molesta a cada rato con lo mismo. 

«Recuérdalo, Rachel, el dinero es un idioma universal», las palabras de Liam estaban rondando mi cabeza en ese comentario que había hecho. 

La verdad es que sin su ayuda y la de Kyllian, hubiera podido ser un proceso más largo de lo que en sí para mí ya lo estaba siendo. 

[...]

Desde el comienzo el juicio ha estado lleno de personajes pintorescos. Martín y su abogado Davis constantemente se secretean cosas al oído mientras me miran con disimulo, el jurado alterna sus miradas constantemente entre Martín y yo; juraría que siento que sus miradas me queman de lo intensas que son. El juez se ha dedicado a mirar la prueba en su escritorio mientras escucha las declaraciones de los abogados, ha sido muy poco lo que ha levantado la vista y cuando lo hace lo he sorprendido en varias ocasiones mirando con detenimiento a mi abogada; la señorita Liam Moore. 

Para ser sincera, no es la única persona que la mira de esa manera, no sé si lo hace como estrategia para desconcentrar a sus oponentes, pero trae puesto un vestido de corte profesional, bien ceñido al cuerpo; con una falda bastante corta, sin ser demasiado reveladora, una chaqueta que demarca su voluptuoso busto, el pelo suelto y sus espejuelos a media asta en el rostro; cualquiera diría que vino vestida para matar, o como mínimo, a modelar. Tiene una linda figura y se conserva bastante joven; no creo que supere los cuarenta y tantos. 

—Señor Davis Williams, ¿desea llamar a alguien para interrogar?

—Sí, su señoría, me gustaría que la señora Rachel Torres se sentara en el estrado y conteste varias preguntas.

—Miss Torres, ¿sería tan amable de sentarse en el estrado? Sea juramentada y tome asiento, por favor.

Hice todo sin cuestionar absolutamente nada. Traté de ocultar los nervios que me generaban el estar ahí frente a tantas personas. Kyllian no estaba presente en la sala para evitar conflictos o malentendidos, pero sé que dónde quiera que esté, me está apoyando. 

—Señora Torres, ¿por qué después de tantos años de matrimonio quiere usted terminar las cosas, acusando a su aún esposo, de algo tan atroz como adulterio?

La feroz e intensa mirada del señor Davis me pone los vellos de punta. 

—Porque es cierto, durante el curso de nuestro matrimonio me fue infiel en varias ocasiones y ya no lo puedo aguantar más.

—¿No será que usted está interesada solamente en la parte monetaria que conllevaría un divorcio de esta índole?

¿Qué demonios dice este idiota? Martín gana una miseria, en comparación a mí y a mí trabajo actual. ¿Por qué querría un solo centavo suyo? 

Aunque, después de todo lo que me ha hecho, me parece justo que le den por donde más le duele. 

—Objeción, su señoría, está presionando a mi clienta—dijo la Sra. Moore. 

—No a lugar, creo que es una pregunta justa, por favor, conteste, Miss Torres.

—Pues la realidad del asunto es que no es la motivación absoluta, pero sí entiendo que es justo que pague por el daño emocional que me ha causado por todos estos años. 

—O sea, ¿usted está aceptando que su motivación es enteramente monetaria? Si es cuestión de pagar, no cree usted que es justo que usted también lo haga, ¿o acaso piensa que no sabemos de su amorío con su jefe?

—Objeción, su señoría, mi clienta no debe responder a lo que son rumores.

—A lugar, señor Williams, debe usted saber que los rumores no son de mérito para lanzar acusaciones.

El alma me regresó al cuerpo. Nos habíamos cuidado lo suficiente durante este tiempo para que al final saliéramos perjudicados los dos. 

—Me disculpo, señor juez, solo quería dejarle saber a la señora Torres que sabemos que no es tan santa como parece. Ya sería todo por mi parte, por ahora.

—Señorita Moore, ¿desea contrainterrogar al testigo?

—No, su señoría, pero sí me gustaría interrogar al señor Martín Reyes. 

—Muy bien, gracias por su testimonio, Miss Torres, ahora puede regresar a su asiento. 

Fui de regreso a mi asiento, observando el panorama desde la distancia. 

—Señor Reyes, pase a ser juramentado y siéntese en el estrado, por favor.

Martín hizo exactamente lo mismo que yo. Su mirada estaba puesta sobre mí, como si quisiera amedrentarme, pero no le daré ese gusto. 

—Buenos días, señor Martin, mi nombre es Liam Moore y soy la abogada de su próxima a ser exesposa. Yo tengo la prueba necesaria para acabar con este juicio en un instante, pero soy una mujer a la que le encanta la caza, usted es la presa y yo la depredadora, por lo que le daré dos opciones; ¿quiere la vía fácil o la difícil?

—Objeción, su señoría, está intimidando a mi cliente y está creando un ambiente hostil.

—Denegado, señorita Moore; en los más de 20 años que llevo como juez nunca había escuchado una declaración tan poco ortodoxa durante un interrogatorio, debería hacerla retractar su declaración y hacer las cosas por el libro, pero tengo que aceptar que siento gran intriga por la manera en que vaya a proceder, así que lo aceptaré; puede contestar, señor Reyes.

—Pues si le gusta la cacería, no se lo voy a hacer fácil, hagamos las cosas de la manera difícil—respondió Martín con arrogancia. 

—Así me gusta, señor Reyes, muy bien, comencemos. Si puede dirigir su atención a la pantalla del televisor podrá ver una foto obtenida por un investigador privado, ¿me podría usted decir qué observa en la foto?

—Claro que sí, soy yo bajando por la rampa de salida de un motel donde pasé la noche luego de un día entero en la carretera.

—Perfecto, para el beneficio de aquellos que están sentados a la parte de atrás o aquellos que tengan condiciones de la vista; ¿podría describir su vestimenta, por favor?

—Pues sí, llevo puesto unos mahonés color azul oscuro con unas botas negras de trabajo, llevo una camisa de flanel rojo y unas gafas de sol.

—Gracias por su descripción, pero faltó algo muy importante, ¿me podría decir qué lleva en su muñeca izquierda?

—Un reloj.

—¿Acaso no es un reloj vacheron constantin modelo 1131 año 1930, el cual le pertenecía al bisabuelo de su esposa y se lo regaló en su noche de bodas? Antes de contestar, le recuerdo que está bajo juramento, Señor Reyes.

—Sí, eso es lo que se ve en la imagen.

—Muy bien, le pregunto; ¿qué sucedió con ese reloj?

—Me lo robaron una noche de un casillero del baño público de camioneros.

Maldito cínico…

—Me apena mucho escuchar eso, señor Reyes. Un reloj tan raro, tan clásico, no es fácil de encontrar, por lo cual es muy difícil que haya dos iguales a estas alturas. Navegando las redes encontré el perfil de una influencer que se hace llamar en las redes Rebycosplay, pero su nombre de pila es Rebeca Álvarez. Podrán ver en pantalla una publicación de su cuenta de Instagram de hace un año atrás donde muestra un reloj y la publicación dice aquí «el regalo de mi novio». ¿Podría usted decirme qué tipo de reloj es, señor Reyes? 

—Maldita ladrona, ¿así que usted encontró quién robó mi reloj?

—Según su publicación fue un regalo, ¿acaso usted no la conoce, señor Reyes?

—Jamás la he visto en mi vida, no sé quién pueda ser, pero es evidente que es una ladrona.

—Ahora nuevamente, si es tan amable de mirar el monitor verá otra de sus publicaciones. En esta ella está sentada en la cabina de un camión y el título de la misma dice: “aquí estaremos desde que salga el sol hasta que se oculte, de viaje por el mundo”. ¿Acaso no es ese su camión, señor Reyes?

—¿Sabes cuántos camiones negros hay en la carretera, señorita Moore? Obviamente no es el mío.

—Vuelva a dirigir su atención a la pantalla por última vez, en esta última publicación la misma influencer sale abrazada con un hombre y la foto está tomada de tal manera que no se ven los rostros de ninguno de los dos, pero sí se puede apreciar el reloj en la muñeca de la chica y la sombra blanca donde por mucho tiempo hubo un reloj en la mano del hombre, ¿ese es usted, señor Reyes?

—Para ser tan depredadora como dices ser, terminaste siendo inofensiva; el de la foto no soy yo y ni siquiera el rostro de ninguno de los dos se ve. Nunca le fui infiel a mi esposa, es una vil mentira de su parte. Habiendo visto de la manera difícil fue una gran pérdida de tiempo, me encantaría ver a lo que llama manera fácil.

Es un vil descarado. No solo acaba de negar a Rebecca, sino que junto a ella, a ese bebé que espera suyo. Y cuando creo que no puede llegar más bajo, logra sorprenderme. 

—Me alegra mucho que digas eso; su señoría y miembros del Jurado, la señorita Rebeca Álvarez se encuentra en el público y estaría más que dispuesta de sentarse en el estrado y testificar cuál es su relación con el señor Reyes, si no le es suficiente su testimonio, ni el ver que tiene el reloj de la señora Torres consigo, podrán notar que la señorita está embarazada y una simple prueba de ADN podrá probar que el padre de la criatura no es nadie más que el señor Reyes, el cual concibió él mismo durante su matrimonio con la señora Rachel Torres. Si eso no constituye adulterio, realmente no sé qué lo sea.

—Objeción, su señoría, no es legal tener testigos sorpresa y mucho menos una ladrona como ella.

—Denegado, señor Davis, ¿es cierto lo que dice la señorita Moore, señor Martín?

—¡Maldita seas, estúpida niña ignorante! — Martín se levantó del estrado, señalando a Rebecca—. Confié en ti y, ¿así me pagas? ¿Uniéndote a la inservible de Rachel? Rachel no puede tener hijos, yo estoy entrando en una edad en la que ya estoy entrando en vejez, necesitaba un hijo, un legado y el maldito vientre seco y marchito de Rachel no servía, no vi otra opción que encontrar a alguien más, alguien más joven, con mejores posibilidades de darme lo que buscaba, pero al final elegí mal, elegí mal dos veces; una salió vacía y desolada del vientre y la otra igual, pero de la maldita cabeza— su mirada se posó sobre mí y lo observé, intentando ocultar el enorme placer que me brindó ver cómo él mismo acababa de hundirse a sí mismo—. Lograste lo que querías, Rachel, me ganaste, me destruiste y tu, Rebeca, espero que seas feliz junto al bastardo que cargas, porque de mí no verás nada más en la vida.

El Sr. Davis arrugó la nariz, todo su esfuerzo había caído con solo un poco de presión.

Hasta que al fin saca su verdadero rostro y justo donde debía sacarlo. Que todos vean la clase de basura con la que estuve casada. Raro es que no haya traído a la bruja de su madre como testigo. Aunque, ¿qué podría aportar ella para salvar a su hijo? Absolutamente nada. 

—Nada más como el testigo, su señoría. Creo que ya logré mi cometido—la Sra. Moore se sentó justo a mi lado, acomodando sus espejuelos. 

Llamaron a Rebecca a testificar y ella no dudó en dar toda su versión. Al menos no se dejó amedrentar por ese infeliz. Su valentía es admirable. 

Cuando todo fue cayendo en su sitio y el reloj seguía corriendo, las cosas se volvían más intensas. El momento que todos estábamos esperando había llegado por fin y el juez, más el jurado, nos tenían en ascuas. No era seguro que nos dieran el veredicto hoy mismo, pero tenía la esperanza de que así fuera. Me he comido todas las uñas. 

—Viendo todas las pruebas, no se me hace nada difícil tomar una decisión en cuanto al veredicto—se quitó los espejuelos, dejándolos sobre los documentos y frotándose la frente—. Tengo que decirle, señor Reyes, que me hizo perder el tiempo de una manera espectacular, no solamente a mí, sino a todos los aquí presentes. Hombres como usted le hacen crear una mala reputación al resto de nosotros, pero ahora a lo que vinimos. Habiendo encontrado causas claras y teniendo en cuenta sus declaraciones en forma de confesión aceptando su situación, esta corte le otorga el divorcio por causa de adulterio a la señora Rachel Torres. 

Sus ojos casi salen expulsados de su rostro, mientras que a mí aun me costaba procesar lo que el juez había dicho. 

—Se le ordena a pagarle restitución por cuestiones de honorarios y gastos legales a la señora Torres, al igual que luego de tomar en consideración todos sus bienes gananciales, se le estará ordenando pagarle una cantidad de dinero a ser determinada en una futura fecha, mensualmente al igual que una cantidad de golpe, luego de determinar sus bienes móviles e inmóviles. También se le ordena pagarle una suma de dinero a ser determinada en una futura fecha a la perjudicada por daños y perjuicios, esta corte también agrega un cargo por mentir bajo juramento el cual podría conllevar multas, tiempo en cárcel o ambas; y por último, la corte le aconseja a la señorita Álvarez que le realice una prueba de ADN lo más pronto posible a su criatura para así determinar la obligación de manutención del acusado. La vista para el señalamiento de penas, multas y todas las demás sanciones será estipulada en un futuro, mientras tanto, alguaciles, arresten al Señor Reyes, el mismo esperará en cárcel mientras llega la fecha de la próxima vista. Habiendo dicho esto, damos por terminado el juicio. 

Soy libre. Por fin soy libre. 

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