• Actitud •
Tendremos buena química, íntimamente hablando, pero ambos estamos en busca de dos cosas totalmente diferentes.
Acabo de salir de una relación en la cual perdí más de nueve años de mi vida y donde no siempre fui feliz.
Aunque me sienta atraída a las atenciones que me brinda durante el acto y a la seguridad que me genera su manera de expresarse hacia mi cuerpo, eso no es lo único que busco.
Estoy cansada de perder más el tiempo, de renunciar a mis anhelos, solo por personas egoístas. No voy a repetir la misma historia y el error que cometí con Martín.
Con el dinero que llevo ahorrado y el que ganaré durante esos largos meses, podré sustentarme y cubrir todas mis necesidades. Quiero verme con un profesional, guardo la esperanza de que haya una manera de concebir. La ciencia está muy avanzada. Tal vez aún no he llegado a las manos indicadas.
Solo necesito esperar los ocho meses restantes para que nuestros caminos se dividan; él por su lado y yo por el mío.
[...]
Como insistí en quedarme en el hospital hasta recibir noticias de Rebecca, él simplemente prefirió irse. No me dijo nada de que fuera a su apartamento cuando saliera, por lo que, según supe de que Rebecca logró dar a luz sin ningún contratiempo o complicación, pude desconectarme un poco del asunto. Además, no estaba sola, Liam se encontraba haciéndole compañía, por lo que mi presencia aquí no haría ninguna diferencia.
Regresé al hotel por mis cosas y luego volví a casa. Martín estará por un tiempo indefinido tras las rejas, por lo que podré estar en paz aquí por ahora.
Cómo no podía dormir, decidí recoger todas las pertenencias de Martín en una bolsa y las llevé a la otra habitación, la cual usamos como una especie de almacén. Por más que quiera, no puedo deshacerme por completo de sus cosas. Esta casa será dividida entre los dos, y probablemente decida quedarse con su otra mitad y regresar para mortificarme, pero no le daré el gusto.
De repente, siento que la casa se ha vuelto demasiado grande. El silencio y la soledad hicieron de las suyas en el peor momento. Se supone que esté acostumbrada a esto, si es así como he vivido por los pasados años, pero ahora todo se siente totalmente diferente y sumamente deprimente.
Me serví una copa de vino, buscando cambiar la rutina y regresar a lo que era antes de haber conocido a Martín; cuando leer era mi escape a la realidad, mi vida era pacífica y supuestamente feliz. Donde disfrutaba de las pequeñas cosas y de estos momentos de consentirme a mí misma.
Soñaba con un amor de esos que suenan como un cuento de hadas; teniendo una familia bonita y unida al lado de mi otra mitad. Era una soñadora empedernida, un tanto inocente e ingenua, de creer que esos amores como en los libros existían.
Ya he crecido, he madurado y a raíz de todo lo que me ha tocado vivir, siento que es tiempo de pensar en mí y priorizar mi felicidad.
He vivido mucho tiempo pensando en los demás, intentando cumplir con las expectativas de personas quienes jamás valoraron mi esfuerzo.
Llegó el momento de pasar la página.
[...]
No dormí absolutamente nada anoche. Estuve disfrutando de unas cuantas copas de vino, acompañado de un buen libro de romance, de esos que te hacen suspirar y, al mismo tiempo, sentir envidia. No pude terminarlo, pero me prometí que lo haría.
Kyllian no había llegado a la oficina aún, algo sumamente raro, pues lo que llevo trabajando aquí, siempre era el primero en llegar. Sobre su escritorio había un libro, el cual llamó mi atención por estar entreabierto.
En el habían dibujos de ciertas marionetas, con unas poses un tanto perturbadoras, pues las cabezas parecían estar colgando. Cada extremidad parecía tener un cable para manejarla, tal y como esa muñeca de Marilyn Moore.
«Flor marchita», era el nombre que estaba escrito en letras pequeñas y de molde al final de cada página. Era su letra. Imagino que este debe ser un proyecto en mente, pues son más bien bocetos.
¿Por qué a la familia Moore le atraen tanto las marionetas?
En esa habitación, la muñeca no es la única marioneta, hay algunos cuadros, tanto en ese cuarto, como en el museo en general, que involucran cosas parecidas. Pareciera que viene en la sangre, porque tanto padre, como hijo, tienen el mismo gusto.
¿Cuál será su fuente de inspiración?
¿Qué le atrae tanto de las muñecas?
[...]
Kyllian llegó más tarde de lo habitual, aproximadamente dos horas después de mí. Me dio la impresión de que estaba trasnochado.
—Tómate el resto del día libre—dijo sin más.
¿Y por qué no me lo hizo saber por teléfono y me ahorraba el viaje? ¿Acaso se está desquitando por lo de anoche?
No se veía en ánimos de hablar mucho, de hecho, lo noté apurado e inquieto, como si estuviera esperando que abandonara su oficina.
Probablemente esté disgustado y molesto, pero me da igual.
Se estaba arreglando la corbata frente al espejo del armario que hay en su oficina y alcancé a ver una especie de raspón en el área de la muñeca, algo que no recuerdo haber visto ayer. Además, se ve como reciente, porque aún se apreciaba un poco ensangrentada.
¿Qué le habrá pasado?
—Debería limpiar y desinfectar su herida. Aunque es pequeña, si no hace algo por ella, le dejará una cicatriz. Además, su camisa blanca puede mancharse—le aconsejé.
—Gracias. Te llamaré cuando te necesite, mi diosa. Ve a casa.
Si él no le prestó importancia, entonces yo tampoco debo hacerlo.
—Perfecto. Gracias, Sr. Moore— le sonreí.
Me siguió con la mirada mientras recogía mi bolso. Sentí que le molestó que le llamara así, pues en otras ocasiones me ha pedido que, mientras estemos a solas, le llame por su nombre, no por su apellido.
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