5. Estás muerta.
Era sábado a las tres de la tarde. Mamá había preparado crema de calabaza y yo la comí fuera de casa, sentada en una de las gradas. Mamá estaba en el trabajo y le dije a Bernard que cancelaremos la salida de este día. No iba a salir en este estado. No recuerdo nada de la noche anterior, hoy apenas desperté con una sábana encima y mi celular en el suelo. Desperté con aquella sensación de convalecencia que me hizo decidir que era mejor quedarme en casa.
Luego de comer me quedé un rato leyendo un libro por internet, no soy fan de la lectura, pero a veces me da mucho sueño, y eso es todo lo que quiero hacer este día: dormir. Sin embargo, luego de un rato, me aburrí y entré a Facebook, donde me esperaba otra noticia de la chica de cabello y ojos azules.
“Mueren tres personas en el accidente de este jueves”.
¿Tres? ¿Por qué carajos siguen diciendo lo mismo?
Entré al portal de la noticia, consciente de que podría encontrarme con cosas que aún no estaba lista para ver, sin embargo no eran fotografías explícitas y pude bajar como de costumbre. En una de ellas estaba una foto del chofer, un hombre sin cabello y viejo, sonriendo a la cámara junto a su familia, mientras que la siguiente fotografía era de aquella chica.
Un rostro serio, como el que antes había visto en aquella calle, acompañaba aquellos extraños ojos. Llevaba una camiseta blanca muy floja y su cabello caía sobre sus hombros. Era de esas fotografías que se toman para poner en la ficha de estudiante, posiblemente tendríamos las mismas edades.
Cuando intenté ver el resto de fotografías, mi teléfono tuvo su típico fallo, no podía ver la siguiente imagen y el rostro de esa chica temblaba en la pantalla, de arriba hacia abajo, blanco, negro, blanco, y de pronto sus ojos volvieron a ser igual de penetrantes como aquel día.
“Estás muerta” esta vez vi como sus labios se movían para pronunciar esas palabras.
Grité y corrí dentro de la casa, arrojando mi celular al sofá mientras que yo huía en dirección a mi habitación, rumbo al baño. Rara vez vomito, pero esto dio lugar a eso. Luego de unos minutos de rodillas, me incorporé y me vi al espejo, aunque yo no estaba reflejada en él…
Traté de desacerme de su imagen tapandome el rostro, cerrando los ojos, pero cuando los hube abierto, eran esos mismos ojos, ahora en mi cara. Tuve un ataque de ansiedad, o de histeria, no sé si en realidad era un miedo intenso que se convertía en terror con los segundos. Lo cierto es que cada parpadeo era una imagen distinta, una imagen suya y mía distorsionadas completamente, un escenario más con aquella chica, un encuentro con ese espectro que tenía al frente, plasmado en mi espejo.
“¡Estás muerta!” esa cosa, o esa chica, saliendo del espejo me tomó por los hombros sacudiéndome bruscamente. Grité hasta el punto de que quedé afónica y arrojé mi cepillo de cabello al espejo, rompiéndolo en varios pedazos que se quedaron sobre la pared.
—¡Ya basta! —grité al tiempo que veía los cristales separarse.
Y ahora era yo, solo yo…
Era cierto que no había nadie en aquel lugar, pero sentía que no estaba sola, sentía que ella estaba conmigo. Huí de aquel baño como si fuera el peor callejón del país, di un portazo, me lancé a la cama y me cubrí con un edredón pesado. No hacía frío, pero yo era todo un hielo. Estaba pálida, temblando y sintiendo como mi corazón latía con tanta fuerza que me dejaba sin respiración.
Convertida en una bola sobre mi cama, me dediqué a llorar con todo el miedo que nunca había sentido en toda mi vida.
—Dios, ayúdame… ayúdame… —repetía sin parar entre lágrimas que no se detenían y sollozos que me impedían seguir hablando.
No he sido la mejor persona, pero creo que así somos todos los seres humanos: damos patadas cuando el aire ya no nos alcanza. Qué fácil sería saber cuando vamos a morir, nos comportaríamos como debería de ser, y tratáramos mejor a las personas si fuera el caso, tal vez así disfrutaría un poco más el tiempo, en vez de pelear con los chicos de la escuela y repartir golpes a quien se me pasara por enfrente, pero lo cierto era que estaba viva, que respiraba, que no era el día de mi muerte y que esta pesadilla apenas comenzaba.
Que inútil me sentí al saber que aquella plegaria era mi único consuelo.
Luego de un tiempo, pude salir de mi escondite, aunque no me levanté de la cama, apenas descubrí mis brazos, puesto que mis piernas aún temblaban. A pesar de todo, así como antes había sentido que una estampida entró a mi habitación, parecía como si ahora se había ido. El sonido de la calle entraba serenamente por la ventana, una lijera brisa movía las cortinas y la tenue luz de afuera iluminaba la oscuridad de aquí adentro.
Suspiré y pensé largo rato, torturando una vez más a mi mente.
¿Quién era ella? ¿Qué estába pasando? ¿Por qué no podía decirle a nadie sobre lo que había visto? ¿Qué quería ella de mí? ¿Qué significaba esa mirada y esas palabras?
Creo que es lo que quiere decir: estoy un poco muerta a partir de ese día, sino es que ya lo estoy completamente.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro