16. El camino hacia la libertad.
Alicia me había invitado a su oficina. Las oficinas del Canal 44 eran estrechas, pero limpias y llenas de personas importantes para los medios. Alicia me esperaba a mí y al diario de Natasha.
Cuando entré había un policía junto con ella, sentado, esperándome. Él era un policía muy importante, detective del país, reconocido por resolver casos de violencia hacia las mujeres. Su nombre era Carlos Rodríguez. Ya había escuchado de él.
Alicia nos presentó y el detective Carlos estrechó mi mano a modo de saludo. Me dijo que tenía que ser sincera, que dijera todo lo que hice para conseguir el diario de Natasha, y que no me preocupara pues no sería juzgada por ellos. Todo sería de ayuda para la investigación.
No tardé en apuntar la página que más importaba de todo el diario, la que mencionaba claramente lo que había hecho Lorenzo en contra de Natasha.
—¿Sabes quién es Lorenzo? —preguntó el detective Carlos.
—Se llama Lorenzo Torres —dije recordando aquel nombre que tanto estuvo en boca de Bernard y Marcos.
—¿Lorenzo Torres?
—Sí.
El detective Carlos miró seriamente a Alicia, quien tampoco tenía idea de qué estaba pasando.
—Aún no estabas en los estudios cuando escuché ese nombre por primera vez—le mencionó a ella—. Llevo años tratando de encontrar una sola evidencia en contra de este hombre que sea innegable ante el juez. Evidencia fresca, nueva.
—¿Qué hizo? —pregunté con un poco de desconcierto. No pensaba que fuera tan popular en la policía.
—Asesinó a una mujer hace varios años. Estoy seguro de que él fue, pero en ese entonces no tenía todas las herramientas y experiencia que tengo ahora. Perdimos el caso junto a la abogada, por más que yo presenté toda la evidencia que era más que clara. Se valieron del testimonio de un niño aterrado… Desde entonces fue que me dediqué a resolver este tipo de casos. ¿Quién diría que años después vendrías tú y me darías la oportunidad de resolver, finalmente, uno de mis primeros casos?
¿Era esa la madre de Bernard? ¿Era ese el mismo Lorenzo del que hablábamos? Si era así, no cabe duda que el victimario de Natasha cumpliría su condena como merece.
—¿Hay algo más que nos quieras contar? —preguntó Alicia.
—No... Pero tengo una pregunta: ¿Quién era esa mujer?
—Sé llamaba Andrea Isabel. No la conocía, pero sentí una conexión extraña cuando la vi en el suelo aquella noche, muerta, mirando al techo. Sentí que sus ojos me hablaban, sentí que me pedían ayuda. Por eso después busqué que estas mujeres no sufrieran la injusticia que ella sufrió…
“Es asombroso no ser el único que sienta la responsabilidad de buscar la historia detrás de los muertos. Es asombroso que una generación más tarde, aparecieras tú.
No estaba acostumbrada a sentirme buena, no estaba acostumbrada a escuchar la admiración de otros hacia mí. No dije nada ¿o qué se dice cuando te dicen algo tan bueno sobre ti mismo? Ni siquiera podía creer que mis locuras y demencias fueran a ser de ayuda para otros, que todas las alucinaciones que he tenido hasta ahora, todas hayan valido la pena sufrirlas, que esta conexión con una desconocida no haya sido del todo casualidad.
***
Luego de salir de las oficinas fui a casa de Bernard. No sabía si iba a abrir la puerta, no sabía si quería verme, pero tenía que confirmar todo, tenía que dejarle en claro que aún había esperanza para hacer justicia por su madre.
Cuando toqué el timbre, el tío de Bernard salió para recibirme con una enorme sonrisa.
—¿Cómo has estado, Alessa? —preguntó dándome el puño a modo de saludo.
—Todo ha ido bien por ahora. ¿Está Bernard dentro?
—Está en su habitación. Está enfermo. Ha pasado así desde hace unos días.
—Lo sé, me lo dijo —señalé mi celular aunque sabía que no había ningún mensaje de Bernard allí.
—Pasa. La visita de una buena “amiga” le hará bien, seguramente.
—Vamos, sabes que no somos nada… —reí con vergüenza.
—Lo que tú digas.
Tenía mucha confianza con él, aunque no la suficiente. Era el único familiar de Bernard y me hacía sentir bien por su humor y calidez. No siempre me topo con este tipo de personas.
Toqué la puerta de la habitación, pero Bernard no respondió, así que decidí pasar sin su permiso. Él estaba acostado, debajo de un edredón y con las luces apagadas. Por su semblante supe que no estaba enfermo, estaba sumergido en una angustia muy profunda.
—¿Bernard? —hablé suavemente cerca de su rostro.
No se despertó, así que toqué su frente que ardía de fiebre. Sabía que no era una fiebre, ni un resfriado, eran las lágrimas que duelen y enferman cuando las retenemos por mucho tiempo adentro, hasta que cuando salen ya han hervido lo suficiente para que nos quemen.
Besé su frente y continúe intentando despertarlo, hasta que lo conseguí. Bernard me miraba aún sin comprender por qué estaba allí.
—¿Qué haces aquí?
—Vengo por una pregunta… y una respuesta.
—¿Cuál?
—¿Cómo se llamaba ella, tu madre?
—¿Por qué sigues con lo mismo? ¿No has entendido todavía?
No sabía qué decir. No sabía si contarle lo que había logrado hasta ahora o seguir preguntando a ciegas.
—Dime su nombre, Bernard —tenía un nudo en la garganta. No quería que fallara en su nombre, si era así todo esto sería un caso a medias, ni Lorenzo era el mismo delincuente, ni su madre era la misma víctima.
—Sé llamaba Andrea.
—¿Andrea Isabel? —Bernard se encontró confundido, pero luego de unos segundos asintió y una sensación de satisfacción se hizo dueña de los latidos en mi pecho.
Sonreí. Esta vez lo besé en la boca.
—Bernard, no puedes quedarte callado ahora, si no lo haces tú, si no cuentas lo que viste esa noche, yo misma lo haré.
—¿Qué dices? No…
—No digas nada —lo detuve antes de que se incorporara en la cama—. La policía sabe que tu madre no se cayó de ninguna escalera, ellos saben lo que hizo Lorenzo esa noche y sólo habían estado esperando nuevas pruebas para poder cerrar el caso como se debe.
“Tenemos solo estos dos días para conseguir más evidencia en contra de Lorenzo, mientras tanto la policía lo tendrá en detención y abrirán un juicio para él, pero debes hablar antes de mañana…
—Te dije que no, Alessa —dijo elevando la voz. Creí que Bernard estaría feliz, creí que estas serían buenas noticias, creí que estaría agradecido, creí… creí… Qué mal creí.
—¿No dirás nada? —Estaba indignada, ¿cómo podía reaccionar así ante este logro?
—No planeo ir donde ningún policía, ni tampoco seguiré ninguna investigación. Mamá está muerta y contar lo que pasó esa noche no la hará volver a la vida.
—¡Ya basta! —finalmente exploté en llanto y rabia. Bernard actuaba de una forma que nunca creí que actuaría. Nunca pensé encontrarme con el deseo de ayudar y que no quisieran mi ayuda. ¿Por qué actúa como si fuera algo malo? ¿Por qué me hace creer que estoy equivocada? Me duele ser rechazada así por alguien como Bernard.
“Tú crees que eres el único que está mal, tú crees que nadie ha pasado por algo así, tú crees que has sido el único que ha llorado todo este tiempo, pero ¿sabes algo? Yo también pensaba así, yo también creí que mi vida era dura y creí que era la única que tenía razones para llorar, hasta que leí ese diario —¡ese maldito diario!—, hasta que me di cuenta que mientras yo me quejaba de mis comodidades, Natasha estaba siendo abusada por ese hombre.
“¿Acaso eso no es suficiente? ¿Acaso no tienes corazón para el resto? ¿Acaso solo tú has sufrido en esta vida? Natasha tiene dos hermanos que aún viven junto a Lorenzo ¿quieres que ellos también vean cómo asesinan a su madre a golpes? ¿Quieres que él también abuse de ellos? ¿Quieres que ese hombre siga libre, y tú, Natasha y todos nosotros sigamos presos de esta historia?
“No voy a convencerte de nada. Ahora sé que mi voz también cuenta, y tenga tu testimonio o no, no permitiré que ese hombre siga suelto. Yo buscaré mi propio camino hacia la libertad…
Bernard me miró a los ojos, serio, molesto, pero en parte creo que también estaba un poco conmovido.
—Alguien me dijo en estos días que a pesar que una parte mía murió junto con Natasha en aquel accidente, una parte suya aún vive junto conmigo… Creo que esas palabras son suficientes como para suprimir cualquier excusa.
No esperé a que Bernard me dijera algo, solo me fui a casa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro