14. Víctima y victimario.
Corrí para tocar la puerta de la casa de Bernard. Él no salió sino hasta después de oír mi voz diciendo su nombre y tocando el timbre como loca. La tarde había caído y me sentía ansiosa.
—Bernard —dije y cuando lo ví no pude evitar tirarme a sus brazos como cualquier chica torpe que ve a su novio después del verano.
—¿Qué sucede, Alessa? —dijo recibiendo mi abrazo, pero cuando notó que algunas lágrimas salían de mis ojos comenzó a secarlas.
—Esto es difícil de explicar…
Bernard no dijo nada, solo me invitó a pasar dentro de su casa. Cuando estuve en la sala de estar, ya sentada sobre el pequeño sofá marrón, me dio un vaso con agua y me tranquilizó acariciando mi cabello.
—¿Te sientes mejor?
—Natasha estaba embarazada —dije sin esperar a que la conversación diera lugar al tema. Era todo lo que tenía que decir.
—¿Qué?
—Estaba huyendo. No se había ido por gusto o por rebeldía, como pensaba antes.
—Alessa… —dudó, pero volviéndome a ver a los ojos continuó—: Cualquiera que esté cerca de ese hombre definitivamente tiene que huir.
—¿Por qué lo dices como si lo conocieras?
Bernard guardó silencio y suspiró. Suspiró tan profundo que pensé que quizás lo hacía con el mismo aire de las palabras que nunca había dicho. Él siempre ha sido bueno conmigo, siempre me ha mostrado su mejor cara, pero todo este tiempo había pasado por alto que él también tiene una historia, un pasado, y que yo no lo conocía.
—Yo lo sé… —dijo en voz baja.
Las luces de la casa estaban apagadas, no había puesto el radio o la televisión, ni siquiera parecía haber estado en su celular. Había estado solo todo este tiempo.
—¿Qué dices? —pregunté en su misma frecuencia.
—Lo conozco. Recuerdo su nombre. Recuerdo su rostro. Lo creí capaz de todo, pero lo que no creí es que él volvería a aparecer en mi vida.
—¿Qué dices? ¿Crees que lo conoces? Puede que sea otro hombre con el mismo nombre, puede ser una confusión o…
—No, Alessa, yo sé muy bien lo que es él. Él nos hizo mucho daño… a mamá y a mi.
Bernard nunca habla de su madre. Bernard nunca ha mencionado por qué razón es que vino a este lugar. Bernard nunca me había dicho algo sobre su vida antes de conocerlo. Bernard… estaba tan roto, y yo, tan desconsiderada como siempre, nunca me fijé en eso.
—¿Qué quieres decir? —mi voz casi no se escuchaba, tenía un nudo en la garganta que comenzaba a doler.
—Mi verdadero padre murió tan pronto yo nací, mamá se quedó sola, pero luego conoció a Lorenzo… Estaba muy pequeño, no recuerdo bien si tenía cuatro o cinco años cuando Lorenzo se volvió un borracho y comenzó a llegar más tarde a casa; cada vez más tarde, cada vez con menos dinero, con menos cordura.
“Le gritaba a mamá. Comenzó quejándose de la comida, de la casa sucia o del dinero, y luego se desató una guerra durante varios años que solo tuvo fin cuando un día Lorenzo golpeó tan fuerte a mamá que ya no se pudo levantar del suelo…
Bernard no pudo continuar con su relato, y aunque como todo hombre se rehusa a las lágrimas, no pudo evitar sorber por su nariz, ni la expresión de dolor que surge ante un recuerdo difícil, el calor de su rostro formando lágrimas reprimidas, el temblor de sus manos y el palpitar de su corazón que podía sentir incluso sin tener su pecho cerca mío.
Tomé su mano, tal como antes alguien lo había hecho por mí, ahora tenía que devolver la calidez que una vez Alicia me regaló en medio de mi caos.
—Lo siento… —lloré con pesar pero con templanza— Quisiera que nunca hubieras pasado por eso.
Bernard, que ahora se había agotado ante la emoción del momento, me abrazó como un niño poniendo su oído en mi pecho mientras yo lo rodeaba con mis brazos.
—No puedo quitarme su rostro de la mente… Es como si esa escena se repitiera todos los días desde que eso pasó.
—¿Es por eso que nunca hablas de porqué te mudaste hasta aquí?
—Sí, mi tío, el hermano de mi padre biológico, es mi única familia, por eso vivo aquí con él… Yo no quería que supieras nada de esto, y cuando comenzaste tu búsqueda al otro lado de la ciudad sentí que estabas a punto de descubrirlo. Ese es el porqué no quería que siguieras buscando cosas sobre esa chica…
—¿Por qué dices eso? Hablas como si tú hubieras cometido algo grave, pero… tú no tuviste la culpa de lo que pasó, es él quien hizo algo malo, tu solo lo viste, eras apenas un niño, ¿por qué te hechas la culpa?
—Yo… nunca hice nada. Mamá murió y él sigue libre, y sigue dañando, y sigue matando… Alessa, yo fui el único testigo de la muerte de mi madre, y cuando los policías me hicieron preguntas esa noche yo negué todo… tenía mucho miedo de él, de que fuera a hacerme lo mismo o algo peor.
—¿Y las investigaciones? ¿Cómo no iban a saber qué fue lo que hizo?
—Sé las ingenió. Supongo que tenía conocidos y de alguna forma movieron las investigaciones. Mamá cayó por las escaleras y murió, según todos.
Era todo lo que Bernard pudo decir. Ya no quiso continuar con su historia, de nuevo había cedido al sentimiento. ¿Cómo es que las personas que no deben nada terminan pagando a tan alto precio? ¿Cómo iba a hacer yo para quitarle esa idea de la mente a Bernard? Él no era el culpable de esto, así como Natasha no era culpable de lo que sucedió cuando tenía doce años.
Solo eran víctimas, víctimas pagando lo que no debían.
—Bernard… —él no dijo nada, aún así sabía que estaba escuchándome— Sí contaras lo que sucedió aquel día tal vez podrían reabrir el caso, tal vez podrían hacer una nueva investigación, o algo, no lo sé… tal vez…
—No digas tonterías, Alessa. No hay nada que hacer. Las cosas que nunca se hicieron en su momento no tendrán lugar en ningún otro tiempo.
Eso me lastimó un poco. No por mí, sino por él. Estaba tan sumergido en la idea de no poder hacer nada, que realmente no se podía continuar si seguía pensando lo mismo. Tenía que convencerlo de que hablara de alguna manera, tenía que decirlo, así como Natasha también tenía que decirnos algo.
—Dices que las cosas se hacen en su momento, y yo tengo algo importante que hacer todavía… Pero no puedo sin tu ayuda.
—¿Ahora qué, Alessa? ¿Vamos a hacer otra de estas salidas? ¿Vamos a consultar una bola de cristal para hablar con Natasha? ¿Qué, ahora qué? Ya no sigas con el juego del detective, esto no es un juego para mí…
—Cállate —dije elevando la voz—. Natasha sufrió al igual que tú, a diferencia que ella está muerta y aún así habla, y que tú estando vivo decides no contar la verdad. Me das pena, Bernard. Quisiera que tuvieras el mismo coraje que yo para decir las cosas, para que le contaras esto a la policía y para que fueras libre, así como yo también deseo serlo.
“Bernard, ¿no te das cuenta? La evidencia del mal que ha hecho ese hombre está en nuestras manos. El diario lo dice todo, el diario es lo que hará que ese hombre pague por lo que le hizo a Natasha y a tu madre. ¿No quieres ver que se haga justicia, acaso? ¿Cómo es posible que no tengas ánimos de ser ayudado?
“Bernard, te amo, y por eso no quiero que actúes de la misma forma que he actuado yo todo este tiempo. No seas tan duro, por favor…
Bernard solo me miraba, con los ojos bien abiertos y su boca sellada como una tumba. ¿Será que dije demasiado? Quería darle mi apoyo así como Alicia, pero en cambio lo atormenté con mis deseos y pensamientos.
—Vete de aquí.
—¿Qué? —no me esperaba eso. Mis lágrimas salieron ante la sorpresa de sus palabras tan duras.
Me levanté y tomé mis cosas. Era todo, Bernard no iba a ayudarme esta vez. Tenía que hacerlo yo sola. Éramos solo yo, mi coraje y mi rabia contra la ambigüedad de estas dos historias.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro