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12. La tercera persona.

Bernard no dijo nada al respecto. Cuando llegamos solo se despidió de mí como de costumbre y en los siguientes tres días no contestó mis mensajes. No entiendo, pero trato de comprenderlo, no sé de qué, pero supongo que pronto lo sabré y todo tendrá sentido para mí, puesto que hasta ahora solo tengo historias a medias.

Había pensado mucho en Natasha. Qué frustrante es saber que en este mundo no podemos evitar todo lo que sucede dentro de él, solo aceptarlo y continuar. No entiendo como hasta aquel 21 de noviembre Natasha todavía se mantenía en pie cargando esa herida debajo de la piel. Algunas personas no debieron vivir tanto mal, ¡y yo pensando que tenía la peor de las vidas! Tengo la sensación de haber hecho el ridículo durante todo este tiempo luego de conocer la realidad de Natasha.

El fin de semana pasé con mamá más tiempo. Decidí involucrarme en los asuntos del restaurante y aunque ya sabía muchas cosas, había algo de lo que nunca me había percatado. Cuando era pequeña pensaba que los rostros de los clientes eran rostros que jamás volvería a ver, por eso nunca me aprendía nombres, ni edades, ni caras. Sentía que nadie valía la pena para recordar más de dos segundos. Entonces todo este tiempo había pasado por alto a la clientela.

Cuando pasé por una de las mesas vi un rostro en particular. Era de nuevo la reportera. Cuando pregunté me dijeron que era una cliente frecuente y en parte me sentí orgullosa. ¿Alicia Flamenco estaba desayunando en el restaurante de mamá? Eso era un hecho fantástico.

No resistí en acercarme, así que la saludé y le pregunté si podía sentarme con ella.

—¿Aún te acuerdas de mí? —pregunté.

—Siendo sincera no sé quién eres, pero admito que me pareces familiar.

—Me llamo Alessa. Una vez me diste tu tarjeta de presentación, fue cuando ocurrió un accidente de autobús…

—Fue este mes, ¿no?

—Ya es diciembre ahora —reí—. Fue el mes pasado, exactamente el 21 de noviembre.

Sus ojos brillaron al recordar que era inicio de mes. Alicia era cálida, sonriente y con pequeños gestos demostraba cuánto cariño podía llevar dentro. Estar junto a ella era como reunirse con una amiga de hace tiempos que apenas acababa de conocer.

—Ya te recuerdo —dijo—. ¿Estás bien? Parecías muy asustada esa vez.

—Estoy mejor, solo un poco… distinta. Pero aún tengo una pregunta que no he logrado responder y creo que tú eres la única que me puede ayudar.

—¿Lo dices en serio? —sonrió de nuevo—. ¿Qué cosa es?

—Cuando hablaste en las noticias sobre la chica que había muerto ese día (Natasha), mencionaste que habían fallecido tres personas, pero yo solo conté dos, y la única tercera persona que vio todo de cerca fui yo. No entiendo… —ya no podía continuar, mi voz se había quebrado.

—Escúchame —dijo cambiando su tono de voz a uno más serio—: En realidad murieron tres. Lamentablemente Natasha llevaba a alguien junto con ella. La tercera persona era un nonato, por eso es que no pudimos mostrar fotos de ella en el reportaje, ni poner su nombre. Natasha estaba embarazada.

Esto no podía ser verdad.

¿Natasha estaba embarazada? ¿Cómo era posible? Entonces Marcos debía de ser el padre de esa criatura y entonces Natasha debió huir de casa para cuidar a su bebé… ¿Por qué esto tuvo que ser así? ¿Por qué murió ella que tenía todo un propósito para estar en aquel lugar, y no yo que tan solo iba de paso? ¿Por qué…?

Mis ojos se llenaron de lágrimas que no alcanzaron a deslizarse por mi rostro, Alicia trató de tranquilizarme, pero no podía dejar de sentir este hueco, no podía dejar de sentir esta culpa. Ahora sabía que yo no era la tercera persona, pero no dejaba de sentirme mal, esa parte de mi que había muerto no la podía revivir con una noticia así.

—¿Qué sucede, Alessa? —preguntó angustiada.

—Es difícil de explicar… Cuando ocurrió el accidente no pude quitarme su rostro de la mente, sus ojos, no sé qué tenían esa vez, pero era como si me quisiera pedir algo, y no ha pasado ni un solo día después de eso sin que deje de pensar en ella. Busqué en todas partes algo sobre Natasha, desde tu reportaje hasta en la escuela donde estudiaba, todo porque creí que habías cometido un error cuando dijiste que habían muerto tres y no dos. Creí que yo estaba muerta todo este tiempo… y ahora que me doy cuenta que no es así, no puedo dejar de sentirme igual. ¿Por qué siento como si una parte mía sigue muriendo desde ese día?

Alicia tomó aire, sujetó mi mano —la suya era tibia y suave— y mirándome a los ojos dijo:

—Una vez tuve la oportunidad de hablar con un médico que hasta el día es forense, él me habló sobre la única regla que tenía para sí mismo cuando veía un cadáver: Nunca mirarlo a los ojos. Decía que cuando miras a los ojos, miras las ventanas del alma, y el alma de un difunto puede comunicarse con nosotros incluso de formas que parecen ridículas, pero no lo son. Natasha tenía algo pendiente en esta tierra y al no poder cumplirlo dejó esa carga en ti.

—¿En mí? ¿Pero qué vio ella en mí? Pude haberlo ignorado y seguir con mi vida.

—Te equivocas. No fue ella quien te escogió a ti, tú la escogiste a ella. ¿Piensas que Natasha hubiera hecho todo lo que tú hiciste por ella, si tú hubieras muerto ese día? No hay forma de comprobar la respuesta que tu le des a esa pregunta, pero si hay algo cierto, es que algo dentro de ti entendió; una señal, un gesto, un semblante, algo que no sueles ver en las personas de a diario. Entendiste que necesitaba ayuda. Dijiste que te sentías distinta, pero no fue por todo lo que llevaba Natasha consigo, sino que fue lo que tú llevabas dentro, algo en tu interior que buscaba una excusa para cambiar, porque en el fondo no eres tan mala como crees.

“Es cierto que con su muerte, una parte tuya también murió, pero lo que no sabes es que con tu vida, una parte de ella siempre estará viviendo. La historia de Natasha ahora es también parte de la tuya.

Miré su mano sosteniendo la mía, ¿cómo es posible que Alicia, quien no me conocía ni un poco, me hacía sentir tan bien? ¿Cómo es posible que en esta vida encontremos personas tan afines a nosotros? Tanto Alicia, como Marcos y Natasha lo habían sido para mí. No suelo sentirme a gusto con cualquier persona ni en cualquier compañía, pero ahora sentía que detrás de cada uno de nosotros había toda una historia como la de Natasha, una historia con secretos, sentimientos y también con un propósito.

No soy la única queriendo encontrarle sentido a esta vida.

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