Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El inicio de todo

Narrador:

Digamos que ya se casaron, pero como todos sabemos no todo es color de rosa en la vida o ¿Si?. Saito fue a hacer una ronda matutina por sus jardines, se había despertado demasiado temprano y no se hallaba sin hacer nada en su cama, pese a la hermosa vista que tenía a su lado, se sentía imperativo así que decidió hacer esa ronda matutina, vigilar el horizonte y cuidar sus tierras, algo comùn pero que se salía de su rutina.

- Bernardo, gracias por ensillar mi caballo tan rápido - agradeció nuestro espadachín, él se había arreglado un poco, le pidió a un sirviente que le avisara a Bernardo, pero en cuanto bajó el caballo ya estaba listo para salir a hacer su recorrido.

- No hay problema, usted es el señor del hogar y se ha portado tan bien con nosotros que esto es lo de menos - dijo el hombre para ahora alejarse, Saito se montó en el caballo e inició su cabalgata con rumbo al Norte.

Mientras tanto Louise descansaba tranquilamente en casa, en esa enorme cama que la cobijaba de manera suave y tranquila, el sol adornaba cada esquina de la casa, pero esa no era razón para que siguiera dormida, su sueño la mantenía cautiva aunque no lo supiera.

❍﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏❍

"Louise"

- ¿Dónde? - gritó con fuerza intentando buscar el origen de esa voz, oculta entre la oscuridad - ¿Dónde estás? - preguntó nuestra joven de cabello color rosa, dando vueltas en esa oscuridad inminente.

"Louise encuéntrame.."

Repetía la voz, mientras hacía eco en esa oscuridad, Louise corría intentando encontrar a la dueña de la voz, le surgió una necesidad inmensa de encontrar a la persona que la llamaba con tanta urgencia, con tanta necesidad, tanta fuerza, que se vio arrastrada, no sabia si era por miedo o habia algo mas en su interior que la empujaba hacia el eco.

- Dime ¿Dónde estás? - preguntó Louise algo cansada e irritada, por más que corría no encontraba el origen de la voz, ni el final de su encierro.

"Con el tiempo me encontrarás, gran maga del vacío"

- ¿Cómo sabes que soy? - preguntó Louise, algo confundida y asustada, que tanto conocía esa voz.

Pronto el sueño se distorsiono formando a una criatura horripilante, una que solo puede habitar en nuestras pesadillas y créanme que lo hace, tenía colmillos diluidos y brillantes, una mirada de color rojo sangre, con una fuerza que hacían contraste con la oscuridad del sueño, solo fue un segundo el que apareció frente a sus ojos, pero fue suficiente para que el miedo la recorriera como el río recorre la tierra.

- ¡¡Ah!! - gritó Louise cuando se vio frente a frente con esa criatura, el miedo la invadió y solo pudo gritar con todas sus fuerzas, ese grito fue su pedido de ayuda, su auxilio, realmente le temía.

❍﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏❍

- ¡¡Ah!! - grito Louise, el grito vino acompañado de grandes búsquedas de aire.

Despertar de aquel sueño, eso fue lo que la describió en ese momento, se encontraba en su habitación, iluminada por el bello y radiante sol que aparecía desde afuera. Su respiración era errática, estaba asustada, ansiosa, aterrada, con angustia, miedo de que esa criatura fuese real, que fuera tras ella, la secuestrara, la matara, temía por todo. Se sienta en la cama mientras de alguna forma intenta respirar para calmarse, calmar su acelerado y agitado corazón.

- Esto es extraño - se cuestionó ya calmada, nunca había soñado algo igual, era la primera vez que pasaba.

Se bajó de la cama y caminó a su espejo, la luz brillaba con fuerza, se vio su cabello revuelto y por un instante se vio distinta, lo que la dejó confundida, con el cabello liso y corto, como nunca había estado antes, esta no era ella, cerró los ojos con fuerza y froto para intentar despertar creyéndose aún dormida, aun soñando.

- ¿Qué? - preguntó confundida, cuando se vio igual que siempre, como si ese reflejo que noto, con el cabello corto y liso nunca hubiera existido, nunca existió en realidad, pero lo vio tan real que pensó que ella de verdad se veía así, con temor toco su rostro, esperando encontrarse fuera de una ilusión, que lo que veía en el espejo era igual a su tacto.

"Tock tock"

Se escuchó en la puerta, el miedo que sentía debido a su sueño aún estaba latente, se espanto, corrió a buscar algo con que protegerse, aterrada decidió preguntar, solo para escuchar quien estaba del otro lado, si le conocía se calmaria, sino gritarìa con fuerza y protegerìa su vida.

- ¿Quién es? - cuestiono Louise temerosa, angustiada por la respuesta que podría surgir desde el otro lado.

- Miss Louise - se relajo al reconocer a la fémina que hablaba del otro lado de la puerta - ¿Se encuentra bien? - pregunta Siesta algo angustiada, no todos los días alguien grita desde su cuarto de esa forma.

- ¿Por què lo preguntas Siesta?- cuestiona ahora Louise mientras toma su varita.

Quería evitar la incomodidad de explicar el origen de su grito, una pesadilla, horrible pero pesadilla al fin y al cabo, algo vergonzoso para un mage que ha enfrentado peores atrocidades.

- Escuchamos su grito - expresó Siesta, mientras comenzaba a girar la perilla, ella tenía esa autorización, pero lo hacía muy poco para evitar interrumpir la privacidad de la pareja, hace poco comprendió que eran una pareja, debían tener intimidad y paz.

- Si estoy bien - le expresó sin dudar a la azabache de cabellera corta - ¿Siesta? - la llama de manera suave y temerosa por la petición que estaba apunto de hacerle - ¿Crees que pueda dejarte algunas de mis obligaciones? - pregunto Louise mientras observa su varita, no quería observar a los ojos por que se sentía avergonzada.

Desde que se había unido en matrimonio con su familiar, que había tomado a pecho sus responsabilidades como dueña de casa, existían tareas que le agradaban más que otras, pero no podía hacerles el quite, ese dia, luego de esa pesadilla, se sentía temblorosa, saltona, llena de miedos e inseguridades que había enterrado hace ya mucho, no era normal que algo que creyó superado, ahora había vuelto, tenía que investigarlo a fondo, necesitaba tiempo, por eso estaba haciendo esa peticiòn.

- ¿Por qué miss Louise? - cuestiona Siesta abriendo la puerta lentamente, para ser vista y así evitar situaciones comprometedoras con la de cabellos rosados, situaciones que ya habían transcurrido en el pasado.

- Necesito un libro de la biblioteca - expreso sin dudar, pero eso no era lo que le tomaría tiempo, sino lo que transcurrirá después - Podría estar aquí pero podría no estarlo - estaba en la razón, no sabía si encontraría lo que buscaba, si no lo encontraba en su biblioteca tendría que viajar a otra hasta encontrarlo, era eso lo que le tomaría tiempo.

- Y ¿Si no estuviese aquí? ¿Donde iría? - preguntó Siesta ingresando a la habitación, si no estaba en su biblioteca donde más podría ir a buscar ese libro.

- Iría a la academia - analizó Louise luego de un momento - Se que el viejo Osman me dejaría ingresar hasta la biblioteca - expresó Louise viendo hacia la ventana, tenía razón, no había manera de que no le permitieran entrar a la academia de magia.

- Miss Louise ¿Ocurre algo? - preguntó Siesta preocupada por la actitud de la de ojos color rosa, solo estaba así cuando pasaba algo malo, algo importante.

- Es lo que temo - comenta Louise ahora viendo perdidamente a la ventana, como si buscara alguna respuesta en ella - Espero solo sean cosas mías.

Pero si algo había aprendido la muchacha, era que desde que descubrió el origen de su magia explosiva, las cosas no ocurren porque sí, tenían un objetivo en ella y en los que la rodeaba, temía por el significado de esa creciente angustia en su pecho y temía que mucho tuviera que ver con algo malo.

- Siendo ese el caso - analizo un poco Siesta, pensativa mientras su mano acariciaba su barbilla - Deje que me encargue de las tareas del hogar - comentó Siesta energética mente, esa era su manera de ayudar, si no podía ofrecer magia o poder, podía evitar preocupaciones básicas o en este caso los quehaceres del hogar.

- Gracias Siesta, te lo agradezco mucho - dijo Louise sonriendo, sabía que esa era la manera de la azabache de apoyarla.

Desde que Louise envió a Saito a la tierra para que no muriese con ellos en la guerra, ambas se han unido más, son más amigas, se han visto como hermanas, como humanas, simples que necesitan a sus seres queridos a salvo para poder estar bien, es gracioso que ese azabache de ojos azules las uniera como lo hizo, pero lo hizo y para bien.

- Bueno a iniciar el día - comentó Louise enérgica, ya no podía seguir en el cuarto, tenía cosas que hacer y un libro que buscar - Y ¿Saito? - preguntó Louise al notar su ausencia, a estas alturas del día él sería el que llenara su mañana de energía, cosa que no pasó, por eso la extraño.

- Fue a vigilar los alrededores - explicó Siesta mientras abría las ventanas para ventilar el cuarto - Además dijo que quería respirar un poco de aire - expresó ante la mirada curiosa de la joven a su lado - Me retiro miss Louise.

El último comentario de la muchacha, lejos de molestarle, le hizo sentido, Saito estaba acostumbrado a hacer mucho, ser enérgico, ocurrente y cargado de labores por completar, ella lo sabía, no podía culpar, por que parte de esa hiperactividad era culpa de ella.

- Ve Siesta - sonrió Louise ante la mirada atenta de la muchacha, comenzó a avanzar hacia la puerta para marcharse - Y ¡Gracias! - señalo Louise cuando Siesta cerró la puerta detrás de sí.

Siesta sonrió y siguió con sus deberes, esa energía que profesaba la pareja de amantes era tan increíble que empujaban a todos a su alrededor a sonreír y llenarse de energía para atravesar el día diario, lo gracioso era que lo hacían de manera inconsciente.

- Bien ¿Que me pondré hoy?- se preguntó Louise mientras revisaba su ropa en el armario, algo en el destino la hizo girar hacia su calendario para divisar la fecha actual ...(29)....- ¡¡Ah!! - grito al divisar el número, corrió a revisar si no se había equivocado, pero confirmó la fecha.

- ¡Lo olvidé por completo! - grito Louise para correr al armario y sacar un vestido dentro de su guardador, coger su varita y recitar algún hechizo que la ayudara en esta situación.

Muy a conciencia de todos, había mejorado bastante con la magia básica, sus hechizos no explotaban a menos que se encontrara con energías desbordantes, pero eso es una conversación para más adelante.

- Maletín - expresó Louise y una maleta gigante hizo aparición frente a ella.

La abrió despacio mientras su cabeza repasaba todo lo que tenía que llevar, dentro de este colocó un vestido, unos zapatos, unas joyas, unos moños, panties y unos guantes, revisó todo lo que llevaba y tras una tercera revisión, logró reconocer que estaba todo listo cerró la maleta.

- "Hechizus Minimus" - conjuro Louise con su varita, la cual minimizó la maleta, dejándola del tamaño de su mano.

Louise se colocó su uniforme de la academia, enganchó la mini maleta en su falda y salió con su zapatos en la mano derecha, aún no estaba del todo lista, pero tenía prisa. Bajo las escaleras corriendo, a su lado pasaban varios sirvientes que al verla hacían una leve reverencia a modo de respeto, ella estiraba su mano al pasar, con la prisa que llevaba no alcanzaba a formular ninguna frase cuando ellos ya se habían alejado, llegó al primer piso y comenzó a colocarse sus zapatos con tanta prisa que perdía el equilibrio cada tanto.

- Bernardo el carruaje ¿Está listo? - preguntó Louise mientras arreglaba sus zapatos.

Con la prisa no alcanzó a pedir que le arreglara el carruaje para partir, el pobre hombre se la había topado de casualidad en la cocina, la pregunta le cayó de sorpresa, pero pudo responder con seguridad.

- Aún no señorita, sigue en reparación - dijo el hombre viendo a la peli-rosa, estaba apenado por no tenerle la respuesta que esperaba, lo sabía.

- ¿Podrías ensillar mi caballo? - pregunta Louise ansiosa por partir rápido y no llegar atrasada a su evento, se culpaba por haber olvidado algo tan importante, ni con el hechizo de la puerta del mundo llegaría veloz.

- Claro señorita - dijo el hombre y partió con rumbo los establos, para buscar el caballo de la peli-rosa y traerlo ensillado, listo para partir hacia su destino.

- ¿Miss Louise? - cuestiono Siesta al verla ahí y no en la biblioteca como había dicho que estaría hace un momento - ¿Qué hace aquí abajo? - pregunto confundida - ¡Su desayuno! Ya lo envíe con otra maid hacia la biblioteca - expresó Siesta un tanto preocupada, pues no esperaba tenerla ahí a esa hora.

- No, No es eso Siesta, hoy no iré a la biblioteca - explicó Louise y pronto vio el rostro confundido de Siesta, soltó una risa suave, si hasta ella lo había olvidado- Es la graduación de mi grado - explicó Louise sonriendo.

- ¡Enserio es hoy! - soltó Siesta emocionada - Al fin serán mages completos de elemento - dijo alegremente, era una verdadera noticia, no mas clases, serian mages capaces de controlar su magia por completo, podrán ejercer en el mundo.

- Si, Siesta me traerías un jugo mientras espero a Bernardo - pregunta Louise, la muchacha de cabellos cortos se movilizó para conseguirle su jugo - Siesta, quiero traer a Tiffa-chan y a los demás a cenar, pero aun no lo consultó con Saito y menos ahora que salgo corriendo - La azabache asentía desde donde estaba, colocaba un vaso sobre una bandeja y se movía para ir hacia la de cabellos rosados.

En eso un caballo aparece blanco como la nieve de ojos azules, galopaba hacia el patio trasero de la mansión, montado por el señor Bernardo, se detuvo frente a la puerta de la cocina, la que daba al jardín y el hombre se bajó con cuidado de no lastimarse ni lastimar al caballo, la de cabellos color rosa abrió despacio la puerta.

- Olvidalo Siesta - expresó Louise saliendo de la casa.

La azabache ya iba llegando con el vaso de jugo, bufo algo molesta pero depositó la bandeja sobre un estante y abrió la puerta de la cocina, la puerta, por donde antes había salido la peli-rosada.

- Listo señorita Louise - Indico Bernardo, mientras se acercaba a la peli-rosada con el caballo

- Gracias Bernardo - Dijo Louise para acercarse a acariciar a su cabello, por que ese era su caballo, cortesía de su esposo.

- Hola Pegaso - saludo Louise para subirse al caballo, como la conocía tan bien no hizo ningún movimiento exaltado- Vamos a la academia amigo - Dijo y comenzó su cabalgata, un trote despacio y tranquilo.

- ¿Señorita Siesta? - pregunto un tanto temeroso - La señorita Louise no está huyendo ¿Cierto? - pregunta aterrado, por las consecuencias que tendrían ellos si esa era la verdad.

- No, tiene una reunión importante - excuso Siesta amablemente, pero luego recordó un detalle muy importante - Si el señor Saito aparece y pregunta por Pegaso que venga a hablar conmigo, por favor- dijo Siesta y el señor Bernardo asiente confirmando la petición.

Mientras Saito venía de regreso a su hogar, su caballo cabalgaba hasta que divisó a lo lejos las construcciones que eran su hogar, avanzó para dejar su caballo en el establo, cerró la puerta del encerradero, se despidió de su caballo y caminó hacia la salida, pasó al lado de un cubículo en donde no había caballo, se detuvo de golpe, revisó y se percató que faltaba un caballo, que justamente era el de su esposa, se asustó porque solo ella tenía permitido usarlo, lo que significaba que lo sacó del establo ¿Pero para que?

- ¿Señor Bernardo? - cuestiono Saito acercándose al encargado de cuidar de los caballos - Y ¿El caballo de mi esposa? - pregunta viendo el corral vacío.

- Ah el caballo de la señorita - Al principio se asustó, pero luego recordó que ella lo había pedido hace un momento - Ella pidió que usted hablara con Siesta-san, ella respondería a lo que usted necesitará saber - dijo el hombre para dejarles comida a los caballos de ahí, el no quería ser castigado por las decisiones precipitadas de la peli-rosada, tampoco quería tener problemas con su jefe, evitaría la disputa.

- Bueno, adiós chico - dijo Saito despidiendo a su caballo, salió al fin del establo.

A decir verdad todos son de el, solo que el monta más a Spartan un caballo negro como la noche con los ojos grises como la pólvora, que tenia un temperamento horrible, pero controlable, era veloz como el viento y prefería la soledad del campo, tal ves por eso se llevaban tan bien con Saito, por que ambos estuvieron lejos de casa por mucho tiempo, camino para su hogar saludando a los trabajadores que pasaban por su lado, una buena convivencia lleva a una buena relación entre pares, llegó dentro de su hogar y escucho paz, cosa que no es normal cuando esta su esposa en casa. La mayoría del tiempo está agitada, ansiosa, apurada o preocupada, lo que le agrega un poco de dinamismo a los días, lo que lo preocupó a él, era demasiada paz.

- ¿Siesta? - nombra Saito para avanzar a la cocina, buscando a la muchacha - ¿Estás aquí?- ahí dentro se encontraba Siesta preparando la comida para el almuerzo - Bernardo me dijo que tú hablarías conmigo con respecto a la desaparición de Pegaso - expresó Saito viendo a Siesta con un tanto de seriedad.

Èl necesitaba saber donde se había metido su esposa, la azabache se volteo y le sonrió con amabilidad intentando aplacar la seriedad del muchacho.

═══════════════════. ❀~✿ .═

- ¿Por qué no me dijo nada? - cuestiono Saito algo alterado, ella se había ido sola hacia la academia, en una ruta extensa y peligrosa.

- Se despertó y ya iba tarde, así que solo corrió - explicó Siesta sonriendo - Ella debía estar antes que los invitados no después, conociendo la ruta, sino se iba ahora llegaría tarde - dijo mientras terminaba de cortar unas verduras - Ah, me pidió que preparara más comida por que quería invitar a Tiffania y a los demás ¿Pueden venir verdad? - preguntó Siesta, hizo la pregunta que Louise no alcanzó a hacer.

- Si hazlo Siesta, pero no se si quieran venir, te avisaremos - respondió Saito y vio a su caballo listo para salir, lo había pedido apenas Siesta termino de explicarle dónde estaba Louise - Iré con Louise, no nos esperes para almorzar, ¡Dale almuerzo a los trabajadores! - dijo Saito y salió sin previo aviso, no había tiempo que perder si él quería alcanzar a su esposa.

- Espere ¿Que? - Soltó Siesta cuando escucho lo que el muchacho había dicho - ¡Saito-san!, usted debería llevar ropa formal para el even..- No alcanzo a terminar cuando Saito ya se encontraba fuera de casa, montado en caballo y ya partiendo por el camino de tierra.

- ¿Siesta-san? ¿Habrá alguna cena? - preguntó Michelle, una sirvienta asistente de Siesta, se acercó de manera dudosa y temerosa, si había cena, significaba que llegaría gente a alojar, tendrían que preparar las habitaciones, arreglar el salón entre otras cosas más.

-No lo sé, pero hay que movernos - señalo Siesta para entrar a la casa y comenzar la limpieza.

Tienen mucho que hacer, poco tiempo y muchas expectativas, si querían hacer las cosas bien tendrían que partir desde ya, aunque algo le decía que no era muy probable que todos vinieran a cenar acá, si tenían eventos en sus propias familias.


₊°︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶ ‧₊˚

Estoy reescribiendo esta historia por que estaba muy simple o al menos las primeras partes de esta historia.

Besos y abrazos

La autora.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro