- S-seguro que es una broma... encontraremos una salida, no pasa nada chicos - intentó animar el menor, pero ni él mismo se lo creía.

Lucía y Fran cruzaron miradas nerviosas, pero decidieron asentir. Atravesaron el pasillo con miedo, las sombras que desprendían las antorchas con las llamas eran horribles. Por toda la pared había dibujados un montón de símbolos celtas junto inscripciones en gallego antiguo. Los libros representados eran de antiguos poetas y escritores gallegos: Pondal, Curros, Rosalía... Ariel reparó en un libro al fondo del pasillo, totalmente en blanco.

- ¿Qué hará este libro aquí? -musitó. Siguió pasando páginas, por si alguna estaba escrita, pero nada. Estaban todas en blanco.

- ¿Qué miras sesos de alga?-preguntó la joven curiosa. Ariel le enseñó el libro. Ella lo estudió con detenimiento.- Es un libro del siglo dieciocho.

-¿Cómo lo sabes?- el chico la miró perplejo. La chica se limitó a sonreír.

- Te lo cuento cuando salgamos de aquí.-Lu miró el libro. Luego miró al joven.- Llevémoslo. A lo mejor luego le podremos preguntar a algún profesor.

- ¿Estarás de broma verdad?.- La chica negó con la cabeza.- ¡Pero si está en blanco! - insistió.

- Puede, pero estará en blanco por algo, ¿no?

Ariel no protestó, a lo mejor la joven tenía razón. Qué rayos, siempre tenía razón. Lucía agarró de la mano al chico justo cuando el cogió el libro. Los chicos se miraron, sonrojados.

- Eh... esto...-balbuceó Ariel. La chica hizo lo mismo, pero aún seguían agarrados de las manos.

- Ey tortolitos - comentó Fran.- Mirad lo que he encontrado.

Los jóvenes se soltaron las manos y se acercaron a su amigo. Fran tenía entre las manos un libro de piedra. A Ariel se le ocurrió decir algo muy inteligente por su parte << Vaya >>.

- ¿Y qué se supone que significa?-preguntó la joven. Fran pareció dudar.

- Pues si te digo la verdad, no lo sé. - Lucía hizo un "facepalm". - Pero es que no pesa como una piedra, pesa como un libro cualquiera.

Ariel agarró el libro y comparó su peso con el que tenía al lado. Era verdad: pesaban lo mismo y estaban los dos completamente en blanco, y en gris.

- Llevémonoslo también.- Comentó Lucía. Los chicos asintieron con la cabeza.

Fran se apoyó en la pared y ésta se abrió como si nada. El estruendo que hizo el chico al caerse retumbó el "búnker".

- Perdón.-susurró. Lucía negó con la cabeza y lo levantó.

- No pasa nada, gracias a ti hemos descubierto otro pasadizo.-dijo mientras sonreía.

- Yuju... ¡Qué bien! Vamos a perdernos más.- dijo Ariel con sarcasmo. La chica lo fulminó con la mirada.- No he dicho nada.-musitó.

Lu cogió una antorcha de la pared y se adentró al nuevo pasillo, que estaba totalmente a oscuras.