El 17 de mayo del 2042, una niña de 13 años llegó a su casa sonriente. Su madre estaba terminando la comida: olía a lasaña, la comida favorita de la joven. A su lado, una niña de 4 años jugaba con una muñeca algo antigua. La pequeña tenía unos ojos marrones penetrantes, con el pelo negro rizado recogido en unas pequeñas coletas. Al contrario que ella, su hermana tenía el pelo liso y largo, con un color rubio tirando a pelirrojo, con unos ojos verdes esmeralda, que inspiraban confianza. La joven se acercó a su madre agitando los brazos, feliz.

- ¡Mami! ¡Mami! ¡Nos contaron una historia increíble en el Instituto! - la madre sonrió.

- ¿Ah sí? ¿Y cuál era cariño? - decía mientras dejaba la comida en la mesa. Luego se sentó en el sofá, acto que imitaron sus dos hijas.

- Pues... Era sobre unos 3 chicos... Que iban a mi mismo instituto...hace... - hizo cuentas con los dedos, ya que no era muy buena en matemáticas- 24 años - sonrió satisfecha.

- ¡Oh vaya! ¿Y esta gran niña me contaría la historia? - le revolvió el pelo a la joven.

- ¡ Hiztoria! ¡Hiztoria! - gritó feliz la pequeña.

- ¡Claro! - la joven subió a su hermanita en sus piernas.- Veréis...

"Era el día de las letras gallegas, y todo el instituto estaba preparándolo para la fiesta que se iba a celebrar. Ese año iban a homenajear a María Victoria Moreno Vazquéz, creadora de "Anagnórise". Estaban todos muy concentrados. Un niño de 13 años interrumpió el silencio llamando a unos amigos.

- ¡Luci! ¡Fran! - el joven agitó sus brazos para llamar su atención. Sólo consiguió que la joven niña de 14 años callera al suelo del susto, ya que estaba subida a los hombros de Fran, de 15, para colgar una pancarta.

- Auch.... - la joven se frotó la cabellera mediana, rizada y ligeramente rubia. Abrió sus ojos verdes esperanza y miró al causante de su caída enfadada.- ¡¿Qué quieres Ariel !?

El nombrado se sobresaltó, rara vez lo llamaba así. Solía llamarlo "sirenita", "sesos de alga" etc. pero nunca por su verdadero nombre. El chico se llevó la mano a su cabello negro, liso y corto. Sus ojos marrones se clavaron en la chica.

- Pues... - empezó a jugar con sus manos, nervioso.- Encontré una cosa en el patio y... - el chico silencioso le interrumpió, curioso.

-¿ Qué clase de cosa? - sus ojos negros se fijaron en él, buscando respuestas. Fran llevaba una coleta pequeña recogiendo su pelo marrón largo y ondulado. Su pulsera metálica brillaba a la luz del Sol que a travesaba las ventanas.

- ¡Una trampilla escondida en la hierba! - sonrió al ver que alguien se interesaba por su descubrimiento. Se giró su gorra negra hacia atrás, ya que siempre lo hacía cuando se entusiasmaba por algo. Esa gorra tenía un gran significado para él ya que, dibujada en ella, había un gran dragón negro rodeado por un contorno plateado, símbolo que dibujó él mismo.

- Oh, por favor Ariel... ¿Cómo va a haber una trampilla aquí? ¿En un instituto? - Lucía se cruzó de brazos, aún enfadada por el golpe. El chico fijó su mirada en ella. A decir verdad, hoy la miraba más hermosa que ayer: Llevaba una sudadera negra, con una semicorchea blanca en una esquina, unos jeans azules ajustados, y las botas negras que siempre llevaba. Pero lo que más resaltaba de ella, era un colgante que siempre llevaba consigo, un corazón de cristal rojo y blanco. Al contrario que ella, él llevaba una camiseta corta y azul, con unos pantalones negros, sus zapatos de siempre y su gorra. Luego miró a el alto. Fran llevaba una camiseta blanca, sus pantalones azules rotos y unos zapatos grises.

- ¡Pero yo la he visto! - volvió a insistir. - Está en el patio trasero, ¡seguidme! - y echó a correr.

Luci suspiró. Miró a Fran y rodó los ojos diciendo "en fin... vamos". El mayor la entendió y siguió a Ariel, con la joven detrás aún maldiciendo, en griego, a ese "sesos de alga".

*Espero que os hay gustado :3*