I - Misión: Localizar a los Almoribundos.
En algún lugar de Europa. Época desconocida…
Era una media noche de nubes tomentosas, pero sin lluvia, solo pocos rayos de luz de luna iluminaban un bosque denso y tétrico. Ninguna persona normal andaría por ahí a esas horas.
Pero allí se encontraban tres hombres en una búsqueda, y ni siquiera eran hombres normales; no señor, eran fantasmas en una misión. Pero no eran cualquier clase de fantasmas, pertenecen a una entidad que supervisa a las almas del Cielo e Infierno; Supervisores, así son llamados esos oficiales espectrales.
—Por favor dime de nuevo, ¿Realmente servirá de algo mi asistencia en esta misión? —preguntó el oficial Ángel de uniforme blanco, cabellera café y barba recortada de la tarde.
Y que era dirigido por otros dos agentes, también hombres (uno de piel blanca y otra negra), pero este último moreno lucía un estilo demoníaco en su uniforme; hasta alas de demonio, cuernos y cola puntiaguda tenía.
—Vale, sabemos que os la pasáis más en Inframundo y ya ni recuerdas como era Mundo Vivo —comentaba el supervisor de piel blanca que sí era un oficial ángel como el que cuestionaba su asistencia en la labor.
—Pero los últimos informes de los Técnicos de Supervisores, ubican el origen de las bestias Almoribundas por esta zona, igualmente con un alto índice de desapariciones de muchos Vivos; principalmente Machos, Hombres —complementaba el otro supervisor demoníaco, de piel negra.
—… —Pellizcando el espacio entre sus cejas blancas, el varón cuya respuesta no le satisfizo—. ¿Y no sería mejor un oficial asignado a este mundo? No he visitado el Mundo Vivo desde que ví el matrimonio de mi tatara nieta.
—Vale, es evidente que no tendría nada sentido, salvo; que los Almoribundos son criaturas que no solo actúan iguales a los Vampiros y Licántropos del libro que escribiste en Inframundo. También se parecen físicamente a tus dibujos, y hemos tenido mucha dificultades últimamente, hasta muchos Supervisores que aseguran que que ellos pudieron verles, oirles y atacarlos físicamente, la ayuda de un experto como vos contra el villano final nos ahorraría el dolor de muchos agentes heridos —informaba el caucásico con pinta y actitud de ser un gracioso.
—Aguarda, ¿Cómo qué atacaron a fantasmas físicamente? A pesar de que le hayan nombrado con el prefijo Alma; debe ser un vivo al fin y al cabo. ¿O no? —sugirió con cierta curiosidad e ironía; denotando su particular acento mientras hablaba.
—Cierto que vinisteis a todo gas, y debido a ello no os informaron adecuadamente sobre los Almoribundos… —Añadía el hombre de ébano, y evidentemente el más sereno y listo del grupo.
El trió continuaba por el bosque sombrío, sin importarles para nada la oscuridad del bioma, los huesos que veían, cadáveres en descomposición que por ahí estaban; y por ahí correteaban unos lobos humanoides caníbales de de gran musculatura y dentadura chorreando sustancias desconocidas. Y es que a los árboles espeluznantes gigantes y de gran grosor menos les importaba o impedirián el paso, pues al ser fantasmas solo les atravesaban.
—Los Almoribundos son especímenes desconocidos y nuevos que no solo poseen una regeneración orgánica casi inmediata, matan a todo lo que se encuentran, parecen no envejecer, sus organismos se componen de una aleación de carne de canino o murciélago y metales que parecen reaccionar frente a la Almia de nosotros los fantasmas; sin importar el nivel álmico que podamos tener. —Moviéndose al frente del grupo le contó al supuestamente más adecuado para la misión.
—¡¿Cómo es eso posible?! —Átonito cuestionó.
—Ya veis porque es importante para Juzgado, la entidad supervisora de Almas, acabar con esa anormalidad. De ser cosas relevantes a este Mundo no tendríamos porque meternos, pues cuando el más allá interactúa con la vida siempre afecta negativamente el desarrollo de las almas en los seres vivos. —Después de la explicación los tres se dieron la vuelta y ya estaban listos para proseguir con el camino—. Pero aquí está pasando algo más allá de este mundo.
No obstante, se detuvieron en cuanto escucharon el grito de una mujer; junto al aullido de varias criaturas. Todo el grupo se impresionó, pero siendo el escritor el único que fue a esa dirección corriendo, lo cual confundió al caucasico pero el moreno solo se golpeó la frente; pues ya sabía la actitud de salvador de ese agente de campo del mundo Inframundo.
—¡¿Qué está haciendo?! —cuestionó patifuso el rubio carismático que no entendía la gracia del asunto.
—Es un agente del Inframundo, está dentro de su instinto confrontar a los malos y ayudar a quienes lo piden. Aww… —Diagnosticó el decepcionado de cabello tapado y oscuro; suspirando por lo típico de esa actitud.
***
Mientras, con el oficial de otro mundo que se dirigía al origen del grito y aullidos…
El hombre de cabello largo castaño bastante peinado ser movía con varios saltos de longitud, largos, veloces y sin tiempo de espera para su ejecución; ningún ser vivo podría ejercer esa actividad física. Cruzando el denso y espeluznante bosque sombrío, atravesando cada árbol que por su cámino le obstaculizaba; lo bueno de ser un fantasma.
Frenando en cuanto vió como dos seres, que parecían Licántropos, tales como había dibujado en su libro, solo que estos mostraban partes de su cuerpo como sí fuesen mecánicas o de robot; y eso era imposible para la poca tecnología de los seres vivos en la actualidad. Quedándose pasmado por la intriga.
—¡AAAAAHHH…! —gritó la mujer, de tal vez 25 años, de dolor y llanto; pues mientras uno de esos hombres lobos los sostenía el otro le arrancó la poca prenda que le quedaba.
Reaccionando el oficial, pues creía que el robot acosador la iba violar o una cosa de hombres sin moral, pero se equivocó; el meca lobezno no pretendía profanarla sexualmente. No, con sus zarpas de acero desconocido empezó a rasgar las piernas desnudas de la mujer, llorando ella del dolor.
El supervisor expectante a la tortura reaccionó, con una mirada funesta, levantando su brazo derecho con la palma abierta en dirección del torturador cyborg, el ángel ya estaba cargando un poder en su palma, para disparar su poder y acabar con el inhumano; esos poderes casi infinitos de los fantasmas se les conoce como Poder Álmicos o Almia.
Pero antes de poder ejecutar su Ejecución; nombre general dado a cualquier poder ofensivo y/o táctico producto de la Almia. Una mano de tez negra le agarró la muñeca, y levantó el brazo, indicándole que no podía hacer eso.
—Como Supervisores, no podemos intervenir directamente en los asuntos de los Vivos, Supervisor Ángel Guerard Van Swieten —propuso el opositor a un posible rescate, y nombró de forma directa el nombre del agente invitado.
Jalando su brazo el llamado oficialmente, frunciendo su vista contra el oficial experimentado en el mundo donde se encontraban.
—¡¿Tenemos que hacer algo?! ¡No podemos permitir esa diablura…! —regañandolo, porque en su naturaleza estaba el acto de ayudar.
—Dejad esto al señor Hurtado Polainas. Nosotros los agentes del mundo Vivo, sabemos cómo intervenir indirectamente. Jaja. —Presumiendo con su carisma y crujiendo sus dedos pasaba por al lado de ambos espectros.
Y realizando varios apuntes con sus dedos colocó a distancia en los árboles señalados símbolos V de color blanco, para después poner los dedos zurdos en su sien y decir algo. Seguidamente cerrar y levantar la vista.
Un segundo después…
—¡¿Me podrías decir qué estás esperando…?! —exigió Van Swieten.
—Mirad y llorad, ja —Sin abrir sus ojos le detuvo, señalando otra vez a los Licántropos que torturaban a la señorita.
De repente hubo un relampaguear, cayendo varios rayos en los árboles seleccionados anteriormente. Y cómo sí fuera alguna reacción a la ley de Murphy, de la vegetación chamuscada salieron diversas estacas de madera se dirigieron a los pechos de ambas criaturas; cayendo las bestias tras sus agitadas de dolor.
Impresionando tal combinación de eventos específicos al preocupado ángel. Que ya no era detenido por el demonio.
—¿Ya llorasteis? Ja —insinuó el presumido angelino, que con solo un párpado abierto observaba al nervioso.
—Tú no hiciste nada en realidad, fue tu Técnico de Supervisor quién ocasionó los rayos. Solo le dijiste dónde lanzarlos. —Cruzando los brazos le repudiaba el caballero más calmado.
—¿Eso creés? Decidle Supervisor Demonio, Lord Donald Amsterdam. —Soberbio llevaba la responsabilidad de la contestación a un tercero y líder del trío.
—Hurtado tiene razón, su Técnico apretó el botón. Pero nuestro compañero fue el que movió los escombros a sus corazones con sus poderes… —Mirando luego a su colega con los humos en alto—. Y ya os he dicho que no me digáis "Lord", dejé esa monarquía cuando morí hace mucho.
Elevando las palmas el chistoso, pero al menos la mujer viva ya se encontraba a salvo y eso hizo calmar al que quería intervenir.
Sin embargo, uno de los hombres lobo cyborg se puso de pie, mientras la mujer corría; y al notarlo esta última ya se iba a poner a correr. Pero el monstruo fue más rápido y con un salto de longitud llegó a la damisela en apuros, y sólo un zarpazo fugaz bastó para matarla; ya se encontraba muy herida y había perdido mucha sangre antes así que si ataque terminó con el trabajo.
Ni siquiera el trío de espectros se pudo percatar de la rapidez del can humano con metal.
—¡¿Esta sabandija…?! —Enojado el escritor y oficial vió a la bestia, y con la mano a su espada y dedo índice elevado e iluminado ya se preparaba para atacar.
—¡Momento no debéis…! —A punto de detenerle el antes monarca.
—Tranquilo, ya entendí cómo pueden interactuar indirectamente. Solo moveré las estacas de los escombros —decía mientras de su dedo a la espalda emergían cuerdas luminosas dirigidas a los árboles en llamas.
Pero antes que lanzara las estacas, el Licántropo reaccionó de alguna forma.
—¡¿AARRG…?! —Gritando un alarido de alerta, mirando en dirección hacía el trío espectral; pero ¿Cómo era posible?
Los hombres notaron eso, pero antes de que sí se pudieran preguntar que pasaba. El Almoribundo eyectado se largó con varios saltos de longitud de antes, dejando atrás suyo un camino de sangre oscura.
—¿Acaso nos pudo ver? —cuestionó la imposibilidad el castaño y oficial del más allá.
—¡Hay algunos que pueden hacer eso! ¡Pero no hay tiempo que perder, sigamosle! —dictó el moreno.
Con la orden dada, los tres agentes despidieron vuelo con sus propias alas, siguiendo el rumbo.
***
Minutos después, afuera de un castillo abandonado…
Los agentes analizaban el cadáver carbonizado del Almoribundo, el cual ya solo quedaba huesos, carne quemada y algunos metales que se descomponían en una oxidación pasiva, pero activa y constante.
—Me parece que este espécimen sufrió una muerte a causa de una autodestrucción remota —diagnosticaba el escritor.
Dejando asombrado a los oyentes.
—Ya sabíamos que eran avanzados, pero no había imaginadoque llegarían a tener una capacidad similar a un Des esbirro cuyo invocador se deshizo de él. —El Lord también narraba y culminaba con su propia intriga—. ¿Estáis seguro que fue una auto destrucción o una ignición espontánea producto de un fallo existencial?
—De ser por una ignición no quedaría rastro del sujeto, ni siquiera polvo. No, esto fue una auto destrucción remota; es notable debido a que el punto de ebullición dió rastros de que comenzó en las partes de metal de este individuo. —Poniéndose de pie el agente Van Swieten al sujeto estallado—. Desconozco la causa, pero según la ruta que tomaba esta sabandija; es obvio que su objetivo era este castillo.
Tanto Van Swieten y Amsterdam veían el complejo presuntamente abandonado, sintiendo ambos que debían investigar el lugar. Solo faltaba escuchar las palabras del Señor Polainas que terminaba de dar su reporte a una a la agencia.
—Vale, ya le dije a mi Técnica, y nos ha dicho que esta es la fuente principal del poder Álmico desconocido y los Almoribundos. ¡Y tenemos permitido entrar! —Exclamando en su segunda oración y dando un pulgar hacia arriba.
—Bueno, andando se ha dicho. Terminemos con los Almoribundos de una vez. —Golpeando su puño a la otra palma abierta, declaró el capitán del grupo.
Confirmando con "Sí, señor" los otros dos, dando un pisotón los dos al unísono; esa acción indicaba un respeto, era un gesto muy utilizado dentro de la entidad supervisora.
Con un leve vuelo con ascenso, los tres se elevaron para luego ir a la gran entrada del castillo, atravesandolo como cualquier fantasma.
Allí adentro, todo era oscuridad; hasta para un espectro que ellos podían ver incluso en la oscuridad absoluta, claro, pero debían esperarse un rato para que su visión se adaptara a la nueva zona.
—Hay, demasiado silencio… —dijo Amsterdam viendo el salón principal vacío.
—¡Pues claro! ¡Ni modo que algún vivo espere a un fantasma! —tranquilo y humorístico contó Polainas, con las palmas hacía arriba.
De repente, muchos hombres con alas gigantes de metal, altos, piel pálida, y de cabello corto negro cayeron del techo. Mirando hacia la dirección del trío.
—¡¿Y estos estirados qué?! —Con mirada sospechosa y un poco grosera dijo el peli dorado en cuanto ellos cayeron del techo.
Aunque si entrada sí que estaba dando en que pensar al agente de otro mundo, pues el aspecto de ellos creía reconocerlo de algún lado.
—Nun-k y-ma-jinamos ke nos en-contrariamos k-ara a k-ara con entes supremos. P-ro, como c-res bibi-entes supremos ke somos, de-b-mos a-llu-dar al Con-d para alcazar la má-si-ma bi-da; aun-ke él no crea no-sotros, jeje —Con una jerga bastante extraña, narraba el estirado con alas negras de metal más alto y musculoso de todos; seguramente el líder de todo el grupo.
—Es mi imaginación, o ese sujeto nos está hablando a nosotros y puedo vernos —consultó Guerard a su capitán, ignorando la poca habla que tenían los Almoribundos.
—Creo que son otro tipo de Almoribundos; primera vez que les vemos —analizó.
—Comprueba, son igualitos a los Vampiros de vuestro libro, jeje —comentaba Hurtado.
—Oye, aunque sean… —Pausando su diálogo el castaño caucásico para contar el número de seudo vampiros enemigos—. Uno, dos, tres… Ocho seres parecidos a los vampiros de mi libro no creo que sean los mismos.
—Ya ke estás en eso… ¡Q-enta estos! —Abriendo sus brazos el almoribundo líder para indicar que observaran las sombras a su alrededor.
Todo el salón fue iluminado por luces y focos incandescentes, muy avanzados para cualquier persona normal de la época, esas luces revelaron a docenas de más de esos Almoribundos de clase "Vampiro", los cuáles muchos tenían su boca y colmillos bañados en sangre; cada uno dispuestos a pelear.
—Y ahora estirados maricones… —dijo con cierta apatía el peli blanco de los buenos; el llamado Polainas.
Viendo ese mismo ahora al escritor.
—Vamos "Van Gelsin", cogedlos ya —exigiéndole ahora.
—¡¿Qué yo qué…?! —Átonito le cuestionó al exigente.
Cuando de la nada, el líder seudo vampiro gritó.
—¡ATA-KAD, MIS ER-MANOS SUPREMOS!
Todos los Almoribundos saltaron y volaron en picada para atacar al trío.
Pero por supuesto, ninguno de los tres les hicieron caso a los atacantes. Más bien, menos le importaba; pues los vampiros solo les atravesaban y parecían que les atacaban como sí fuesen meras ilusiones.
—En primera, "Van Gelsin" el protagonista de mi libro, un cazador de Vampiros y Licántropos; pero yo no soy él. Y en segunda, cuando dices que me los coja suena muy raro; a pesar que sé que te refieres a que los elimine. —Enseñando un dedo para cada oración, y sintiéndose un poco incomodo al decir la segunda.
Como era de esperarse, el ángel Hurtado solo bufó un poco lo ofendido que se podía sentir el famoso escritor del otro mundo.
—Piff, ¿Cómo qué vos no eres como "Van Gelsin" de tu libro? —hablando sin hacerle caso a las zarpas y colmillos que atravesaban su cuerpo como sí fuera aire o menos—. Para eso os trajimos aquí, sos el experto en monstruos.
—Yo inventé a esos monstruos, que se parezcan a estos dos debe ser solo coincidencia —respondiendo a la burla.
Tanto el canoso como el canela cruzaron los brazos y se dieron la espalda. Pifeando entonces el pelinegro rapado por la discusión.
—Colegas, no ven que esta misión les está haciendo actuar con mañ augurio. Vosotros no sois así.
Las palabras del Lord, lograron que abrieran los ojos los recientes a la discusión entendiendo que estaban actuando mal.
—Él tiene razón, Guerard. Siento hablaros de esa forma, no fue mi intención; debo saber la diferencia entre la realidad y ficción. —Pidiendo perdón y mirando la espalda el casi albino.
Disculpa que consiguió que el ofendido le viese con mejor cara.
—Está bien. Admito que estos sujetos se parecen demasiado a mis Vampiros, puede que haya una explicación para todo esto al final —Aceptando las disculpas también hablaba Van Swieten.
Consolidando las paces los dos colegas con un apreton y sonrisas de ambos.
Pero los enemigos ya eran tan molestos que hasta estaban dentro impidiendo la vista del apretón.
—¡¿Pero estos bichejos…?! —dijeron los tres al mismo tiempo; citando una frase recurrente del libro de Guerard.
Y con solo una palmada al aire de los tres espectros al simultáneo, fue suficiente para que crearán un vendaval espectral que tumbó a todos los vampiros como una ola; e incluso lastimó algunos.
Llegando la fuerte brisa al líder con colmillos, que puedo resistir la ofensiva a penas; ya que clavó sus garras en el suelo.
—¡¿Ni sí-quiera el ejer-si-to de Supremos con-pleto le-z hace fren-t…?! —Boquiabierto y enojado admitió, para luego ejercer su as bajo la manga—. ¡¡¡ES O-RA, EJER-ZA-MOS EL PLAN C-CRETO!!!
Los supervisores intrigados veían al gritón, para luego ver como las luces cambiaban de su luz incandescente a una azul muy extraña. Una la cual comenzó afectar de forma extraña a los fantasmas.
—¡¿Y esto…?! —Mirando la luz en lo alto mencionó el escritor.
Recibiendo un comunicado el líder del grupo, tocando su sien derecha con los dedos de la mano derecha; así se asentendía ese tipo de llamados telepáticos.
—Francisca, ¿Qué ocurre…? —Le preguntó a su compañera táctica a distancia; una Técnica de Supervisor.
—Donald, están bajo una luz ultravioleta; condensada al nivel para interactuar con el Almia. —Le informó la mujer vía telepáticamente.
—Chicos, mi técnica me acaba de decir que esta luz es ultravioleta. Y es posible que los Almoribundos nos puedan hacer algo —confesó con ligeros nervios.
Viendo ellos entonces al vampiro que venía volando a toda velocidad. Pero el confiado y seguro Polainas, no sentía temor; y caminaba al frente para demostrar que esas criaturas no eran nada.
—Yo me haré cargo, ningún ser vivo se puede comparar con un alma —El ángel confiado se ponía adelante, cargando sus puños envueltos de una luz blanca.
Disparando en cuanto se acercó a medio metro el villano, pero inesperadamente el enemigo se movió muy rápido; evitando el poderoso rayo del Supervisor. Consiguiendo la oportunidad el vampiro para rebanar la cara del oficial de un fugaz y fuerte tajo.
Atontado y casi cayéndose dejó al agente con un enorme agujero en el rostro.
Actuando de inmediato Ámsterdam y realizando un puñetazo directo y veloz al vampiro. Lanzandolo lejos, fracturando su rostro y matándolo por impacto; por supuesto ese simple puñetazo sorprendió a todo el ejército.
—¡¿Cómo ha sido posible?! ¡¿Esa cosa me ha desguazado la cara?! —exclamando de forma exagerada alardeó el atacado; casi inmutado o poco doliente del agujero horrible en reemplazo de su rostro.
Por supuesto ni sangraba o mostraba entrañas, únicamente un agujero con una luz blanca que emana su esencia álmica; que se mostraba como gas blanco o humos. Pero al líder del escuadrón poco le importaba la actuación, claro, se sorprendió de que un Vivo pudiese tener contacto con un Muerto (fantasma); pero él ya tenía previsto alguna interacción física por el efecto de estar bajo el espectro ultravioleta.
—Deformad o restaurad vuestra herida, antes de que os canseis por tanto desbordamiento de tu Almia ¿Queréis Hurtado? —expresando estoicismo le sugirió Donald ya hartándose de la alta palabrería de su compañero.
—Vale, ya me callo… Grr… —dijo aún sin cara.
Haciendo fuerzas con los puños cerrados para forzar una rápida restauración de su cara perdida el albino. Pero, no pasaba nada.
—¡¿Qué esto…?! ¡¿Mi poder no se concentra en el punto deseado?! —citaba el que no conseguía recobrar su rostro.
Examinándole el apodado antes como Van Gelsin; pues presentaba los mismos problemas de anteriores Supervisores que se enfrentaron a los almoribundos.
—¡Es exactamente el mismo problema que presentaron los otros agentes! Es posible que sus ataques físicos realizados con ese extraño mineral, junto a esta luz, provoquen ciertos problemas en nosotros. —Diagnosticó Guerard que había estado muy pendiente del encuentro hasta ahora.
Y esa misma teoría lo escuchó la cabecila de los vampiros, bufando una mueca pequeña.
—¡Precisamente por ese nuevo motivo debemos acabar con esto! No podemos dejar que sigan expirementando con esta ciencia… —concluyó el líder para su compañero pelimarrón y el otro sin cara.
Siendo callado por otro grito.
—¡NO EZ-K-PARÁN TAN FA-SIL! ¡NO C EN-CON-TRARÁN CON NUESTRO SUPREMO GAMA! —aleardaba el villano mientras le apuntaba con su dedo índice al que sabía por instinto que era el líder de la trinidad espectral.
Alardeó que le confirmó la hipótesis y creencia de que el líder enemigo se encontraba en este castillo, con aparatos avanzados desconocidos. Observando en seguida al oficial no tan experimentado en las incursiones al mundo mortal.
—¡Ya le oíste "Van Gelsin", el cabeza de los Almoribundos se halla en algún lugar de esta madriguera! ¡Buscadlo y acabad con él de una vez! ¡Nuestro cara de cráter y yo nos ocuparemos de todos estos bichejos! —ordenó serio y de prisa.
—No me digas así. Pero se supone que no debemos intervenir —contrarestaba según lo que recién aprendió.
—No me interesa, si estos bichejos se parecen a vuestras fábulas. Y no os preocupeis, no podemos intervenir con los vivos o dejar que ellos vean algún acto paranormal de nuestra parte; pero los almoribundos ya pasaron la línea y está claro que tenemos el permiso sin tener que solicitarlo.
Van Swieten solo asintió, teniendo en claro su objetivo. Hasta otro alardeó del que no sé callaba.
—¡¡¡NI CE LO KRE-AN!!! ¡¡¡SUPREMOS, Q-BRAN EL AK-CESO AL LAVO-RATORIO DEL G-FE!!! —gritó y mandó a todo su ejército, señalando la entrada a defender.
Colocándose casi todos ellos a espaldas de un gran portón de alta seguridad, seguramente casi imposible de abrir. Pero fácilmente un fantasma lo podía atrevesar.
Puede que no lo supieran, puede, pero sin que los enemigos lo supieran hicieron notar que el camino que el ángel debía tomar para llegar de una vez al jefe final. Alzando sus angelicales alas y trotando un poco para tomar impulso, poniéndose a volar a gran velocidad hacía allá. Mientras sus compañeros comenzaban a danzar (refiriéndose al arte de esquivar golpes y atacar, a los vampiros que se acercaban).
Muchos de los vampiros Cyborg que defendían la puerta volaban para enfrentar al intruso. No sería un problema de evitar para un fantasma, pues solo les atravesaría, pero era evidente que iban atacar con sus garras y colmillos hechos de ese misterioso acero; y bajo la luz azul también era evidente que sí podrían ser una molestia para el Ángel.
—¡¿Ash..?! En serio… —Apretando los dientes y volando esbozó el observaba t consciente del problema aquel agente de cabellera café.
Pero para él no era un grave problema no disponer de atravesar enemigos, pues él era un Supervisor de campo para el mundo de Inframundo; y como allí nunca dispuso de esa facilidad, podía burlar el vuelo y los ataques de simples vivos mutantes. Manteniendo su rumbo fijo, pero esquivando "por los pelos" a cada moribundo que intentaba rasguñarle, abalanzarse o hasta morderle; fue más difícil de lo que creía pero logró evitar a todos, puede que le haya afectado el saber que se encontraba en un tipo de contrarreloj.
Los había evitado a todos, solo unos centímetros y atravesaría la puerta. No obstante, alguien le sujetó del tobillo, y le impedía continuar; de alguna forma el líder de los vampiros había llegado con suma rapidez y en el momento justo. Frenando su vuelo y a punto de rasgarle con su mano derecha.
Sorpresivamente, el extremo afilado de un bastón blanco se le enterró en la nuca del que impedía el paso del ángel. Era el Lord capitán que utilizando un arma especial que las almas un alto control de sus poderes podían invocar y utilizar a su antojo, llamadas Herramientas Álmicas; y del Lord era ese bastón personalizado con púas en ambos extremos. En fin, ese ataque no solo le atravesó la nuca del villano, que hasta le pudrió en segundos la herida, le obligó a soltarle, liberando a Guerard.
—¡Os dije que siguieras, nosotros nos ocuparemos de estos! —dictaminó nuevamente.
Asintiendo nuevamente Guerard, y ya sin dudas de seguir o no, atravesó el gran portón blindado.
—¡¿ARG…!? —Muy dolido el villano se retorcía de pie, para luego retirarse volando a su ejército y reunificar a todos con un "RE-UNAN-ESE".
Y mientras ellos se reunían los oficiales Donald Amterdan, El líder con aspecto demoníaco, y Hurtado Polainas, su compañero de aspecto angelical más confiable, también se reunían.
—Decidme, sé que no podéis arreglar vuestra careta. ¿Pero al menos puedes invocar vuestra Herramienta Álmica? —En tonos pícaros le habló a su compinche aún con un hueco como cara.
—Ja ja. Pero creo que sí. —Tras su risa corta figurada chasqueó sus dedos para que apareciera de entre sus manos dos espadas personalidas de color negro.
—Excelente, porque parece que les afecta enormemente —decía mientras miraba fijamente la herida horrible con pus en el cuello del villano.
Iniciando la batalla de entre dos fantasmas contra más de 70 vampiros Cyborgs cuando el líder de ellos gritó "¡¡¡A-K-CA-BADLOS!!!". Volando ambos bandos para enfrentarse en el aire, rugiendo todos.
***
Al otro lado del portón…
"Van Gensil"; le pondremos ese apodo ahora. Escuchaba levemente los estruendos de la batalla detrás suyo, pero no debía pensar en ello. Debía hallar al jefe supremo y acabar con todo esto. Observando su entorno.
De ese lado, se encontraban pasillos y habitaciones blancas e inundadas por luces y faros LED, separadas por muros de cristal impecable; una atmósfera muy distinta y avanzada al "lobby" y seguramente cualquier otra habitación del castillo normal. Casi pareciera que había sido transportado a otra época del futuro.
Pero no, debía mantener la concentración; sus camaradas confiaban en él. Sacudiendo su cabeza para recobrar el sentido, caminando hacia el vidrio a su frente para atravesarlo. No obstante…
Chocó contra él; tocándolo y mirándolo más de cerca para ver un indicio de su extraña composición. Una facultad curiosa que tenían tanto vivos como muertos más analíticos y listos; principalmente hombres serios o algo infantiles.
—¡¿Estos cristales tienen una composición álmica más densa que de los Almoribundos?! —dijo para sí mismo tras su minuciosa examinación.
Mirando también los muros de metal y el suelo.
—¡¿Todo aquí tiene la misma aleación álmica y de materiales vivos?! —Sorprendido por su análisis inmediato.
Frunciendo la vista y apretando los puños porque sabía que le tomaría mucho cruzar cada muro de cristal. Batiendo el puño de la rabia por tener que actuar como un Vivo en ese mundo, pero primero debía ver a dónde ir; mirando el largo pasillo recto.
Alzando sus alas tomó un vuelo bajo para cruzar por ese pasillo a velocidad moderada. De ese modo podía ver lo que había en las habitaciones que cursaba.
Viendo algún que otro experimento fallido o en curso que se daba en algunas habitaciones. Bastante horribles e inhumanos.
Desde niños cuyos dedos de los pies, uñas en las manos y genitales fueron arrancados por aparatos. Quedando solo como cadáveres congelados.
Cadáveres petrificados de adolescentes (machos) cuyos ojos se arrancaron; era evidente que se los auto infringieron.
Hombres gordos de piedra que se intentaban arracar los pezones. Y algunos otros que intentaban auto llenarse el ano.
Pero siendo lo peor, había mujeres congeladas que no solo intentaron violar a las otras con los dedos, otras que intentaban alargarse el clítoris o extraer sus ovarios hacia afuera por medio de la fuerza bruta, algunas que le cortaron los pezones a otras con los dientes y hasta unas que quedaron en un suicidio auto infrindo por jalarse la piel, sacarse los huesos o meterse los de otras muertas con anterioridad.
—¿Qué intentaban aquí? —Reduciendo su velocidad y atónito por los experimentos que veía; con la duda de que cada fallo se conservaba de ese modo.
Pero nada de eso importaba, debía buscar al mandamás de toda esta operación en contra de Dios y detenerlo. Frunciendo la vista para aumentar la velocidad.
Pero sin saberlo, el Ángel que iba a toda velocidad era vigilado por cámaras con lentes especiales que podían captar su imagen. Imagen enviada al científico en jefe al otro lado de la transmisión.
***
Al otro lado de la grabación…
Un misterioso hombre alto y musculoso, un ectomorfo, veía su pantalla de vidrio, la cual no mostraba una alta definición, pero sí se veía; ese aparentaba solo cargar una bata de laboratorio blanca, con la piel desnuda del pecho que locura pintada entre negro y blanco, acariciando su gran gato robótico; que en vez de pelo tenía acero claro.
—Finalmente, Zeñor Bigotez… Un Zupervizor ha venido a corroborar miz experimentoz en la supremacía… —Tranquilo y sereno le hablaba a su gato mientras le acariaba, notándose su particular forma de hablar.
El robo-mínimo no decía nada, más bien ni parecía sentir nada, pero sí entendía a lo que se refería su amo. Mirándole con picardía esperando la orden.
—No obztante, todavía loz preparativoz para la pelea final no están listoz. Zeñor Bigotez, ya zabez que hacer; juega con nueztro fantazmita invitado.
El felino mecánico se estiró y de un salto bajó de las piernas color negro. Y crujiendo su cuello, varias franjas de su cuerpo brillaron de color celeste. Corriendo el gato para salir de la habitación oscura.
Levantándose de su asiento el científico y jefe maestro. Crujiendo su cuello y manos para la acción. El Ángel serio y determinado volador en el monitor.
—Finalmente ha llegado el momento de la prueba final, despuéz de tantoz añoz de dezcubrimiento e inveztigación. Hoy zerá la noche en que miz investigaciones darán frutos. —Se dijo para sí mismo mientras veía como apretaba su propio puño del mismo metal.
Caminando deprisa pero calmado, colando sus dos manos hechas de ese metal desconocido en los bolsillos a los extremos de la cintura del bata blanca.
Ya está claro quién es el responsable de las atroces mutaciones, desapariciones y los ataques a Supervisores; pero sobretodo, el principal perpetrador de la creación de ese misterioso mineral con la capacidad de interactuar con los entre del Más allá. El oficial y escritor, Guerard Van Swieten, será el que pondrá fin a la abominación contra la vida y muerte. Pero, el jefe ya se había anticipado a este encuentro; ¿Acaso encontró la forma de que Vivo pueda igualarse a un Muerto?
***
Fin de la Primera parte.
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