Capítulo 8
Durante los días siguientes no se habló de nada más que de lo ocurrido con la gata de Filch. Eira también estaba al pendiente del tema. No comprendía qué era la Cámara de los Secretos, y nadie parecía saberlo. Ni siquiera Luke y los alumnos mayores habían escuchado hablar sobre ello.
—¿Tú sabes lo que es? —preguntó la chica a Orión.
Él la miró y se encogió de hombros.
—Solamente sé lo que todos cuentan. Que la construyó Salazar Slytherin antes de marcharse de Hogwarts, porque solamente le interesaban los magos de sangre pura y discutió con los demás fundadores. Dicen que alberga horrores, y que solamente el heredero de Slytherin puede abrirla.
—¿Crees que exista de verdad?
—Bueno... muchos directores de Hogwarts la han buscado sin éxito. Pero creo que existe. Aunque no sé quién ha podido abrirla.
—Debe de haber sido alguien de Slytherin —comentó ella—. No imagino a alguien de otra casa abriendo la cámara... ¿Por qué dijo Draco que los próximos serían los sangre sucias?
Había pensado en las palabras del rubio. No sabía por qué las había dicho, pero había parecido sospechoso. Aunque ella lo conocía lo suficiente como para estar segura de que no había sido él. No era capaz de hacerlo.
—Los rumores dicen que lo que la cámara guarda afectará a los hijos de muggles —le contó Orión encogiéndose de hombros.
—La voz... —recordó entonces la bruja—. Escuché una voz. Tú también lo hiciste, ¿verdad? Fuiste tú quien me convenciste para ir al Gran Comedor... sabías que iba a ocurrir algo...
La chica estaba convencida de que Orión no había hecho nada, al menos no en primera persona, pues había estado junto a ella o sus compañeros en todo momento. Sin embargo, su comportamiento había sido demasiado extraño, y sospechoso.
—Tenía un mal presentimiento —admitió él—. Pero no sabía qué ocurriría esto... te lo aseguro.
Eira no creyó que se tratase solamente de un presentimiento, pero por algún motivo, lo creyó cuando le dijo que no sabía qué era lo que iba a ocurrir. Por el momento no tenía nada en su contra. No podía culparlo simplemente por ser hijo de Voldemort; no sería justo.
—Tengo algo de miedo —confesó—. Quien atacó a la gata de Filch puede atacarnos también a los demás...
—Lograrán reanimar a la gata, Eira, no te preocupes por ello. Y estoy seguro de que pronto descubrirán a quien lo hizo. Mientras tanto... procura no quedarte sola.
Ella asintió. No pensaba caminar demasiado sola por si le ocurría lo mismo que a la gata. Esperaba que el culpable apareciese pronto... nunca había visto nada así en un lugar tan seguro como Hogwarts.
Los alumnos comenzaron a sospechar de Orión, aunque también de Harry. Dado que el Slytherin tenía a muchos alumnos que habían estado a su lado durante todo el día, muchos lo descartaron y optaron por pensar que se trataba del Gryffindor.
—Supongo que no sabes nada —comentó Eira cuando vio a Harry, que se encontraba con sus amigos.
—No —dijo el chico—. Pensamos que es alguien de Slytherin. Orión o Draco... tú no sabes nada, ¿verdad?
La joven negó con la cabeza.
—Orión me ha dicho que él no ha hecho nada —explicó—. Y yo le creo. Y Draco... lo conozco lo suficiente como para saber que no sería capaz de hacerlo.
Los tres Gryffindor se miraron entre ellos, y finalmente fue Hermione quien tomó la palabra.
—Vamos a hacer poción Multijugos —explicó—. Queremos... infiltrarnos en vuestra sala común y preguntarle directamente a Draco al respecto.
Eira se encogió de hombros, aunque no pensaba que la idea fuese a funcionar. Draco no contaría a sus compañeros algo que no le contaría a ella misma. Aunque si los Gryffindor querían probar, no sería ella quien se lo impidiese.
—Yo sé elaborar la poción —comentó—. De modo que, si necesitáis ayuda... Aunque necesitaréis un mes aproximadamente para terminarla.
Harry se apresuró a asentir, aceptando su ayuda de inmediato, y la bruja aseguró que se acercaría a ellos más adelante para ayudarlos, dado que aquel día tenía que entrenar para el partido de quidditch del día siguiente.
Eira fue a su habitación para vestirse con la ropa de quidditch y coger su escoba y, al bajar, encontró a Luke en la sala común, ya preparado.
—¿Esperas a alguien? —preguntó.
—A ti —respondió su compañero—. Tras lo sucedido hace unos días... es mejor que nadie vaya solo.
A Eira no le costó demasiado suponer que Orión había hablado con él y que tal vez le hubiese pedido que la acompañase a los entrenamientos. Sin embargo, no lo preguntó, sino que se limitó a seguir a Luke hacia el campo de quidditch. Al fin y al cabo, su compañía le agradaba, más de lo que estaba dispuesta a admitir.
El entrenamiento transcurrió con total normalidad, tal vez porque todos se sentían seguros al no ser hijos de muggles. Eira anotó más puntos que ningún otro cazador del equipo, algo que aunque había aprendido a aceptar, aún no le gustaba a Flint. Sin embargo, tanto Luke como Draco se mostraban orgullosos de ella y de la manera en la que jugaba.
—Si continuamos así, mañana ganaremos contra Gryffindor —aseguró Luke, contento, mientras se dirigían al castillo.
Graham, que caminaba a su lado, asintió.
—Tenemos Nimbus 2001... seremos mejores.
—No todo son las escobas —objetó Eira, un tanto preocupada por el hecho de que Harry era realmente bueno—. Ellos son buenos. Si atrapan antes la snitch...
—Debemos sacarles muchos puntos de ventaja —comentó Luke—. Draco, haz lo posible por que Potter no pueda coger las snitch... aunque tú tampoco lo hagas. Tenemos que anotar todos los puntos posibles.
El rubio asintió, aunque no demasiado contento, pues se daba cuenta de que no confiaban lo suficiente en su talento como buscador.
Cuando llegó el día del partido, todos se encontraban un tanto nerviosos.
—Suerte —dijo Orión, que se acercó a Eira durante el desayuno—. Sé que lo harás bien... confía en ti misma.
La bruja sonrió.
No pensó aquel día en la gata de Filch ni en la misteriosa voz, solamente en el partido. Desde el momento en el que salió al campo, su única preocupación fue coger la quaffle cuantas veces pudiese y meter por los aros de gol que Oliver Wood protegía.
Hizo caso omiso a los comentarios que Draco hacía en contra de Harry. No podía desconcentrarse. Pudo ver en varias ocasiones a Luke desviando alguna bludger que se dirigía hacia ella, y le sonrió a modo de agradecimiento. El chico le devolvió la sonrisa.
Se dio cuenta de pronto de que había una bludger aparentemente loca, cuando la vio cambiar por completo la trayectoria para dirigirse hacia Harry. Que una bludger siempre fuese a atacar a una misma persona no era habitual; alguien debía de haberla hechizado. Pero nadie parecía darle demasiada importancia al tema, salvo los del equipo de Gryffindor.
El equipo de Gryffindor, superado, detuvo el partido, causando los abucheos de la afición de Slytherin. Eira se acercó a Luke mientras esperaban a que el partido se reanudara.
—Les llevamos mucha ventaja —comentó el chico—. Gracias a ti.
—Es un trabajo en equipo —dijo Eira mientras negaba con la cabeza—. Tú has jugado muy bien.
Y era cierto. Se había descubierto a sí misma observándole inconscientemente en varias ocasiones.
—Aunque estaría bien que Draco se concentrase en buscar la snitch en lugar de en burlarse de Potter...
—Parece incapaz de hacerlo —dijo Eira exasperada, poniendo los ojos en blanco.
Ambos sonrieron, cómplices.
Cuando el partido se reanudó, los Gryffindor consiguieron anotar algún que otro punto, aunque no demasiados, dado que Eira robaba la quaffle limpiamente cada poco tiempo, y la mayor parte de sus jugadas terminaban en gol.
Fue Harry quien finalmente cogió la snitch, aunque Slytherin ganó el partido por diez puntos. Pero justo antes de poder coger la snitch, la bludger había golpeado el brazo del pelinegro.
—¡Hemos ganado! —gritó Luke, volando hacia Eira.
La bruja sonrió y se unió a la celebración de su equipo, dirigiéndose rápidamente hacia los miembros de Slytherin que habían ido a ver el partido. Draco no parecía muy contento por no haber podido coger la snitch, pero los demás celebraban la victoria.
Tal era el alboroto que a Eira le costó ver a Harry, a quien Lockhart trataba de recomponer el brazo para terminar finalmente convirtiéndolo en algo parecido a la goma donde parecía no haber ni un solo hueso. Ella compuso una mueca de desagrado al verlo, y Luke siguió la trayectoria de su mirada.
—Siempre he pensado que era un profesor inútil —comentó.
Ella asintió, de acuerdo con él.
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