Capítulo 6: Primera clase de Defensa Contra las Artes Oscuras
Eira se alegró de no haber escogido Cuidado de Criaturas Mágicas aquel curso. Según Draco le contó, habían tenido que cuidar y alimentar a unas criaturas a las que les estallaba la cola y que no servían para nada. Se quejaba abiertamente de Hagrid, y Eira se vio obligada a reconocer que no era demasiado buen profesor.
Se encontraban hablando en el vestíbulo cuando Harry apareció junto a Ron y Hermione. Al verlos, Malfoy se juntó con Crabbe y Goyle y se acercó a ellos con el periódico en la mano. Eira no había leído El Profeta aquella mañana, pero supuso que no había nada bueno escrito.
—De nuevo buscando problemas —comentó la joven mirando la escena.
Daphne, Theodore y Blaise estaban a su alrededor, y Orión se encontraba a escasa distancia, acompañado como siempre.
—Oh, no —murmuró Daphne cuando Draco insultó a la madre de los Weasley.
Todos supieron en aquel mismo instante que se avecinaban problemas.
—¿Y te has fijado en tu madre, Malfoy? —preguntó Harry. Tanto él como Hermione sujetaban a Ron por la túnica para impedir que se lanzara contra Malfoy—. Esa expresión que tiene, como si estuviera oliendo mierda, ¿la tiene siempre, o sólo cuando estás tú cerca?
—No te atrevas a insultar a mi madre, Potter.
—Pues mantén cerrada tu grasienta bocaza.
Harry se dio la vuelta, y Eira vio con horror cómo Draco se disponía a atacarlo por la espalda.
Se oyó un estallido y Moody apareció. En el lugar en el que antes se encontraba Draco había aparecido un hurón blanco. Eira se encontraba perpleja y quiso acercarse para socorrer a su amigo, pero Daphne la sujetó del brazo, impidiéndole avanzar. Crabbe se adelantó, pero Moody impidió que ayudase a Draco y comenzó a moverlo en el aire, aún convertido en hurón.
—No puede hacer eso —dijo Eira sin poder contenerse.
El profesor la miró, y también todos los alumnos que se encontraban presentes.
—Eira —dijo Orión a modo de advertencia para que tuviese cuidado. Algo en aquel profesor le hacía desconfiar.
Moody se fijó en el chico, y después en la bruja otra vez, y en aquel momento llegó la profesora McGonagall, quien devolvió a Draco a su cuerpo original en cuando supo lo que había ocurrido. Parecía realmente escandalizada.
—¿Convertir a un alumno en un hurón? —preguntó Eira cuando todo hubo terminado—. Ningún otro profesor lo habría hecho... Va contra las normas del colegio.
—Bueno... él no es un profesor cualquiera —dijo Theodore—. ¿Y habéis visto cómo ha mirado a Black cuando ha hablado?
—Bueno... debe de desconfiar mucho de él si ha sido un auror —opinó Daphne—. Sé que Orión no es como su padre, pero a muchos magos les preocupa el hecho de que siga sus pasos. Dicen que se parece a él...
Eira negó con la cabeza, pero no dijo nada, dado que sus amigos conocían ya su opinión.
Los días posteriores pasaron sin incidentes. Los alumnos de cuarto curso estaban impacientes por recibir su primera clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. Luke había contado que Moody era un buen profesor, que enseñaba de verdad y que nada tenía que ver con todos los profesores que habían tenido anteriormente. Aquello bastó para incrementar la curiosidad de los alumnos de cuarto.
—Hay algo en él que me hace desconfiar —le confió Luke a Eira la noche antes de que ella tuviese su primera clase con Moody—. Puede que me equivoque... espero hacerlo.
—Dumbledore confía en él —lo tranquilizó Eira.
Orión, que era el único además de la pareja que se encontraba en la sala común, levantó la vista del libro que estaba leyendo y se levantó. Esbozó una pequeña sonrisa antes de subir las escaleras y desaparecer de la vista.
—Solo... ten cuidado.
Eira asintió y lo besó. Pronto el asunto del profesor Moody dejó de tener relevancia.
Al día siguiente, todos esperaron a la llegada del profesor Moody en silencio, impacientes. Orión había insistido en sentarse junto a Eira y en que no estuviesen en la primera fila, y parecía tenso. La bruja no tardó en notarlo.
—¿Estás bien? —le preguntó—. Estás algo extraño...
—No es nada —aseguró él—. Solamente estoy un poco cansado.
El profesor Moody entró en aquel momento en el aula, precedido por el ruido de su pata de palo. Comenzó pasando lista y mirando a los alumnos con su ojo mágico, sin detenerse en ninguno de ellos más tiempo.
Explicó que se quedaría solamente durante un año, y que estudiarían las maldiciones de las que tal vez en un futuro tuviesen que defenderse. Los alumnos se encontraban sorprendidos, pues nunca antes ningún profesor les había enseñado nada parecido.
—¿Alguno conoce las tres maldiciones prohibidas? —preguntó—. ¿Black?
El mago suspiró y asintió.
—La maldición imperius, cruciatus y Avada Kedavra.
Por la manera en la que pronunció cada una de ellas, Eira supuso que las había conocido de cerca o que al menos había oído hablar mucho acerca de ellas, demasiado tal vez. Al fin y al cabo, su padre las había utilizado mucho en el pasado, al igual que sus mortífagos.
Moody asintió, satisfecho con la respuesta. Pero Eira no lo escuchaba. Miraba a Orión, quien tenía la mirada perdida en algún punto ante él.
—Orión... —susurró.
El chico la miró y le sonrió levemente para tranquilizarla. Sabía que la bruja estaba preocupada por su extraño comportamiento.
Moody sacó de un cajón de su mesa un tarro lleno de arañas, sacó una y le lanzó la maldición imperius. De inmediato la araña comenzó a dar vueltas en círculos sobre la mesa, levantarse sobre las patas traseras y bailar. Todos reían excepto Orión, Moody y Eira. A la bruja no le gustaba lo que veía; aquella maldición no era algo con lo que reír, no era ningún juego.
—Continuaremos con la próxima maldición...
Neville Longbottom se estremeció cuando el profesor sacó otra araña y la torturó mediante la maldición cruciatus. El animal se retorció, y Eira estuvo tentada a levantar la mirada, aunque no lo hizo.
—¡Pare! —dijo de repente Hermione.
El profesor se detuvo, para alivio de muchos, pero Eira no podía apartar la mirada de la araña. ¿Era aquello lo que tantos buenos magos y brujas habían sufrido durante la época de Voldemort? Era horrible. No quería imaginar a un ser humano siendo torturado de aquella manera.
Eira miró sin expresión alguna cómo el profesor lanzaba la última maldición, la asesina, que mató a la tercera araña al instante. Aquello le parecía más compasivo que la segunda maldición.
—Sólo se sabe de una persona que haya sobrevivido a esta maldición, y está sentada delante de mí —comentó el profesor.
Todos miraron entonces a Harry, que enrojeció. Era así como habían muerto sus padres, y como podría haber muerto él siendo solamente un bebé.
Moody continuó hablando, explicando que aquella maldición solamente podía ser llevada a cabo por un mago muy poderoso. En el momento en el que lo dijo, su ojo mágico estaba fijo en Orión, quien llevaba varios minutos con expresión neutra atendiendo a la clase sin reaccionar de ninguna manera.
Cuando la clase terminó, los alumnos se apresuraron a salir del aula, y solamente Eira y Orión se demoraron más de lo habitual, pues el mago parecía no tener ninguna prisa. Moody los alcanzó antes de que saliesen.
—¿Todo bien, Black? —preguntó al chico—. Supongo que no ha debido de ser fácil para ti...
—Perfectamente... profesor —respondió el chico, mirando a Moody como si lo estuviese desafiando a decir lo contrario—. Vamos, Eira.
Ambos siguieron al resto de sus compañeros y se alejaron del nuevo profesor. Eira comenzaba a sospechar que era demasiado paranoico, y que los años en los que había tenido que estar siempre alerta como auror le habían hecho perder la cabeza.
—Ha matado a la araña tan fácilmente... —estaba diciendo Daphne cuando Orión y Eira llegaron—. Resulta increíble pensar que nos podría matar a cualquiera de nosotros con esa facilidad.
—¿Y has visto cómo se retorcía la otra araña? —preguntó Theodore—. No sería capaz de hacerle tanto daño a alguien...
—Yo creo que ha sido demasiado —opinó Eira—. ¿Habéis visto a Neville Longbottom? Lo ha pasado fatal...
Daphne asintió con la cabeza dándole la razón, aunque los chicos no parecían tan convencidos.
—Debemos saber a qué nos enfrentamos —dijo Blaise.
Orión no intervino en la conversación. No solía hacerlo cuando estaba con los amigos de Eira, generalmente se limitaba a escuchar y a hacer pequeñas intervenciones.
Durante la comida, Luke se sentó con ellos.
—¿No os ha parecido increíble? —preguntó con emoción—. Solamente se quedará un curso, pero podremos aprender tanto de él...
Orión asintió, y Eira se limitó a esbozar una pequeña sonrisa. Tal vez no debería ser tan desconfiada y el profesor supiese bien lo que estaba haciendo.
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