Capítulo 17: El artículo de Rita Skeeter
La mañana del 26 de diciembre, Harry, Ron y Hermione fueron a buscar a Eira en el Gran Comedor durante el desayuno. Le insistieron en que tenían que hablar, por lo que la bruja tomó un par de tostadas y los siguió mientras caminaban por los terrenos nevados del castillo.
—¿Ha ocurrido algo? —preguntó.
—Bueno... para empezar, hemos descubierto que Hagrid es un semigigante —le contó Harry—. Salió anoche con Madame Maxime y le dijo que su madre era una gigante y que lo había abandonado. Creía que Madame Maxime también lo era, pero ella se ofendió mucho.
—Bueno... era bastante obvio que ambos son semigigantes —comentó Eira—. Es lo único que explicaría el descomunal tamaño de Hagrid.
Hermione le dio la razón, diciendo que ella había pensado lo mismo. Los chicos, especialmente Harry, parecieron un poco decepcionados al no haberla sorprendido con su descubrimiento.
—Y Cedric Diggory me dijo que tomase un baño— en el baño de prefectos y llevase conmigo el huevo —dijo Harry.
—¿Un baño? —se sorprendió Eira—. No sé... puede que el huevo reaccione de alguna manera al contacto con el agua... deberías ir cuanto antes, Harry.
—Sí, lo haré —respondió él—. Pero tenemos algo más que contarte. Algo importante.
Ron y él se miraron, y Eira sintió curiosidad por saber de qué se trataría.
—Anoche vimos a Karkarov junto a Snape. —Harry hablaba con emoción. Sin duda pensaba que aquello debía de ser del interés de Eira—. Karkarov tiene miedo de algo que está sucediendo, y Snape le decía que huyese, que él lo disculparía... Algo grave debe de estar ocurriendo.
—¿Tú sabes algo? —le preguntó Ron a la Slytherin.
Eira lo pensó. ¿Sabía algo? No, no sabía nada, pero Orión sin duda lo sabía. Karkarov había sido seguidor de su padre... tal vez estuviese relacionado con ello. Al principio, había pensado que realmente su compañero de casa le contaría todo lo que descubriese, pero se había dado cuenta de que no lo haría. Tal vez por protegerla, o tal vez porque no quería que se entrometiese en los planes.
—Yo no —admitió—. Pero Orión, sí. Está actuando de forma extraña.
Tal vez el hecho de que Luke estuviese molesto el día anterior tuviese alguna relación con lo que Orión le ocultaba. Le había preguntado al respecto al regresar a la sala común, pero su novio había asegurado que no era nada por lo que debiese preocuparse, la había besado y había ido a dormir. Orión, por su parte, no había mencionado en ningún momento el pequeño incidente, y aquella mañana habían actuado como si nada sucediese.
—Podrías tratar de descubrir algo mediante él —propuso Harry esperanzado.
—No sabes lo que dices —rio la bruja—. Le importo a Orión, y es como parte de mi familia... pero no dirá nada.
Dudaba también de que su madre le dijese nada en caso de que lo supiese. Sabía que Orión hablaba con ella porque tenían confianza, pero... ¿hasta qué punto? ¿Había sido Melody tan cercana a Voldemort como para protegerlo aún, a él o a su hijo? No estaba segura.
—Tendremos que estar atentos, en ese caso —comentó Harry.
—Por el momento, deberías centrarte en el Torneo —le dijo Eira—. Si alguien realmente intenta matarte, debes tener cuidado y hacerlo lo mejor posible.
Hermione estuvo de acuerdo con Eira.
—Vosotras habláis con Krum... ¿no sabéis si ya ha descubierto el enigma del huevo? —preguntó Ron.
—Ron —advirtió Eira.
No sabía si Viktor había descubierto o no el enigma del huevo, pero tampoco estaba dispuesta a traicionar su confianza. No podía hacerle a él algo así.
Lo que quedaba de vacaciones paso rápidamente. Muchos alumnos se dedicaron a hacer los deberes que no habían hecho durante la primera semana de vacaciones. Harry trataba de descifrar el enigma del huevo, y se negaba a seguir el consejo que Cedric, dado que decía que darse un baño no lo ayudaría en absoluto.
—Deberías hacerlo —había dicho Eira.
Pero Harry parecía sentir cierta antipatía hacia el Hufflepuff y no lo había hecho. Eira no insistió.
El primer día de clases tras las vacaciones de Navidad, Draco parecía contento durante el desayuno. Eira sabía por experiencia que aquello solamente podía deberse a que algo había salido según él quería, y algo que no podía ser bueno. También sabía que lo mejor era esperar, pues sería el rubio quien se encargaría de informar a todos sobre lo sucedido.
No habían terminado de desayunar cuando se acercó a Eira para mostrarle un artículo de El Profeta. La bruja lo leyó con atención. Apenas podía creer lo que leía. El artículo hablaba acerca de Hagrid, diciendo que era un peligroso semigigante que aterrorizaba sus alumnos. Draco y Crabbe habían participando haciendo declaraciones contra Hagrid.
—A Crabbe no le mordió ningún animal —dijo Eira incrédula—. Y Hagrid no nos aterroriza. ¡Es todo mentira!
—Vamos... es un semigigante, Eira —le dijo el rubio—. No debería estar dando clases en un colegio. Contratarlo fue una irresponsabilidad por parte de Dumbledore. ¿Sabes lo mucho que se enfadarán nuestros padres cuando sepan esto?
—Hagrid no ha hecho daño a nadie, ¡son todo prejuicios sobre los gigantes! Y dudo mucho que mis padres digan algo en contra de Hagrid; ellos saben la verdad.
No le había gustado nada leer aquel artículo. No comprendía por qué Draco no podía dejar tranquilo al hombre. Si no le gustaba su manera de dar clase, podía no haber escogido aquella optativa, como había hecho ella.
—A tu padre no le gustará saber esto —insistió Draco.
Seguramente sería cierto. Thomas Sayre compartía muchas ideas con los Malfoy. Muchos magos de sangre limpia habían sido educados de la misma forma.
—Pero no dirá nada —dijo Eira—. Porque sabe que no ha hecho daño a nadie, y porque mi madre no querrá que diga nada contra Hagrid.
—Aun así, estoy seguro de que lo echarán.
Ningún miembro de Slytherin tenía nada bueno que decir a favor del profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas. Ni siquiera Daphne podía fingir que no quería que se marchase, o que al menos dejase de ser profesor.
Eira quería decirles a sus amigos de Gryffindor que aquel artículo había sido publicado antes de que Draco lo hiciese, pero cuando los buscó por el Gran Comedor, descubrió que ya se habían marchado.
—¡No me lo puedo creer! —dijo, frustrada—. Hagrid es completamente inocente.
Pero nadie en Slytherin parecía estar con ella. Tampoco nadie se atrevió a criticarla, dado que todos sabían que Orión estaba pendiente de ello. Él respetaba las ideas de Eira aunque no las compartiese, y no estaba dispuesto a consentir que nadie se metiese con ella.
Harry, Ron y Hermione no tardaron en enterarse por Draco del artículo publicado en El Profeta, escrito por Rita Skeeter. Quisieron ir a buscar a hombre, pero no respondía al llamarlo a la puerta ni había ningún rastro de él.
—Si se ha marchado del colegio por culpa de Malfoy... —dijo Eira cuando estuvo con sus amigos de Gryffindor, enfadada, con una rabia que no conocía corriendo por sus venas.
Incluso su tono de voz había cambiado, se había vuelto más frío, casi irreconocible.
—Tenemos que hacerle saber que no nos importa que sea un semigigante —dijo Harry.
Finalmente, Harry, Ron y Hermione lograron hablar con él tras su visita a Hogsmeade y convencerlo de que a muchas personas no les importaba que fuese o no un semigigante. Eira lamentó no haber estado allí, pues aquel día había ido al pueblo con Luke, pero le gustó escuchar cómo habían convencido a Hagrid para que no se derrumbase.
La rabia que la había invadido, por la que creyó ser capaz de hacer daño a Draco, se esfumó tan pronto como había llegado.
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