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Capítulo 16: El baile de Navidad

El dormitorio de las chicas era un auténtico caos. Pansy Parkinson no dejaba de mirarse al espejo y de preguntar en voz alta a quien la escuchase si estaba bien. Eira se había cansado de oír a Millicent decirle que estaba perfectamente y que Draco se fijaría en ella enseguida y se enamoraría en cuanto la viese. Pansy parecía tener la esperanza de que así fuese. Eira y Daphne aguantaban la risa como podían cada vez que lo escuchaban.

Millicent, por su parte, parecía obsesionada con Orión. Había estado tras él durante años, al igual que gran parte de las brujas que estudiaban en Hogwarts, y parecía pensar que aquella noche tendría, finalmente, su oportunidad. Eira no se atrevió a decirle que no tenía ninguna posibilidad, porque él iba a ir con Fleur Delacour, y era lo suficientemente formal y educado como para no dejar a su cita en toda la noche.

Eira se vistió con una túnica verde esmeralda, y usó a modo de complementos el collar y el brazalete que le habían regalado sus padres. El collar que le había regalado Orión, que era más discreto, no se lo quitó. Prefería no hacerlo, dado que no sabía cuándo podía pasar algo. Estaba segura de que tampoco él se desharía de la pulsera que llevaba.

—Luke sí que va a alucinar esta noche —comentó Daphne al verla.

Eira se había ondulado el pelo mediante un sencillo hechizo, y había utilizado otro para maquillarse, dado que no estaba acostumbrada a hacerlo y no sabía demasiado acerca de ello. De no haber sido buena en la magia, estaba segura de que habría hecho un completo desastre.

—Tú tampoco te quedas atrás —le dijo a su amiga.

Daphne vestía una túnica de gala de color granate realmente bonita, y también se había aplicado algo de maquillaje. Se había alisado el cabello, que le caía suelto por los hombros.

—Deberíamos salir ya —comentó Eira—. No les haremos esperar... ¿verdad?

Pansy y Millicent parecían haber decidido que sus respectivas citas deberían esperarlas, pero Daphne, para alivio de Eira, negó con la cabeza. Ambas salieron de la habitación para bajar a la sala común, que estaba llena de estudiantes vistiendo túnicas de colores, lo cual contrastaba con el negro que todos estaban acostumbrados a ver.

—Blaise.

Daphne besó a su novio en cuanto lo vio, como si no lo hubiese visto en mucho tiempo. Realmente hacía poco más de una hora que se habían separado, por lo que Eira sintió ganas de reír. Lo habría hecho de no haber escuchado una voz a su espalda.

—¿Pretendes llamar la atención de todos esta noche, acaso?

Luke se encontraba tras ella, vistiendo una elegante túnica azul oscura y con una gran sonrisa en el rostro. Eira nunca lo había visto tan atractivo como en aquel momento, y comprendió por qué Daphne se había lanzado a besar a su novio de aquella manera. Ella también sintió el deseo de besar a su novio, pero se contuvo. Él no, y se acercó para besarla sin importarle la cantidad de alumnos que los rodeaban.

—Tú también pareces querer acaparar toda la atención —comentó la bruja—. ¿No deberíamos ir bajando al vestíbulo?

—Me decepcionas, Eira... ¿No te han dicho nunca que lo bueno se hace esperar?

La joven puso los ojos en blanco, pero se le escapó una risa al mismo tiempo.

—¿Y cuánto tiempo crees que debería hacerse esperar? —preguntó.

—Pues... un buen rato, creo.

Y en cuanto lo dijo, la besó de nuevo. Pero aquel beso fue diferente. Más lento, más profundo, más íntimo. Eira estuvo a punto de dejarse llevar, y tuvo que hacer un esfuerzo por recordar dónde se encontraban y separarse. Las respiraciones de ambos estaban agitadas cuando pusieron algo de distancia entre ellos.

—Vamos, o seremos los últimos en llegar —dijo Daphne—. Theo ya se ha marchado.

Orión también se había ido. No iba a manchar su impecable reputación haciendo esperar a su cita, y menos tratándose de Fleur Delacour. Nadie podía hacer esperar a una chica como ella.

El vestíbulo estaba lleno de estudiantes vestidos de gala. Algunos de ellos, los que tenían citas de diferentes casas, las buscaban entre la multitud. Destacaba Fleur Delacour con su túnica plateada, que caminaba entre la multitud con Orión a su lado. Parecían la pareja perfecta. Tenían sobre ellos las miradas de todos los presentes, algunos de los cuales los observaban con admiración y otros con envidia.

El Slytherin se acercó con su pareja a Eira y Luken cuando los vio.

—Estás muy bella, Eira —le dijo Fleur. Orión debía de haberle hablado de ella, o tal vez la conociese por ser amiga de Harry.

—Tú también, Fleur —respondió la Slytherin, porque era cierto que la de Beauxbatons era muy hermosa. Ella misma era consciente de ello.

Orión sonrió.

—Luke, cuídala —advirtió.

—¿Cuidarla? —rio el aludido, negando con la cabeza con incredulidad—. Creo que, si ahora mismo nos enfrentásemos, ella me ganaría. Tendría que cuidarme ella a mí.

Eira puso los ojos en blanco, aunque tal vez fuese cierto. Luke era poderoso, pero Orión y ella eran los mejores alumnos del curso, y de hecho, los mejores alumnos que el colegio había visto en mucho tiempo.

—Vete, anda —le dijo a Orión, riendo—. Debéis inaugurar el baile, no podéis llegar tarde.

La pareja se alejó.

Eira sintió en aquel momento una mirada clavada en ella. Se volvió para mirar a su alrededor y descubrir quién la estaba mirando, y se encontró con la mirada de Harry. Luke también lo había visto, y frunció levemente el ceño.

—No te pongas celoso; Harry ya tiene pareja —susurró la bruja.

—Sí, pero se nota que no le gusta —le respondió Luke.

Tenía razón. Saltaba a la vista que Harry estaba con aquella chica de Gryffindor con la que iba solamente porque necesitaba una pareja, pero ninguno de los dos parecía sentirse realmente cómodo.

En aquel momento entraron los de Durmstrang, con su director. Viktor iba acompañado por una joven hermosa que vestía una túnica azul y a la que muchos no reconocieron. Pero Eira sí lo hizo. Aquella bruja era Hermione, que aquella noche lucía espectacular. Tenía una sonrisa un tanto nerviosa. Se detuvieron frente a Eira y Luke.

—Estás genial, Hermione —dijo la Slytherin, siendo sincera.

—Tú también lo estás —le dijo Viktor, visiblemente impresionado—. ¿Me concederás después un baile?

—Si Hermione me lo permite... —respondió ella mientras su amiga hacía un gesto afirmativo—. Aunque ya sabes que no bailo bien.

—Lo tengo en cuenta —rio el de Durmstrang—. Deberíamos marcharnos ya o llegaremos tarde...

Cuando se abrieron las puertas del Gran Comedor, todos los estudiantes entraron, y después lo hicieron los campeones y sus parejas. Eira vio cómo sus conocidos pasaban, y cómo Hermione recibía miradas de envidia por parte de muchas chicas. Sabía que iba a suceder, por lo que esperaba que estuviese preparada. Ni siquiera Karkarov parecía contento al ver a la pareja acercarse a la mesa principal junto a los demás campeones.

Los estudiantes pudieron pedir el plato que deseaban únicamente nombrándolo en voz alta, algo que los sorprendió al principio.

Mientras Eira hablaba con Luke y con varios miembros de Slytherin, Hermione hablaba animadamente con Viktor. Eira, que lo conocía bien, sabía que solamente actuaba de aquella manera con la gente con la que tenía confianza, de modo que la Gryffindor debía de gustarle más de lo que Eira pensaba.

Orión, por su parte, fingía tener interés en la conversación de Fleur acerca de la decoración de Beauxbatons.

Cuando terminaron de cenar, todos se levantaron, se retiraron las mesas mediante magia y un grupo musical, las Brujas de Macbeth comenzó a tocar. Los campeones y sus respectivas parejas fueron los primeros que comenzaron a bailar. Eira vio cómo Fleur y Orión se desplazaban con movimientos muy elegantes por la improvisada pista de baile. Harry, llevado por Parvati, la chica de Gryffindor con la que iban, parecía algo más torpe.

El resto de parejas no tardó en salir también. Luke llevó a Eira, quien se encontraba algo avergonzada por el hecho de no saber bailar.

—Tú solo sígueme —pidió el chico—. Y relájate. Has hecho cosas muchísimo más difíciles.

Ella trató de hacer lo que le decía y relajarse. De dejó llevar por Luken mientras escuchaba la música, tratando de recordar los pasos y de llevar bien el ritmo. Fue perdiendo la tensión del principio poco a poco, hasta que incluso llegó a sonreír y comenzar a disfrutar del baile. Luke, con infinita paciencia, la ayudaba cada vez que tropezaba y le indicaba los pasos a seguir.

Habían pasado un rato bailando cuando Krum se acercó a ella.

—Iré a por algo de beber —comentó Luke, sonriéndole.

Viktor asintió con la cabeza y comenzó a bailar con Eira la canción que el grupo que estaba tocando, que era más animada que la anterior.

—¿Y Hermione? —preguntó la bruja—. No la habrás dejado sola...

—Creo que ha ido con sus amigos —respondió él.

Eira miró a su alrededor, buscando a Harry y a Ron. No se había dado cuenta del momento en el que se habían marchado de la pista de baile y se habían sentado en una mesa. Hermione y Ron parecían estar discutiendo, y así se lo dijo a Viktor.

—Creo que deberías acompañarla —comentó cuando vio cómo su amiga se levantaba y se marchaba.

—Lo haré —aseguró Viktor—. Si me disculpas...

Se marchó detrás de Hermione.

Luke llegó poco después con dos cervezas de mantequilla, una de las cuales le ofreció a Eira, quien la aceptó.

—¿Se ha ido ya Krum? —preguntó un tanto sorprendio.

—Sí, Hermione lo necesitaba —le explicó simplemente.

Se alejaron juntos de la pista de baile para beber tranquilamente las cervezas de mantequilla y descansar. Luke se acercó a su hermano Graham, que había acudido con una Slytherin de su curso. Eira se quedó algo apartada, pensando en lo mucho que se parecían ambos hermanos y en lo diferentes que eran al mismo tiempo. Luke era más inteligente y poderoso, algo que Orión había notado pronto.

—Vaya, los hermanos Montague —comentó Orión, que acababa de llegar—. Fleur está con unas amigas descansando.

Eira no sabía lo que estaba ocurriendo, pero parecía algo nervioso aquella noche, y no tenía relación con el baile. Orión dijo algo en voz baja a los hermanos Montague. Eira vio cómo Graham asentía con la cabeza. Luke, en cambio, negó y se alejó de los dos chicos para volver junto a Eira.

—¿Volvemos a bailar? —preguntó, fingiendo que todo estaba bien.

—Sí —asintió ella.

No dijo qué era lo que Orión había dicho y que parecía no haberle gustado. Eira tampoco se lo preguntó.

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