Capítulo 9
Habían pasado dos meses desde que estaban en Hogwarts. Eira se había adaptado a la perfección; pasaba la mayor parte del tiempo con Daphne, Theodore y Blaise, y se juntaba con Harry y Ron cuando podía, dado que el mayor parte del tiempo tenía que estar con los miembros de Slytherin.
Marcus Flint no le había vuelto a molestar durante los entrenamientos de quidditch, y ella había podido demostrar en varias ocasiones que merecía estar en el equipo de Slytherin.
Aquel día, Ron estaba molesto. Al parecer habían salido los de Gryffindor de una clase de Encantamientos, y el hecho de que Hermione Granger hubiese comenzado a corregir su pronunciación le había molestado.
—Me ha oído decir que es una pesadilla cuando salíamos de clase —comentó el pelirrojo—. Se ha marchado llorando.
—No tiene amigos, ¿verdad? —preguntó Eira, recordando que no había visto a la Gryffindor demasiado acompañada. No le extrañaba, dado que muchos de Slytherin la consideraban una sabelotodo insufrible y se reían de ella.
—No —respondió Harry—. Pero creo que está dolida por lo que ha escuchado. No ha ido a las otras clases.
Aquel día era Halloween, y se celebraba un banquete especial, por lo que los tres se dirigían al Gran Comedor. Como siempre, Eira se sentó junto a Daphne y los chicos de Slytherin en su mesa correspondiente, y Ron y Harry fueron a la suya.
La decoración era impresionante. Además de los platos dorados, estaban los murciélagos que aleteaban desde las paredes, y que parecían volar en el cielo. Todos sonrieron al ver aquello.
La celebración se interrumpió de pronto con la entrada del profesor Quirrell en el Gran Comedor. Su turbante estaba torcido y su expresión era de terror. Todos lo observaron mientras se acercaba al profesor Dumbledore.
—Un trol... en las mazmorras... Pensé que debería saberlo.
Se desplomó en el suelo.
Los miembros de Slytherin, al igual que los demás, no tardaron en comentar la noticia, sorprendidos, aunque no demasiado preocupados. Eran conscientes de que no podría hacerles ningún daño con los profesores allí.
—No comprendo cómo ha podido entrar un trol —comentó Draco—. No son lo suficientemente inteligentes como para entrar solos.
—Puede que alguien lo haya dejado entrar —dijo Luke, pensativo.
—¿Una broma de Halloween? —preguntó Blaise, sin comprender por qué alguien dejaría entrar a un trol en el castillo.
—Lo dudo mucho.
El profesor Dumbledore interrumpió las conversaciones cuando se puso en pie. Todos se callaron para escuchar lo que el director tenía que decir.
—Prefectos —exclamó—. Conducid a vuestros grupos a los dormitorios, de inmediato.
Los alumnos se levantaron, y los prefectos comenzaron a dar indicaciones para que los siguiesen hacia sus salas comunes. Eira comenzó a seguir a la multitud hacia las mazmorras, pero de pronto vio que Harry y Ron se desviaban del camino y se marchaban, y tomó una decisión.
—Seguid sin mí —le susurró a Daphne antes de escabullirse hacia el lugar por el que los dos Gryffindor se habían marchado.
Logró que ningún prefecto la viese escondiéndose detrás de algunos alumnos, aunque notó una mirada sobre ella. Era la de Black que, aunque no la había seguido, la vigilaba desde la distancia, como si de alguna manera pudiese leer sus pensamientos.
Eira lo perdió de vista al doblar una esquina. Vio a Harry y Ron tratando de ocultarse y, cuando la vieron, le hicieron un gesto para que se uniese a ellos en silencio.
—Acaba de pasar Snape —informó Harry.
—¿Qué ocurre? —preguntó Eira.
—Hermione. Ella no sabe que hay un trol.
Y de pronto, un olor extraño llegó hasta ellos. Eira frunció el ceño, extrañada.
—¿No sentís un olor raro? —preguntó.
Algo se movía hacia ellos desde el final del pasillo. Se ocultaron en las sombras y observaron. El trol era horrible. Tenía tres metros de altura, un descomunal cuerpo deforme con una pequeña cabeza pelada y la piel de color gris piedra. Sus brazos eran largos y sus piernas cortas, y arrastraba un gran bastón de madera.
El trol entró en una habitación.
—La llave está en la cerradura. Podemos encerrarlo ahí —propuso Harry.
Algo le decía a Eira que no era una buena idea, pero Ron estuvo de acuerdo, de modo que encerraron al trol en el interior de la habitación.
Se estaban alejando cuando un grito agudo les hizo detenerse. Se miraron entre ellos, asustados al darse cuenta de lo que había sucedido.
—Es el baño de las chicas —dijo Eira.
—¡Hermione! —dijeron los chicos al unísono.
Comenzaron a correr hacia el baño y abrieron la puerta, aunque era lo último que deseaban hacer. Hermione estaba agazapada contra la pared opuesta, y parecía estar a punto de desmayarse. Eira sacó su varita de inmediato, repasando mentalmente los hechizos que sabía y que podía utilizar en aquel momento.
Harry llamó la atención del trol, que se volvió hacia él. Pero justo antes de que lo atacase, alguien entró en el baño. Eira no tuvo tiempo de volverse para mirar.
—¡Desmaius! —escuchó, al tiempo que un hechizo hacía retroceder al trol, que finalmente cayó. Su cabeza chocó con fuerza contra la pared y pareció quedar inconsciente en el suelo.
Orión Black se encontraba de pie ante la puerta con la varita en la mano. Todos se volvieron hacia él, sorprendidos. Eira supuso que la habría seguido al verla alejarse de sus compañeros, pero no le había visto ir tras ella.
De pronto escucharon ruidos de pisadas, y la profesora McGonagall entró, acompañada por Quirrell y Snape. El último se acercó al trol para comprobar el estado en el que estaba.
—¿En qué estabais pensando, por todos los cielos? Tenéis suerte de que no os haya matado. ¿Por qué no estabais en los dormitorios?
Orión fue el primero en hablar. Aparentaba una gran seguridad en sí mismo y hablaba sin miedo a un posible castigo.
—He visto a Eira ir hacia Potter y Weasley, y la he seguido porque temía que el trol les hiciese daño. No había tiempo de avisar a nadie. Estoy seguro de que a ella le ha sucedido lo mismo; ha visto marcharse a sus amigos y ha ido para ayudar.
La profesora asintió, como si el razonamiento fuese convincente, y entonces se volvió hacia los dos alumnos de Gryffindor.
—Por favor, profesora McGonagall... me estaban buscando a mí a mí.
—¡Hermione Granger!
La Gryffindor se había puesto al fin en pie. Comenzó a mentir, diciendo que había ido dispuesta a enfrentarse al trol por haber leído mucho sobre el tema. La mentira sorprendió a Harry y Ron, y también a Eira, aunque trataron de que no se les notase.
La profesora McGonagall restó cinco puntos a Gryffindor por Hermione, y sumó cinco por cada uno de los otros alumnos, de manera que los leones se llevaron diez puntos, aunque solamente habían ganado cinco por los puntos restados. Los Slytherin ganaron diez puntos para su casa.
Eira se despidió de Harry y Ron cuando se separaron para ir cada uno a su sala común.
—Me debes una —dijo Orión cuando se encontraron solos.
—No te debo nada —replicó ella—. Tú has querido venir; podríamos haber vencido al trol por nosotros mismos.
—Es posible que tú sí, pero esos amigos tuyos dudo mucho que hubiesen tenido alguna oportunidad.
Eira no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Que le debía una? ¡Si había sido él quien había decidido seguirla sin que nadie le dijese que lo hiciese!
—Harry y Ron son...
—Me cobraré el favor —fue lo último que dijo Orión Black antes de entrar en la sala común y dirigirse tranquilamente a su dormitorio.
Eira quedó paralizada en la sala común. No deseaba deberle nada a Orión Black; no sabía qué sería lo que le pediría. Le parecía sumamente injusta la situación. Enfadada, se dirigió ella también a su cuarto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro