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Capítulo 5

PRIMER DÍA EN HOGWARTS
Eira apenas tuvo tiempo de hablar con sus compañeras de cuarto. Daphne Greengrass era una chica agradable, no demasiado interesada por la sangre, al igual que ella. Millicent y Pansy Parkinson, en cambio, se tomaban en serio el tema. La segunda, además, había mostrado desde su llegada cierto interés mal disimulado por Draco. Y Millicent había mirado mucho a Orión.

—No estáis juntos, ¿verdad? —le preguntó Pansy a Eira la mañana del primer día, cuando bajaron a la sala común.

Draco estaba a unos pasos de distancia, pero no podía oír su conversación.

—No —dijo Eira—. Somos como primos... no podríamos tener una relación.

—Ya...

Eira y Daphne se miraron mutuamente. En un primer momento no les habían agradado demasiado sus compañeras de habitación. Theodore Nott, que pasaba junto a ellas en aquel momento, rio al ver su reacción.

—¿Problemas el primer día? —les preguntó divertido.

—No aún —respondió Eira, dándole a entender que probablemente tendrían ciertos problemas de convivencia más adelante—. ¿Qué tal vosotros?

Nott se encogió de hombros, recordando la conversación en la habitación de los chicos la noche anterior.

—Es una situación extraña —admitió—. Crabbe y Goyle no parecen muy inteligentes, y Draco pretende llamar la atención de Orión, pero él le ignora.

Ambas chicas sonrieron al percatarse de que los chicos también tendrían ciertos problemas entre ellos.

—¿Y Zabini? —preguntó Daphne.

—Blaise parece el más normal de todos. Me cae bien.

Dejaron de hablar cuando Orión Black salió entró en la sala común, acompañado por varios alumnos mayores. Al parecer no le interesaban demasiado sus compañeros de curso, y aún menos su primo.

—Vamos al Gran Comedor —comentó Eira a Theodore—. ¿Vienes?

—Estoy esperando a Zabini... bajará ahora.

Las chicas esperaron con él para ir los cuatro juntos al Gran Comedor. Por su parte, Orión y su grupo también parecían estar esperando a alguien, dado que estaban parados hablando cerca de la entrada. Zabini bajó al mismo tiempo que los hermanos Montague, por lo que ambos grupos salieron a la vez de la sala común.

Eira y Orión coincidieron en la entrada, e intercambiaron una rápida mirada que no pasó desapercibida para Luke. El mayor se había percatado de que Eira era la única alumna de primero que le interesaba a Orión, pues no había hablado con ninguno más. No sabía si aquello era bueno o malo.

—Eira —saludó a la chica, quien se acercó a él para saludarlo también—. ¿Qué tal tu primera noche?

—Muy bien —respondió ella—. Me gusta la sala común, la habitación... me alegro de pertenecer a Slytherin.

—Al parecer, no había ninguna duda. El Sombrero Seleccionador te envió aquí en cuanto te rozó, y no es demasiado común. Conmigo y con mi hermano, por ejemplo, tardó unos segundos. En tu caso, fue inmediato.

—Bueno, mi madre perteneció a Slytherin, y mi padre es sangre pura... supongo que la elección estaba clara.

—Pero he notado que no te interesa demasiado la sangre —comentó de pronto Luke—. A mí no me importa, pero habrá quienes te rechacen por ello. Simplemente no quiero que te rechacen.

Eira lo miró con cierta sorpresa. Apenas se conocían, pero Luke intentaba ayudarla advirtiéndola. Ella misma era consciente de que, en su casa, no era común no estar completamente a favor de la pureza de sangre.

—Gracias —dijo.

—Deberías tener cuidado con Orión Black —añadió de pronto el mago.

Dicho aquello, regresó con su grupo, entre el que se encontraba Orión, quien miró de manera extraña a Luke. Parecía un tanto desconfiado, aunque no dijo nada y continuó hablando con los que lo rodeaban.

Eira observaba la situación desde cierta distancia mientras se acercaba a sus tres compañeros. Parecía que Orión había heredado de su padre la capacidad de convicción, pues fuera lo que fuese lo que estaba diciendo, los demás asentían con la cabeza y parecían estar completamente de acuerdo con sus palabras.

—Millicent no tiene ninguna oportunidad con él —comentó Daphne cuando Eira llegó a su lado. Al igual que ella, había observado desde la distancia el comportamiento de Orión—. Puede que sea el hijo del Señor Tenebroso, pero su padre no está, y él es sin duda atractivo y carismático. Pronto tendrá varias admiradoras.

Eira no pudo evitar estar de acuerdo. Temía que Orión siguiese el ejemplo de su padre y se convirtise en un alumno ejemplar con buenas calificaciones y buen comportamiento. Pero parecía que era exactamente lo que estaba sucediendo.

—Millicent tratará de llamar la atención de Orión, y Pansy está interesada en Draco... y nosotras tendremos que soportar a ambas.

Daphne rio, y Blaise y Theodore, que se encontraban junto a ellas y escucharon el comentario, soltaron también una carcajada.

Los cuatro entraron en el Gran Comedor y sonrieron al ver la variedad de comida que había en las mesas. Se apresuraron a sentarse en la mesa de Slytherin, y no tardaron en llenar sus platos para comenzar a comer. Eira pronto se encontró comiendo una deliciosa tostada con mermelada.

Severus Snape, el jefe de su casa, pronto se acercó a ellos para entregarles sus horarios.

—Espero que la casa de Slytherin pueda estar orgullosa de vosotros —les dijo a los alumnos de primero.

Era un hombre serio y, según había oído Eira, tenía gran manía a los alumnos de Slytherin. Era profesor de Pociones, pero decían que siembre había deseado él puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras.

—Malfoy —dijo Snape a modo de saludo al entregar al rubio su horario.

Snape conocía a los padres de Draco. Además, no era ningún secreto la gran influencia de Lucius Malfoy en el Ministerio. Los padres de Eira eran también influyentes, pero eran mucho más discretos que los Malfoy, y no solían demostrar públicamente que disponían de una fortuna, aunque así era.

—Tenemos dos horas de Pociones el viernes—comentó Eira, contenta, aunque le habría gustado tener antes aquella clase.

Había heredado de su madre la pasión por las pociones. Había leído libros y siempre que podía estaba junto a su madre cuando hacía las elaboraciones. Su padre también era experto, pero prefería intimidad para elaborar las pociones, por lo que Eira nunca estaba a su lado.

—¿Te gustan las pociones? —preguntó Nott, y ella asintió con la cabeza.

—Mis padres trabajan en el Ministerio, pero ambos son buenos con las pociones. Mi madre me ha enseñado algo.

Realmente le había enseñado bastante, pero no quería parecer demasiado lista en su primer día. Además, suponía que los demás también tendrían ciertos conocimientos de magia adquiridos en sus casas.

—Dicen que Snape siempre nos favorece a nosotros y que odia a los de Gryffindor —comentó Daphne—. Supongo que lo comprobaremos pronto... tenemos Pociones con ellos.

Sin embargo, no pudieron comprobarlo aquel día, porque las clases que tenían eran Transformaciones e Historia de la Magia. En Transformaciones, la profesora McGonagall les pidió que transformasen una cerilla en una aguja, algo aparentemente sencillo pero que resultó no serlo tanto.

Orión Black hizo un simple movimiento de varita y la cerilla se convirtió de inmediato en una aguja. Todos lo miraron, algunos con sorpresa y otros con recelo, pues debía de haber aprendido magia por su cuenta. La profesora McGonagall se mostró sorprendida.

—Dos puntos para Slytherin —dijo finalmente.

Orión sonrió, y algunos le felicitaron por su logro.

Compartían la clase con los de Gryffindor, aunque Ron y Harry se encontraban demasiado lejos como para que Eira pudiese hablar con ellos. Sin embargo, una mirada bastó para comunicarse y quedar en hablar después de la clase.

Eira apuntó con su varita a la cerilla que estaba ante ella. La imaginó como una aguja y movió la varita, pensando que aquello no funcionaría nunca. Pero, por algún motivo, lo hizo, y la cerilla se transformó en una aguja. McGonagall lo vio de inmediato.

—Otro punto para Slytherin —anunció—. Gracias a la señorita Sayre.

Orión la miró extrañado. Parecía que, por el momento, ambos destacaban en la clase, lo cual aumentaría su rivalidad aún más.

Harry, por su parte, le dedicó una sonrisa a la chica. Ni ella misma lograba creerse lo que había hecho, al contrario que Orión, quien se mostraba muy seguro de sí mismo. Eran completamente opuestos.

Al final de la clase, también Hermione había logrado transformar la cerilla, pero pocos se admiraron por ello, porque Eira y Orión lo habían conseguido mucho antes.

Eira se reunió con Harry y Ron a la salida de la clase, ignorando a quienes les miraban de manera extraña por mezclarse Slytherin y Gryffindor. Nott, Daphne y Blaise no dijeron nada, solamente le sonrieron cuando pasaron por su lado, pero Orión la miró durante más tiempo de lo habitual sin expresión alguna.

—Enhorabuena —dijo Harry—. ¿Habías hecho antes una transformación?

—No —respondió ella sinceramente—. Sé elaborar varias pociones, pero nada de transformaciones.

—Pociones —comentó Ron, bufando—. Mis hermanos, Fred y George, dicen que Snape les odia. Odia a todos los alumnos de Gryffindor. No tengo esperanzas en esa asignatura, a decir verdad.

—Yo también lo he oído —dijo Eira.

Los tres comenzaron a caminar hacia el Gran Comedor, ignorando las miradas de los que los rodeaban. Draco fue el único que se acercó a ella, preocupado por el hecho de que su actitud pudiese perjudicarla.

—Eira —llamó.

La bruja se volvió hacia él y le sonrió. Ron frunció el ceño al ver al rubio, y Harry trató de que no se le notase lo mal que le caía.

—Draco —saludó ella.

—No deberías juntarte con personas de casas rivales —dijo el chico, mirando con despareció a los de Gryffindor—. No está bien visto...

—Me caen bien —replicó la bruja encogiéndose de hombros—. Además, a Daphne, Theodore y Blaise no les importa.

—Pero, ¿y a los demás? Solamente intento que no te quedas sola, Eira.

La bruja era consciente de que Malfoy trataba de prevenirla, pero había tomado una decisión. No le importaba lo que los demás miembros de su casa pudiesen pensar.

—Gracias, Draco —le dijo.

El chico, rendido, se alejó.

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