Eira supo a la mañana siguiente que Harry estaba en la enfermería después de haberse enfrentado al profesor Quirrell, quien llevaba a Voldemort tras el turbante. Hermione estaba bien, pero Ron también había sufrido durante la misión.

—Tus hechizos nos salvaron —admitió Hermione.

Orión captó la atención de muchos, pero se limitó a decir que no sabía nada sobre lo ocurrido y que desconocía el hecho de que su padre podía regresar. Algo que Eira no creyó. Estaba segura de que había estado al tanto de su intento de regresar, a pesar de haberse mantenido al margen.

Fueron a visitar en varias ocasiones a Harry a la enfermería, dado que estaba inconsciente. Durante aquel tiempo, Slytherin se hizo con la Copa de Quidditch, ganando con gran ventaja gracias a la ausencia de Harry, y la Piedra Filosofal fue destruida, según Dumbledore informó.

Eira comenzó a juntarse más con Daphne, Nott y Zabini que con los Gryffindor. Sin Harry, no era lo mismo estar con Ron y Hermione. Por su parte, Orión dejó de vigilarla, aunque sus seguidores se mantenían alerta por si tenía algún comportamiento sospechoso.

Tras saber del enfrentamiento de Harry con Voldemort, Eira comprendió que lo único que Luke y Orión pretendían era salvar su vida. No pudo evitar perdonarlos y actuar con ellos con normalidad, como si nada hubiese sucedido.

Finalmente, Harry despertó. Fue difícil convencer a la Señora Pomfrey para poder pasar a verlo a la enfermería, pero una gran actuación de Eira diciendo estar muy preocupados logró persuadirla. El chico les contó cuánto había sucedido, cómo había luchado contra Voldemort y cómo se había hecho con la Piedra Filosofal. Por su parte, ellos le contaron cuanto había sucedido en el colegio durante su estancia en la enfermería.

Por la noche tuvo lugar el banquete de fin de curso. Eira se sentó junto a sus compañeros de casa, sonriendo al ver el comedor decorado con los colores de Slytherin. Habían ganado la Copa de las Casas, y todos los miembros de la casa de las serpientes estaban contentos por ello, a pesar de que el resto de los alumnos no lo estaba.

—¡Otro año se va! —dijo Dumbledore alegremente cuando llegó.

Varios alumnos sonrieron al escucharlo hablar sobre las vacaciones, pensando en la cantidad de cosas que harían durante su tiempo libre. Hubo quienes intercambiaron miradas cómplices, sin duda por tener ya planes hechos.

—Bien, tengo entendido que hay que entregar la Copa de las Casas —continuó diciendo el director, captando de inmediato la atención de todos los presentes—. Los puntos ganados son: en cuarto lugar, Gryffindor, con trescientos doce puntos; en tercer lugar, Hufflepuff, con trescientos cincuenta y dos; Ravenclaw tiene cuatrocientos veintiséis, y Slytherin, cuatrocientos setenta y dos.

La mesa de Slytherin estalló en aplausos, pero Eira no aplaudió, dándose cuenta de que el director aún no había terminado de hablar. Lo siguiente que dijo confirmó sus sospechas.

—Sí, sí, bien hecho, Slytherin. Sin embargo, los acontecimientos recientes deben ser tenidos en cuenta.

Las sonrisas en la mesa de Slytherin se apagaron mientras el director continuaba hablando, entregando cincuenta puntos a Ronald Weasley por ser el mejor jugador de ajedrez que Hogwarts había visto en muchos años. Después premió a Hermione con cincuenta puntos por el uso de la fría lógica, y con sesenta a Harry por el uso del temple y valor. Iban empatados Gryffindor y Slytherin a la cabeza.

—Nos han alcanzado —comentó Theodore apesadumbrado—. Si reciben un solo punto más, ganarán la copa.

Y como si Dumbledore lo hubiese escuchado, concedió diez puntos más a Gryffindor por Neville Longbottom, dado que se había enfrentado a sus amigos.

—No puede ser —murmuró Daphne, perpleja.
Los de Gryffindor se disponían a celebrar la victoria cuando Dumbledore los detuvo con un gesto. Volvió a tomar la palabra.

—Y nada de esto hubiese sido posible sin los hechizos de Eira Sayre, por lo que premio a la casa de Slytherin con diez puntos.

Habían empatado. Los miembros de Slytherin vitorearon a Eira, dado que habrían perdido de no ser por ella, y los de Gryffindor celebraron el empate, aunque algo más tranquilos que hacía unos segundos.

La decoración cambió entonces, siendo la mitad de los colores de Slytherin y la mitad de los colores de Gryffindor. El león y la serpiente aparecían juntos como símbolo de victoria. Y Eira sonrió al verlo.

Los resultados de los exámenes llegaron finalmente. Eira había sacado buenas notas, las mejores del curso junto con las de Orión. Todos los miembros de su casa habían aprobado primero, aunque Eira había dudado de que Crabbe y Goyle fuesen capaces de hacerlo.

Antes de darse cuenta, se encontraban en el Expreso de Hogwarts de regreso a casa. Elur descasaba sobre las piernas de su dueña, quien acariciaba al animal distraídamente. Nott. Zabini y Daphne estaban en el compartimento, mientras que Draco, Crabbe y Goyle habían salido por algún motivo. Orión se encontraba junto a sus chicos, que cada vez le obedecían con mayor facilidad.

—Prometed que enviaréis cartas  —dijo Daphne mirando a sus amigos—. No, Theodore, no me sirven las excusas —agregó al ver que el chico abría la boca.

Blaise, divertido por la seriedad de la chica, asintió.

—Enviaremos cartas —la tranquilizó.

Eira y Nott asintieron también, confirmando que ellos también lo harían. Porque la chica sabía que no podría olvidar a sus amigos durante las vacaciones.

Cuando bajaron del tren, Eira quiso despedirse de Orión. Fue a buscarlo, pero solo encontró a su círculo más cercano. No había rastro de él.

—Se ha marchado ya —le dijo Luke—. Lo siento.

—No pasa nada —aseguró ella—. Pasa unas buenas vacaciones.

—Lo mismo digo —contestó él—. Nos veremos el próximo curso.

Algo en el tono empleado hizo pensar a la chica que el próximo fuese sería más movido, pero no se detuvo a indagar, porque acababa de ver a sus padres.

Salió del andén 9 ¾, esperando ansiosa al próximo curso en el colegio.