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Capítulo 12

Harry, Ron y Hermione no pudieron evitar desilusionarse cuando Eira les dijo que había olvidado preguntar a sus padres acerca de Nicolás Flamel. Sin embargo, lejos de rendirse, optaron por continuar con sus investigaciones, aunque Harry y Eira no podían dedicar tanto tiempo debido a sus entrenamientos de quidditch. Los de Gryffindor necesitaban ganar para poder alcanzar a Slytherin.

La actitud de Orión para con Eira parecía haber cambiado de pronto. La observaba con curiosidad, y en lugar de tratar de competir contra ella, había comenzado a observarla durante las clases y, en ocasiones, ayudarla. Especialmente en Pociones, donde aún tenían que estar juntos.

—Remueve una vez en dirección contraria —comentó el chico en una ocasión cuando vio que la poción no le estaba saliendo exactamente como debería.

Eira, por algún motivo, no dudó en hacer lo que le había dicho, descubriendo al instante que la poción adquiría un tono ligeramente grisáceo y brillante, tal y como se especificaba en el libro. Entonces miró a Orión.

—No entiendo nada —dijo—. ¿Por qué me ayudas? ¿Y por qué conoces a mi madre?

—Veo que no te han dicho nada... Creo que no debo explicártelo si tu madre no lo ha hecho —dijo el mago mirándola fijamente—. Pero no puedo odiarte sabiendo que eres hija de Melody.

—No necesito tu ayuda, Black —dijo ella.

—Sé que no la necesitas, pero ahora estamos juntos, no somos enemigos —respondió él.

La chica, sin entender nada, asintió y continuó preparando la poción. La pareja hizo caso omiso de las miradas que recibían por parte de sus compañeros, quienes se mostraron sorprendidos al comprobar que, lejos de discutir o tratar de superarse mutuamente, habían comenzado a colaborar.

—Hemos encontrado algo sobre Nicolás Flamel —anunció Harry un día con emoción—. Es descubridor de la Piedra Filosofal, y...

—Tiene en su poder el Elixir de la Vida —se sorprendió Eira—. Hace inmortal a quien lo bebe. Mis padres me hablaron de ello hace años, aunque no recordaba el nombre de Nicolás Flamel. La piedra también convierte en oro cualquier metal.

—El perro debe de estar custodiando la piedra Filosofal de Flamel —dijo Hermione—. Alguien debe de estar buscándola.

—Snape —aseguró Harry, quien estaba convencido de que era el profesor de Pociones quien iba tras la piedra.

El día del partido de Gryffindor se acercaba, por lo que Harry cada vez tenía menos tiempo libre. El árbitro sería Snape, algo que animó a los miembros de Slytherin pero que hizo temer a los leones, pues pensaban que no sería justo para con ellos y que daría la victoria a Hufflepuff.

El día del partido, Eira se unió a Daphne, Theodore y Blaise para ir a las gradas a ver el partido. Orión, que iba con los alumnos mayores, como era habitual, se sentó en un asiento que quedaba vacío junto a ella, algo que no pasó inadvertido para nadie, especialmente para Luke, quien entornó los ojos y se sentó a su vez junto a Black.

—La gente se da cuenta de que sucede algo —comentó Eira, un tanto intranquila por recibir de pronto tanta atención de Orión.

—No me importa lo que la gente piense —le respondió él—. Eres hija de Melody. Antes no lo sabía, y por tanto solamente buscaba fastidiarte, pero ahora... Estamos más unidos de lo que imaginas.

Luke los miró sin poder entender su conversación. No podía estar demasiado tranquilo sabiendo que el hijo del Señor Tenebroso parecía haberse obsesionado de pronto con Eira. Él mismo había pasado tiempo con Orión, le había escuchado hablar y, aunque no tenía pruebas, estaba seguro de que su poder igualaría al de su padre y que sus ideales eran los mismos. Le preocupaba que pudiese, en un futuro no demasiado lejano, retomar lo que su progenitor no pudo terminar. Y le preocupaba aún más ver a Eira en medio de todo aquello.

—Si Gryffindor gana este partido, podría superarnos —comentó en voz alta para distraer a los demás.

La estrategia funcionó, y todos comenzaron a hablar acerca de las consecuencias que aquello tendría. Daphne y Blaise se enfrascaron en una acalorada discusión acerca de quidditch, mientras que Theodore veía el partido sin perder detalle, maldiciendo cada vez que Gryffindor anotaba un tanto o que Hufflepuff perdía la quaffle.

Mientras tanto, Eira consiguió localizar a Draco cerca de donde Ron, Hermione y Neville se encontraban. No necesitó escuchar lo que decía para estar segura de que trataba de molestarles con sus comentarios. Puso los ojos en blanco sin poder evitarlo. El rubio era como su primo, lo quería, pero debía admitir que se comportaba como un niño malcriado en muchas ocasiones, y que tentaba demasiado a la suerte.

El partido acabó finalmente cuando Harry atrapó la snitch, y Eira fue la única de Slytherin que se levantó para aplaudir, importándole poco las opiniones de los demás. Justo cuando varios de sus compañeros de casa se disponían a discutir con ella por aquella acción, Orión se levantó y pasó un brazo alrededor de sus hombros, retando a cualquiera a hacer algún comentario. Nadie se atrevió a hablar.

—No necesito que me defiendas —susurró ella, abochornada.

—No voy a permitir que te hagan nada, ni tampoco que digan nada en tu contra —contestó él con tranquilidad—. Deben aprender que, si se meten contigo, se meten también conmigo, y creo que se lo pensarán un par de veces antes de hacer algo.

Dicho aquello, se alejó, dejando a Eira con sus amigos. Nadie se dio cuenta de que, al otro lado de las gradas, el director de Hogwarts no había perdido detalle de la cercanía entre ambos alumnos, ni de que su expresión era de profunda preocupación.

Luke fue el único del grupo de Orión que se quedó atrás y se acercó a Eira cuando ésta regresaba con sus amigos al castillo. Comenzó a caminar a su lado, y durante unos segundos se mantuvo en silencio.

—Si tienes algún problema con Orión... —comenzó a decir finalmente—. Puedes decírmelo y haré lo posible por ayudarte.

—Está todo bien —le tranquilizó ella—. Solamente quiere ayudarme.

—De cualquier manera, si tienes problemas dímelo, ¿de acuerdo? Puede ser un tanto... persuasivo e intimidante en algunas ocasiones.

Eira sonrió, contenta por poder contar, una vez más, con la ayuda del chico. La había ayudado contra Flint en el equipo de quidditch, y no contento solamente con eso, pretendía ayudarla también con Orión.

—Luke... gracias —dijo.

El chico le dedicó una última sonrisa antes de marcharse y quedarse ella de nuevo con sus amigos. En cuanto el chico estuvo lo suficientemente lejos, Daphne le dio a su amiga un codazo amistoso.

—Creo que le gustas a Montague —comentó en voz baja.

—¿Cómo?

—Es muy obvio, Eira... y él también te gusta a ti, ¿me equivoco?

Eira se limitó a reír y negar con la cabeza, aunque no pudo evitar pensar en lo que Daphne había dicho. Era cierto que Luke le parecía atractivo, y que le gustaba su carácter, pero... ¿gustarle? No se había planteado aquella posibilidad hasta el momento.

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