━𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐈𝐈𝐈
Glosario del capitulo:
lǫgráðandi : Guardian, quien realizaba el pacto o trato de matrimonio por parte de la novia. Debía ser un hombre, sea el padre hermano o cualquier familiar cercano. En caso de no existir algún hombre, la madre podía encargarse del pacto.
tína mundarmál: El precio de la novia, lo que debía pagar el novio a la familia de la prometida.
tilgjǫf : Regalo suplementario por parte de la familia del novio.
heimanylgjia: El dote que ponía la familia de la novia en el pacto.
Fimbulvetr: es el preludio inmediato del Ragnarök, el fin del mundo nórdico. Según la mitología nórdica se relata que comenzaran inviernos son seguidos uno de otro, sin veranos intermedios. Para este tiempo la nieve vendrá de todas direcciones.
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LAS PALABRAS DE UBBE SE REPITEN EN MI OIDO UNA Y OTRA VEZ, SIN DESCANSO. Su voz penetra en mi cabeza sin pausa, impidiendo que fuese capaz de pensar o de refutar aquella absurda idea del matrimonio. Nada sale de mi boca, ni una palabra de aprobación o rechazo. Me quedo congelada, como si estuviera en el mismísimo fimbulvetr.
El asombro no abandona mi cuerpo. Ni siquiera cuando los días pasan y la bella reina de Kattegat empieza a organizar la boda sin esperar alguna aprobación de mi parte. ¿Y porque la necesitaría? Es el mejor trato que podría obtener por mi mano. La curandera se casaría con el hijo del rey, con el hijo del más grande vikingo de nuestra historia. Mis hijos serían los nietos de Ragnar Lodbrok.
Un escalofrío recorre mi cuerpo, aunque no se si es por la idea de tener los nietos del legendario Ragnar o por imaginarme en los brazos de Ubbe. La sola mención de su nombre hace que mi corazón lata mas rápido. Sus ojos intensos despiertan en mi un deseo que no puedo ignorar. Imaginarme junto a el, sintiendo su piel contra la mía, su aliento aliento en mi cuello, me hace perder el aliento.
Una tormenta de emociones alberga mi corazón dejándome en un estado de incertidumbre y anhelo.
Oh dulce Freyja, ¿Qué debo hacer?
El olor a incienso penetra en mi nariz con fuerza. Tal fuerte es el olor que mi nariz se arruga de la misma forma que lo hace cuando cada vez que mis pies pisan el hogar del vidente.
—¿Por qué insistes en buscar respuesta a través de mi? Aun cuando los propios dioses se comunican contigo —señala el vidente cuando mi cuerpo llega a su lado.
—Ellos se comunican cuando ellos lo desean, no tengo otra forma de buscar una respuesta.
—Eres la servidora de los dioses, tienes la forma de comunicarte con ellos, simplemente tu enojo y tu frustración te han cegado ante el poder que tienes.
No puedo evitar fruncir el ceño ante sus palabras. No consideraba poder el hecho de que los dioses se comunicaran conmigo. Lo siento de una forma distinta.
—No estoy enojada. Ya no más —respondo sentando mi cuerpo en el frío suelo del hogar del vidente. Observo desde abajo como el vitkar del pueblo ladea su cabeza confundido.
—¿No?
—No —reafirmo mis palabras anteriores—. Estoy confundida.
—¿De que?
—De la respuesta que me has entregado, y la oportunidad que me presentan los dioses. Ambas son contradictorias. Sé que debo partir por el bien de todos, pero...
—No quieres irte —termina el vitkar mi oración.
Logró soltar un suspiro.
Tiene razón. No quiero partir.
Estoy en casa.
—¿Qué debo hacer? —Abro mi boca para soltar la pregunta que me persigue hace días.
—Blanco y negro, claridad y oscuridad, día y noche, Valhalla y Helheim, son aquellas tus opciones.
Sus palabras rondan en mi cabeza por varios momentos.
—¿Una decisión me llevará a la oscuridad y la otra a la claridad? —preguntó con la esperanza de que el vitkar respondiera por primera vez sin acertijos.
—La respuesta tiene olor a madera e hidromiel.
"Non sunt verba ad exprimendum dolorem meum corpus sentit abs te abesse."
"No existen las palabras para expresar la agonía que siente mi cuerpo por estar alejado de ti"
"Desidero salsum labiorum tuorum, ardor linguae, et blandimentorum mollitiem."
"Te extraño el sabor salado de tus labios, la calidez de tu lengua, y la suavidad de tus caricias"
"Non possum oblivisci..."
"No puedo olvidar..."
No logró plasmar los sentimientos que deseo expresar en la carta para Alessio. Borro una y otra vez las frases sueltas que mi mente logra formar, pero nada parece capturar mi verdadero sentir.
El bullicio de la casa comunal dificulta mi concentración en la escritura. Ni siquiera se que escribir para él. ¿Cuáles son las palabras adecuadas para expresar el sentimiento de añoranza?
A pesar del ruido de los esclavos limpiando y las voces de los pocos habitantes que quedan de mi pueblo logró escuchar las puertas de la casa comuna abrirse, seguidas por el sonido del andar de Ubbe Ragnarsson. Mi futuro esposo se acerca al lugar donde estoy sentada, su aroma a madera e hidromiel precediéndole.
—Está todo listo. —La voz grave del príncipe Kattegat es acompañada con el gesto de colocar una de sus manos en mi hombro. Logró sentir el calor de la palma de su manos a través de la tela de mi vestido, uno de los tantos que la Reina Aslaug me ha entregado; ahora como la futura esposa de su hijo, debo vestir diferente—. Te están esperando.
—Gracias —murmuró arrugando el pergamino entre mis manos.
A veces simplemente no existen las palabras para expresar lo que uno siente.
Las reparaciones de las embarcaciones bizantinas están terminadas. Observó como las velas se movían al ritmo del viento. El tiempo de estadía de mi querido amigo ha finalizado. El tiempo que tenía para escapar y evitar que alguna masacre llegase a Kattegat ha finalizado. Los Tagmata le comunicaran al emperador sobre mi lugar de residencia. Dibujaran un mapa de navegación entre Constantinopla y Noruega.
Ellos llegaron a Kattegat cuando era Eira, la curandera, ahora en su partida soy Eira, la prometida del príncipe Ubbe Ragnarsson.
—¿Estás segura del paso que estás dando? —La voz de Georgius llega a mi oído llamando mi atención. Su robusto y viejo cuerpo se posa a mi lado con su ceño fruncido—. ¿Estás segura de desposarte con él?
—No —contestó—, pero estoy segura de que no quiero seguir escapando.
—Espero que la decisión te tomes te entregue felicidad —musita Georgius mientras una de sus manos busca la mía—, te la mereces. —Y deposita un beso en el dorso de ella.
No puedo evitar sonreír al sentir su tacto.
—Adiós, mi querido amigo.
El sentimiento de desolación se posa al momento que su mano se separa de la mía. El pasado se aleja en cada paso que da Georgius a su embarcación. La figura de Alessio se entromete entre mis pensamientos cuando mis ojos se conectan con la armadura del joven Eros. Aquella armadura que ayude a colocar y a retirar miles de veces en el cuerpo fornido del líder de los Tagmata.
Las embarcaciones se alejan con el favor del viento. Cada momento que pasa los barcos se alejan hasta visualizarse un pequeño punto en el horizonte, en donde el sol los esperaba. Mi oportunidad de volver al pasado se esfuma cuando aquel pequeño punto desaparece.
—¿Está bien? —La voz de Ubbe Ragnarrson interrumpe mis pensamientos—. ¿Necesita algo?
Está preocupado, lo logró captar en el tono de su voz. Desde el anuncio de nuestro arrepentido matrimonio, no hemos tenido la oportunidad de conversar. La madre de Ubbe empezó a organizar el matrimonio sin esperar a un lǫgráðandi por mi parte. No existe un tína mundarmál, tilgjǫf o heimanylgjia. No tengo familia, no soy la doncella o la princesa que debería casarse con aquel hombre.
El matrimonio es una buena idea para mí, me trae miles de beneficios, pero aquello solo recae en mí, no en él.
—¿Estás seguro de querer que me convierta en su esposa? —pregunto sin dejar de mirar el horizonte.
—Nunca había estado tan seguro de algo.
Su respuesta, el tono de su voz, y su mano posicionada en mi hombro me dio la fuerza para dejar el pasado atrás y girar mis talones para mirar mi futuro.
Un futuro acompañado con una bella sonrisa.
Desde la colina, contempló Kattegat, que se muestra diminuta ante mis ojos. El viento sopla suavemente, acariciando mi rostro y alborotando mis rizos. La brisa lleva consigo el aroma del príncipe, que está sentado a mi lado, aguardando pacientemente a que me decida a hablar. Pero no tengo palabras. El matrimonio es solo un pensamiento que se cruzó en mi mente, relacionándose con un hombre que se encuentra en tierras muy lejanas.
—¿No te incomoda que no sea virgen? —giro mi cabeza para observar el rostro del príncipe Ubbe. Esperaba que se sorprendiera por mi osada pregunta, pero simplemente sonrió.
—No me interesa ser el primero, lo que me importa es ser el último.
No pude responder, al menos no por palabras. Mi rostro y mis mejillas se sonrojaron. Un calor intenso invadió mi cuerpo ante su osadía. Aún no logro acostumbrarme.
—Si lo que deseas es llevarme a la cama, no hay necesidad del matrimonio... —Él levantó su mano para detener que salieran más palabras de mi boca.
—Deseo mucho más que simplemente llevarla a la cama. No eres una simple mujer; eres mucho más.
—Soy una simple curandera.
—Eres mucho más que eso. ¿Por qué no es capaz de verlo? —pregunta mientras buscan mis manos en el húmedo pasto. Entrelaza sus dedos con los míos. La calidez de su mano se expande por mi cuerpo, intensificando la sensación de conexión y cercanía.
¿Por qué mi cuerpo se siente tan extrañamente cómodo a su lado? Su mano encaja a la perfección con la mía. No tengo la fuerza para alejarme.
Algo en él me seduce y me envuelve con una intensidad arrolladora, como las llamas que se entrelazan y danzan con pasión. Su presencia me rodea, envolviéndome en un calor cautivante. Algo de él me atrae. Más allá de la razón y la cordura.
—Nos casaremos en Ostara. Freyr y Freyja bendecirán nuestro matrimonio—murmuró sin retirar mi mirada de la unión de nuestras manos.
—Estoy seguro que si.
Un año para que mi cuerpo se una al suyo, un periodo tan largo y lleno de anhelo. Me pregunto si mi deseo será capaz de resistir tanto tiempo, no se si podré mantener mi paciencia frente a la creciente necesidad de estar cerca de él.
—Será un largo año —murmuró el príncipe mientras aleja sus dedos de mi mano y los posa suavemente en mi mejilla, que aún sigue sonrojada.
¿Seremos capaces de sostener esta tensión hasta que finalmente podamos estar juntos?
No puedo responder a la pregunta porque su boca se acerca a la mía, llenando el espacio que hay entre nosotros en un deseo palpable. El movimiento de su lengua en mi boca provoca que las palabras y los pensamientos se desvanecen en el aire, junto a la brisa. El deseo es tan intenso que, en este momento, lo único que importa es su lengua en mi boca y la promesa de lo que está por venir.
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Dato curioso vikingo: Los matrimonios minino se realizaba en un año de diferencia entre el momento de pacto a la ceremonia. Comúnmente las bodas se relanzaban a principio de Otoño, especialmente en los días viernes, en donde se veneraban a la diosa Freyja.
Y debo disculparme por la tardanza de este capitulo. Pero situaciones externar me distrajeron de la escritura. Ahora he vuelto para finalizar este fic, así que tiene Eira y Ubbe por un tiempo mas.
Reitero nuevamente las disculpas a las personas que siguen este fic.
Espero que este capitulo les entregue un poco de amor que sienten Ubbe y Eira.
Nos leemos pronto.
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