━𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗
Glosario del capitulo
Eir: la diosa de la salud.
Vitkar : era un hechicero y mago en las sociedades . Podían ser hombres y mujeres, expertos en la tradición de la magia rúnica.
Tagmata: era un tipo de unidad militar. Fueron unidades de élite creadas por el emperador Constantino V , y comprendieron la columna vertebral del ejército del entre los siglos VIII y XI. Se confiaba a los Tagmata la seguridad del emperador y del palacio imperial, pero formaban también el núcleo de las expediciones de campaña. Eran las tropas más preparadas y mejor pagadas del ejército bizantino.
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LOS GRITOS DE LA HERMANA MAYOR DE ASTRID RESUENAN CON INTENSIDAD. El sonido se repite una y otra vez, mientras mis manos ingresan a su parte intima para percibir en la posición que viene el bebé.
—El bebé viene en la posición perfecta —señaló al momento que retiró una de mis manos de la intimidad de la hermana de Astrid. Ella en medio de su dolor logra soltar un suspiro al escuchar mis palabras.
Es un alivio.
—Vamos, Sigrid expulsa al niño —insto Astrid con impaciencia—. ¿No ves que nos hemos perdido el banquete de la reina?
Aparte la mirada del cuerpo adolorido de Sigrid para enfocar mi mirada en la figura de Astrid. La hija menor del pescador se mueve de un lado a otro en su pequeña choza. Su semblante transmite su molestia.
—El padre es quien debería estar aquí —brama una vez más Astrid—. ¡No yo!
—Astrid.
Alzo mi cuerpo para dirigirme a su lugar. Coloco mis manos en sus hombros para detener cualquier tipo de movimiento de su parte.
—Habrán muchos banquetes a lo largo de tu vida, pero solo una vez podrás observar el nacimiento de tu primer sobrino. Acompaña a tu hermana, está aterrada —expresó lo último en un susurro—. No está tu madre para acompañarla, solo te tiene a ti —le recordé en un susurro.
—Tiene a su esposo y a mi padre.
No pude evitar voltear mis ojos al escucharla. Los hombros solo estorban en el nacimiento de un niño.
—Toma su mano, y acompáñala. Ella no te pide nada más.
Es el turno de ella de voltear sus ojos.
—¿Acaso el bebé no pudo elegir un día mejor para nacer?
Rio por sus palabras.
—Son los dioses quienes eligen el día de nuestro nacimiento, si quieres reclamar, debes dirigirte hacia ellos —señalo mientras alejo mi cuerpo de Astrid para acercarme una vez más a la figura de Sigrid.
Observó su rostro sudoroso, y su mirada de miedo. Está aterrorizada por lo que sucederá. Mi corazón se acongoja y trato de buscar las palabras indicadas para entregarle seguridad.
—Tranquila, saldrá todo bien. No tienes que preocuparte, tengo el poder Eir.
Al dictar aquellas palabras me percato como su mirada cambia. Al nombrar el nombre de la diosa de la salud, su semblante cambia. Sigrid, temerosa, encontró consuelo en mis palabras.
Mi cuerpo se posiciona a la altura de las piernas de Sigrid. Y mis manos se preparan para recibir al niño.
Un varón sano y fuerte nace del vientre de Sigrid.
—Que Odín alumbre tu camino con valentía y sabiduría —murmuró al momento que el niño está en mis manos.
—Helgi, Helgi, Helgi —susurra una y otra vez Sigrid pidiendo que le entregue su pequeño niño.
Solo puedo observar la primera mirada que la hermana mayor de Astrid le entrega a su hijo. En ese momento Sigrid se enamoró de su hijo.
¿Alguna vez podré sentir aquel sentimiento? Las palabras del vitkar resuenan con fuerza en mi cabeza.
Tu camino es oscuro, sucio y ruidoso, pero también claro, limpio y silencioso. Veo muchos hijos, pero a la vez ninguno.
¿Qué definiera que mi destino nazca o no mis hijos? ¿Qué decisión debo tomar para cumplir aquello?
¿Debo partir?
¿Es Alessio el padre de mis hijos?
O...
Mi cabeza no puede pronunciar el nombre de la imagen que llega a mi mente.
No, imposible.
El futuro se extiende ante mi, incierto y lleno de preguntas sin respuestas.
Después de mi labor como partera, mis pasos me llevan hacia el lugar donde paso las noches. Mi figura se desliza por las calles, guiada por la luz de las estrellas. Intento acelerar mis pasos para estar algunos momentos en el banquete que organizó la reina para recibir a los extranjeros. Al divisar la cosa comunal, noto algunos hombres recostados en el suelo, aparentemente borrachos, balo la tenue luz de las antorchas.
—Eira. —La voz con acento latín irrumpe en mi camino, y al girar, reconozco a Eros, el joven guerrero de los Tagmata.
No reconozco la voz, pero si la figura que está delante de mí. En mi memoria llega el recuerdo del rostro infantil de Eros. El más joven de los guerreros del ejército de los Tagmata.
—Eros.
—Me recuerdas —murmura, sorprendido.
—Por supuesto, ¿Cómo podría olvidar al joven Eros? —señaló sin poder evitar sonreír al ver aquel rostro familiar—. ¿Cómo has estado?
El joven Eros acorta la distancia entre nosotros.
—Luces igual, el tiempo no ha pasado para ti —murmura el joven guerrero observando con detalle mi rostro.
—Gracias —agradezco sin quitar la sonrisa en mi rostro—. ¿Cómo has estado? ¿Cómo está tu madre?
—Murió —contesta—. Murió durante el ataque Otomano. Después de la partida de nuestro líder la ciudad ha empezado a caer. Nada es como antes. Solo tu apariencia parece inmutable.
Mi sonrisa desaparece.
—Lo siento... —murmuró—. Lamento la muerte de tu madre. Fue una gran mujer.
—Se entristeció por tu partida —apunta Eros frunciendo su ceño—. Y no fue la única. El emperador te buscó de una forma desesperada por los alrededores de la ciudad. E incluso ofreció una gran recompensa por ti.
Un escalofrió recorre mi espalda ante la revelación.
—Era, y soy una mujer libre. No le debo nada al emperador —explicó.
—Todo los sirvientes del emperador Basilio quedaron en manos de su hijo. ¿Por qué eres diferente? El emperador lo plasmó en su testamento.
—Alessio me dio la libertad. No le pertenezco a nadie —aseguro, retirando mi cuerpo de su lado. Giro mi cuerpo para tratar de alejarme de sus lados, pero antes de dar un paso su movimiento me detiene.
—Espera.
No es el grito lo que me molesta, es su mano alrededor de mi brazo apretando con fuerza. Trato de deshacer su agarre, pero él ejerce aún más fuerza. Un quejido se escapa entre mis labios.
—¿Qué sucede contigo, Eros? Me conoces —digo, tratando de soltarme.
—Constantinopla está en la pobreza. Mi familia está en la ruina, y... Alejandro aún ofrece una recompensa por ti.
—La decadencia de la ciudad no es mi culpa. El emperador se equivocó al colocar a Alejandro como su heredero —bramo, sintiéndome atrapada.
—Eira, ¿sucede algo?
No puedo evitar cerrar los ojos de placer al escuchar la voz varonil de Ubbe. No giro mi cuerpo para observar la figura del príncipe, pero observo que Eros deja de observarme para enfocar su mirada en Ubbe. Y de forma inmediata libera mi brazo de su agarre.
—¿Ille autem? "¿Qué dijo?" —pregunta el joven guerrero.
—Princeps quaerit an aliquid fiat. "El príncipe pregunta si sucede algo" —murmuró.
—Nei. "No" —contesta Eros en nórdico. Unas de las pocas palabras que han aprendido en de la lengua de los vikingos—. Nihil autem fit. "No sucede nada" —añade en latín.
—No sucede nada. Solo estábamos recordando viejos tiempos —expresó girando mi cuerpo para que mis ojos se conecten con la mirada preocupada del príncipe—. Vale, Eros. "Adiós, Eros. " —Vuelvo a observar el rostro joven de Eros.
Él asiente con su cabeza y retrocede su figura hacia la oscuridad para desaparecer entre las casas de Kattegat. Un suspiro de alivio sale de mi boca.
—¿Está todo bien? —pregunta el príncipe.
Dejó de observar en la dirección que desaparece Eros para enfocar mi mirada en la belleza del príncipe. Ubbe se acerca a mi cuerpo y sus manos se dirigen al lugar donde Eros ejerció su fuerza. Los dedos del príncipe acarician con suavidad en lugar adolorido. Al tener su cuerpo tan cerca soy capaz de inhalar su olor. Esa mezcla entre madera y el dulzor del hidromiel.
—Lo está.
Sus dedos acarician mi brazo con suavidad de arriba para abajo, logrando que mi cuerpo se estremezca ante su tacto. A pesar de la tela del vestido que cubre mi piel, soy capaz de sentir la calidez de sus manos.
—No tienes que aparentar conmigo —murmura, llevando una de sus manos a mi barbilla—. Si sucede algo malo, puede decírmelo.
—No sucede nada —añado bajando la mirada. Mi cabeza se acomoda en su torso, y escucho el latido de su corazón—, pero, gracias —murmuró, cerrando los ojos para disfrutar el contacto entre nosotros.
Los brazos del príncipe me rodean con suavidad, y tan solo por unos momentos, rechazó la idea de partir de Kattegat.
Por, Freyja, ¿Qué sucede conmigo?
La alegría del banquete disminuye, y pocos habitantes siguen celebrando en el salón principal de la ciudad de Kattegat. Pero no puedo contagiarme de su alegría, en mi mente aun rondan las palabras de Eros.
—¿Estás bien? —Ubbe coloca una mano en mi espalda baja, pasando desapercibido para los demás, ya que sus hermanos están frente a nosotros—. Pareces preocupada.
—Estoy bien —contestó observando la intensidad de sus ojos azules—, pero cansada. El parto de Sigrid fue cansador.
—Escuche que es un varón —añade el príncipe, por lo cual asentí mi cabeza en forma de respuesta.
—Helgi —reveló el nombre del pequeño—. Es un hermoso y sano bebé.
—¿Qué sucede entre ustedes dos? —pregunta Hvitserk, captando la atención de todos—. ¿Han llegado a la cama?
Frunzo el ceño ante sus indiscretas preguntas.
—No sucede nada, hermano —responde Ubbe molesto.
—¿No? ¿Y dónde está tu otra mano? —agrega Sigurd, soltando risas al terminar de preguntar. Los otros dos Ragnarsson se contagian ante la diversión de Sigurd ojo de serpiente.
Ubbe retira su mano con lentamente, sin reírse y sin dejar de mirar a su hermano. En circunstancias distintas, habría reído, pero la idea de partir de Noruega no sale de mi cabeza. La idea de ver Alessio alegra mi corazón, pero no se si podre soportar alejarme una vez más del país de mis dioses.
—Eira, ¿Non possumus loqui? "Eira, ¿podemos conversar? —La intervención de Georgius me salva de la incomodidad que se ha creado.
Observó a mi viejo amigo que espera impaciente; lo veo en sus ojos y en su ceño fruncido. Algo no esta bien.
—Príncipes —murmuró, levantando mi cuerpo para retirarme del círculo que se había creado entre los príncipes y yo. No logro escuchar las palabras de Ubbe, pero su tono de voz me indica que no esta contento.
Georgius me guía a las afueras de la casa comunal. Nuestros pasos no se alejan mucho de la luz de las antorchas. Examino su rostro, sus ojos negros me miran con atención, y percibo que algo malo sucede. Su ceño fruncido persiste.
—¿Eros se acercó a ti?
—Si —contestó—. Me reveló la recompensa por mi cabeza.
—Alejandro no te quiere muerta —señala Georgius confundido.
—Es la única forma que existe para que llegue a Constantinopla, y de que alguien cobre la recompensa.
—Nadie te llevará a Constantinopla, tienes mi palabra —asegura Georgius—. Pero hay algo mas que me preocupa. Me equivoque, perdón.
—¿De qué hablas?
—Pensé... que los hombres deseaban la felicidad de su líder —expone—. Los hombres no están de acuerdo de que te lleve a Atenas. No les interesa el bienestar de Alessio. Quieren que Constantinopla recupere su prosperidad...
—¿Por qué vinculan el bienestar de la ciudad con mi presencia? —interrumpo.
—Constantinopla tuvo su apogeo cuando estabas tú.
—Cuando estaba Basilio —corrijo con rapidez—. Él era el emperador, no yo.
—Eira, todos sabemos la inteligencia que posees. Sabemos que detrás de cada decisión estabas tú. Todos lo sabemos, e incluso Alejandro.
—¿Qué estas insinuando?
—No puedes venir conmigo.
Mi figura da un paso atrás sorprendida por sus palabras.
—Y no es todo; hemos descubierto la ruta para llegar a Noruega. Es probable que le revelen tu paradero.
Oh...
—Es probable que Alejandro llegue a Kattegat a reclamar lo que su padre le dio.
Mis pies pierden la fuerza, y presiento que mi cuerpo se desplomará en el barro. Antes de caer, los brazos de mi viejo amigo me sostienen con firmeza.
A pesar de mi inteligencia, jamás se me pasó por la mente aquella verdad.
—¿Qué haré? —pregunto, no a mi viejo amigo. Es una pregunta sin destinatario.
—Debes escapar, es la única opción. Noruega no entrará en guerra con Constantinopla por ti.
—¿Escapar? ¿Dónde?
Gerogius no sabe responder. Mis preguntas se quedan sin respuesta, como siempre.
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Nota de la autora:
¿Qué creen que pasará? 😱
Los leo ! 👇👇👇
Muchas gracias a todos 💕
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