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━𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐗







Glosario del capitulo

Sól: es la diosa del sol, según la mitología nórdica.

Máni: En la mitología nórdica Máni ("Luna" en nórdico antiguo)​ era la personificación de la Luna.

Njord: En la mitología nórdica, Njörðr es uno de los Vanir y el dios de la tierra fértil y de la costa marina, así también como el de náutica y la navegación.

Nornas: Son la personificación del pasado, el presente y el futuro. Las Nornas, en la mitología nórdica eran uno de los seres más poderosos y responsables del destino de los humanos, dioses, enanos, gigantes y otros habitantes de los nueve mundos nórdicos.



















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LA BRISA MARINA GOLPEÓ MI ROSTRO, MOVIENDO EL CABELLO HACIA MI ROSTRO. Los bucles de mi pelo cubren parte de mi visión, impidiéndome observar los movimientos de combate de Alessio. Es tan rápido, que al retirar mi cabello de mis ojos el movimiento había finalizado.

—Debes ser rápida. No tienes la fuerza, pero puedes tener la agilidad en un combate —señaló Alessio bajando la espada de sus manos—. Inténtalo. Atácame.

Negué con mi cabeza.

—No soy buena en esto —murmuré molesta—. ¿Por qué la insistencia?

—Debes aprender.

—¿Por qué? Ninguna mujer de Constantinopla sabe luchar —apunte, mientras mis pies se dirigían para quedar al frente de la figura de Alessio—. No entiendo porque insistes en que aprenda algo que no me compete.

—Aunque no quiera, habrá momentos que no estaré contigo. Necesito saber que podrás defenderte ante cualquier hombre que quiera atacarte. Solo así podré salir de la ciudad tranquilo.

Pude notar en su voz la preocupación.

—Nadie me atacará, ¿Por qué piensas eso? Vivo en el castillo del emperador, y soy parte de su séquito de sirvientes. No existe peligro alguno.

—No puedes verlo, ¿no es así? —Las manos de Alessio suben para agarrar con suavidad mi rostro. Su mirada azul se queda en mi rostro.

—¿Qué cosa? —pregunte confundida.

—La maldad de los hombres.

Rei por su comentario. Por supuesto que era capaz de ver la maldad de los hombres. Huía de aquellos tipos desde mi infancia.

—Claro que puedo percatarme de eso.

El negó con su cabeza.

—No puedes verlo. No viste la maldad en mi.

Mi risa cesó.

—No existe maldad alguna en ti —señalé frunciendo mi ceño. Él no era un hombre malo.

Fue el turno de Alessio de reír.

—Vamos, alza esa espada —ordenó alejando su cuerpo de mi—. Accede a obedecer la orden del mejor guerrero del mediterráneo.

No pude evitar rodar mis ojos.

Odiaba su vanidad, aunque era cierto. Él era el mejor guerrero del mediterráneo.

—Lo haré, pero no practicaré contigo. Nunca podría ganar. Es injusto...

Otra risa escapo de la boca de Alessio, y la diversión de mis palabras llegó a sus ojos. Un brillo se presentó en su mirada azul, de la misma forma como brillaba el mar en las mañanas.

—¿Y en quién has pensado?

Georgius Attaliates.





















Georgius Attaliates —susurra mi boca el nombre del amigo de Alessio. El segundo en mando del ejército de los Tagmata permanece sentado al lado de la reina.

Su rostro muestra la sorpresa al verme.

—Eira... —pronuncia mi nombre de la misma forma que salió de mi boca. Sorpresa.

Innata sorpresa.

Mi corazón late con rapidez, y soy capaz de escuchar el bombeo en mi oído. Ni en mis sueños, ni en mis pesadillas imagine volver a ver a mi viejo amigo. Y se que para le sucede lo mismo. Su rostro moreno aun no sale de la sorpresa.

El tiempo se detiene, y no soy capaz de observar nada mas que los ojos negros de Georgius.

—¿Eira? —La voz de Ubbe atrae mi atención. Despego mi mirada del cuerpo de mi viejo amigo para observar al príncipe de Kattegat. Ubbe aún permanece a mi lado—. ¿Él es...?

Ubbe no termina su pregunta, pero uno de sus apuntan al collar de mi cuello. Su movimiento me informa lo que está pasando por su mente.

Alessio.

Negué con la cabeza ante la pregunta inconclusa del príncipe.

—Él es de quien aprendí todas las canciones. 

—El que tiene una bonita voz —apunta Ubbe Ragnarsson observando de reojo al hombre de tierras lejanas.

—El mismo... —susurro despegando mi mirada del bello rostro del príncipe para volver a observar a mi viejo amigo.

Sonrió. El me devuelve la sonrisa.

La figura de Georgius se levanta del asiento, dando pasos hacia mi. Dude en acortar nuestra distancia; él percibió mi duda y detuvo su andar.

Adhuc dulcis Eira Constantinopolitana? . "¿Aún eres la dulce Eira de Constantinopla? ".

Etiam... adhuc sum.  "Si... aun lo soy" —murmura mi boca antes que mi cuerpo salte para abrazar a mi viejo amigo.

No puedo evitar que las lágrimas caigan de mis ojos. Aunque han pasado tres inviernos desde que mis pies se alejaron de la gran ciudad de Constantinopla, aun logro sentir la familiaridad en el tacto de Georgius. Sus brazos rodean mi cuerpo con fuerza, uniendo mi cuerpo al suyo por un largo tiempo.

Non possum credere quod. "No lo puedo creer" —susurra mi viejo amigo al momento que nuestros cuerpos se separan—. Tempus non transiit ad vos "El tiempo no ha pasado para ti".

Su mano acaricia con suavidad la delgadez de mi mentón.

Non possum dicere idem."No puedo decir lo mismo" . —Suelta mi boca cuando mis ojos estudian el aspecto de Georgius. Su rostro ha envejecido. Unos cabellos blanco relucen en su cabello y su barba de color negro.

Él ríe para luego encogerse los hombros.

Quid tu hic agis? Qui scis ubi sit Norvegia?.  "¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabías dónde quedaba Noruega?"preguntó intrigada por su respuesta.

—Nesciebam. Tempestas navem nostram destruxit. Paucis chiliometris hinc destitimus... Floki nos ad ianuam reginae attulit. "No lo sabia. Una tormenta destruyó nuestros barcos. Hemos varado a unos kilómetros de aquí... Floki nos ha traído a la puerta de tu reina." Cuando el nombre de Floki sale de su boca mis ojos de forma inmediata estudian el salón principal. No me había percatado de la presencia de la familia de Floki. Y tampoco de los rostros de confusión de los presentes.

Mi pequeño pueblo nos observa con confusión. Y desde luego tampoco de la tripulación que acompaña a mi amigo. Algunos pude reconocer, pero otros no eran familiares para mí. ¿Estará Alessio aquí? Mi corazón se dispara ante la idea de verlo una vez más.

Illis loqui non potui. Non Latine nec Graece loquuntur ."No he podido hablar con ellos. No hablan latín ni griego" —señala mi viejo amigo a mi lado.

—Mi reina, él es Georgius Attaliates. Pertenece al ejército de los Tagmata. Es un gran guerrero, y muy querido por la ciudad de Constantinopla. Mi mano se posiciona en la espalda de él para empujarlo hacia delante—. Es un viejo amigo.

La reina de Kattegat se levanta de su asiento para dirigir su magnificencia a nuestra dirección. Una bella sonrisa aparece en su rostro antes de soltar las palabras.

Cualquier amigo de mi curandera favorita, es bienvenido a mi hogar.

Sonreí.

Ille autem?. "¿Qué dijo?".

—Te recipit in domum suam. "Te recibe en su hogar".

Mi viejo amigo sonrió al momento de escucharme y dirigió su mirada al bello rostro de Aslaug para mostrar una pequeña reverencia hacia ella.

loqui debemus. "Tenemos que conversar" —apunta Georgius cuando la reina dirige nuestro camino a la mesa del salón. Comida y hidromiel nos espera.

Postquam. "Después". Cum nos non attendentes.  "Cuando no nos estén prestando atención"









La diosa Sól ha desaparecido para que el dios Máni la reemplace en su lugar. El brillo de la luna se refleja en el mar. Jamás me hubiese percatado que a kilómetros de aquí habría ocurrido una tempestad, dañando las embarcaciones comerciantes de Constantinopla. Su camino devuelta a casa desde Frankia fue impedido por el dios Njord.

¿Frankia? ¿Desde cuándo Constantinopla comercia con Frankia?

Observó la duda de Georgius de contestar mi pregunta, duda de decir la verdad.

—No tienes que mentir. Puedes confiar en mí como lo hacías antes.

—Eira, nada es como antes. Muchas cosas cambiaron desde tu partida. 

Huyó de su mirada. No sé si quiero escuchar noticias desde Constantinopla. Solo me interesa una cosa, nada más. El bien o el mal de la ciudad no es de mi incumbencia.

—¿Él está bien? —Suelto la pregunta que estaba en mi cabeza desde que lo vi por primera vez.

Georgius tardó en contestar. Y mi cuerpo se alerta al presentir que nada bueno saldrá de la boca de mi amigo. 

—Creo que sí —contesta—. Ha pasado un largo tiempo desde que lo vi por última vez.

—¿Desde cuándo estás navegando? ¿Y porque estás navegando? Se muy bien que no es por comercio; eres el segundo en mando del mejor ejército de...

—Primero en mando —corrige Georgius interrumpiendo mi oración.   

—¿Qué?

Gerogius suelta un suspiro. Pasa sus manos por el rostro antes de responder.

—Muchas cosas cambiaron desde que partiste de Constantinopla —repite. Un nudo se posa en mi estómago cuando lo escucho—. ¿Por dónde empiezo?

—Por el principio.

Las palabras que salen de la boca del nuevo líder de los Tagmata logran que mi cuerpo se estremezca de miedo. El nombre del nuevo emperador de Constantinopla sale varias veces de su boca. La maldad, la tiranía y crueldad de Alejandro están llevando que la bella capital del imperio bizantino a la ruina. 

— La forma de gobernar del emperador ha provocado muchos cambios. Su crueldad ha provocado terribles daños y Alessio no lo pudo aceptar...

—Se fue.

Georguis asintió con su cabeza. 

Sus palabras continuaron; los Otomanos estaban logrando conquistar la ciudad. Su fuerza era descomunal, y con la partida de Alessio, el ejército perdió su fuerza.

El nuevo emperador de Constantinopla buscaba extender su territorio, y su mirada esta en occidente.

—Alejandro busca otra capital, en el caso de que la ciudad fuese invadida por los ejércitos Otomano. 

—Pero, ¿Frankia? —murmuro confundida por el interés de Alejandro en un país tan lejano.

Mi viejo amigo se encoge de hombro.

—Solo sigo órdenes. 

Observó su rostro inconforme. No está feliz de seguir órdenes de un emperador tirano. Además, todo el bienestar de los Tagmata ha caído a sus hombros. ¿Por qué Alessio se iría? ¿Por qué abandonar a sus hombres? Sé que él daba la vida por sus guerreros.

—¿Dónde está? ¿Lo has visto?   

No debí pronunciar su nombre, porque Georgius sabe de quién hablo.

—Lo he visto algunas veces desde que partió. Vive a las afueras de Atenas.   

Debe vivir en la casa de su madre. Era la casa de su infancia.    

—¿Y... cómo está?

Mi viejo amigo gira su rostro para enfocar su mirada en el brillo del mar. Sus ojos se quedan en la bella vista del mar de Kattegat para luego volver a observar mi rostro.

—Está bien —contesta—, pero ha cambiado. No es el mismo de antes. Sé que sufre. Aunque no diga nada, se que le duele estar separado de ti.

Quiero añadir que a mi también me duele estar separada de él, pero mi boca no puede murmurar nada. De tan solo imaginar el dolor de Alessio mis lágrimas están tentadas de salir de mis ojos.

—Me gustaría verlo —murmuró. 

La mano de mi viejo amigo viaja para posarse en mi pierna. Un suave apretón acompaña las siguientes palabras.

—Vuelve conmigo a Constantinopla.

Rio por sus palabras.

—¿Si? ¿Y en donde, querido Georgius? Has perdido tu flota. Estás varado aquí en Noruega.

Él niega con su cabeza.

—El hombre que nos ayudó es constructor de barcos, ¿no es así?  —Georgius espera que asienta con mi cabeza para continuar—. El puede ayudarnos a reparar algunas de nuestras embarcaciones.

—Si tienes el dinero...

—Lo tengo —añade con rapidez. 

—Entonces, él podrá ayudarte. Es un buen constructor de barcos.

Un suspiro de alivio sale de él.

—Ven conmigo.

—No volveré a pisar Constantinopla mientras Alejandro gobierne —añado con rapidez, segura de mis palabras.   

—Podríamos hacer una parada en Atenas. Sé que él estaría encantado de verte. Y se que deseas estar con él. Percibo tu sufrimiento en tu mirada. Eira, ya no queda dulzura en ti.

—Solo melancolía.

Mi viejo amigo asiente con su cabeza mientas me brinda una mirada triste. No es la primera persona que menciona que la melancolía se ha apoderado de mi ser.

—¿Aún lo amas? —pregunta.

—Si —respondo rápidamente. No hay titubeo en mi voz ante esa respuesta—. Lo amo profundamente.

—Ven conmigo. Cuando Floki repare las embarcaciones podremos volver a casa.

Casa...

No contestó; mi mirada se pierde en la profundidad del mar. Mi mente deja de estar presente en Kattegat. Las posibilidades se presentan, y debo tomar una decisión. Mi sueño de volver a ver a Alessio está apunto de cumplirse. ¿Es así como debe ocurrir? ¿Es así como las nornas han tejido los hilos de mis destino?

Preguntas sin respuestas inundan mi cabeza, pero nada importa cuando tengo la oportunidad de volver a ver a Alessio una vez se presente en mi destino.

Sonrió al conocer la respuesta que saldrá de mi boca.

—Iré contigo.










































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Nota de la autora:

No apedreen a mi chica 🙏 Ella aun ama al hombre de su pasado.
Solo puedo decir que la vida de Eira, esta apunto de cambiar. 😱

¿Qué creen que va a pasar? Las leo 👇👇👇💕💕

No se olviden de votar y comentar. Sus comentarios me motivan a escribir.

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