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«Hoy, Mañana y Siempre»

—Y así, el príncipe Jeon Jungkook de Renkler se fue de palacio, dejando una carta donde confesaba su amor por un alfa, quedando en la historia y sirviendo de inspiración a muchas otras personas del lugar. Fin—dijo, cerrando el libro, mirando a su pequeño dormir después de contarle la historia.

Se levantó y salió sin hacer ruido, intentando mantener imperturbable el sueño del menor. Cuando lo consiguió, fue a la sala, donde un hombre de cuerpo robusto, fuerte y simplemente perfecto, estaba de pie en la ventana.

Habían pasado diez años desde que una noche, ambos dejaron Renkler atrás. Habían pasado tiempos difíciles. Al comienzo sobrevivieron con las joyas y dinero que Jungkook se había llevado consigo, así como sus propios ahorros, pero todo escasea y tuvieron que buscar un trabajo, lo cual no les fue algo fácil.

JiMin podía recordar las tantas veces que pelearon y uno de los dos salía de casa para poder pensar y tranquilizarse. Esos instantes que le hacían replantearse si habían hecho lo correcto, si Jungkook había tomado la mejor decisión. Eso que eran momentos críticos que le oprimían y ponían inquieto a su lobo, lo suficiente para hacerlo llorar de angustia hasta que Jungkook aparecía muerto de la preocupación, preguntando si estaba bien y disculpándose por hacerlo sentir mal.

JiMin aprendió que solo de amor no se puede vivir, que es una creencia lo suficiente inocente con la que el mundo te destruirá. Lo supo las noches que ambos ni siquiera tenían fuerza para abrazarse por el cansancio, cuando tenían que soportar a sus jefes por un salario de mierda que apenas les alcanzaba o debían limitarse a lo más básico para no gastar de más. Sin tener a quién, acudir todo era asfixiante. Estaban lejos de casa, muy lejos y solos por su cuenta, viviendo el camino que habían elegido seguir. Sin embargo, JiMin fue feliz. Era feliz.
Ahora todo era mejor, con su propio pequeño negocio y una pequeña familia.

JiMin sonrió e inconscientemente llevó su mano hacia el cuello, rozando su marca hermosa y fresca, reabierta hace solo un día.

Jungkook la había hecho al mes de estar viviendo juntos. Durante el tiempo que ambos estaban en Renkler nunca llegaron más allá de besos. JiMin no sabía si era el miedo de sí mismo y la inseguridad de Jungkook por lo que estaban haciendo, ya que si incluso él fuera omega, tendría problemas de saberse sus encuentros. No obstante, aún después de irse y comenzar nueva vida, como pareja de alfas JiMin tuvo sus reservas, las cuales Jeon respetó. Ambos eran alfas, incluso si JiMin no se sentía como tal, incluso si el lobo de Jungkook no lo veía como uno y reconocía como un omega, y ambos estaban compenetrados y se amaban, la naturaleza era fuerte y JiMin temía que al llegar al punto de la intimidad algo malo sucediera y ambos alfas terminaran enfrentados. O que Jungkook intentara marcarlo y al no ser un omega, terminara muerto.

Eran dudas y miedos persistentes que fueron callados una noche de lluvia entre las paredes de su alcoba mientras Jungkook le susurraba lo bueno, lindo y perfecto que era y lo preparaba con dedos ágiles y certeros, sacándole gemidos y maldiciones, temblores y gritos de placer antes de darle paso a la lujuria y desatar lo contenido. Enterrándose en la aterciopelada y húmeda cavidad de su interior, perfecta y caliente alrededor de la intimidad de su alfa. JungKook jugó con cuidado, todo para ir hasta el fondo con insistencia, buscando el interruptor que puso al rubio a llorar y suplicar con ganas, mientras llegaban al clímax y el nudo de Jeon comenzaba a crecer junto a los caninos que terminaron clavados en la zona entre el cuello y el hombro de JiMin.

Esa noche se unieron en cuerpo y alma, sellando un para siempre.

—Hola —susurró. El hombre de espaldas se giró y sonrió al verlo, dejando un beso en su frente.

—Hola, precioso.

JiMin se sonrojó y dió un suave golpe en el pecho.

—¡Kook! —chilló. El aludido rio alto—. ¿En qué piensas?

—En la vida —respondió, ganándose una mirada profunda y curiosa por parte de JiMin.

—¿Te arrepientes?

Jungkook negó.

—Siempre serás mi mejor decisión, Park JiMin. Tú y nuestro hijo.

Uno que si bien no llegó de la forma convencional, sino durante una gran nevada, temblando de frío en las calles, era de ellos. Ambos lo habían tomado entre sus brazos y dado amor. Un hogar. Un refugio.

—Te amo —susurró JiMin sobre sus labios.

—Yo también te amo —devolvió Jungkook—. Hoy, mañana y siempre.

Fin

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Esta historia fue escrita en septiembre del 2021. Fue uno de los primeros ficcs que escribí, por lo que el mejor no es. Se los dejo aquí con mucho amor.
️.

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