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Capítulo 11

Creo que no puse una foto de Koichi, así que os las dejo por aquí.

Ahora sí, disfruten del capítulo uwu

Escucharon cómo ambos profesores se retiraban, y guardaron silencio hasta que no se escuchó nada. Fue entonces que se quitaron la capa, y vieron como Kirishima estaba llorando. El pelirrojo no podía contenerse, y se quedó sentando, apoyando su espalda en el muro de piedra.

-Era... Era su amigo, ¿por qué les hizo eso?

Los dos chicos se miraron, y abrazaron a Kirishima apretándolo en un abrazo. No dijeron nada, no podían de todas formas. Nadie sabía por qué Yamada los traicionó, no podían entender las acciones de un loco.

Se quedaron así durante un rato, sin decir nada, agazapados aún en la parte exterior del murito, consolando a Eijirou. Pudo pasar media hora, cuando Kirishima logró parar de llorar.

-Tengo... Tengo que matarle. Tengo que hacerlo.

-¿A quién tienes que matar, Eiji?-Mina y Bakugo se acercaban a ellos, sin sorprenderse por verle allí a pesar de saber que su amigo no estaba autorizado a ir allí.

-A Yamada, a Hizashi Yamada.

Ese fue el momento en el que sus amigos estallaron. Sero comenzó a decirle que estaba totalmente loco, que no podía hacer eso porque era lo que ese demente quería. Mina le decía que no fuese estúpido, que lo atraparían pronto, y Bakugo solo se mantenía en silencio.

-Vosotros no lo entendéis. Tenéis a vuestros padres, yo he estado solo por su culpa, por su maldita culpa.

La mirada del pelirrojo era de odio puro, ninguno de los otros chicos pudo detenerle cuando el chico se levantó y se puso la capa de invisibilidad.

Kirishima regresó a Honeydukes, pasando por el sótano y yendo directamente al castillo, escabulléndose por los pasillos para que nadie más le viera.

Llegó a la Sala Común, e ignoró a Kota cuando le saludó. Subió y se tumbó en su cama, no quería ver a nadie. Todos, todos los adultos lo sabían, y nadie había podido decirle la verdad. El mejor amigo de sus padres los había matado, y lo peor de todo era que ni si quiera podía hacer nada para vengarlos.

Yamada había conseguido salir de Azkaban, lo que supuestamente era imposible, y él solo estaba en tercer año de su curso en Hogwarts. No existía la más mínima posibilidad de que pudiese vencerle.

***

Para cuando quiso darse cuenta, estaban en el tren de vuelta a casa por Navidad. Sero y Mina se encargaron de distraerle, porque Kirishima estuvo por quedarse en el castillo, o que a ellos no les parecía razonable.

Llegaron a la estación cuando menos se lo esperaban, y descargaron las cosas. Bajaron del tren entre risas, Kaminari siendo regañado por el pelinegro por teñirle el cabello de amarillo a Mina, hasta que escucharon una fría voz.

-Denki.

El mencionado volvió la cabeza, viendo como sus padres lo miraban con desaprobación. El chico tragó grueso, y se separó de Sero, yendo junto a ellos, sin si quiera despedirse.

-¿Esos son tus tíos Bakugo?-Preguntó Mina.

-Sí, pero es la primera vez que los veo. No sé cómo no acabaron en Azkaban como otros.

-Vamos chicos, será mejor que nos vayamos ya. No queremos hacer esperar a Mitsuki.-Kirishima se sintió incómodo con las miradas que le habían dado los Kaminari, seguramente sabían quién era.

Los cuatro siguieron su camino, y vieron como Touya y Natsuo ya estaban junto a los Bakugo, al igual de Todoroki, TetsuTetsu e Iida. Entre risas subieron al coche, que gracias a un hechizo se agrandaba para que cupiesen todos en él.

Durante el trayecto, estuvieron lanzando bombas de humo, hasta que la madre de Katsuki les regañó y pararon. Eijirou se quedó totalmente dormido y cando se despertó ya estaban en la casa de los Bakugo.

-Subid las maletas y os avisaré cuando esté la cena. Hasta entonces no quiero alborotos.

Todos asintieron y fueron a sus cuartos. En el cuarto del rubio cenizo dormirían también Kirishima y Sero, mientras que con Shoto sus amigos. Ashido era la única que dormía sola, porque usaba el cuarto de Fuyumi, que estaba en Rumanía.

Bakugo les prohibió desordenar sus cosas cuando entraron, y acomodaron los colchones cuando deshicieron las maletas, metiendo las cosas en los cajones del rubio. Después comenzaron una guerra de almohadas, a la que al poco tiempo se sumó la pelirosa porque ya había terminado de organizar sus cosas.

Eijirou se olvidó en ese momento de sus problemas, tirándole un cojín a Sero en la cara, y cayendo al suelo porque su amiga le había empujado con una almohada de plumas, a la que se le salió todo el relleno.

Las risas inundaron la habitación, menos la de Bakugo que se quejaba de que su madre le iba a matar cuando viese eso. Se calmaron tras unos minutos y entre los cuatro recogieron las plumas, que estaban por todas partes.

***

Al día siguiente, por fin era Navidad. Kirishima sonrió cuando olió el olor a galletas al despertarse, y los gritos de Tetsu y Ashido al pelearse seguramente por ellas. Se desperezó cansado, viendo que solo su amigo pelinegro estaba babeando en su colchón, y bajó las escaleras viendo que menos Sero, ya estaban todos despiertos.

-¡Menos mal Eiji! Ya temíamos que tendríamos que haceros a los dos besar el suelo.

-No, no, solo a Sero. Aprovechad que está completamente dormido ahora mismo, no suele dormir tanto.

La chica asintió, y arraztró a Bakugo para ir a despertar a su amigo. Kirishima mientras tanto se sentó junto a Todoroki y TetsuTetsu, y comenzó a abrir un egalo que decía su nombre, viendo que era el jersey de odos los años que Mitsuki hacía.

Se lo puso sobre el pijama, amaba esos jersey, y los guardaba con mucho cariño. El siguiente tenía envoltorio de Pikachu, así que supo inmediatamente quién se lo enviaba.

-A todos nos ha mandado una cosa diferente, y una carta para que la leamos. Básicamente pide que se acaben las vacaciones ya.-El bicolor y el otro chico se rieron un poco, y siguieron abriendo sus regalos.

Al final el paquete de Kaminari era una foto de todos ellos en primer año, haciendo un muñeco de nieve. Estaba enmarcada en un marco de Nimbus, lo que le sacó una sonrisa al pelirrojo. Lo dejó a un lado y siguió abriendo los demás.

Sero le había regalado un manual de quidditch, una continuación que había salido ese mismo año. Mina muchos dulces de Honeydukes y un estuche con dibujitos de lechuza, que revoloteaban en él. De parte de Bakugo, había dos. Un sobre, que al abrirlo tenía muchas fotos de ellos en el castillo, y divirtiéndose, y un paquete que tenía chocolates con forma de snitch.

-¡Bro, también tienes uno de mi parte!-Tetsu le extendió un regalo envuelto en un papel rojo y dorado, como Gryffindor, y que en su interior tenía un tiburón gris de peluche.

-Lo vimos las vacaciones pasadas. Íbamos a mandarlo por tu cumpleaños pero lo perdimos.-Shoto recibió un codazo por parte de su amigo, como señal de que debería callarse.

Se escuchó un grito en la parte de arriba de la casa, y minutos después bajaban Bakugo y Ashido, con Sero empapado de agua detrás de ellos. Se sentaron y el pelinegro también abrió sus regalos. Cuando acabaron, Iida vio que quedaba otro paquete.

-Chicos, aquí hay uno más, y es grande.-Dejó los envoltorios en el sillón, y sacó el regalo de debajo del árbol. Estaba envuelto en un simple papel marrón, pero parecía que lo habían hecho con sumo cuidado.-Pone que es para Kirishima.

-¿En serio? ¿De quién?-El pelirrojo se acercó a su amigo, y entre los dos desenvolvieron el paquete, quedando con la boca abierta al ver qué era lo que allí había.

Una Saeta de fuego. Una bellísima Saeta totalmente nueva, y de Kirishima. Eijirou la sostuvo en sus manos, sin poder reaccionar. ¿Quién podría habérsela regalado? Había, en la punta de la escoba, una pequeña pulsera, cuidadosamente puesta para que no se cayese. Vio que había algo grabado, y cuando lo leyó quedó aún más sorprendido. En la pulsera decía Cornamenta. Cornamenta como en los merodeadores, ¿cómo era eso posible?

Escuchó que los demás se acercaban, y rápidamente quitó la pulsera, guardándola en el bolsillo de su pantalón. Lo investigaría después.

Todos se quedaron encantados con la escoba, y en cuanto desayunaron se pusieron ropa de abrigo y salieron a jugar un partido de quidditch. Pasaron toda la mañana así, turnándose la saeta, y viendo lo veloz que era.

-Ganaremos la copa seguro, ya verás. Nada puede ir más rápido que una Saeta de Fuego. Monoma se morirá de envidia cuando la vea.-Touya estaba emocionado por patearle el trasero a los de Slytherin.

-Tú lo que quieres es ganar la apuesta hermanito.-Le codeó Natsuo divertido.

-¿Qué apuesta?

-Verás inocente Tenya, a principios de curso le aposté a Touya que no le podía pedirle salir al profesor Reiji y que aceptase. Pero el muy maldito lo hizo.

-Pero el profe me dijo que solo saldría conmigo si ganábamos la copa de quidditch este año. Así que tenemos que ganar porque así Reiji habrá perdido.

-No sabía que te fuesen mayores Touya.-Mina le miró sonriendo. Pensaba cotillearlo con Ochako y Tsuyu en cuanto volviese a Hogwarts.

-No es tan mayor, ni si quiera nos saca tanto. Cuanto, ¿siete, ocho años? Jugó profesionalmente quidditch desde los quince, y cuando estábamos en primero él acababa de salir. El año que vosotros entrasteis era su primero como profesor, creo.

-Sí, por la lesión. Le ofrecieron un puesto en el colegio como profesor y él aceptó. Al final se quedó y ahora podemos molestar a Touya con que le gusta su profesor.

Natsuo le revolvió el pelo a su hermano, y ellos fueron los primeros en entrar, seguidos de los más pequeños.

***

-Podríamos hacer una salida a Londres muggle, ¿no? Digo, mañana volvemos a clases, estaría bien poder hacer algo antes de que tengamos clases de nuevo.

-Apoyo a Ashido.-Secundó Iida, sentando junto a la chica en la cama de Todoroki.

-¡Tía Mitsuki, ¿podemos ir a Londres muggle?!-Gritó TetsuTetsu. Todos habían comenzado a llamar a la madre de Bakugo tía, porque ella los consideraba ya parte de la familia.

-¡Pero os quiero de vuelta a la puesta de sol!-Ella les contestó desde la planta baja.

Con la aprobación de la mujer, se pusieron ropa de salir y se aparecieron en el Callejón Diagón, corriendo hasta uno de los muros que daba a la parte muggle de la ciudad. Sero sacó su varita y dio unos golpecitos. Inmediatamente el muro se separó y salieron a la calle.

-Esto es genial...-Dijeron TetsuTetsu e Iida. Ellos nunca habían estado en tiendas muggle, así que Sero y Kirishima les guiaron por todas partes, viendo la inmensa ciudad. Recorrieron la mayor parte de ella, y les mostraron algunos monumentos. Gracias a que Todoroki había llevado su cámara de fotos, pudieron hacerse fotos por muchos sitios.

-Vayamos al Covent Garden.-Propuso Eijirou, y les dijo que era un sitio con cafeterías y tiendas. De camino, escucharon que alguien les llamaba. Se dieron la vuelta y vieron a algunos compañeros más del colegio, en concreto a Jirou, Nicky, Tsuki y Momo. El chico llevaba un montón de bolsas, y parecía estar muy cansado.

-Hola chicos, ¿qué hay?-Yaoyorozu fue la primera en saludarles, con Kyoka a su lado.

-Bien, sólo paseábamos, ¿y vosotras?

-Estábamos volviendo de una tienda de música cuando nos encontramos a estos dos, y nos hemos juntado.-La pelimorada señaló detrás suya, donde la peliazul cogía algunas bolsas y se acercaba a ellos tomando la mano de Nicky.

-¿Y si ya que estamos vamos a tomar algo a una cafetería?-Propuso Iida acomodándose las gafas.

-¡Sí por favor, necesito descansar!-Nicolas decidió saltar, desesperado.-Llevo toda la mañana cargando bolsas, estoy molido.

-¿Te recuerdo quien quería cargarlas porque decía que se vería masculino?-Tsuki le miró con el ceño fruncido, y de brazos cruzados.

-Es que...No pensé que sería tan cansado bebé.

-Ahora no me vengas con bebé.-Se acomodó su bolso y comenzó a caminar, seguida de las otras chicas. Los chicos consolaron un poco a Nicky antes de seguirlas.

Eijirou iba algo apartado de ellos, porque no sabía qué decir en esos casos.

-¿Tampoco entiendes los problemas de pareja Mierdishima?-Katsuki se puso a su lado, con las manos en los bolsillos de su abrigo.

-La verdad es que no...

-Oye, hagamos algo.-El pelirrojo le miró sin entender, y el cenizo rodó los ojos. Le agarró el brazo y dejó que todos pasasen, para ir por otro camino al que iban los demás.

-¿Blasty? ¿A dónde vamos?

-No quiero pasarme la tarde en una cafetería estúpida. Quiero ir a ver algo interesante, y vas a acompañarme pelos de mierda.

El pelirrojo suspiró, cuando a su amigo se le ocurría cualquier cosa sabía que la llevaría a cabo.

Fueron hacia la tienda de música antigua, y se quedaron allí durante un largo rato. Ambos miraron muchos discos antiguos, tomando algunos para comprarlos y llevárselos a casa. Kirishima por ejemplo tomó un disco de la banda Queen, a la que escuchaba de vez en cuando, y que le parecía genial. Mientras, Bakugo encontró a una cantante del mundo mágico, Celestina Warbeck, y tomó ese junto a otro de los Rolling Stones.

-¿A dónde vamos ahora Blasty?-Le preguntó Eijirou al salir de la tienda. El rubio le miró y lo pensó un momento antes de contestar.

-Vamos al Round Pond. La vieja me dijo que siempre iba allí con mi tía cuando eran niñas.

-¿En serio?

-Sí. Sus padres las llevaban allí cuando estaban en Londres muggle, les gustaban este tipo de cosas aunque fuesen sangre limpia. La verdad es que según mi madre, su hermana cambió cuando conoció a Kaminari Shu. Desde entonces odió a las personas del mundo no-mágico, y dejó de ir con mi madre allí.

Caminaron en silencio hasta llegar al lago, y se sentaron en la hierba viendo a algunos cisnes nadar en él, mientras unos niños les daban trocitos de pan. No cruzaban palabra, pero tampoco les hacía falta.

Kirishima miró a su amigo, que tenía una expresión relajada que pocas veces podía ver, y sonrió. Era muy cómodo estar así, el tiempo parecía detenerse y podía descansar de todo lo que estaba pasando: Yamada, los dementores... Todo desapareció de su mente en ese rato que estuvieron en aquel lugar.

-Deberíamos volver Mierdishima. Se hace tarde y los demás habrán vuelto ya.-Sintió un golpe suave en su brazo, y al abrir los ojos vio a Bakugo levantándose del suelo.

Se sacudieron la hierba que tenían en la ropa, Y comenzaron a caminar hasta que llegaron a una de las entradas del Callejón Diagón. Entraron en él y fueron directamente hacia la misma chimenea por la que habían llegado, transportándose a la casa del rubio.

-¡Vieja, hemos llegado!-Bakugo le gritó a su madre, y la mujer salió del salón yendo hacia ellos.

-¿Y los demás? Pensé que iríais juntos Katsuki, no podéis separaros si vais en grupo.

-Ellos iban a merendar a una estúpida cafetería, yo quería ir al lago y a comprar discos de música.

-¿Habéis ido a Round Pond? ¿Por qué?

-Porque nunca vamos y siempre me habas de él.-Lo dijo de manera tranquila, mientras comenzaba a subir las escaleras hacia su cuarto. Kirishima escuchó a Mitsuki suspirar, mientras seguía a su amigo.

Ambos entraron al cuarto del rubio, Tumbándose sobre la cama de Bakugo, y quedándose en silencio, hasta que poco después Sero entró en la habitación, mientras tomaba un chocolate caliente, seguramente de la tienda muggle.

-Qué suerte que estáis aquí, Yaomomo e Iida estaban desesperados por encontraros. Al final habíamos optado por daros por perdidos y volver para que la tía Mitsuki no nos regañase. Deberíais decirle a los demás.-Habló mientras se tumbaba en el colchón en el que dormía.

-Paso, ya se lo dirá la vieja.-El mayor simplemente se quedó tumbado de lado en la cama, y cerró los ojos.

Kirishima suspiró, sabiendo ya que su amigo de ahí no iba a moverse ni aunque hubiese un apocalipsis zombi. Se bajó a su colchón, y le estuvo comentando a Sero lo que había hecho con Katsuki cuando se habían alejado de ellos.

Mientras, la Saeta de Fuego del destinatario misterioso, seguía en un lado de la habitación, esperando.

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