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« ¿Quién es usted impostor? Se escucha en la madrugada... » El error - Ntvg
Era un hecho: La ciencia es el milagro. Para Kim Seokjin aquella mañana fue una sorpresa encontrar que las réplicas de veintidós muestras celulares habían obtenido su división sin sufrir daños en la cadena génica.
–Por Dios, Kim, sos un genio –alabó su colega Jung Hoseok, palmeándole la espalda luego de corroborar por sí mismo lo que Seokjin había comentado–. Min Yoongi podría besarte el culo cuando le contés.
–Callate –sonrió Seokjin, todavía conmocionado por su obra.
Las investigaciones sobre selenio tenían razón en suponer que con este elemento retrasarían el envejecimiento celular, pero no contaron con que si a ello le agregan cobre, inyectado de una dosis alterada de ácidos alfa hidroxis podrían erradicar la progresión y estabilizar la célula para que se regenere constantemente en lugar de ir reduciéndose.
–Lo hiciste, ¡felicidades! –su colega aplaudió, maravillado–. ¡Lograste la vida eterna! Al menos, de los clones que produzcamos pronto.
–Sí –esta mención causó que la algarabía reciente se marchite–. Sí, es... esto es bueno.
–¿Bueno? ¿Solo bueno? Estás a un paso de obtener la vida eterna. Pensalo de esta manera, si es posible reemplazar tejido en humanos con organismos artificiales, ¿cuánto se tardará en pedir que transfieran de estas células genéticamente modificadas a individuos con padecimientos degenerativos o...? ¡Es más de lo que cualquiera podría haber imaginado posible!
–Tenés razón –suspiró Seokjin, volviendo a enfocarse en las palabras de su colega–. Esto es más que bueno, llamaré a Min Yoongi enseguida.
Pero no tuvo que hacerlo cuando este entró como tromba y lo ubicó con la mirada desorbitada. Parecía encandilado por el horror y Seokjin tuvo un mal presentimiento escalando por su cintura.
–Lo perdí –dijo.
Y ninguno de los dos respondió a las preguntas de Jung Hoseok cuando corrieron fuera del laboratorio.
+
–¿Qué ocurre?
Jimin había rondado la idea de que estaba ante un impostor. Y el hecho de que pensara algo así en principio fue irrisorio, pero luego se tornó aterrador. Por esto, tuvo que recabar en su cabeza las pistas que se clavaron en su pecho doliéndose tenues hasta que un evento en particular las expuso y las dejó sangrar su inquietud.
–Creo que fue algo que comí –le contestó a ¿Seokjin?
El otro asintió, volviendo a ver la pantalla. Tenía las piernas recogidas en el sillón y las abrazaba mientras veía con asquerosa fascinación un programa de moda. Ni siquiera cuando dieron las once, que era tiempo del debate científico del canal 23, cambió el programa. Incluso, hacía observaciones sobre cómo le hubiera gustado vestir en tal situación.
No era pensar demasiado para intuir que algo no era correcto en la escena. Seokjin disfruta de compras con él, y tiene un estilo simple, pero elegante. Lo que no disfruta es la programación basura, como él llama a estos shows donde los cambios de imágenes, las decoraciones, las citas, los escándalos, muestran la vida casi como caricaturas. A él, como a Jimin, le divierte más una película, un documental de supervivencia, la serie policial más comentada o el deporte.
Pero no fue esta elección de programa lo que hizo que Jimin por fin deba reconocer que no estaba todo en orden como pretendía. Sino la inocente respuesta de Seokjin ante la pregunta:
–¿Verás a tus padres en Navidad?
Este lo había vuelto a ver, todavía revolviendo la espesa salsa, y asentido.
–Claro, sería agradable estar con ellos –Ante el mutismo de Jimin, le sonrió–. ¿Vendrás conmigo?
–Por supuesto –dijo, con una piedra aplastándole el corazón–. ¿Puedo saber por qué este interés en visitarlos?
–Son mis padres, ¿no? Mamá y Papá querrán verme y yo a ellos, hay mucho que contar –y luego continuó cocinando.
Jimin se obligó a no correr al cuarto, pero cuando llegó a la habitación se desplomó en el suelo. La madre de Seokjin vivía en un retiro de ancianos, con la compañía constante de una enfermera dada la condición que la aisló de sus recuerdos desde hace años. El padre de Seokjin, en cambio, murió cuando este era un adolescente. Nunca iba a verlos. Y Jimin insistía cada año porque, aunque sabía que el dolor era personal y las formas de convivir con ello variadas, todavía sentía que le haría bien a Seokjin estar con ellos, con sus memorias felices.
Si Seokjin trabajaba tanto, no era solo porque fuese workaholic. Cuando Jimin lo conoció apenas podía sostener una charla sin tener periodos de silencio en que sus pensamientos viajaban lejos, hasta su ciudad natal. Y sí, era un obsesivo con la ciencia, y era tan patético para coquetear, pero Jimin lo tomó con todo esto y lo abrazó para siempre. Ese siempre mudo con que lo soporta entusiasmado hablando de algún hecho de ciencia aburridísimo; un siempre que le condiciona a perdonarlo cuando lo deja plantado, cuando pospone sus planes. Una promesa que no dijo con todas las palabras, pero que se concretó con el proyecto de convivencia y cuando lo llevó a conocer a su suegra y la tumba de su suegro, y posterior fueron a los padres Park, que lo recibieron encantados.
Un golpe en la puerta lo empujó al frente, quedando de rodillas mientras aplastaba las manos en su boca para no chillar. Y no tuvo fuerzas para buscar excusas: este no era Kim Seokjin. Y la sola aceptación del suceso lo despojó de valentía, pero no por mucho. Tenía que averiguar qué estaba ocurriendo. Así que salió y fingió una velada feliz.
+
El cuarto estaba impecable, tal cual si nadie hubiese vivido allí. Pero tanto Seokjin como Min Yoongi sabían que este había sido el hogar de sus secretos.
–Me mentiste –reprochó sin aliento Yoongi.
–Y vos a mí, ¿no que no abusarías de ello?
–No es momento –concordaron al fin, adentrándose en el cuarto para buscar cualquier pista.
No les sorprendió no encontrar nada.
–Han planeado esto desde hace tiempo –aceptó Seokjin, buscando contener el miedo que se alojó en su estómago.
–¿Sabés dónde puede estar tu sujeto?
La manera en que Yoongi lo nombró fue chistosa, tal cual si Seokjin tuviera dominio alguno sobre el otro. Sin embargo, bastaba ver la evidencia ante ellos de que ni él ni Yoongi tenían control sobre los sujetos en cuestión.
Pero aun así, él, a diferencia de su jefe, sí podía responder la pregunta. Tenía que salir de allí de inmediato. Solo que, cuando decidió moverse, notó por rabillo de ojo un movimiento. Y supo que había sido una trampa.
+
Jimin se desveló. Incapaz de conciliar el sueño junto a esta copia de Seokjin, caminó hasta el salón. No quería que el pánico lo devorase, porque, siendo justo, este sujeto en su cuarto no había intentado lastimarlo. Pero le estremeció, no sin cierta repulsión, entender que había intimado con él. Y aunque en su defensa estaba no ser enterado de que no era el verdadero Kim Seokjin, no dejaba de asquearle la verdad.
Y de herirlo.
¿Acaso tan poco lo amaba Seokjin? ¿Tan asfixiado se sentía de la relación como para enviar un doble a que lo sustituya? Y sin otra respuesta que sí, que, en efecto, Seokjin lo tenía en tan poca estima como para engañarlo así, aún se esmeraba en confiar en este. En el hombre que conoció una vez en un bar y que bromeó sobre genotipos y que pretendió que era atractivo hablar como un cerebrito. Ese Seokjin ridículo, ingenioso, solidario, divertido, guapo, molesto, y tantos más defectos y virtudes, era el hombre del que se enamoró. Merecía, a su ver, una oportunidad para explicarse.
¿Merecía una oportunidad?
+
Le ardía el labio cuando el clon le abofeteó. Aunque el costado de su cara, donde recibió el golpe que lo dejó inconsciente, era peor. Pero no era urgente la atención médica en su rostro, sino en la destrozada piel de sus muñecas. Las bridas de plástico se aferraban a su carne hasta que movimiento alguno la resentía. Solo que no podía detenerse. No cuando veía el charco de sangre junto a la cabeza de Min Yoongi reptar por las baldosas blancas.
–Es inútil –le habló el clon, con la voz idéntica a su jefe.
Y aunque era ridículo resaltar ese hecho, no tanto cuando veía como éste se arreglaba para salir mientras él, de pie, había sido reducido y atado a la reja de la única ventana en el cuarto. Fue el factor sorpresa lo que favoreció la lucha para el clon, supo Seokjin, una vez en despertó y halló esta escena. Min Yoongi tirado en el suelo y el clon de este requisando sus bolsillos.
–¿Pensás dejarme acá?
–Mucho mejor que eso.
La simple respuesta era exasperante. Seokjin tenía que pensar cómo liberarse, impedir que el clon de Yoongi los abandone allí. Para cuando los encontrasen, podría ser tarde para su jefe.
–Entiendo que estés enfadado, pero podemos arreglarlo.
–¿Y qué hay que arreglar, señor? –Se mofó el clon, sonriendo con diversión–. ¿No es esa nuestra tarea? Vamos, sujeto uno, haz esto. Sujeto dos –ahora sí miró con intención a Seokjin–, haz aquello.
–No es justo...
–No lo es, en eso podemos estar de acuerdo, señor –revisando el teléfono, el clon asintió–, pero eso lo supieron desde el principio. Con mi compañero tardamos en entenderlo, es cierto, aunque cuando dimos con ello ya no pudimos cambiarlo.
–¿Cambiar qué? No hay nada que cambiar –espetó, ya sin contener el miedo y el enojo.
–Eso me dijo mi compañero –la manera en que el clon se refería al sujeto dos, al clon de Seokjin, era afectuosa–. Y me ocupé de hacerle entender que eso era mentira. Podemos hacerlo, podemos dar vuelta la situación y ¿sabe qué, señor? –no esperaba respuesta– no habrá nadie para detenernos.
Y volvió a tomar el pesado microscopio con que lo golpeó la primera vez. Lo balanceó en sus manos, antes de mirarlo a la cara con una sonrisa de disculpa.
–Esperá no...
–Nunca debió involucrarse con Min Yoongi –dijo el clon, y fue escalofriante dado que portaba su exacto rostro–. Usted... yo creí que usted era mejor que él, aunque me equivoqué.
Dejando de lado la razón que este tenía, Seokjin vio la rabia escondida en los ojos del sujeto.
–Nos encontrarán –se empeñó en decir–. No estamos solos en el edificio.
–¿Se refiere al señor Jung? De él me ocupe antes de ustedes –y Seokjin, viendo la sangre en el microscopio, esperó que no fuera tarde para su otro colega–. Ahora, solo me falta la confirmación de mi compañero para proceder.
–¿Nos matarán? ¿Y luego qué?
–Seremos libres.
Nota:
Lo malo de escribir un os larguísimo, es que después no sé dónde cortarlo jaja
Pero he de decir que el siguiente es el final y resta un "epílogo" que los subiré mañana o pasado, dependiendo de que si pongo al día con las grabaciones de clases atrasadas.
Deja un amén para quien no se sabe organizar.
No desperdicien la canción del multimedia, le queda a esta historietita, la verda'.
Quejas:
:)
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