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La salida se arruinó por una llamada inoportuna de Min Yoongi, que al parecer encontró una anomalía en no sabe qué y no le importa, pero Jimin tendrá que resignar el sello de barra libre del club y volver con Seokjin a su departamento. Tanto esmero en arreglar su apariencia para reconquistar a su amado que no hizo sino empujarlo contra el auto y besarlo sin piedad alguna, dejándolo mareado, caliente y contento. Una actuación de ese tipo era más del estilo de Seokjin, aunque no reprocharía el trato dulce con que lo recibió las últimas veces, convino Jimin, quien seguía dándole vueltas a algo que no podría explicar, pero que le llamaba la atención con alarmas molestas.

–Creo que odio a tu jefe –murmuró, sintiendo las mejillas enfriarse cuando bajó la ventanilla. Habían estado casi una hora en el club y tomado ya bastante como para que esté achispado, pero dado el desenlace de la noche se inclinó más por la irritabilidad que por instintos cachondos.

Al diablo el beso prometedor, todo fue un fiasco desde que irrumpió en su cita el fastidioso jefe. ¿Acaso no tenía vida? Mascullaba, no interesado en respetar al colega y superior de su pareja. Pero es que, en serio, ¿quién carajo está trabajando un sábado por la noche en un aburridísimo –no tiene dudas sobre eso– proyecto científico? Solo quien no cuenta con un amante, concluyó.

–Esa debería ser mi línea, Chim.

–Pues te la regalo.

Seokjin estacionó el coche, bajando del mismo antes de que Jimin decida descruzar los brazos y bajar con él. Adiós a la caballerosidad, refunfuñó y lo alcanzó en la entrada. Le palmeó la espalda para indicarle que abra, sonriendo nimio cuando vio la preocupada expresión.

–Siento arruinarlo, estábamos divirtiéndonos –suspiró Seokjin, subiendo al ascensor.

–Tendrás que compensarlo –trató de sonar apaciguado, pero cuando vio la mueca de su novio por el reflejo de las puertas supo que no lo consiguió.

En el departamento, Jimin remoloneó hasta que decidió acostarse. Vería algún programa de interés, como ese de cocina de actores y celebridades, y esperaría a que Seokjin se le una. Solo que no previó que el subidón del alcohol, alimentado por el mal humor, una vez en reposo le enviara a un sueño pesado apenas interrumpido por una boca que...

–Oh, sí –suspiró, abriendo más las piernas a la exploración de Seokjin.

–¿Te gusta esto, eh? –se mofó Seokjin, lamiendo tras sus bolas y bordeando su entrada antes de regresar arriba y tragarlo hasta que se endureció en su boca.

Jimin no ofreció otra respuesta que sus manos enredadas en los cabellos de Seokjin, deteniéndolo allí mientras sentía a su novio tragar a su alrededor, respirando caliente en su ingle dado el sofoco. ¿Qué si le gustaba? Por favor, Jimin no pudo pensar en nada mejor que sentir la lengua de Seokjin moverse mientras, una vez le permitió respirar, lamía el líquido seminal que chorreó por la atención.

Pero supo que fue mucha indulgencia de parte de su novio el no responder cuando un mordisco duro en el hueso de su cadera lo hizo gimotear y removerse.

–¡Ay!

–Contestá –demandó Seokjin–. ¿Cómo querés llevar esto?

–Vos, quiero... –conjurando fuerzas y aire, Jimin se enderezó mientras veía a Seokjin arrodillarse ante él, totalmente desnudo–. Te quiero tener.

–Bien, pues mové ese dulce traserito y hacete cargo –sí, podía conceder, pero Seokjin no soltaba jamás el control, incluso cuando Jimin llevaba varios minutos taladrando su cuerpo–. Más, Chim, más.

–Un placer –sonrió Jimin, besando la nuca de Seokjin, persiguiendo los lunares de su espalda con la lengua, a la par que sus embestidas perdían coordinación porque la estrechez de Seokjin latía avisando lo cerca que estaba este de acabar–. Hacelo, venite conmigo abriéndote así.

–Ghns –cree Jimin que dijo Seokjin, pero su propio orgasmo lo aturdió y empujó tan rudo como pudo antes de vaciarse en el culo que golosamente lo apretaba–. Te amo, pero pesas y quiero recuperar mi ritmo cardiorrespiratorio normal.

–Cerebrito –se retiró, haciendo una mueca ante el chasqueo húmedo y la filtración de su semen–. Uh, dejá que voy por algo para...

–Ya voy yo –dijo Seokjin y Jimin lo vio marcharse, obteniendo un vistazo de su estropicio escurriendo entre los muslos de Seokjin y admirando que el orgasmo teñía de rosado las mejillas del hombre, volviéndolo más atractivo si es que era posible.

–Me gusta cuidarte –protestó, pero permitió que Seokjin lo limpie y cuando desechó la toalla humedecida, lo llamó para acurrucarse–. Estos días me dejaste hacerlo, consentirte un poco, para variar.

Seokjin se tensó. Y cuando Jimin buscó abrazarlo, lo apartó. Cualquier brillo y calor en la mirada de su pareja se diluyó dejando un semblante ceniciento.

-Ey, ¿qué...? –Y fue cuando vio la bandita en el dedo índice–. ¿Qué ocurrió?

–Hay una placa de observación –contó Seokjin, sin darle importancia y recostándose aun sin buscar contacto–. Suele atascarse y para abrirlo debés empujar la tapa. El borde es filoso, pero estoy bien.

No dejaba de ser un corte importante, pero Jimin se tragó las palabras y se acurrucó a un costado de Seokjin. Le tomó la mano, revisando la herida por debajo de la bandita e hizo una mueca. Besó los nudillos, sintiendo a Seokjin suspirar y comenzar a relajarse. Y aunque el cambio de ánimo abrupto le preocupó, procuró quedarse dormido. Lo consiguió cuando, en sueños ya, Seokjin lo buscó para cobijarse.

+

Al despertar, Jimin estaba solo en la cama. No era, como bien acostumbraba Seokjin, madrugador. Así que desperezándose buscó el reloj para ver que eran las cinco de la mañana. Y esto sí era raro porque al menos hasta las seis y cuarto Seokjin se permitía el sueño.

–¿Amor? –llamó, carraspeando cuando su voz falló–. ¿Seokjin?

No obtuvo respuesta, por lo que se dejó caer en las almohadas. Fue la cama fría en donde antes estuvo su pareja lo que le dijo que llevaba rato levantado. Un picor doloroso le creció en el pecho, porque odiaba que el trabajo le robase a su pareja. Y, para vago consuelo, recordó los últimos días con Seokjin.







Nota:

No importa cuándo leas esto, pero necesito vacaciones.

2/2

Quejas:

:)


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