​Los ojos de Zen parpadearon intentando acostumbrarse a la luz que lo rodeaba, su cabeza dió una dolorosa punzada y levantó su espalda de la cama, quedando sentado en el cómodo colchón. Sus recuerdos eran borrosos y no podía recordar cómo era que había llegado a la cama. Sus ojos se comenzaron a cerrar de nuevo, cansados. Pero los recuerdos de la noche anterior llegaron tan de repente, que sintió como si una ola lo hubiese tomado desprevenido.

¡Estaba en la habitación de Shirayuki!

Ahora todo estaba claro en su mente. Anoche, después de haber llegado sumamente cansado del castillo Wistal, había tenido la necesidad de ir a ver a su amada pelirroja, pero al llegar a su dormitorio la encontró dormida y verla dormir era tan placentero, que se quedó dormido en la misma cama que la jóven, observándola con los orbes azules llenos de amor.

En un segundo su cara se puso completamente roja, casi tan roja como el color del cabello de su amada, y es que su vergüenza no estaba injustificada, había dormido con su futura prometida (sí, iba a pedirle que se casará con él, aunque no supiera como ni cuándo). Sin embargo, tal vez el hecho de que él hubiese invadido su espacio y su cama, tendría una grave consecuencia.

Aún nervioso decidió que era hora de abandonar esa habitación. Cansado y preocupado, se levantó de la cama y se dirigió a sus aposentos temporales, lamentablemente, corrió con mala suerte. En su camino se encontró a Obi, que le dirigió una mirada burlesca.

—Amo—comentó el castaño—parece que durmió muy bien.

El príncipe lo miró molesto y eso bastó para que el joven de ojos rasgados se riera. ¡En su cara!

Zen siguió caminando, ignorando las risas exageradas de aquel que se hacía llamar su subordinado.

A partir de eso, se encontró con Mitsuhide y Kiki, que también se rieron de él.

¿Es que cada vez que le pasaba algo malo tenian que burlarse de él? Insensibles.

Lo peor fue cuándo busco a Shirayuki para hablar con ella y decirle que su compromiso con la princesa Aleida había sido cancelado, sin embargo no la encontró.

Para el final del día Zen estaba ansioso y desdesperado, porqué partiría de Lyrias en unos minutos y aún no había podido hablar con Shirayuki. De nuevo sintió una dolorosa punzada, aunque ahora fue en el corazón. Su mirada se dirigió hasta la entrada del castillo, esperando inútilmente ver a Shirayuki. Se dió la vuelta, para montar al caballo y comenzar su viaje de vuelta a Wistal.

—¡Zen!

Nuevo capítulo. Espero que les guste <3

Gracias por leer esto, quién quiera que seas.

Annie.~✨