Cuando Shirayuki despertó, no creyó que sería de esa manera. El suave colchón se hundía bajo su peso, las sábanas eran de algodón y tenían un lindo perfume a flores, pero algo en la cama no se sentía bien. Algo o mejor dicho, alguien, estaba detrás de ella y podía sentir el calor que irradiaba el cuerpo de la persona que invadía su cama.

Su mente adormilada le decía que debería dejar de preocuparse y su sentido común que saltara de la cama y le diera una bofetada a aquel que había sido capaz de recostarse con ella.

Después de unos minutos en los que pensó que debería hacer, decidió que primero se daría vuelta y vería quien era el extraño invasor.

Un tembloroso suspiro salió de su boca y se humedeció los labios resecos con la lengua.

Giró su cuerpo lentamente y su mente se preparó para saltar y golpear a la persona que se hayaba a su lado si éste era un desconocido.

Sin embargo, lo que vió la dejo sin respiración, sus ojos se abrieron y sintió que podría morir ahí mismo porque había visto lo más hermoso que jamás vería.

Era Zen el que invadía su espacio. Y se alegró tanto de que lo hiciera.

Su blanco cabello estaba desordenado y le caía por la frente tapándole los ojos, la boca estaba semiabierta y su respiración era lenta y pausada. Los brazos estaban pegados a su torso y las manos cerca de su corazón. Shirayuki imaginó a sus hermosos orbes azules mirándola y a sus labios diciéndole las palabras que más ansiaba escuchar. Su corazón dió una punzada dolorosa y su estómago se revolvió, si tan sólo él le hubiese dicho que la amaba. Incapaz de dejar de ver esa hermosa imagen, siguió contemplándolo hasta que su corazón rebosaba de amor y la frase "te amo tanto" quiso salir por su boca una vez más. Sin embargo, se detuvo y se levantó del cómodo colchón tratando de hacer el menor ruido posible. Se dirigió al baño y tomo una ducha para despejar su mente.

Cuando salió del baño con su uniforme y su cabello húmedo, Zen seguía durmiendo y ahora ocupaba toda la cama. Los labios de la pelirroja se estiraron para formar una sonrisa cansada. Lo había esperado por mucho tiempo, habían soportado verlo con una princesita arrogante y aún así su mente le decía que era suficiente, no podía seguir esperando más por ese apuesto joven. Ella le había dado su corazón desde el momento en que lo conoció y él una promesa. Lo amaba con todo su corazón, y sin embargo algo dentro de ella de decía que terminaría herida.

He aquí el capítulo. He recobrado la inspiración para continuar con ésta historia. Espero que disfruten el capítulo <3.

Gracias por leer esto, quién quiera que seas.

~Annie. ✨