05
Pov Jimin
Veía luces pasar apenas abría los ojos. Voces juntas y desordenadas preguntándome si me sentía bien o mal, sólo me hacían doler más la cabeza con tantas preguntas.
Desperté de repente en una habitación blanca. Me sentía mal. Mi estómago dolía, ardía. Intenté levantarme para sentarme, pero una mano en mi hombro me detuvo.
— Cálmate, muchacho. Sólo es una herida superficial, no dañó ningún órgano ¿Cómo te sientes? — Preguntó un hombre que tenía la vista puesta en unos papeles. Vestía una bata blanca y en su pecho tenía una pequeña credencial con su apellido.
— Me arde un poco el estómago y me duele la cabeza. — Contesté volviendo a recostarme cansado.
— ¿Tienes padres, muchacho? Aún eres menor de edad y alguien tiene que responsabilizarse. Sobre todo si estás tomando antidepresivos. — Niego con la cabeza. — De acuerdo. Hay dos chicos que te esperan en la sala. Uno dice ser tu novio y otro tu mejor amigo ¿A quién dejo pasar primero?
Un momento ¿Antidepresivos? Maldito Yoongi, los ha estado metiendo en mi comida.
— Mi amigo. — No quería ver al loco psicópata de Yoongi.
Casi en un parpadeo tuve a Hoseok preocupado sentado a un lado de mi cama tomando mi mano. Sonreí y le vi con cariño. Sentía paz.
— Jimin. Yoongi está preocupado. Quiere verte. — Se me erizó la piel al escucharlo hablar con tanta naturalidad sobre aquel chico. — ¿Por qué te pusiste así como loco? — Preguntó pareciendo saber la respuesta, quizás quería escuchar la verdad de mis labios, y claro que se la diría, porque no me callaría sobre el asesinato de mis padres.
— Fue culpa de Yoongi. Él mató a mis padres. — Casi soltó un chillido pero suspiró con desánimo bajando la cabeza viendo el agarre de su mano con la mía. — ¿Qué sucede? — Pregunto buscando su mirada.
— Jimin ¿En serio estás bien? — Parecía obviar lo que acababa de decir. — Yoongi se ha estado preocupando por ti desde que están juntos. Te ama y quiere lo mejor para ti. Ha estado luchando contra tu depresión e inventas algo como eso. No quiero que te sientas mal, pero tienes que ver la realidad.
¿Depresión? ¿De qué carajos me estaba hablando?
— ¿Qué clase de basura te ha estado diciendo ese imbécil? — No podía creer que le habían lavado mi cerebro a mi único y mejor amigo. — Esto es increíble ¿Sabes que me ha estado persiguiendo desde hace dos años? Desde mis quince años me acosa ¡Está demente! ¡Por su culpa no tengo familia! — Grité sentándome. Chillé de dolor abrazando mi abdomen con mis ojos llorosos. — Joder. Definitivamente estoy sólo.
— Jimin, no estás sólo. Lo tienes a él. Que es tu novio y te ama. No puedes menospreciarlo de esa forma. Ya deberías superar que tus padres te abandonaron ¿No lo crees? — Regañó cruzándose de brazos y levantándose de la silla.
— Es tan fácil hablar así cuando no sabes en realidad que Yoongi está loco. — Musité bajando la cabeza.
Hoseok suspiró y se encaminó a la puerta. — Llamaré a Yoongi. Está esperando.
Mi cuerpo quería recibir a Yoongi en busca del abrazo cálido que siempre solía darme, pero mi mente se negaba a esa realidad.
Pasé mi mano por mi cabello con frustración e inflé mis cachetes soltando un suspiro agotador. Volteé la mirada a la puerta esperando a que ese demente entrara pero tardó demasiado.
Me levanté de la cama caminando entre pequeños quejidos al baño y me vi al espejo. Me veía deplorable. Pálido y con ojeras. Nunca antes mi rostro se había visto tan terrible. Acaricié mis mejillas ladeando mi cabeza de lado a lado sin perderme de vista. En mi cuello aún se conservaban marcas dejadas por Yoongi. Que desagradable.
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Estaba en la mesa comiendo en silencio con Yoongi al frente de mí viéndome como si fuera una pintura sin forma alguna, como si yo fuera interesante. Me disgustó su sonrisa y mirada fija, pero no dije nada, solo seguí comiendo comiendo sin ganas las pocas sobras en el plato con los palillos.
— ¿Hasta cuándo piensas verme? Pareces un idiota viéndome así. — Pregunté limpiando mis dientes con mi lengua resonando un chasquido en medio del silencio. Al no recibir respuesta dejé los palillos sobre el plato y subí la mirada. — Yoongi. Ya deja de verme, es incómodo.
Me levanté tomando el plato de plástico rechinando la silla en el piso al hacerla para atrás. Me sobre salté, parecía como si pasaran las uñas sobre una pizarra de tiza. Alcé una ceja al sentir un jalón en mi antebrazo. Me detuve y me volteé hacia él. Iba a golpearlo, estaba molesto por su maldita actitud obsesiva. Desde temprano no me había dicho ni una sola palabra.
Cayó el plato con las sobras al suelo, mis manos temblaron al pensar lo peor, Yoongi odiaba limpiar, siempre lo repetía mientras se dedicaba a limpiar alguna parte de la casa.
Sujetó mis muñecas. Empujó su boca contra la mía, devorando mis labios. Me hizo retroceder con rumbo a la pared del comedor sin separarse ni un segundo. Chasquidos se formaban en medio del húmedo beso en el que mi cuerpo cedía de manera traicionera. Fruncí el ceño intentando morder sus labios pero era inútil, tenía todo el control sobre la situación.
Solté un gruñido cuando mis omóplatos chocaron en la pared con fuerza. Me asfixiaba el peso de su cuerpo haciendo presión contra el mío. Era un enfermo. Buscaba friccionar descaradamente contra mí su sexo, podía sentir su miembro duro bajo su ropa. Solté un jadeo inevitable cuando se separó del beso. No perdimos la vista de los labios del otro por culpa de un hilo de saliva que los unía. Se desvaneció en cuestión de segundos.
Mordí mi labio inferior apretando con fuerza el cabello de su nuca mientras sus dientes buscaban desesperadamente arrancarme la piel. No era tan literal, parecía ser así pero luego de jalar lentamente volvía a chupar con hambre ¿Qué clase de sabor tenía mi cuerpo para que se comportara como una bestia?
Chillé cerrando los ojos. Quería golpearlo en el maldito rostro, pero mi cuerpo no hacía caso a todo lo que pensaba.
— Suéltame. Detente. — Pedí cuando una de sus manos pasó a acariciar la dureza debajo de mis pantalones holgados. Mis manos se aferraron a sus hombros con fuerza y clavé mis uñas intentando dañarlo. Parecía tener el efecto contrario a lo que intentaba hacer, porque solo gruñó en respuesta sin expresar alguna molestia.
— Pides que te suelte pero tus manos no sueltan mi cuerpo ¿No es ilógico lo que intentas decir? — Hice caso omiso a sus palabras. Claro que quería soltarlo pero mi voluntad se había perdido en otra dimensión.
Mordí mis labios soltando un vergonzoso y ahogado gemido. Mis piernas por poco pierden el equilibrio. Su mano se había colado bajo mi ropa interior y estaba haciendo de las suyas con mi miembro.
Claro que se sentía bien, no podía negarlo, sin embargo, no dejaba de ser enfermizo permitir que me usara de esa manera tan sucia.
Tan sucia y placentera.
Si, en este instante en el que mis gemidos salían sin permiso de mi boca y mi cuerpo buscaba más contacto con el suyo, me sentía cada vez más repugnado de mí mismo. Era un asqueroso enfermo por dejar que Yoongi jugara conmigo de esa forma. Diciendo que me ama sin conocerme o compartir conmigo, actuar como un animal hambriento al contacto de mi piel y ser un cavernícola cuando ensuciaba algo en la casa.
Seguramente me golpearía por lo de las sobras ensuciando el suelo. No me importaba en lo absoluto, estaba desconcentrado de la razón que mi cerebro intentaba crear para que lo empujara y lo detuviera de una buena vez. Era tarde, ya estaba lamiendo mis pezones sujetando mi camisa con ambas manos. Su lengua comía una y otra vez sin apartar la vista de lo que hacía. Parecía más concentrado en eso que en mí.
Negué con la cabeza repetidas veces cuando fue bajando lentamente enterrando sus pulgares en mis costillas sin despegar su lengua de mi abdomen. Fue bajando a medida que sus uñas rasguñaron en mi cintura. Mi cuerpo tembló entre sus manos, las cuales me sujetaban con firmeza. Bajó mis pantalones de un jalón. Sus dedos vacilaron con deslizar mi bóxer hacia abajo. Sacaron un grito de mis labios cuando presionaron en la parte blanda de los huesos de mis caderas. Cubrí mi boca con mi mano libre, la otra aún insistía en no dejar su cabello ni por un segundo.
Me sentía furioso, la adrenalina que recorría mi cuerpo llegó a confundir mi mente. Estaba desesperado por aliviar el cosquilleo de ansiedad que se formaba en mi vientre. Tras bajar mi bóxer, tomó entre sus manos mí desatendida erección de la cual brotaba un poco de líquido.
Bajé la mirada viendo como lo introducía en su boca con gran facilidad y sin ningún tipo de pudor. No podía sostenerme más. Casi caí cediendo al temblor de mis piernas, pero sus dos manos me sujetaron con fuerza de los muslos. Moviendo con más dedicación su cabeza, sentí el agarre hacerse más fuerte.
Me odiaba por permitir que esto estuviera sucediendo.
Tensé mi mandíbula y cerré mis ojos echando la cabeza para atrás cuando uno de sus dedos se paseó por entre mis nalgas ingresando muy de a poco este en mí. No sentí dolor hasta poco después de que entró un poco más.
Podía confirmar que me sentía raro, incómodo. Un calor extra invadió mis mejillas y mis manos se juntaron apretando su cabellera con ademán de apartarlo. Era inútil intentarlo, esto solo creaba un impulso para que succionara con más fuerza.
Mi cabeza se inclinó hacia adelante. Mis cabellos se pegaban por el sudor a mi frente y mis labios se separaban a medida que ahora otro dedo se ingresaba en mí. Era demasiado para mí, y para colmo de todo, de nuevo mis piernas se estaban flexionando. Me corrí sin avisar en su boca cuando sus dedos (accidentalmente) rozaron mi punto débil por el impulso que creó mi casi caída.
Mi respiración luchaba por controlarse y mis manos se relajaron como gelatina separándose de su rubia cabellera. Se levantó y me vio fijo al rostro. Mis ojos luchaban por mantenerse abiertos pero no aguanté más y me desvanecí, recordando a lo último como me sujetaba diciendo mi nombre.
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Recordar ese momento que se repitió en diferentes circunstancias y lugares de la casa, me ruborizó. No esperaba estar pensando en esas cosas, menos en una situación como esta.
Mordí mi labio inferior acariciando las marcas moradas de mi cuello sin dejar de verme al espejo.
Recargué mis manos del lavabo bajando la mirada pensando en alguna alternativa para escapar. Era nula cualquier idea en desaparecer, acabaría encontrándome, no me quitaba los ojos de encima ni por un segundo. Además, yo no tenía ayuda de nadie.
Parpadeo varias veces y me reincorporo levantando mi rostro al espejo. Me sobresalté y comencé a sudar frío al ver a Yoongi detrás de mí. Su obscura mirada fija en mi, me comía con la mente mientras se relamía los labios lentamente.
— ¿Todo bien, pequeño? — Su voz gruesa no ayudó a mi pulso desestabilizado. Mi corazón bombeaba sangre una y otra vez alterando mi sistema circulatorio. Iba a gritar pero de repente mi garganta parecía no tener cuerdas vocales. Contuve aire y apreté mis manos en puños. — Jimin. — Me nombró con más firmeza amenazando con el tono de voz que le contestara. No podía, estaba paralizado, tenía miedo. — Te hice una pregunta.
Y yo no sé porque no puedo contestar, maldito idiota.
Se apegó a mi espalda deslizando sus manos por mi nuca y cuello, bajando por mis hombros hasta parar a mis brazos sujetándolos con fuerza. Tragué saliva viendo en el espejo como mi manzana de Adán se movió de arriba a abajo y luego, observé con atención sus labios acercándose al lóbulo de mi oreja.
— Es- Estoy bien. Solo es una herida superficial. — Respondí recargando (por inercia) mi espalda en su pecho y abdomen. Necesitaba pronto un descanso.
Di un brinco cuando se recostó de la cerámica a sus espaldas aún sin soltarme. Bajé la mirada y esperé a que hiciera algo, en lugar de eso solo recibí un beso en la mejilla seguido de sus brazos soltandome.
¿Qué esperabas, Jimin?
— De acuerdo, hablaré con el doctor para pagar todo y hacer lo posible para que te dé de alta. Aún nos queda un gran recorrido. Tendrás que ir a un nuevo lugar que preparé para ti, es una habitación especial. — Sonrió escalofriante.
Nunca antes se había dirigido a mí de esa manera tan ¿Sádica?
— ¿De qué hablas, Yoongi? — Luego de analizar sus palabras, seguía sin comprender a lo que se refería.
— Que nuestra vida apenas comienza, Jimin. — Saboreó mi nombre viéndome de reojo por encima de su hombro, dándome después la espalda. Caminó con dirección a la puerta ingresando las manos en sus bolsillos. Recostó su cuerpo en el marco de la puerta y se quedó ahí, viéndome fijamente. — Ahora recuéstate. Tienes que descansar, precioso. Como mi novio, tiene que estar fuerte y sano para cuando volvamos.
Me senté en la cama y me cubrí con las blancas sábanas. Sonreía como un niño pequeño, feliz, como si estuviera a punto de ganar algún juego de mesa a base de trampas. Dejé de verlo para buscar el control remoto del televisor.
¿Por qué seguía mirándome así?
No lo sabía, y nunca comprendería a Yoongi si no pensaba como él. Aun leyendo sus pensamientos, estaría igual de perturbado que ahorita.
Me concentré en ver la pantalla que mostraba imágenes mientras cambiaba canal tras canal buscando algo de mi interés para distraerme. Mi mente estaba en otro lugar, fuera de mi cuerpo. Quería aclararme, pero era imposible, las posibilidades de confiar en mí mismo eran nulas.
Porque mi mente lo repelaba, pero mi cuerpo lo deseaba. Comenzaba a debatirme conmigo mismo ¿Estaba loco? No, solo estaba confundido, si, solo es una estúpida confusión adolescente. Yo no podía sentir nada más que odio por Yoongi.
~o~
¡Gracias por leer!
Besos
[ Capítulo Corregido ✓ ]
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