Espera
VI: Espera
Cuando lo llamaron a media mañana para informarle que el perro bajo su cuidado estaba mucho mejor, pudo respirar profundo y tranquilamente. Con el corazón aplacado, decidió continuar con su rutina matutina y, de paso, revisarse el golpe en las costillas que, ahora que se acariciaba las vendas, le empezaba a molestar.
Sus ojos se dirigieron a la pantalla de su celular unos instantes después de salir de la ducha, intentando ignorar el gigantesco cardenal que ocupaba su costado izquierdo y le hacía estar consciente de su respiración. Tal vez —y sí, lo ponía en duda—, se había excedido el día anterior; quizás le comentaría a Midoriya —quien ya debía estar enterado por las noticias— para ver si él daba con una mejor estrategia fijándose en sus habilidades.
Sin embargo, aun cuando su mente estaba ocupada por sus deberes con los héroes y los civiles y su perro —ni siquiera se daba cuenta que empezaba a usar adverbios posesivos con él—, se permitió dejar de respirar para sentir el vuelco, que muy bien podría estar causado por una montaña rusa, en su pecho y dejarse envolver por el revoloteo de cientos de mariposas metafóricas causando estragos en su estómago —tan solo esperaba que no terminaran por írsele a la cabeza— cuando leyó la notificación de mensaje nuevo en su celular.
(T/N)
5:45: Espero estés mejor.
6:09: Deberías ponerle un nombre al perro.
Leyó que su última conexión había sido a las 6:21. Sonrió un poco, sin siquiera estar consciente, y recibió con gusto el arrebol que empezaba a teñir sus mejillas. Sin esperar demasiado, como por ejemplo 5 años, se apresuró a enviar su respuesta.
7:03: Estoy bien. Me pensaré lo del nombre, aunque si tienes sugerencias...
7:04: Espero que hoy tengas un excelente día.
Bloqueó el teléfono y se dispuso a llamar a la Agencia. Vantablack respondió y le informó que, en efecto, estaba con permiso temporal que sería descontado de sus vacaciones. Era una suerte para él que no había tomado demasiadas desde que empezó su carrera. Le aseguró a su compañero que todo estaría bien y, cuando colgó, se inquirió la pregunta más descarada que había tenido desde hacía un tiempo:
¿Lograría reconquistar a (T/N) en dos semanas?
Conocía dónde hacía sus prácticas, tenía su número y, por alguna extraña razón, creía que el chico de sonrisa irritante tal vez estaba de su lado.
Oh.
Y tenía al perro; el lazo frágil entre ambos del cual quería sostenerse para conservar la certeza de que no toda la esperanza se vería mermada en el futuro. Si había logrado convertirse en héroe con un kosei de villano, definitivamente podría enmendar la relación rota con la chica que había conocido en secundaria. Después de todo, en algún punto de su adolescencia, ambos habían sido buenos amigos.
A Shinsou le gustaba planificar todo antes de lanzarse a la acción; no era como si fuera malo improvisando, pero no tenía la suerte de otros de sus colegas por lo general. Sin embargo, en ese momento, no se lo ocurría otra cosa más que ir al sitio de trabajo de la chica y ver cuándo podía abordarla para que hablaran. Sonaba sencillo y efectivo.
Aunque hasta esperar que atardeciera, suponía que sería buena idea limpiar la casa. Si bien cuando había regresado limpió los indicios de la enfermedad de su mascota, él mismo solía ser desordenado. Era del tipo que perdía las llaves al no tenerles un puesto fijo y tirarlas en el primer sitio donde pudieran aterrizar; recordaba una vez que, luego de llamar al cerrajero, las encontró detrás de la lavadora.
Cuidando no empeorar su pequeña herida, se apresuró a limpiar. Abrió las ventanas y dejó correr el aire. Soleó su edredón y aprovechó para lavar la ropa sucia. Hasta se animó a trasplantar un pequeño árbol de jade que su madre le había obsequiado como prueba de su madurez al poder cuidar de él apropiadamente.
A veces, Hitoshi se consideraba un hombre sencillo, le gustaba tener su propio espacio, no tenía problemas lidiando con las personas y le gustaba cuidar de aquello que le importaba. Sin embargo, con el incidente de (T/N), se había percatado de lo egoísta que era, y también un tanto despistado. No darse cuenta de sus sentimientos a tiempo y estar tan enfrascado en su propia realización personal cuando había alguien necesitándolo, pidiendo su ayuda, sin poder acudir a ella, lo hacía sentir decepcionado de sí mismo. Sin querer, había lastimado a alguien; porque ¿quién hubiera imaginado que la omisión podía causar tanto daño?
:-:
(T/N) se estiró, sin siquiera sorprenderse por el terrible crujido de su columna vertebral. Llevaba una hora entera inclinada sobre el microscopio. Los ojos le ardían y suspiros escapaban de sus labios de vez en cuando.
Estaba cansada del semestre que, llegados a ese punto, empezaba a considerarlo un eón, o el tiempo suficiente para crear y destruir un universo. Pero esa sería su última semana. Pronto tendría sus notas en el sistema con todo aprobado, y estaría mucho más cerca de graduarse. Sentía que, después de unas cuantas semanas, podía respirar. De hecho, era así desde hacía un año que se había decidido por olvidar a Shinsou; ahora que él estaba de vuelta, creía ser lo suficientemente madura como para que su presencia no la distrajera... demasiado.
—(T/N), etiquetaste mal esto. —Haru le enseñó una de las placas para que corrigiera la información—. Estás distraída; así que supongo que el idiota de Souya ya te lo dijo, ¿verdad?
—Ah, sí; pero no es por eso. —La muchacha detuvo un instante sus movimientos para pensar sus siguientes palabras—. Estoy exhausta por los estudios, solo eso.
—Bueno, querida, a mí no me engañas —su compañera rio de forma sarcástica—; es decir, ambas tenemos la misma carga horaria. Tan solo admite que es por el héroe novato, lo vi en una noticia... ¿Puppe... algo?
—Puppeteer —corrigió, poniendo los ojos en blanco—. No quiero pensar en él ahora, pero me perturba que me haya esperado tan tarde anoche.
—Ya le dije al guardia que no lo dejara quedarse mucho...
—No tenías que hacer eso. —Se carcajeó, imaginándoselo siendo echado por el vigilante—. Su perro está aquí.
—Ajá, sí. El perro sin nombre...
—Es de un refugio.
—Y ahora lo defiendes.
—¡No lo...! —Apretó la mandíbula—. No lo defiendo. Son hechos. He-chos.
—Sí, y yo nací ayer con dos dedos de frente —repuso con sorna—. Aunque, en fin, estoy de tu parte. Te apoyaré en lo que decidas. Solo vela que sea la decisión más correcta para ti.
(T/N) suspiró y masajeó su hombro. Agradecía el apoyo de su amiga, pero sentía que involucrar sus estudios, su vida personal con todos sus pasatiempos incluidos, y cargarse con el alboroto emocional que conllevaba reamistar con Shinsou podría hacer más mal que bien.
Aunque pronto estaría de vacaciones.
Agitó la cabeza con vehemencia, tratando de marear la vocecita extraña que a veces le hablaba como si fuera su consciencia; porque en este punto de la partida, (T/N) empezaba a creer seriamente que no tenía una.
Continuó, cual hormiga obrera, su trabajo en el laboratorio. Un doctor pronto tuvo la amabilidad de ayudarla a reconocer las placas patológicas que habían remitido de otro hospital. Estar allí no le gustaba, pero agradecía cada pizca de refuerzo a sus reconocimientos.
—(T/N). —Su profesora la llamó con aquel tono altivo que solía usar con la mayoría, excepto con Souya y los pacientes con sus dueños—. Puedes irte. Asegúrate de descansar.
A la chica se le alegraron las facciones y, por un segundo, las ojeras bajo sus ojos parecieron difuminarse en el brillo de su sonrisa. No esperó demasiado para arreglar sus cosas, cambiarse y salir del hospital, respirando la agradable brisa de otoño por la noche.
Iba a empezar a tararear una canción rumbo a la parada del bus, agradeciendo las concurridas calles que podrían camuflarla de algún asaltante; sin embargo, se quedó petrificada cuando los ojos violáceos la miraron con sorpresa por encima de una lata de café caliente. Quiso huir por puro instinto esquivo, pero tuvo a Shinsou a un par de metros en menos de un segundo.
—Pensé que no saldrías —susurró.
—Mañana le darán el alta a tu perro, si es eso lo que querías saber. —Hizo amago de pasarlo de largo, pero él la detuvo.
—Hablemos, por favor.
—No tengo nada que decirte, ¿sí? —Arrugó el entrecejo, sus palabras la desconcertaban porque había estado cinco años intentando comunicarse con él para luego obtener ese trato—. Lo que tenía que decirte ya está en esos mensajes.
—(T/N)...
—Shinsou, tan solo estoy intentando que seas algo de mi pasado. Yo no creo ser capaz de poder tenerte ahora, en el presente ni en el futuro. Lo nuestro pudo haber sido, pero no fue. Me alegra que digas que te guste después de todo este tiempo, pero...
—Déjame que te explique todo. —Shinsou entró en pánico al verla alejándose así de él, a pesar de que la distancia física entre ambos no cambiaba.
—Me duele —musitó, viéndolo a los ojos a pesar de flaquear con cada inhalación que daba—. ¿No fue suficiente con todo lo que me lastimaste ya? Shinsou, ¿qué más quieres de mí?
—... —Hitoshi cuadró la mandíbula, atreviéndose a dar un paso hacia adelante, inclinando el rostro para tener mejor visión de ella—. Una oportunidad.
La observó desviar la mirada con amargura, bufando por lo bajo mientras sus dedos tamborileaban sobre su pierna con desdén. Aunque Shinsou no se movió, esperando una respuesta.
—¿Y tú me la diste a mí?
El héroe separó los labios, incapaz de replicar a sus palabras y mucho menos al ver los ojos ajenos anegados por una retahíla de sentimientos que desconocía. Dejó caer los brazos a los lados y agachó la cabeza, maldiciendo el momento en que él había decidido ser egoísta para enfrascarse en sus sueños, catalogando a todos como personas que lo habían juzgado por su kosei, queriendo demostrarles que él también podía lograrlo si se lo proponía. Y todo ese tiempo ella estuvo allí, apoyándolo en silencio mientras él la sumaba al montón de personas que cuchicheaban a sus espaldas.
—... No.
—Exacto. —La muchacha cruzó los brazos sobre su pecho y suspiró—. Tú no te mereces una oportunidad, Shinsou.
—¿Y qué puedo hacer para que escuches lo que tengo que decir?
—Nada —musitó, tratando de no sonar compungida—, porque sé que me lastimarás. Tú me condicionaste para que el simple hecho de pensarte, me duela.
—Lo siento, (T/N).
—Ya es muy tarde. —Le sonrió con languidez y nostalgia—. Voy a mi casa. Mañana asegúrate de venir por el perro y, en serio, ponle nombre.
Shinsou realizó un movimiento débil con la cabeza, divisando cómo sus pies se alejaban por el asfalto. Estaba frustrado y tenía miedo de la incertidumbre acerca de su relación; se sentía perdido en la tormenta de arrepentimientos que empezaba a arreciar en su interior.
Continuará~
¡Muchas gracias por leer!
N/A: Por si acaso, Vantablack es el nombre de héroe de Kuroiro, el cual me encantó. Siento que quedó muy dramático; me hacía falta escribir algo así xD
Por cierto, si tienen ideas para el nombre del perro, soy toda ojos.
En el siguiente capítulo aparecerá Midoriya para salvar el día, y estoy emocionada. De nuevo, muchas gracias por todas las personas que leen, comentan y les gusta esta historia ^^
Deseándoles un feliz inicio de semana, me despido.
¡Plus Ultra! >.<
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