Verte derramar lágrimas, me estaba destrozando más que alguna otra vez que te vi llorar, puesto que ahora el causante de ellas, soy yo.

—¿Cierto que estas bien? ¿Cierto que te pondrás bien? —fue lo primero que me preguntaste, después de unos breves minutos.

—Minie…

—Por favor, dime que no es verdad. Kook, por favor-

—Nunca me gustó mentirte… —musito, estirando mi mano a tu rostro, para arreglar uno de tus rubios cabellos tras tu oreja.

—Mas sin embargo lo hiciste —dijiste, para luego mirar mis ojos—, no una, sino dos veces.

Y cuanta razón había en tus ojos y en tus palabras, porque bien te oculte el resultado de mis exámenes médicos para en su lugar pasar mis síntomas como un pequeño malestar; y el momento de aquella noche en donde te dije a gritos que ya no te amaba.

—Sabía que si te contaba la realidad tu-

—Me hubiera quedado a tu lado —me interrumpiste, tomando ahora mis dos manos, entre las tuyas—. Prometimos estar siempre juntos, Jungkook. En las buenas, en las-las malas; y tú solo preferiste engañarme para hacerme a un lugar.

—Quería protegerte —me apresuro a decir.

—Pero me haz causado el peor-peor de los dolorere…

—Perdóname, ¿sí? —pido—. Sabes perfectamente que soy un tonto, Jimin. Perdóname, por favor.

Te veo mirarme con tu labio inferior pronunciado, para acercarte más a mí y esconderte en mi pecho, mientras susurras:

—A ti te perdono todo, menos que me dejes.

Y sin más, me vi romper en llanto contigo.

Te amo demasiado, y por segundos me cuestiono mis acciones, más sin embargo no me arrepiento, porque sé que hubiese sido todo aún mucho peor, si estos meses fueras sido parte de los pocos presentes en mi deterioro.

—Te amo, te amo mucho, Kookie —dijiste, alzando tu mirada hacia mí.

—Yo te amo muchísimo más, mi amor. —Y con esto último dicho, nos permitimos juntar nuestras bocas, recordando con nuestro beso, nuestras bellas y viejas vivencias, anhelando porque este momento fuera real y a su mismo tiempo no…

Fue cuestión de segundos, para que la máquina a un costado mío que monitoreaba mi corazón, empezara a sonar pitidos de manera constante por los latidos acelerados de este, haciéndonos separar. Tus orbes hinchados, se fijaron de manera alarmada a ella, para después ver como tras abrir la puerta de mi cuarto, personas (que reflejaban temor) la cruzaban.

—Hijo, ¿qué tienes? —Mamá se acercó a mí. —Doctor Jung, ¿qué pasa? —preguntó algo alterada.

—Ninguna anomalía ya antes dicha —murmuró, haciendo un gesto, logrando percibir que trató cuidar sus palabras. Y al ver el rostro de mi progenitora, decidió volver a hablar con una leve sonrisa hacia ella, para tratar de tranquilizarla: —Parece que los latidos de Jungkook se aceleraron por alguna razón.

Y yo estaba dispuesto a responder algo relacionado a aquello, hasta que fui consciente de una mirada en particular...

—Yoongi —le llamé a este—, ¿podemos hablar un segundo?

—Claro. —Caminó por la habitación, paseando su mirada en Jimin (quien se había alejado un poco minutos atrás) y en mí.

—¿Pueden dejarme un segundo con mi hermano?