Después de esa tarde en la que perdí el conocimiento, y despertarme en una camilla de hospital rodeado por mis padres y algunos seres cercanos; hubo una antes y un después. Por ejemplo, el hecho de que ahora me encuentro nuevamente en la casa en la que crecí, para obtener los cuidados de mi progenitora; ya que por ordenes del doctor Jung, de que no era conveniente que estuviese solo, porque podía ocurrir lo que todos temían y a lo que a mí ya me había dejado de importar hace ya bastante tiempo: mi muerte.

Mis días están contados, y aunque no se sepa con exactitud, se tiene la certeza de que son más pocos de los que hubiese sido si hubiese seguido mi tratamiento.

Tuve que aguantar el sermón de mi madre por eso, pero con el dolor de mi corazón le pregunté "¿cuál es el sentido de extender lo inevitable?".

Esa es la sencilla y cruda realidad.

Pues no veo por qué extender este sufrimiento, y no me refiero a el cáncer que acaba con cada parte mí, sino a tener que soportar los días que restan, sin ti.

He perdido cualquier rastro de deseo de vivir y, aunque lo tuviese, no me serviría, porque no hay milagro que ahora me acompañe.

No hay momento en que no te piense, que no piense en lo que fuimos, y no sabes cuánto me duele la sola idea de que tú ya no piensas en mí, puesto que ahora tienes alguien que se nota que se esfuerza por hacerte feliz y yo ya no debo caber en tu cabeza, y sé, (aunque me cueste un poco aceptarlo), que mucho menos en tú corazón.

Me hubiese haber seguido siendo yo la razón de tus sonrisas, pero no podía. Es por eso que esa tarde que tu madre llegó al que fue una vez nuestro hogar, diciéndome que no podía prolongar aquella felicidad, (ya que había descubierto el papel médico que decía que mi fin era inminente). Recuerdo aún como me dijo que si en realidad te amaba, te dejase ir, porque al final, solo te causaría dolor.

Creo que esa fue la única vez en la que estuve de acuerdo con ella, y aunque me duela verte lejos de mis brazos, me queda el consuelo de que no me viste en un estado tan deplorable. Y aunque me toque cargar hasta el final con el peso del saber que justo ahora, soy el ser al que más odias, yo aun te amo.

No tuve más opción, sabía que no podía simple terminar contigo; sabía de antemano que me exigirías explicaciones que no te podía (o más bien no quería) darte. Porque conociendo tu terquedad (aquella que tanto me encantó de ti), te hubieses aún quedado a mi lado. Quizás, tal vez, hasta en este momento estuvieses aquí conmigo, y ¿sabés? a veces hasta quisiera que fuese así, pero luego me pregunto: ¿a qué costo? ¿A tu llanto?

No podría soportarlo, por lo que ahora me conformo con esto, con verte feliz, así no sea conmigo...

🎀

ok... ahora ya saben que tiene Kook... No me odien :p
*se retira lentamente, sin que la noten*