Me encuentro cansado, pese no he hecho nada estos últimos meses.

Con un suspiro me siento al borde de la cama y lo primero que se cruza en mi campo de visión es la targeta de invitación que he leído día con día con el afán de ver siquiera tu nombre aunque me destrose que este al lado de alguien más que no soy yo.

Decido ponerme de pie y dejar aquel papel en la mesita al pie de mi cama y me dirijo al baño, a tomar una ducha tibia.

Una vez vestido, me dirijo a la cocina y en el refrigerador veo aquel pequeño imán que compraste para dejarme notas pegadas él, donde me recordabas que debía comer saludable, y la finalizabas siempre con un "te amo". Recuerdo como al leerlo decía repetitivas veces que yo más, aunque no mes escuchases.

Abro el refri, y me percato que no hay nada comestible en este, pues se me ha pasado el ir al mercado varias veces. Con otro de esos tantos suspiros que me he acostumbrado a dar, lo cierro y me digo que mejor pida una caja de pizza, total ya van a ser las 12:00am y con él la hora que vendría siendo el almuerzo.

Me acuesto en aquel sofá que tu mismo escogiste, y en donde en más de una ocasión nos acurrucamos incontables veces; para encender la televisión, no con intenciones de ver algo, sino que con su sonido no me sienta tan solo, con el afán de no sentir tu ausencia.

Tomo mi celular para pedir a domicilio lo que comeré, cuando escucho unos toques a mi puerta. Con algo de flojera arrastró mis pies hasta ella y la abro para toparme con tu hermano.

No puedo evitar que mi rostro demuestre el asombro que me causa verlo aquí de pie, y me percato que no ha venido solo, pues a su lado está su pareja y quien ha sido tu mejor amigo por años, y quien ahora considero amigo mío.

—Hey —su tono de voz es suave, y sé que lo puesto de aquella manera pese a que su voz siempre ha sido algo áspera, quizás haya sido que teme siquiera saludarme por sentir pena ajena.

—Hola —respondo con simpleza, y me hago a un lado con clara intenciones de darle a entender a ambos a que pasen.

Lo veo cruzar el umbral, para luego quitarse laos zapatos y dejarlos a un lado de la entrada. Noto entonces que quien le acompaña se a quedado de pie en estático como examinándome.

—Adelante Hyung, pasa —le susurro, pero este no ha salido de su trance.

—Kook... estas... —Extendió una de sus manos a mi rostro—. Estas más delgado y esas ojeras. —Fue entonces que vi como una gota calló de sus ojos acuosos—. Tu piel... —le oigo sollozar.

—Estoy bien. —Sostengo su mano, sintiendo como ha empezado a temblar—. Estoy bien, Hyung. No llores. —Le sonrió de soslayo, para tratar de tranquilizarlo—. Ven, entra, que hace frio.

Lo oigo sorber su nariz para hacer lo que le he pedido, y lo veo dejar sus zapatos donde Namjoon los había dejado anteriormente.

Antes de cerrar la puerta, no puedo evitar toser un poco, quizás sea por el clima, aunque lo más probable es que sea producto que cada día me sienta más débil, como si lentamente me estuviese muriendo, aunque... no estoy muy lejos de la realidad.

Una vez estoy en la sala donde ellos han tomado asiento en uno de los sofás, aun de pie les pregunto si quieren un café, pero al verlos negar, tomo asiento frente a ellos.

—Kook... —Escucho a Seokjin vacilar ante la pregunta que me hará, por lo que tu hermano pone una de sus manos en su pierna derecha, como tratando de fuerza—. ¿Cómo estás? —logra formularla por fin.

—Creo que en lo que cabe bien —respondo con simpleza, viendo como ambos comparten un par de miradas entre sí, no muy convencidos con ella—, ¿y ustedes cómo se encuentran? —inquiri.

—Preocupados —respondió Namjoon—. Estamos preocupados por ti, Jungkook.

—¿Por qué? Ya les dije que en lo que cabe bien.

Veo como Seokjin no evita el fruncir el ceño, mientras que a su vez se llenas más de lágrimas.

—Puedes dejar tu cinismo a un lado por un momento. —Sollozó—. ¡Entiende que estamos preocupados por tu salud! —vocifera.

Tu hermano ha deslizado la mano de su pierna, a la mano más cercana.

—¡Ya les dije que estoy bien! ¿¡Qué quieren de mí!? —alzo la voz algo ofuscado poniéndome de pie, mientras le miro a los ojos. Pues no entiendo que es lo que realmente quieren de mí.

—Jungkook, cálmate, te puede hacer daño —rechista tu hermano poniéndose de pie, notándose preocupado.

—¡No me trates como un maldito enfermo!

—¡No eses un maldito, pero si estas enfermo, Jungkook! —exclamó Seokjin poniéndose de pie, en medio de sollozos.

—¡Pero trato de no pensar en ello! —Le miro molesto—. Trato de llevar una vida en lo que poco que cabe "normal" —susurro, sintiendo como un mareo se apodera de mí, haciéndome perder equilibrio a la vez que mis ojos se van cerrando lentamente, mientras unos brazos impidieron mi caída al frio suelo.

🎀

no me odien por hacer sufrir a Kookie en este fic :(