
6._Celos
Bills se quedó viendo la sopa que el mesero puso delante de él con cierto recelo. Leyla, que estaba sentada en frente, lo observó con curiosidad y un poco de disgusto, pues recordó lo que Mary le había dicho esa mañana respecto a lo exigente que era ese sujeto con la comida. La mujer tomó en cuenta esas palabras, sin embargo, no creyó que el restaurante que escogió fuera insuficiente.
-¿Algún problema?- le preguntó después de verlo hundir la cuchara en el plato para levantarla un poco y quedarsele viendo como si ante él tuviera un producto químico desconocido.
-Este caldo está sucio- respondió Bills.
-¿Sucio?- repitió la mujer sin entender.
-Cuando Mary hace una sopa el caldo queda totalmente transparente. Puedes ver todos los ingredientes y el fondo del plato. No hay una gota de grasa flotando en la superficie...- le respondió Bills logrando que la mujer frunciera el ceño.
-Parece que tu chica es una excelente cocinera- comentó Leyla sin ningún interés.
-Las sopas y cremas son lo que mejor le queda. Sus postres también son muy sabrosos, pero con la carne siempre tiene problemas con el punto de cocción- añadió Bills.
-Parece alguien con muchas cualidades. Y además cocina bien. Debes estar considerando hacerla tu esposa- le dijo Layla con un tono incisivo que obtuvo de Bills una mirada bastante fría.
La muchacha llevaba un bonito vestido y lindo maquillaje. Lucia un brazalete de plata algo exagerado. Se ganaba miradas con bastante facilidad. Lo hizo en el restaurante y fuera de el. Una vez la comida terminó ambos salieron a pasear por el pueblo. Bills seguía con hambre, pues no había comido mucho y además tuvo una fuerte discusión con el mesero que no hizo sino aumentar su apetito. Cuando Leyla lo vio tomar al chico por la solapa pensó que iba a golpearlo, pero no. Bills solo le gritó y también al chef por servirle una comida grasosa y salada. La situación fue un poco bochornosa para ella que nunca esperó él reaccionara de ese modo por algo tan insignificante. Se le veía un poco incómoda caminando a su lado. Bills lo notó, pero no se disculpó por lo que hizo. En lugar de eso la invitó, muy galantemente, a beber unas copas a un bar cercano. De camino allí pasaron por el mismo mercado para turistas en el que Leyla y Mary se encontraron esa mañana.
Mary almorzó sola en el restaurante. No tenía apetito, pero siempre evitaba saltarse las comidas reduciendo la cantidad de alimentos cuando pasaba por esa falta de hambre. Un tercio del plato quedó cubierto de pasta mientras ella jugaba con la copa de cristal vacía, en la que vio el reflejo de Champa a su espalda.
-¿Qué quieres ahora?- le preguntó la muchacha y no uso el más gentil de los tonos con él.
-Nada...solo me dio un poco de tristeza verte comer tan sola ¿Dónde está el imbécil de Bills? ¿Acaso salió con su nueva amiga?- le consultó Champa con ese tono odioso que para Mary era como deslizar un tenedor sobre un plato vacío- Parece que al fin de aburrió de tí. Si yo fuera tú me iría antes de quedar en ridículo...
-En serio me detestas- comentó Mary girando, un poco, el cuerpo hacia él- ¿Se puede saber qué es lo que te he hecho para que me desprecies tanto?
-Te estás dando demasiada importancia. Tú no podrías hacer algo como para que yo te odie- le contestó Champa- Tú no me interesas ni un poco- agregó con desdén.
-Es bueno saberlo porque estaba empezando a pensar que toda esta antipatía es porque te gusto y estás celoso de Bills- le dijo la muchacha con un tono ligeramente travieso en la voz.
-¡No seas estúpida, yo jamás podría fijarme en una mujer tan desabrida y poco agradable como tú! ¡A diferencia del imbécil de Bills yo si tengo buen gusto!- le gritó Champa levantando el puño hacia ella, pero no como una amenaza. Lo hacía del mismo modo que su gemelo. Eso y sus palabras sacaron a Mary una sonrisa de satisfacción.
-Se supone que tú eres el mayor, pero te comportas como el hermano pequeño- comentó la muchacha- ¿Siempre ha sido así o alguna vez fue Bills quien corrió detrás de ti?
Esa pregunta desencajo a Champa y Mary aprovecho eso para invitarlo a comer el postre justo a ella. El dueño del hotel aceptó después de un poco de derrame verbal de la chica y también porque su cuestionamiento lo hizo recordar cuando era un niño.
-Bills siempre fue un palillo con patas- comenzó a contarle Champa mientras probaba el postre. Hizo una pausa porque el tiramisú estaba realmente delicioso y lo deleitó- Cuando era pequeño muchos se metían con él por eso y yo tenía que defenderlo todo el tiempo. Sobretodo cuando se burlaban poniéndole nombres. Bills puede ser bueno para batirse a puñetazos, pero cuando se trata de contestar...la mayoría del tiempo se queda callado poniendo cara de maleante nada más.
Mary se sonrió. Todavía hacia lo mismo. Ciertamente Bills podía llegar a enojarse y mucho, incluso a responder de forma agresiva, pero cuando se trataba de afrentas verbales la mayoría del tiempo no respondía. Pero nunca las olvidaba.
-Era un tanto tímido o eso fingía- continúo Champa- Cuando mamá nos presentaba con alguien ese tonto se quedaba sujeto a sus faldas. Apenas si hablaba y cuando lo hacía se comportaba como todo un señorito.
En esa oportunidad Mary soltó una carcajada y es que en la actualidad era exactamente igual. Champa la miró, ella se disculpó.
-Entonces de pequeños el más fuerte eras tú- comentó Mary con ese ánimo incisivo que tenía.
-¿Qué estás diciendo? Yo sigo siendo el más fuerte, guapo y listo de los dos- le dijo Champa un poco petulante.
Mary se sonrió para sus adentros y cruzando los brazos descansó la espalda en el respaldo de la silla.
-Y en la escuela ¿Cómo era Bills?
-Un tarado. Reprobaba todas las materias- contestó Champa de forma rápida y cortante.
-No lo creo- manifestó Mary.
-¿Y tú qué sabes? No estabas ahí.
-Bills es listo. Más de lo que muchos pueden creer a simple vista. También es astuto. Me cuesta creer haya reprobado muchas materias. Y si lo hizo posiblemente fue por holgazán...
-En eso tienes razón. Bills siempre fue un perezoso que se lo pasaba durmiendo en clases. Solo iba a la escuela a comer gratis en la cafetería y fanfarronear lo bueno que era en los deportes.
-¿Entonces era un chico popular?
-Siempre le gustó tener la atención de las chicas lindas- respondió Champa- En especial si son unos años más jóvenes que él y tienen un lindo cuerpo.
Mary bajó la mirada ante esa declaración y Champa no ignoro el cambio de ánimo de la mujer.
-Llevas con él bastante tiempo, pero eso no significa que seas especial para él y con ese carácter que tienes seguro y se lo viven peleando.
-Mí carácter no le gusta a veces- admitió Mary en voz baja, viendo su regazo y sorprendiendo a Champa- Odia la música que escucho, no le agradan mis amigos porque según él son un montón de estirados arrogantes (tiene razón), le disgusta como cocino la carne, mis películas y series favoritas casi siempre le aburren, dice que pierdo demasiado tiempo leyendo, que pienso demasiado en el pasado, a ratos se ríe porque considera soy muy sensible y me pongo triste por cualquier cosa, me hace enojar solo porque le parece divertido, se queja de que no uso ropa bonita, le molesta que lo abrace cuando dormimos juntos y hace calor, se enoja si hago algo que atrae la mala suerte y...
-Oye, oye... cálmate- le dijo Champa al notar como el tono de voz de la mujer iba adquiriendo acordes de ira- Si tantas cosas le desagradan de ti no entiendo que hacen juntos.
-¡Yo tampoco!- exclamó Mary y se levantó con brusquedad para volver a su habitación.
Champa la siguió con la mirada un momento, después saco del bolsillo de su chaqueta la cajita que robó del cuarto de Bills y la dejo sobre la mesa.
Cuando Mary llegó a su cuarto cerró la puerta con un golpe bastante violento. Furiosa patio un jarrón decorativo que estalló en decenas de fragmentos que quedaron sobre la alfombra. Mary los miro con unos ojos cargados de tristeza y un profundo dolor. Intentaba disimular, contener lo que sentía, pero de solo imaginar que Bills estaba con esa mujer...
Pego la espalda a la puerta y exhausta se dejó caer al piso. Allí permaneció un rato, intentando recuperar la calma, pero acabó llorando y preguntándose entre lágrimas:
-¿Por qué me haces esto?
Bills volvió pasado las nueve de la noche. No se veía particularmente feliz. Tampoco triste o molesto. Si un poco cansado. Subió al ascensor quitandose la corbata y viendo su teléfono. No tenía ni una llamada perdida de Mary, ni mensajes; nada. La última vez que la vio fue a medio día, cuando él salía a reunirse con Leyla y ella regresaba de su paseo. No le dijo una sola palabra. Lo miró orgullosa y serena antes de ir hacia el balcón. Bills no podía evitar reírse al recordar esa actitud. Escarbandose los dientes con una de sus garras bajo del ascensor para ir hacia su habitación. Al entrar encontró el lugar totalmente oscuro y los pedazos del jarrón sobre la alfombra. Cuando estaba por preguntar qué pasó ahí vio a Mary en el balcón. La mujer tenía puesto un pijama de pantalón corto de color esmeralda, pero a sus ojos pareció gris. La luz de la luna la hacía más pálida a los ojos de Bills. Parecía que hasta su cabello había perdido color.
-Hola- le dijo él en un tono meloso, ella apartó sus ojos del océano para mirarlo indiferente- ¿Estuviste aquí toda la tarde?
Mary no contestó la pregunta y regreso su mirada al mar borrando la ladina sonrisa que Bills estaba esbozando.
-Me voy a dormir- exclamó evitando verlo a la cara e intentado pasar por su lado, instante que él aprovechó para sujetarla por el codo y evitar se alejara.
-¿Se puede saber qué pasa contigo?- inquirió con algo de impaciencia- Y no te atrevas a decir que nada. No me gusta que me mientas-le recordó dando a su semblante una expresión algo oscura.
-Sabes exactamente lo que me pasa, Bills...
Él se sonrió y cerró los ojos un momento como para disfrutar de esa declaración.
-Estas molesta porque almorcé con Leyla- le dijo casi divertido.
-¿Almorzar? Estuviste fuera toda la tarde- le señaló Mary- Y apestas a cerveza.
-Estas celosa- le indicó Bills y su sonrisa se torno burlona, triunfante, causando en Mary el efecto contrario: la humillación y la derrota.
Molesta, la mujer, intentó apartarse de él. No lo logró.
-Sueltame- le exigió hablando entredientes- Bills, suéltame...
-No hasta que aceptes que te mueres de celos porque salí con esa mujer- le respondió inclinando un poco el rostro hacia ella, que estuvo a centímetros de estampar su mano contra su mejilla.
La cara de Mary estaba un poco roja cuando Bills detuvo aquella pálida mano que quedó rígida entre sus dedos. Aunque hubiera querido no le hubiese sido posible dejar de sonreír. Se sentía tan endiosado en ese momento que no advertío lo que su expresión estaba causando en Mary que luchaba por soltarse de su agarre con todas sus fuerzas, pero inútilmente.
-¿Eso es lo que querías no es así?- exclamó la muchacha indignada y rabiosa- ¡Eso es lo que querías, maldito infeliz! ¡Te morias por verme así! ¡Pues aquí lo tienes, animal! ¡Si, estoy celosa! ¡No soporto la idea de que estés con alguien más! ¡Tú eres mío nada más y si te vuelvo a ver con esa mujer te lo haré pagar! Ella no me interesa ¡No me debe absolutamente nada, pero tú... tú si me debes todo!
Bills se sonreía, pero a medida que fue escuchando las palabras de Mary su expresión fue haciéndose más austera. Al final seguía sonriendo, sin embargo, los ojos poblados de lágrimas de esa mujer y su voz cargada de dolor le advirtieron había ocurrido algo más en ella que solo entregarse a sus celos.
-Lo hiciste a propósito lo sé- murmuró la muchacha y su voz se oyó triste, cortada también- Supongo que necesitabas ver esta parte de mi... sé que a veces no expreso tanto como quisieras, como yo quisiera, pero dime una cosa Bills ¿Mi forma de amar no es suficiente para tí?
Bills se quedó callado. La soltó y así ella pudo secar su rostro con sus manos.
-Lo siento...- le dijo la muchacha y paso por su lado hacia la cama.
Obviamente ella había advertido sus intenciones y sus motivos. Él fue más que evidente, sin embargo, sin proponérselo o bien por egoísmo olvidó que si no tenía cuidado acabaría abriendo una vieja y dolorosa herida en Mary. Molesto cruzó los brazos para decir en voz alta y como para restar importancia al asunto:
-Eres demasiado sensible- Mary lo miró de reojo y él caminó hacia el balcón quedándose ahí un buen rato.
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