Suguru Geto:
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— Suguru — escuché las palabras del peliblanco como un zumbar en mis orejas — Despierta Suguru — repitió y mis ojos se abrieron sin recordar aún lo que había ocurrido. Rápidamente noté el enorme agujero al costado de Satoru donde solo quedaban unidos algunos órganos y tejidos blandos.  Los huesos de sus costillas fracturadas de notaban claramente ensangrentados y un suspiro desgarrador se trabó en mi garganta. — Qué bueno que despertaste... estaba tan preocupado — Sonrió con una sinceridad excepcional mientras me colocaba algunos cabellos en su lugar.

El recuerdo abrumador de la Maldición que se me salió de control dejó un sabor desolador en mi boca. Por mi culpa Satoru Gojo estaba gravemente herido,solo porque me empeñé en ir más allá de mis límites de una manera egoísta.

Sin embargo él estaba aquí delante sin reprocharme nada. Su única preocupación fue mi estado de salud.

— Satoru — sus ojos se cerraron casi al instante de sentir mis palabras y lo atrapé entre mis brazos antes de que sus rodillas se estamparan con el suelo.

Mi corazón palpitó con fuerza al verlo en este estado tan deplorable. Invoqué una de mis maldiciones más fiables y la utilicé como medio de transporte para llegar a la academia lo antes posible.

Durante el vuelo sobre lo que lucía como un Dragón blanco el cuerpo frío de mi amado ser caía devastado sobre mi pecho. Quité mi chaqueta y la coloqué sobre los hombros delgados y rotos del chico que acababa de salvar mi vida sin importarle arriesgar la suya con la intención de mantenerlo con una temperatura corporal estable hasta que los médicos experimentados le atendieran.

Al llegar lo trasladaron de urgencia a una sala especializada. Estuve cerca de siete horas sentado en la sala de espera hasta que Nobara Kugisaki y MeiMei ingresaron al lugar. Había escuchado a mi compañero hablar de ellas en repetidas ocasiones así que no fue difícil asociarlas.

—¿Cómo está Gojo?— aún me moría de la vergüenza por la escena de la última vez. Apenas fue la primera vez que las veía en mi vida y su primera impresión fue agarrarme de besos con Satoru.

— No hay noticias todavía — me tragué la vergüenza que luchaba por apoderarse de mi ser y mis pensamientos hacia Satoru fueron más fuertes. No podía creer que por mi culpa esta sería la última vez que viera esos ojos azules eléctricos llenos de vida y armonía que equilibraban mi día a día.

Si él era lo único que me mantenía atado a este mundo ahora que no está ¿Qué excusa me queda para seguir aquí?

Si Satoru se va.... yo me iré con él a donde sea incluso bajo tierra.

— Cálmate Geto — murmuró la de cabellera blanca al ver mis puños apretados — Gojo es el mejor hechicero de esta escuela. Él jamás se metería en una batalla que no pudiera ganar ¿Sabes por qué? — enarcó una ceja por debajo de la trenza que caía en su cara y con una sonrisa un poco siniestra mencionó: — Porque no hay batalla que él no pueda ganar

— ¿Le estás dando la razón a ese insoportable? — chilló la castaña impresionada y la otra negó.

— Ese tipo es irritante pero posee un poder y una fuerza de voluntad muy superior a la de cualquier persona corriente como nosotros ¿Por qué piensas qué Sukuna está interesado en Gojo?

— ¿Interesado de qué forma? — brinqué como un resorte sin dejar pasar la oportunidad de aliviar los celos que repentinamente habían surgido.

— Le propuso matrimonio — mi boca se abrió de par en par — A su manera claro, esa Maldición se cree una especie de dios y al proponerle a Gojo gobernar a su lado como igual no cabe duda de que tiene una fascinación relevante por el chico.

— Pareces celoso Geto-kun — bromeó Nobara y le otorgué una mirada fulminante.

— Por ahora solo espero que Satoru esté bien — me limité a decir — Además deja de llamarme con tanta confianza

— No te malhumores Suguru. Él te elegiría a ti por encima de cualquiera — mencionó la mayor de ellas en su afán de tranquilizarme.

— ¿Cómo estás tan segura de eso? — rodé los ojos y volteé en otra dirección.

— Te estás olvidando de todo lo que vimos hace días y estoy convencida que hay más historia detrás de ese beso tan desprevenido ¿No es así?

Me conmovió que ella supiera tanto de nosotros solo con ver lo que sucedió. Caló a la perfección nuestro pasado y también nuestro incierto futuro.

No comenté palabra alguna y el silencio arrullador calaba los huesos. No revelaría detalles de nuestras intimidades a dos niñas.

— ¿Cómo le hacéis para intimar? — preguntó nuevamente la de cabellos cortos como si todos sus comentarios estuviesen dirigidos indiscretamente a colmarme la paciencia — Solo pregunto porque por los pasillos corre el rumor de que Gojo no puede tener sexo

— ¿Acaso es un extraterrestre o qué? — solté molesto.

— Su familia hizo un pacto con los ancestros para renunciar a sus placeres carnales y cambiarlos por poder, es por eso que el chico de los seis ojos será eternamente vírgen

— No lo es — bufé — Ve corriendo a divulgarlo con tus compañeros — la empujé levemente alentandola a retirarse y ella salió a paso dudoso

De repente unos doctores salieron de la sala y nos pasaron de largo con una expresión totalmente fría que hizo que mi corazón se detuviera. Un espasmo recorrió todo mi cuerpo al ver al último de los cirujanos salir y avanzar en mi dirección.

Mis manos sudaban y en lo más profundo de mi ser me encontraba luchando para que mis piernas dejaran de temblar. Un pánico abrumador se hizo presente ante la posible noticia y justo cuando iba a hablar la voz del vestido de blanco captó mi atención.

— El señor Gojo desea verte — le dí un vistazo a Mei y ella aprobó mi acción con un asentimiento.  Al menos sabía que mi chico seguía conmigo, aún no había perdido todo lo bueno de esta amarga existencia.