6- Falsas especulaciones
—Doctora dígame la verdad — reclamé sin vacilar —Sentí mi cuerpo desvanecerse y mi energía maldita quedó anulada por alguna razón, no puedo simplemente estar loco.....
—Gojo... ¿Eres vírgen? — quedé atónito ante aquella pregunta tan extraña así que decidí no responder —No olvides que el Clan Gojo sacrificó su intimidad a cambio de poder — recordó por encima de sus gafas — Si follas o te follan vas a quedar así al día siguiente
— ¿Qué estás insinuando? — negué con desaprobación. La situación se volvía demasiado ofensiva para una persona como yo.
—Sukuna usó un paralizante en sus cortes y por ello perdiste parcialmente tus sentidos sensitivos pero debo dejar claro que tu falta de energía tiene otro motivo...
—¿Quieres dejar de asumir cosas sin sentido? — rodé los ojos pesadamente.
—Solo tienes diez días antes de que esa bestia salvaje regrese y mi deber es encargarme de que estés a salvo — me observó con ojos de hielo mientras yo aprovechaba para detallar el cristal de la ventana empañarse con la leve llovizna que las nubes rociaban sobre el césped verde menta - Por órdenes del director a partir de hoy tendrás escolta
—Me pregunto qué podrá hacer un inepto ante mi poder — bufé.
—Te apoyará en combate para que puedas ahorrar fuerzas — especificó y yo me reí por lo bajo.
— ¿Qué te garantiza que no termine yo salvándole el pellejo?
—No hay discusión Satoru Gojo — se levantó abruptamente y señaló la puerta — Tu nuevo compañero te estará esperando afuera...
Me tomé un tiempo para mí mismo antes de salir a conocer al susodicho. Dándome una última mirada en el espejo despeiné mis cabellos de manera habitual y abrí las puertas de par en par llamando la atención de los presentes.
—Megumi Fushiguro — hincó una rodilla en el suelo y elevó su puño cerrado hasta el pecho dejando en claro una reverencia.
Mi mandíbula se tensó al ver a ese niño estúpido de rodillas ante mí. ¿A quién protegería? Esta idea no sería más que un trabajo para el gran Gojo, pero claro...¿Por qué no entorpecerle aún más?
—¿Tú eres mi guardaespaldas? — mencioné con una risa burlona.
—No porque yo lo haya elegido Gojo — inquirió y coloqué mi mano en el pecho falsamente ofendido —Son órdenes del director
—Podías haber rechazado la misión y punto, yo solo me basto y sobro
—No pareció eso cuando estabas frente a esa Maldición — a mil leguas noté sus irremediables deseos de discutir conmigo pero hoy precisamente lo ignoré y seguí de largo.
En lo más profundo del pasillo vi una masa de personas aglomeradas frente a una pared y decidí acercarme.
—¿Qué está pasando aquí? — le pregunté a Nobara Kugisaki, una amiga de MeiMei que había visto varias veces.
—Acaban de publicar a los que pasaron los exámenes para la academia ¿No estás emocionado por saber? — Suguru llevaba tiempo preparándose para ese evento así que decidí echar un vistazo. Por mi gran estatura no tuve dificultad en leer el papeleo por encima de las cabezas de los demás.
"EL NOVATO QUE PELEÓ CON SUKUNA"
Vaya que había logrado una fama exuberante. Sonreí para mí mismo satisfecho de su logro y me aparté.
—¿Viste a alguien conocido? — preguntó la chica de cabellos miel.
— Mi hermano pasó — me jacté la boca de ego al hablar.
—No sabía que tuvieras un hermano... Siempre pensé que estabas solo, quiero decir ,es que tu familia ya sabes y ahora no comprendo — titubeó nerviosa de resaltar el hecho relacionado al trágico evento del clan Gojo.
— Es el hijo de mi familia adoptiva — aclaré y ella calmó un poco su pesar.
—Básicamente no es tu familia — aclaró y yo me burlé.
—A ellos se lo debo todo. No me imagino que hubiese sido de mí si no me hubiesen brindado el calor de un hogar
—Supongo que tienes razón —me palmeó el hombro con consuelo a pesar de mi postura firme.
—Iré a patearle el trasero a los de tercero — me excusé con la intención de dar por terminada la conversación con la chica.
— No te metas en problemas Gojo, deberías cambiar ese comportamiento
— Sí sí — agité mi mano mientras le daba de lado sin importancia y continué mi camino hasta el gran patio.
Mi esperanza de hallarme solo se vieron frustradas cuando me topé con mi mejor amigo a mitad de un arduo entrenamiento para controlar maldiciones.
—Felicitaciones — comenté mientras avanzaba en su dirección —Ya ví que lograste pasar
—¿Pensabas que no lo lograría?
—Jamás dudé de ti — suspiré amargado —¿Cuando despertaste tu poder?
—Hace unos meses — respondió aún concentrado.
—Y no me lo habías dicho — puntualicé.
— No era de tu incumbencia señor Dios todopoderoso — sus palabras se clavaron como puñales ardiendo en mi pecho.
—Creí que valorabas más nuestra amistad o como mínimo por la convivencia me podías haber dicho algo tan importante — solté frustrado. Era increíble que me hubiese ocultado algo así.
—Yo no valoro nuestra amistad Satoru— guardó la Maldición con la que practicaba y finalmente me dió la cara — Esa hermandad de la que tanto te llenas la boca al hablar quedó rota desde el momento en el que quise tener tu culo en mi polla ¿Tanto te cuesta entender eso?
—Suguru por dios ¿Acaso no es esa una razón más para tenerme en cuenta?
—¡Ya deja de confundirme! Te preocupas por mí y tu actitud no hace más que alimentar falsas esperanzas — me acusó señalándome con el dedo índice.
—¿Qué te hace pensar que son falsos mis sentimientos?
—Eres un alma errante Satoru— su cabeza se desplomó sobre mi hombro y desmoronó mi corazón de piedra — Por favor entiende que te prefiero lejos — No pude evitar abrazarlo con fuerza. Me aferré a él perdiendo la calma. Me niego rotundamente a tenerlo lejos, prefiero la muerte turbia y violenta antes que estar un segundo lejos de Suguro.
— Puedes acusarme de vago y engreído pero nunca me vuelvas a acusar por no amarte — sin titubear nuestros labios se encontraron y supieron perfectamente qué hacer tal y como si ya se hubiesen besado un millón de veces antes.
Mi corazón se estremeció e inconscientemente mi abrazo se intensificó. Se sentía tan cálido y familiar que no quería despegarme de su ser.
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