
𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 1: Chico irritante
Comenzaba un nuevo y radiante día, las vibras que transmitían eran buenas y Jimin estaba seguro de ello. Jimin era un risueño chico de apenas 17 años, era tan alegre que era muy difícil verlo con una mueca en su rostro. Él aprovechaba cada día de su vida para poder guardar recuerdos, él era consciente de lo corta que era la vida y no se molestó en llenar su mente de problemas que le consumirían con el pasar del tiempo.
Se despertó de su bella siesta y lo primero que hizo fue bajar hacía la cocina y saludar a su padre, quien preparaba alegremente unas tostadas francesas.
- Buenos días, Papá - Sonrió en dirección a su padre, quien se acercó hacia él con un plato en sus manos.
- Pero que buen ánimo te cargas hoy ¿no? - El hombre mayor acarició el rubio cabello de su hijo y se sentó a su lado para comenzar a como la mejor parte del día, el desayuno.
- ¿Y mamá? - Preguntó el menor, extrañado al no sentir la presencia de su madre en la casa.
Su padre hizo una mueca, acción que desconcertó un poco a Jimin.
- Salió temprano a la oficina, dijo que tenía mucho papeleo que ordenar - Dijo y sin más, ambos siguieron comiendo.
No era para nada raro despertar sin la presencia de su madre, ella era una mujer muy trabajadora, calculadora y estricta. Muchas veces se impresionaba por el hecho de que su padre siguiera en aquella casa, cuando era más que obvio que su matrimonio había terminado. A veces
No era para nada raro despertar sin la presencia de su madre, ella era una mujer muy trabajadora, calculadora y estricta. Muchas veces se impresionaba por el hecho de que su padre siguiera en aquella casa, cuando era más que obvio que su matrimonio había terminado. El entorno era pesado y desalentador la mayoría de las ocasiones.
Amaba a sus padres, pero desearía que ellos tomaran sus propios caminos, uno donde nada fuera dañino en sus vidas, uno donde ambos puedan volar como pájaros, libres y sin ataduras. A diferencia de su madre, su padre Park Seokjin, era un encanto en persona, siempre estuvo a su lado y siempre le mostró el lado bueno de las cosas.
Tenía una increíble conexión con su padre, la cual le hacía tener una plena confianza con él. Seokjin no trabajaba, se la pasaba en casa cuidando de Jimin y de la propia casa, era como si los típicos roles de pareja se hubieran intercambiado en ellos.
- Bueno, será mejor que vayas a vestirte si no quieres llegar tarde a tu primer día de clases - Jimin asintió mostrando una sonrisa.
Después de unos minutos salió de casa y caminó directo hacia la escuela, esta se encontraba a unas cuadras de su humilde hogar, por lo que no le era difícil ir a pie. Al llegar pudo divisar a la cantidad de estudiantes que estaban ingresando, algunos saludándose, otros haciendo chistes o pasando el rato.
Jimin no era una persona muy social, él se sentía mejor solo, pero no era como si no quisiera hablar con alguno de sus compañeros, intentarlo por una vez, no podría ser tan malo o al menos esa era la frase que siempre se repetía en situaciones nuevas.
Agarró con firmeza las tiras de su mochila rosada, le encantaba ese color, al igual que su padre, era una de las cosas que tenían en común.
Antes de poder cruzar la calle y entrar a la institución, el sonido de su teléfono le hizo detener los pasos.
- ¿Papá? ¿qué pasó? - Preguntó algo desconcertado por la llamada.
- ¿Te llevaste tu medicación? Por favor dime que sí - Preguntó su padre algo angustiado, esperando una respuesta positiva por parte de su hijo.
Jimin rodó los ojos con una sonrisa en su rostro.
- Claro que los traje, estoy grande, no soy capaz de olvidar algo tan importante - Dijo tratando de que padre se calmara.
Escuchó un suspiro de alivio al otro lado de línea.
- Perdón, es solo que, es tu primer día de clases y sabes que no te puedes someter a mucho estrés - Jimin dejó salir una pequeña risa.
La forma en la que su padre se preocupaba por él le hacía sentir que no importara lo que pasara, su padre siempre iba a estar ahí, en su vida, dando todo de él para que Jimin tuviera la vida que se merece.
- Está bien, no te preocupes, nos vemos en la cena -
Sin más siguió su camino hacia la puerta del instituto.
Sintió las miradas ajenas y los murmullos que le hicieron marearse un poco, no estaba acostumbrado a los lugares con muchas personas, pero a pesar de eso decidió mostrar una sonrisa que hizo que las demás personas dejaran de murmurar a su espalda.
Caminó hasta su casillero y trató de recordar la clave que le había dado el director unos días antes.
Agregó la clave y por fin pudo abrir su casillero, esto era una nueva y completamente fantástica experiencia. Por un momento se sintió en alguna comedia estudiantil o algo parecido. Podía notar como más personas se aparecían en el pasillo.
Jimin era un chico que trataba de llevar las cosas en paz y con cierto positivismo, pero al ver a las personas, una parte de él no dejaba de pensar en si era la primera vez que veían a un chico con aires levemente femeninos.
Sacó sus libros y una presencia a su espalda hizo que se girara completamente, encarando a la persona.
Un chico alto, de nariz grande, al igual que sus ojos, mostraba una sonrisa de superioridad y pasaba su mano por su cabello azabache, tenía la camisa del equipo de béisbol de la institución.
Jimin por obvias razones supuso que pertenecía al equipo.
Lo que no sabía, era que estaba frente al capitán del equipo.
- Veo que eres nuevo - Dijo el mayor haciendo una notoria mueca.
- ¿Eso es malo? - Preguntó Jimin, sin miedo, no lo conocía, no tenía por qué tenerle miedo, pero entendía por qué la gente estaba a su alrededor. La gente aparece es cuando va a haber drama y uno muy entretenido.
El resto de los alumnos se quedaron en sus lugares, observando atentamente, esperando que algo malo pasara.
-No sabría si decirte que sí o no, pero a nosotros no nos gustan los nuevos intrusos, menos si parecen algo que no son- Aquel comentario había desencajado al menor.
- Pero ¿por qué sería yo un nuevo intruso? No creo que mi presencia te haya hecho algún daño -Dijo el menor, mostrándose indiferente ante el esbelto cuerpo lleno de superioridad.
El mayor pareció frustrarse por su comentario y de manera amenazante, se acercó hasta su cuerpo.
- ¿Cuál es tu nombre? - El chico trató de mostrar tranquilidad en su voz.
- Jimin, Park Jimin, un gusto - El menor le extendió la mano en forma de saludo, el mayor lo miró con asco y después le dio un leve golpe a la mano del rubio.
- Bueno, escucha bien Park, solo te voy a decir una cosa, no eres bienvenido aquí y será mejor que cuides tu espalda de marica - Sin decir nada más paso de largo por los pasillos, mientras Jimin tenía una expresión de duda en su rostro.
Bueno, no era la primera vez que lo llamaban marica, si venimos al caso.
Cuando el chico fortachón se fue, Jimin vio a lo lejos a un chico con gorra, que lo miraba sin expresión alguna, era algo muy neutro, al igual que su mirada. Se le estaba haciendo tarde para entrar a clases, así que corrió lo más que pudo hasta llegar a la puerta del salón de matemáticas.
Tocó la puerta del salón, esperando que el profesor lo dejara entrar y le disculpara aquel error.
- Profesor Mark, soy Park Jimin, nuevo estudiante, disculpe la demora estaba... – Fue interrumpido por el hombre.
- Shh, no quiero excusa joven Park - El hombre hizo una señal con su dedo para que guardara silencio.
- Pero, Profesor...
-Nada de peros, mi clase comienza a una hora y usted ya se pasó de esa hora. Puede esperar a fuera para su siguiente clase y para la próxima trate de ser puntual.
El hombre le cerró la puerta del salón en la cara y Jimin sintió la rabia apoderarse de su cuerpo. Sintió un leve dolor en el pecho y fue cuando todos sus sentidos se alarmaron.
Cálmate, no puedes desesperarte.
Se dijo a si mismo mientras caminaba directo hacia el patio del instituto. Observó el paisaje por unos segundos y fue interrumpido por un extraño olor, el cual inundó sus fosas nasales. Caminó hacia lo que parecía un bote de basura.
La curiosidad lo invadió cuando vio una leve nube de humo, salir por el otro lado del basurero. Sin pensarlo mucho se posicionó al otro lado topándose con un chico.
Tenía el cabello de un color menta claro, completamente hermoso a su parecer y una chaqueta negra junto con unos jeans ajustados, del mismo color. Su mano sostenía un cigarro.
Oh, de allí es donde viene el humo.
El chico lo miró de pies a cabeza, tenía una perforación en su labio y varias en sus orejas. Lo cual le hizo sentir un poco intimidado.
-¿Qué es lo que miras, pequeño?
Preguntó el chico, dejando salir nuevamente le humo de su boca. Jimin bajó la mirada, algo avergonzado y con sus mejillas levemente rojas.
Jugó torpemente con sus manos y luego buscó alguna excusa para no ser golpeado por la norme estatua de agujeros.
-Nada, el olor del cigarro me atrajo- El chico alzó una ceja con algo de diversión, realmente no esperaba esa respuesta por parte del chico fresita que tenía enfrente.
-¿Entonces quieres?- Jimin abrió los ojos ante la pregunta y la expresión de burla del hombre.
-N-no, para nada, yo no fumo- Dijo casi en un susurro.
-De todas formas, no tenía pensado darte de mí cigarro.
Ah. El chico, alzó los hombros y volvió a meter el cigarro en su boca.
-¿Por qué no?- Preguntó y luego se dio no una, si no miles de cachetadas mentales, no sabía porque había preguntado aquello.
-¿No es obvio? Porque es mío, además no me gusta compartir mi saliva- Dijo con un sutil gruñido al final.
Jimin se sentía incómodo en esa situación, aquel joven no era para nada decente, pero había algo en él que le causaba intriga. Tal vez era por su físico.
Seguramente era por eso, sí.
Pasaron unos breves segundo y mientras el joven disfrutaba del frío y el suave calor del cigarro, observó como Jimin seguía ahí parado, sin mirarlo, pero moviendo sus pies de un lado a otro.
-Y ahora ¿por qué sigues aquí?- Preguntó el mayor al ver que Jimin, solo lo miraba con la boca abierta.
-Te diría que cerraras la boca que te pueden entrar moscas, pero realmente me gustaría ver si eso pasa- Dejó salir una sutil carcajada.
Jimin seguía inmóvil.
Y el mayor estaba comenzado a pensar que podrían pasar mil años y el rubio seguiría en la misma posición.
-Mocoso- Dijo en un susurro para que el rubio no lo escuchara.
Tiró el cigarro al piso y pisó con fuerza para apagar este.
Jimin seguía viéndolo, inmóvil.
-Esto da miedo- Dijo el chico de cabello menta, en un susurro nuevamente.
Caminó pasando de largo el cuerpo de Jimin, quien inmediatamente reaccionó.
Se dio la vuelta y preguntó.
-¿A dónde vas?
El chico de perforaciones se dio la vuelta, metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta y se alzó de hombros, mostrando una sonrisa de medio lado.
-Las clases siguen, mocoso- Y Jimin nuevamente, sintió sus mejillas arder de la vergüenza.
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