Era una tarde de verano cuando lo conocí... Fue tan rápido como las hojas de los árboles al caer, como los pétalos de cerezo.

Sabían que los pétalos de cerezo caen a 5 centímetros por segundo?

Pues así lo sentí.. Cuando chocamos miradas inmediatamente sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo, mil emociones invadir mi ser, ver su rostro y ver su hermosa sonrisa y sus lindos ojitos me llenó de un sinfín de sentimientos, era el chico más lindo que había visto en toda mi vida, sentí que estábamos hechos el uno para el otro.

Su nombre es Jungwon, Yang Jungwon, el chico que me tiene suspirando aun después de tanto tiempo que ha pasado ya de eso...

Pero para que me entiendan les contaré la historia desde el principio.

El principio...

Como dije antes, era verano, era una tarde espléndida con el mejor clima que la estación podía otorgar, niños jugando en el parque sin ninguna preocupación respecto a sus estudios, ancianos caminando por las aceras recordando sus años de juventud, jóvenes y adultos charlando tranquilamente en algunas bancas... Y luego estaba yo. Puedo asegurar que me veía intimidante, no pasaba por un buen momento, mi rostro gélido y mis ojos azabache hacían un gran contraste con el tiempo en el que estábamos.

Me concentraba en patinar sobre el asfalto y olvidar que había todo un mundo que aguardaba por mí para devolverme a la oscura nube de soledad a la que mi vida se reducía. Trataba de no fijarme en nada ni nadie, de no pensar en nada, de ir a mi lugar seguro y ser plenamente feliz haciendo lo que más amaba en este mundo. No era sobre hielo, como me hubiera gustado, pero la pista estaba en mantenimiento y esto era lo mejor que podía lograr.

Juro que fue una forma tan extraña en la que me tropecé y caí sobre el duro asfalto, que lo asocie al haber visto a la persona más hermosa que alguna vez pude haber tenido la dicha de ver, era como un rayo de sol, era tan brillante, tan etéreo...

No había caído en cuenta que se había acercado a ayudarme hasta que sentí su extrañamente frío tacto sobre mi piel, fue como un balde de agua fría. Reaccioné al instante deshaciendome en disculpas y prometiendo ser menos torpe en una próxima vez.

El rió.

Su risa fue la melodía más linda que escuché en mucho tiempo salir de una persona.

Definitivamente me había enamorado... Me tomo cinco segundos enamorarme.

O yo soy una persona muy fácil de enamorar, o él tiene un encanto irresistible.

Él me ayuda a levantarme del suelo y me acompaña hasta una banca que estaba cerca de donde yo había dejado mis cosas, debajo de un gran árbol de cerezo, mi mejor amigo.

¿Se nota mucho mi fascinación con los cerezos?

Talvez por eso me sentí tan atraído al chico con facciones angelicales, porque me recordaba a un cerezo que floraba por primera vez.

Puede que mis comparaciones no sean las mejores, pero es lo que pienso cuando lo miro. En un cerezo.

El chico me mira intrigado, probablemente me ha hecho alguna pregunta, pero al estar divagando no le he escuchado.

Al parecer entiende mi rostro confundido y me pregunta una vez más.

-Cuál es tu nombre?

Ahí es donde todo empezó.

~continuará~

Gracias por llegar hasta aquí, espero y este primer capítulo les haya gustado. Si fue así no se olviden de votar y comentar!

Ale fuera~