Primera vez.
Día 6; [Dolor/Confort]
El duelo es la vivencia psicológica tras una pérdida en la que se desencadenan potentes reacciones emocionales, cognitivas, conductuales y fisiológicas, todas ellas naturales y esperables. Podríamos definir el duelo de una ruptura de pareja como un shock sentimental, un estado de parálisis psicológica, desorientación y vacío. Aunque cada persona es un mundo, y hay maneras muy distintas de vivir esta experiencia.
La ruptura no deseada produce una desorganización del yo en todas sus dimensiones. Puede provocar ansiedad y depresión, sintomatología de estrés postraumático y síndrome de abstinencia. Adicionalmente, esta vivencia es susceptible de originar dudas respecto a uno mismo, al otro y miedos hacia el futuro.
Se ha descubierto que el duelo tras una ruptura es directamente proporcional a la intensidad del compromiso existente en la relación amorosa.
Advertencia: muchísimo drama, capítulo bastante largo a más no poder.
A veces la felicidad se acaba en el mejor momento de tu vida. A veces llega alguien a cambiar y mover todo tu mundo, haces lo posible para estar con esa persona, le dedicas gran parte de tu vida entera y de esa forma logras sentir felicidad absoluta.
Te sientes bien con esa persona, la consideras para todo, la presumes en todos los momentos, le cuentas a todos de lo enamorado qué estás. Y al final de cuentas, pueden pasar dos cosas: te das cuenta de cómo en verdad es esa persona o al final te quedas con ella, siendo absolutamente feliz.
Ojalá para Shinsou hubiera acabado de la segunda manera.
Hubiera deseado con todas sus fuerzas qué Midoriya se quedara a su lado por siempre, qué lo hiciera feliz e iluminara su mundo tan feo. Deseaba poder tomar su mano por siempre y seguir amándolo. Estaba enamorado de él hasta los huesos, lo había hecho sentir de la mejor manera posible, y ya habían pasado muchísimos años desde qué había conocido a alguien cómo él. Midoriya es irremplazable para él, le ayudó a levantarse en los peores momentos de su vida, estuvo con él siempre en sus primeras veces.
Le dió un anillo de propuesta después de tres años de relación, le había comprado un sin fin de cosas, le había dedicado su vida entera sin qué él se lo hubiera pedido. Le hubiera dado su propia vida sí él quisiera.
Pero, ¿para qué? Sí al final se llevó una gran sorpresa con ese precioso chico de pecas.
No suficiente con decirle en su cara: »Ésto ya no está funcionando para mí«, Shinsou se atrevió a preguntar el porqué. Y haberlo preguntado fue lo peor qué pudo hacer.
“El silencio reinaba abruptamente el lugar, Midoriya no sabía qué responder ante la pregunta de Shinsou.
Shinsou no podía evitar sentir su corazón latir con fuerza, rezando porqué fuera un vil y cruel mentira. No podía soportar el silencio qué le daba el más bajo, confirmando qué no era una broma. No pudo ser una broma ver a su chico llorar con amargura, tocando su propia nuca con suavidad. El mayor observaba atento cómo acariciaba con suavidad la marca en su cuello, marca qué los había unido hace algunos años atrás.
Una marca qué había nacido para darle sentido a su relación, para hacerlos oficialmente pareja. Para hacerles saber a todos qué la felicidad de Shinsou tenía nombre.
Y ese había sido su primer error, transformar a Midoriya en su todo, porqué podría ocasionar un momento cómo ese.
El menor se encontraba sin habla, ni siquiera podría ver los profundos iris lilas de su novio. No sabía ni encontraba las palabras adecuadas, ¿cómo le decías a alguien algo de esa magnitud sin romperlo en mil pedazos?
—Midoriya...—le llamó el mayor, su voz se sentía débil ante la actitud de él.— Por lo menos mírame a los ojos y dime qué es lo qué perturba a tu corazón.
Midoriya estaba angustiado, y Shinsou podía sentirlo a través de su lazo inquebrantable. Pero aún así, Midoriya apenas y pudo mantener contacto visual con suavidad. Parecía prepararse para soltar lo qué tanto le dolía.
Shinsou sabía qué no era algo normal de días, ya llevaba meses con aquella actitud, y podía sentirlo cada vez más profundo.
—Cielo...—volvió a llamar Shinsou mientras le extendía una mano para qué pudiera tomarla, sin embargo, el pecoso no pudo hacerlo.
No pudo mentirle a Shinsou, no pudo mentirle cómo otras veces. Tenía qué hacerlo, aún sí sabía qué lo iba a dañar con toda su alma.
Midoriya lo sabía, no había forma de no dañar a su novio. Pero... ¿Realmente estaba seguro de lastimarlo así?
¿Estaba seguro de querer reemplazar algo incondicional de hace años? ¿Sólo por instinto? Ese era su dilema en su pobre corazón. Midoriya amaba con toda su alma a Shinsou, desde el primer instante en qué lo conoció. No quería ni deseaba hacerle aquello, quería seguir manteniendo la mentira de un amor perfecto.
Pero... Al verlo lleno de esperanza y amor sobre los preciosos iris del más alto, se hizo un gran nudo en su garganta. Sabía qué se iba a arrepentir por hacerlo.
Pero no podía mentirse a sí mismo, ni a la sensación qué no sentía con Hitoshi, pero sí con ese chico de mirada heterocromática. Se sentía una mierda al mentirle a Hitoshi de esa manera, desde hace tanto tiempo.
—Sólo creo qué te amo demasiado.—murmuró el menor limpiando ligeramente sus aguados ojos.— Siempre fuiste bueno conmigo, y estuviste tantos años conmigo.
—¿Por qué lo dices en pasado?.—preguntó Hitoshi sintiendo esa opresión en su pecho aún más intenso. Se sentía inseguro, angustiado.
De nuevo, no había una respuesta. Por más qué quisiera una, a la vez quería quedarse sin una por siempre. Shinsou sospechaba de qué se trataba pero no quería aceptarlo.
Se negaba a dejar de amar al chico qué tenía enfrente. Comenzó a hacerlo desde hace tiempo, y nada de eso lo podría cambiar.
—¿Recuerdas qué siempre te había deseado lo mejor? Pues en éste momento yo no lo soy.—respondió el menor después de un rato callado, apretando sus propias manos con fuerza.— Hitoshi, creo qué estoy sintiendo con alguien más...
¿Sintiendo con alguien más? ¿A qué se refería cuándo abruptamente cortó la oración?
Veía a su novio desesperado, tanto qué no dudó en abrazarlo, aún sí dolía más que nunca. Lo estaba abrazando aún sí Shinsou estaba consciente del final de la oración.
—Por favor, no lo digas. Te suplico qué no termines esa oración.—su voz sonaba cortada y débil al estrechar aún más en sus brazos a Midoriya. Lo sentía temblar al aferrarse a su espalda y abrazarlo con más fuerza, tratando de cubrir sus sollozos. — Dime qué me sigues amando aún sí es mentira... Sígueme diciendo mentiras bonitas cómo solías hacer hace unos meses.
Shinsou no dudó en arrodillarse frente a él mientras tomaba sus manos y lo veía directo a sus ojos, tratando de calmar su propio llanto. La opresión en su pecho se hacía cada vez más profunda.
—Te suplico qué no me abandones... Por favor.—las lágrimas cayendo al piso no tenían fuerza. Hitoshi era el único aferrándose a algo irreal.
Aún sabiendo la respuesta decidió hundirse aún más en el piso, dando una reverencia completa por debajo de sus pies. No era para disculparse, ni para suplicar, era para cubrir su horrible cara y aguantar los sollozos lastimeros qué salían de sus labios. Apenas y podía mantenerse cuerdo en ese momento.
—¡No me abandones cómo todos los demás! ¡Por favor!.—suplicó cortadamente, manteniendo su respiración bastante aguada, sintiendo cómo su corazón se iba a aplastar en cualquier momento.
Escuchaba los sollozos de su novio a más no poder, sentía las lágrimas caer sobre su cabello, y sentir cómo los pies de Midoriya se alejaban de él.
Suplicaba qué fuera una mentira.
—E-Estoy sintiendo con alguien más lo qué no puedo sentir contigo, Hitoshi.—susurró el menor tapando sus labios, tratando de tranquilizar su paralizado corazón.
Para ese punto sentía cómo la marca en su nuca quemaba con fuerza, y Shinsou sentía el dolor en su máxima expresión. Sentía la traición, sentía el rechazo, la decepción. Juro qué Midoriya sería diferente de todos qué lo abandonaron.
—Perdoname Hitoshi... No puedo amarte más.
Pero al final resultó ser lo mismo a lo qué tanto temía.”
Desde aquella ocasión había pasado un largo año, un año lleno de decepciones para Shinsou, y desesperación a más no poder. Se supone qué ya lo había superado, el dolor, y a Midoriya por igual.
Entonces... ¿Por qué le dolía tanto pensarlo con alguien más?
Cierto, lo comenzaba a recordar. Porqué lo veía bastante a menudo por las calles, junto a su nuevo prometido. A simple vista, no podía competir contra él, jamás.
Un chico alto, de facciones atractivas, mirada profunda, musculatura perfecta, cabello perfecto. Una postura perfecta, excelentes modales y una actitud cómo nunca con Midoriya. Podría decirse qué a simple vista... Él lo tenía todo junto a ese chico, tanto qué lo hizo ver fácil reemplazarlo y olvidarlo en tan poco tiempo.
Y aunque quería ya dejar de pensar en eso, aunque quería odiar a Midoriya con todas sus fuerzas, no podía. En verdad no podía hacerlo. Aún cuándo lo veía su lobo interior aullaba con fuerza y nostalgia, provocando un sentimiento de amargura, un sentimiento de sentir incompleto. Cuándo más quería odiarlo, era cuándo terminaba odiandose a sí mismo por no haber sido ni la mitad de suficiente de lo qué era el otro chico.
Su ex novio había dejado un profundo hoyo en su corazón, y sabía qué eso no se iba a reparar jamás. Sabía qué no se sentía listo para volver a amar, porqué aún lo amaba a él cómo sí fuera la primera vez. Sin importarle sí veía a preciosas Omegas, candentes Betas y Alfas aclamando por él, se veía incapaz de verlos.
No importaba qué tan atractiva fuera la persona, su corazón no se podía emocionar. Y aunque Shinsou quería negarlo, sabía qué el reemplazo aún le dolía. Desde ese día jamás dejó de doler.
Nunca dejó de llorar, ni de sentirse insuficiente. Trataba de subirse el ánimo, sin embargo, nada funcionaba.
Lo intentó tantas veces. Con comida, caprichos, noches de completa lujuria y revolcones, saliendo a fiestas, con borracheras, con falsas promesas de una relación, besando labios qué no eran los de él. Pero nadie había podido igualar la emoción, ni siquiera había una emoción de por medio.
Después de pasar por esa horrible etapa, simplemente dejó de intentar. Sólo se dedicó a morir lentamente, cómo lo había estado haciendo desde hace un año. Hacía tiempo qué ya no podía dormir cómo quisiera, no sintiendo su cama fría aún cuándo alguien ya había estado ahí la noche anterior. Para Shinsou no había sentido nada.
Y ese era otro de su error. Seguir teniendo a Midoriya en la cúspide de su vida, aún sí ya no estaba en ella.
No sabía cuánto tiempo tardaría en sanar por completo la herida, pero quería qué fuera pronto, de lo contrario pensaría en una forma de acabar consigo mismo de la manera más rápida posible. Y sabía qué era una exageración, pero... No podía evitarlo, no podía evitar sentirse así de mal después de perder al amor de su vida por no poseer un estúpido título.
Y aunque lo tuviera... Sabía qué sería reemplazado, cómo siempre había ocurrido.
No importaba cuántas veces suplicaba, amaba, daba. Nadie se quedaba con él, y Midoriya no fue la excepción.
Se sentía jodidamente insuficiente para todos, y eso no supo arreglarlo desde qué se fue Midoriya. Porqué incluso para sí mismo, se sentía una mierda inexistente. Se sumergía demasiado en sus pensamientos caminando por la calle, justo en la misma calle dónde había caminado tantas veces con él de regreso a casa.
Pero aquella vez estaba solo, y bastante deprimido. No era sorpresa. Solamente se había bloqueado a cualquier posibilidad y había aceptado su destino:
No quería seguir, no quería seguir llorando por lo mismo. Ya estaba harto.
Jamás iba a ser suficiente para nadie, entonces, ¿para qué esforzarse? Sí nadie jamás en su vida lo había hecho por él.
Con ese frío pensamiento se dirigió a su casa con sus compras en mano mientras alejaba a todos con sus fuertes feromonas. Sabía qué generaba miedo con sólo verlo, pero era justo lo qué necesitaba, estar lejos de todos, aislarse un buen rato.
Sus pies se arrastraban desganados, así hasta llegar al último escalón del piso de su departamento. Sus ojos se sentía cansados, tanto qué ni tomó importancia de qué la puerta al lado de su departamento estuviera abierta y repartidores metieran cajas dentro. No le tomó importancia a saludar a sus nuevos vecinos, sólo a encerrarse en su casa y botar las compras dónde fuera.
Su casa era un desastre desde hace tiempo, ya no le importaba ser limpio y pulcro, de todas formas, vivía solo. Apenas y pudo llegar a su balcón.
Justo cómo esperaba, en completa oscuridad, excepto por las hermosas estrellas en el cielo. Se acercó con lentitud hacía la barda, colocando sus manos encima de ella y subirse. Sus pies colgaban desde su balcón, sin siquiera pensar en qué sí se caía desde esa altura, sería su fin. Ahora sólo quería despejarse un rato.
O eso pensó al ver las estrellas tan solitario, en completo silencio...
“—¡Shinsou, te vas a resfriar allá afuera!.—exclamaba su novio mientras lo tomaba por detrás y lo abrazaba por su cintura, aspirando con tranquilidad el aroma del de cabellos índigo.
—No importa, ésto siempre me relaja para dormir.—respondió entre risas mientras acariciaba las suaves manos del pecoso.
—Lo he notado, ya casi ni tienes ojeras.
—Es sólo... Desde qué te conocí, mi ciclo de sueño se volvió anormal.
—... ¿A qué te refieres?
—Desde qué te conocí, puedo dormir mejor.”
Su corazón latía con fuerza, golpeando cada vez más la presión sobre su pecho. No podía evitar soltar algunas lágrimas traicioneras al recordar ese momentos años atrás.
Estaba tan metido en sus pensamientos qué apenas y pudo notar cómo una papa frita volaba hacia su cabello. No tuvo más remedio qué limpiar sus lágrimas con rápidez y aguantar su dolor, temiendo qué alguien viera lo débil qué era.
—No sabía qué iba a encontrar a mi vecino llorando en plena madrugada.—una voz suave y compasiva resonaba en todos sus tímpanos, apaciguando unos momentos su dolor.— Dime, chico bonito, ¿qué te trae tanto dolor?
No pudo evitar verlo directamente a sus ojos. Unos hermosos ojos de un color ámbar, parecían brillar esa noche con más intensidad. Su cabello rubio resaltaba de forma elegante, no estaba revuelto cómo el suyo, de hecho, estaba bastante alaciado. Parecía incluso qué ese chico se había metido a bañar momentos atrás. Esa sonrisa en su cara ni se quitaba, sólo le decía en silencio qué le contara sus problemas, no lo iba a juzgar.
Shinsou no quería contar nada, pero... Ese chico lo veía expectante. Por un momento pensó qué después se iba a aburrir e ir a dormir, entonces con eso en mente, comenzó a contarle en un murmuro una parte de lo qué atormentaba a su pobre corazón desde hacía ya tanto tiempo.
Contrario a lo qué pensó, el chico escuchó atento hasta la última palabra qué mencionó. Estuvieron ahí varias horas, y Shinsou por primera vez en su vida experimentó algo cálido...
Experimentaba en qué alguien lo estuviera escuchando en su peor momento, con la cara hecha mierda, su corazón destrozado y con ropa de fachas. Incluso con sus intensas ojeras.
Por primera vez en su vida, no experimentó el rechazo.
Y eso por alguna razón... Se sentía bien.
Tan bien qué en su corazón hubo un dolor intenso qué casi le hacía llorar más de la cuenta. Por alguna razón, quería sacar ya ese tema de su vida, pero ahora qué lo hacía... Se sentía mal de hacer perder a alguien así el tiempo.
Y de nuevo, sintió el rechazo después de unos breves momentos.
Tanto fue así qué sólo se quedó con palabras en su boca, y se metió de nuevo a su casa a descansar. Sabía qué no le había contado todo a ese chico, tal vez luego lo haría.
Por ahora sólo se dedicó a dormir un poco más.
Sin pensarlo siquiera, sus días habían pasado de esa forma. Con ese chico en el balcón de al lado, y él sacando sus desgracias. Pero... Por alguna razón, ese chico se esmeraba por hacerlo reír, aunque jamás lo lograba.
No importaba cuantos chistes contara, ninguno se le hacía divertido. Ni mucho menos al una noche escuchar un chiste qué Midoriya siempre le contaba, saliendo de los labios de aquel chico.
»Hay más ojeras en tus ojos qué estrellas en el cielo.«
Al oír aquello, una pequeña sonrisa nostálgica se instaló en su rostro. Y aunque era la primera vez qué sonreía frente al chico, deseaba no hacerlo al pensar en Midoriya.
De poco en poco después de esa ocasión, los días pasaban hasta convertirse en meses.
Ese chico ya estaba informado de todo ahora, después de tanto tiempo, ya sabía qué era lo qué pesaba. Y aunque le dijo cierta noche qué estaba asustado a volver a amar, el chico le ofreció una alternativa: comenzar a salir con él.
Aunque le pareció una idea muy jodida, decidió aceptar la invitación sólo por una vez. Pero... Se le había ido de las manos cuándo por fin se estaba riendo con el chico mientras paseaban en la calle. Estaba comiendo un pequeño refrigerio de una tienda mientras sólo hablaban de tonterías.
—Entonces, Kaminari, ¿qué es lo qué aflige tu corazón ahora?.—preguntó Hitoshi de la nada, viendo atento al mencionado.
El contrario tardó en responder, parecía dudarlo. Por unos momentos le recordó a él cuándo lo conoció por primera vez. Aún así, el chico le respondió su duda.
—Encontré a alguien especial.—mencionó Kaminari mientras sonreía un poco más.
—¿Especial? ¿De qué manera?.
—Ya sabes, un destinado. De esos de carne y huesos, no leyendas.
Shinsou borró su sonrisa de inmediato... Aún le era complicado asimilar esas palabras tan naturalmente, aún no había superado ciertos problemas en su vida.
—¿Sí? Qué suerte tienes.—murmuró el más alto mientras daba un ligero suspiro.
—El problema es qué creo que no le importo...
Una pequeña risa salió de los labios de Hitoshi mientras negaba.
—Es imposible qué alguien no se dé cuenta qué ha encontrado a su destinado.—respondió con simpleza.— O tal vez porque inconcientemente esté rechazando el lazo.
Kaminari detuvo su paso levemente mientras observaba confundido al mayor.
—¿Eso es posible?.—preguntó bastante curioso.
—Sí... Después de qué un alfa se pueda deprimir o pasar un evento traumático, las feromonas de los demás se obstaculizan en su sistema para impedir identificarlo. Ese proceso puede durar un tiempo hasta qué el alfa afligido se recupere por completo del dolor.
Kaminari lo escuchaba atento, y entre más hablaba, su expresión se hacia cada vez más extraña... Tanto cómo sí estuviera angustiado.
Pero para ese momento Shinsou no podía oler nada de nada, entonces no supo realmente cómo identificar los sentimientos del chico.
—Pero, ¿en verdad te afecta tanto qué ese alfa no se dé cuenta?
El rubio sólo asintió con lentitud mientras suspiraba, volviendo a retomar su camino al lado de ese alfa.
—Supongo qué sólo necesita más tiempo. Puede qué le hayan roto el corazón.
Oh, pobre Shinsou, sí tan sólo supieras la realidad de las cosas...
El tiempo se hacía cada vez más grande para él. Pasaba cada vez más tiempo con ese chico, y se la pasaba bastante bien al ignorar a todo lo demás, las feromonas, su depresión, y estar junto los olores de los omegas qué eran bastante fuertes para su gusto.
Incluso ignoraba el hecho de qué Kaminari fuera uno, debido a qué no podía sentir su aroma.
Ahora en ese momento sólo estaban en otras de sus tantas citas. Estaban en un parque de diversiones haciendo actividades de aquí para allá. Se subían a las montañas rusas, a comer hasta desfallecer, a contar chistes malos, a gritar y a reír muchísimo. Sólo por esos momentos, Shinsou pudo olvidar todo lo demás.
Todo era un poco más dulce con la compañía de Kaminari. Sólo qué aún no se daba cuenta.
Estaba tan distraído con el chico, qué apenas pudo y caminar bien cuándo chocó con alguien en la caminata.
De inmediato se disculpó y volteó a ver al afectado. Quiso decirle algo más, pero no pudo hacerlo cuándo se quedó completamente congelado al observar la mirada qué tenía enfrente.
Unos preciosos iris color esmeralda, observándolo con aquel brillo especial, justo... Justo cómo el día en qué los conoció. Por un momento, se dió la oportunidad de observarlo atento, siendo qué tenía mucho de no ver ese rostro cara a cara.
Todo se sentía cómo un reinicio, sólo qué no lo era. Estaba consciente del tiempo y con quién estaba. Pero eso no impidió qué al ver a Midoriya otra vez, sintiera exactamente lo mismo qué hace tiempo.
Le bastó verlo unos segundos para confirmar qué aún no lo había dejado de amar. Y pudo saberlo al sentir cómo ese sentimiento se volvió a plantar en su pecho.
—No puedo creer qué después de tanto, te viera aquí.—mencionaba el pecoso con una ligera sonrisa, la cuál, fue medianamente correspondida.
Shinsou no dijo mucho, sólo pudo corresponder ligeramente el abrazo qué recibió de él. Todo mientras el novio de su ex los observaba con tranquilidad. En ese momento no supo cómo clasificar esa mirada.
Ni siquiera cuándo se despidió de Midoriya.
¿Tan rápido lo había reemplazado para saber qué para Midoriya ya era vuelta de página?
Pensó en eso con detenimiento, incluso cuándo Denki hablaba sin parar con él, sin obtener una gran respuesta. Y así Shinsou se pasó un gran rato hasta qué un estallido lo sacó de sus pensamientos.
—¡Mira, Shinsou! ¡Fuegos artificiales!.—exclamaba con emoción el rubio frente suyo.
Los ojos de Hitoshi observaron el cielo qué comenzaba a iluminarse con los bellos destellos de colores. Y aunque quería sentir una inmensa paz, fue imposible.
Sólo pudo sentir de nuevo la angustia, tanto qué pudo sentir cómo sus feromonas se hacían más intensas. Incluso a Denki lo había sacado de sus casillas preguntando sí estaba bien, a lo cuál él había respondido con un mejor qué nunca.
Sabía qué le estaba mintiendo con todas las fuerzas de su corazón. Se sentía bastante mal al encontrarse con alguien a quién ni quería ver jamás. Se sentía mal por haber sentido lo qué juraba ya no sentía.
Se sentía mal al ver qué el tiempo qué pasó con Denki, le hizo reafirmar lo inevitable.
Y es qué seguía sintiendo algo por Midoriya, tanto qué le era difícil de expresar a su acompañante. Así qué sólo con tranquilidad le dijo qué regresaría en unos minutos, necesitaba ir por unas chamarras para ambos.
Kaminari lo dejó ir, diciendo qué lo esperaría.
Sin embargo, Shinsou no iba a regresar para ese momento.
Shinsou iba directamente a lo qué debió hacer hace tanto tiempo atrás. Cada pasó lo daba aún más rápido, sentía la angustia subirse por completo a su torrente sanguíneo. Quería deshacerse de ella lo más pronto posible.
Avanzó por todo el edificio, hasta qué estuvo por completo en frente de su dichosa puerta. La abrió para encontrarse con un departamento limpio y ordenado, junto con algunas cosas esparcidas de Denki.
Sin embargo, no iba por algo de Denki. Aún cuándo vió sus chamarras en el perchero al lado de la puerta. Se rodeó así mismo con sus propios brazos, dándose un abrazo reconfortante.
Sin dudarlo siguió dando pequeños pasos hasta terminar en aquel balcón. El lugar qué le había dado un inicio y un fin a todo. Aún así pensó muy bien en lo qué estaba a punto de hacer.
¿Iba a dejar consumirse por completo por ese sentimiento? ¿Tanto cómo Midoriya le fue tan fácil dejarlo, sin dudarlo?
Sí, tal vez lo haría para saber el porqué hizo eso sin dudarlo. No le importaba ya nada más. Estaba en un punto de infelicidad eterna, algo qué ya lo estaba hartando.
Kaminari trató siempre de sacarlo de ahí, pero... Simplemente se le hacía imposible.
Se le hacía imposible aceptar qué ya no había alguien qué lo esperaría en casa todas las noches. Qué ya no habría alguien dispuesto a abrazarlo en sus noches frías.
Sencillamente qué ya no habría a alguien con quién darlo todo, qué ya no tendría a alguien qué lo amara cómo él quisiera.
Y sin darse cuenta, había acabado cómo en el primer día dónde había conocido al chico de rayos. Había quedado con la misma angustia en su corazón, aún sí ya le había contado a alguien su dolor.
Aún sí había hecho de todo, sí había conocido a nuevas personas. Aún sí tenía a alguien cómo Kaminari, simplemente... Eso no llenaba el vacío constante de Shinsou.
No quiso darle demasiadas vueltas. Ya estaba decidido desde el inicio.
Acabaría por fin con su maldito sufrimiento, insomnio, y todo el dolor qué jamás de disipó por completo. Sin dudarlo se subió encima de esa barda cuándo los fuegoz artificiales se divisaban en el cielo.
Los destellos se ponían sobre las iris lilas de sus ojos, recordando el primer día dónde conoció a Midoriya, justo al lado de un fuego artificial.
“—¿Nos habíamos visto antes?.—preguntó curioso el pecoso.
Shinsou lo observó curioso, tratando de recordarlo en algún punto.
—No lo sé, ¿Nos conocemos de antes?.—Shinsou entrecerraba sus ojos con dificultad, trataba de concentrarse, pero las iris color esmeralda lo sacaban de sus casillas.
Los ojos de ese chico brillaban cómo nunca había visto. Y eso le cautivó desde el primer momento.
—No, creo qué no... Estoy seguro de qué te recordaría.—una gran sonrisa se divisó en el rostro del menor al mencionar aquello.”
Recordaba aquello a piel viva. Lo recordaba a la perfección.
—Carajo, sí tan sólo yo hubiera sido él.—murmuró Shinsou para sí mismo, observando por fin el abismo qué le esperaba sí saltaba.— ¿Hubiera sido diferente...?
“Necesito qué me prometas qué te quedarás por siempre.”
Una sonrisa nostálgica fue lo qué lo llevó de nuevo a la realidad.
Midoriya fue lo único bueno en su vida antes de qué lo dejara. Y aunque sabía qué debía seguir adelante, aún sí sabía qué debía olvidarlo, siempre volvía al inicio.
Se sentía patético, un cobarde, todo. Le había mentido de forma estrepitosa a Kaminari, sin dudarlo. Le había hecho creer qué estaba bien en las noches frías hablando en el balcón. Sabía qué desde el inicio le había mentido, pero... No supo porqué lo había hecho.
O eso fue hasta qué recordó qué Midoriya hizo exactamente lo mismo con él para no lastimarlo. Sólo hasta qué la verdad salió a la luz.
Por unos momentos sólo hubo silencio para Shinsou. Estaba sumergido en un verdadero dilema.
¿Sonaba egoísta acabar con su vida a causa de la decepción más grande de su vida? ¿Para acabar con el constante sufrimiento de no poder avanzar?
—No... Nada hubiera cambiado.
Su vista se nubló a pesar de las luces en el cielo y del sonido de la feria. Pequeñas lagrimas se formaban en sus cansados ojos al sentir algo qué había rechazado desde el inicio: el volver a seguir con su vida.
Estaba demasiado cansado esa noche, ó quizás... Siempre lo estuvo.
Sin embargo, sí saltaba, en unos segundos no habría nada. No habría algo porqué sufrir, no había arrepentimientos, no dejaría nada pendiente. Estaba seguro qué sus padres lo entenderían, incluso su pequeña hermana Eri.
Para Midoriya no sería una sorpresa, ni para sus compañeros de universidad.
Estaba seguro qué no sería un gran problema para Denki perder a su vecino... Después de todo, sólo eran unos extraños en circunstancias con coincidencias. Y de nuevo, el nudo en su garganta estaba ahí, impidiendo un sólo movimiento.
Denki...
Ese chiquillo qué le había traído algo de paz a su vida durante unos instantes, haciéndolo olvidar de toda la mierda en su vida. Lo había hecho feliz con tan poco, con boberías y chistes, estando para él en madrugadas.
Incluso cuándo más lo necesitaba.
“¡Shinsou, me voy a teñir el color de tu cabello!”
“¿Vamos por un helado?”
“¿Y sí adoptamos gatitos?”
“¡No lo vas a creer, ya casi es mi cumpleaños! ¿Vas a ir?”
Era cierto... El cumpleaños de Kaminari sería en un par de días. Pero, Shinsou iba a dejar de existir para ese entonces.
Sentía su corazón apretar con más fuerza, su lobo interno parecía llamarlo para detenerlo. Pero no lo pensó antes de poner un pie enfrente de la barda, justo en la nada.
«Perdoname Midoriya, jamás pude dejarte ir cómo debía... Y estoy aquí gracias a eso, por no poder superar un amor de toda una vida. Pero, fue imposible para mí corazón aguantar, fue imposible aguantar qué tú sí lograste alcanzar la felicidad máxima.«
Se estaba preparando para saltar. Su respiración era bastante agitada, y sus ojos no le ayudaban a observar entrar tantas lágrimas de impotencia.
»A mis padres, a mi hermanita Eri... Tal vez debí llamarlos cuándo tenía tiempo. Tal vez debí ir con ellos a comer pastel más a menudo, tal vez debí hacerlo cuándo me encontraba infeliz.
Tal vez debí hacerles caso desde el inicio, tal vez... Sólo tal vez debí abrazarlos a todos una última vez, decirles qué los amo con locura.«
Su mirada se concentraba en el vacío. Y para ese momento, sabía qué era la hora exacta de qué los fuegos artificiales iban a acabar... En completa soledad.
»Pero sobre todo... Denki, quisiera qué me perdones por no poder sido cómo quisieras. Eres un buen chico, y estoy seguro de qué sí no estuviera así de roto, estaría en completo dispuesto a amarte cómo se debe.
Perdoname por haberte decepcionado con todo lo qué dije, por ser inútil frente a ti. Por no poder decirte la verdad.
Por no poder verte a los ojos y decirte qué necesitaba oír un chiste malo por última vez. Perdoname por no poder decir qué te necesitaba, y sólo callarme.«
No lo dudó un segundo, sólo dió un salto de esperanza fuera del barandal, al ritmo del último fuego artificial qué brillaba en el despejado cielo.
En esos momentos, todo fue en cámara lenta, pudiendo observar los juegos de la feria, a la gente riendo, y... Pensar qué había dejado a Kaminari en medio del frío desolador.
Cerró sus ojos, tratando de apaciguar sus lágrimas al esperar el impacto. Pero en vez de eso, sintió un fuerte jalón sobre una de sus muñecas.
Era un agarre desesperado, incluso se intensificó con dos manos.
Incrédulo volvió a abrir sus ojos y miro encima de sí mismo, para encontrarse con aquella mirada ámbar sumida en angustia.
—¡SHINSOU!.—gritó con fuerza, apretando aún más el agarre.
Su cerebro no pudo asimilarlo cuándo observó las primeras lágrimas resbalar por las mejillas del rubio. Sus ojos se abrieron con sorpresa al observar a Denki llorar por primera vez.
Unas lágrimas fueron suficientes para sentir otra vez esa opresión en su pecho.
—¡Shinsou, por favor, agárrate!.—exclamaba demandante el menor, tratando de subir con todas sus fuerzas al de cabello índigo.
Sin embargo, el mayor hacía caso omiso al pedido del menor, quién estaba en completo pánico por lo qué sus ojos estaban contemplando. Volvió a suplicarle a Hitoshi qué se aferrara al barandal, sin obtener respuesta.
Sentía cómo de sus manos se resbalaban de las de Shinsou. Su pobre corazón se sumergía en completa agonía y no pudo procesar cuándo comenzó a gritarle aún más al ojeroso.
—¡SHINSOU!.—gritó su nombre con desesperación sintiendo cómo su voz se quebraba con fuerza al hablar. Trataba de sujetar lo más qué podía al mayor.— ¡SHINSOU, POR FAVOR! ¡¿QUÉ NO VES QUÉ TE NECESITO?!
No supo porqué al escuchar eso de nuevo todo volvió a reiniciarse.
Y por fin le había hecho caso a Kaminari, agarrándose con fuerza del barandal hasta ser subido por Kaminari, quién parecía qué iba a estallar en cualquier momento.
Todo pasó demasiado rápido ante sus ojos cuándo por fin volvió a pisar el piso del balcón. No pudo reaccionar adecuadamente cuándo Denki se aferró desesperado a él en un enorme abrazo, provocando qué cayeran al suelo sin gracia.
—¡ERES UN TONTO!
Lo escuchaba gritar mientras se hundía en su pecho y comenzaba a golpearlo con fuerza. Sin embargo, Shinsou sólo sentía cómo su camisa se mojaba con rapidez debido a las lágrimas del rubio.
No supo qué decir para hacerle saber qué era lo qué sentía. Sólo pudo abrazarlo con fuerza, tal cómo lo había hecho con Midoriya aquella vez.
No dijo nada, escuchando atento todos los reclamos del menor ante su casi suicidio, parecía bastante afectado.
—¡¿Q-Qué no ves qué te necesito, Shinsou?! ¡Te necesito cómo a nadie más! ¡¿Por qué me estabas abandonando cómo a todos los demás?!.—más preguntas hacia el menor, sintiendo sus ojos aguarse con más intensidad. Para ese momento, Shinsou no supo cómo calmarlo, menos al oírlo preguntar algo tan conocido para Shinsou: el abandono.
Sólo pudo sentir cómo sus ojos se aguaban a la par del menor, sin poder hallar una respuesta clara a sus acciones.
—Estoy cansado...—susurró Shinsou mientras sentía las lágrimas comenzar a caer.— Yo no pensé qué te iba a afectar de ésta forma, sólo quería acabar con todo.
—¡Idiota! ¡Me hubieras dicho!.—Denki sonaba más tranquilo, pero sus ojos rojos e hinchados demostraban lo contrario.
El silencio reinó entre ellos, mientras qué Shinsou tomaba a Kaminari por las mejillas, tratando de limpiar sus lágrimas.
—Kaminari... No quiero volver a sentir esa sensación en mi pecho, de suplicar qué se queden conmigo porque no me aman. No quiero volver a depender de nadie, ni tampoco quería depender de ti.
El rubio frunció sus labios con fuerza, tratando de apartar al mayor con fuerza.
—¡¿Entonces por qué somos destinados sí no vamos a estar juntos?! ¡¿Por qué te necesito?!.—gritó molesto mientras intentaba levantarse del frío suelo, sin éxito al verse temblando.— ¿Por qué... Por qué me enamoré de ti?
Los ojos de Shinsou se abrieron sorprendidos. Por primera vez miró bien a Kaminari, ésta vez sin cansancio o desánimo.
Sólo lo miraba cómo debió haber hecho desde un principio.
Recordaba la historia qué le contó a Kaminari, un bloqueo...
Fue cuándo por fin entendió quién era el destinado de Kaminari. No pudo evitar tapar su boca con algo de fuerza, tratando de asimilar qué pasaba con él.
No supo en qué momento pudo volver a oler y sentir las feromonas de Kaminari. Era la primera vez en un año qué podía oler a alguien de esa manera... Y fue jodidamente nostálgico recordar qué dijo qué su destinado jamás se quedaría con él.
Y pensar qué Kaminari sí lo había hecho.
Pensar qué era al primero en sentir su aroma, ese aroma tan bonito a naranjas y madera... Se sentía reconfortante sentir aquello después de tanto tiempo.
Se sentía bien por primera vez en su corazón sentir paz total al darse cuenta de lo qué vivía ahora.
No dijo nada más hasta qué se acercó a Kaminari y lo abrazó con fuerza, sintiendo cómo sus lágrimas volvían a aparecer.
—Perdoname por todo, por lo qué te hice pasar este tiempo...—murmuró mientras acariciaba con suavidad la espalda del contrario.— Perdoname sí fuiste tú quien me tuvo qué proteger todo éste tiempo por mi roto corazón, por siempre hablarte de Midoriya, por no poder ser suficiente, por necesitarte sin poder decirlo.
Sentía de nuevo ese sentimiento cálido en su pecho, esa misma calidez en el momento dónde fue reemplazado.
—Jamás vuelvas a hacer eso, ¿Me escuchas?.—preguntó Kaminari en un susurro mientras se aferraba a su espalda con fuerza y dejaba escapar todo lo qué había estado guardando desde hace tiempo.
Sin embargo... Ésta vez ya ni existía Midoriya.
—Lo prometo, prometo quedarme contigo a partir de ahora...
Ésta vez, alguien verdaderamente lo necesitaba, tanto cómo alguna vez lo deseaba. Y ésta vez, era con la persona correcta, en el momento correcto, en el tiempo correcto. Ésta vez con el título qué necesitaba.
Siendo el destinado de Kaminari Denki. Sintiendo por primera vez qué se sentía conocer a tu destinado, tener el privilegio de estar con él.
Por primera vez, pudo comprender porqué Izuku hizo lo qué hizo por su destinado al no dudarlo.
Y Shinsou tampoco dudó en quedarse junto a Denki ese día. Ni los demás.
Ahora por fin tenía lo qué tanto necesitaba: amar a alguien qué lo necesitara tanto cómo Shinsou lo hacía.
Por primera vez en años, Shinsou se sentía verdaderamente bien. Y gracias a alguien qué llegó de imprevisto en su vida.
Pero por esa ocasión... Lo dejó ser sin dudarlo.
NO MAMES, FUE EL MÁS LARGOOOO.
Le metí un chingo de sentimiento, hasta chillé, JAJAJAJA.
Estuvo intenso, ¿Apoco no? La neta sí. AAAAAA, la neta ya iba a matar a Shinsou, pero quería hacerlo sufrir un ratito más hasta qué se diera cuenta qué Denki estaba hecho para él.
dIOS, esto fue dramático con ganas, perdón, JAJAJAJA. Iré a chillar un rato.
Por cierto, las canciones qué use para inspirarme fueron:
Comfortable - Lauv.
Lovely - Billie Eilish.
Esas fueron la clave, AAAAAA. 😔
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro