CAPITULO XXIII
— ADIOS HOGWARTS —
Una etapa terminaba para miles de estudiantes, y enfrentarse a la verdadera realidad estaba por suceder. Maia pensó que había encontrado la puerta que la ayudaría a escapar, pero cuando menos lo pensó se dio cuenta que estaba sellada.
Un grupo de cuatro personas ejecutaba su ultima broma, uno de ellos con la mente en las nubes y el resto parecía ansioso por ver las reacciones de los demás. A pesar de eso, Maia no imagino que seria la ultima vez que Sirius y ella se verían las caras, al salir del gran castillo el se iría con la familia que había elegido.
Mientras Maia, ella haría lo que fuera por mantener a Regulus a salvo y sin dudarlo. El día que se marcharía de Hogwarts lo decidió pasar en la orilla del lago negro, la mayoría de alumnos estaban dentro del castillo y quería tranquilidad.
Pero le fue arrebatada por James Potter, quien parecía igual o mas preocupado por ella. Decidió no prestarle atención pero cuando menos lo pensó el chico ya estaba a un lado de ella.
— ¿Te sucede algo, Maia? – le preguntó el Gryffindor y ella lo miro directamente a los ojos. Ella sabia que se veía miserable, tenia ojeras bajo los ojos y estos aun se veían irritados consecuencias de haber llorado la mayor parte de la noche. Durante la mañana no tuvo ganas de maquillarse y solamente se acomodó su cabello.
— Claro que no, Potter...
— A mi no me mientas, yo lo se todo — el confeso. – Se que Remus termino contigo y... yo lo siento, Maia.
Maia lo miro sin creerlo, no sabia que James sabia sobre su relación con Remus. — No lo entiendo... me refiero a que no entiendo a Remus, yo iba a...
— ¿Abandonar Grimmauld Place? — James se adelanto a preguntar cuando noto que ella no podía seguir hablando.
Maia asintió.
— Ahora no puedo hacerlo y regresare a esa casa, solo para esperar que será de mi.
— Puedes ir a mi casa — el Potter dijo. — Se que mi madre te recibirá con los brazos abiertos, no solo a ti también a Regulus y...
— James no puedo, te agradezco mucho lo que me ofreces y créeme que también te agradezco el que recibas a Sirius en tu casa, pero no quiero tu caridad — ella dijo. – Aparte, Regulus no querría hacerlo.
James asintió y le dio una pequeña sonrisa. — Siento mucho su ruptura.
— Del amor que siento por Remus solo quedara algo hermoso, ten por seguro que... fue lo mejor que me pudo haber pasado en Hogwarts.
•
Las palabras de despedida de Dumbledore pusieron sentimentales a mas de uno, Maia veía como hasta los merodeadores estaban totalmente serios y veía como Remus se mantenía mas cabizbajo de lo común.
Maia veía como a su lado todos se abrazaban y ella se mantenía sin mover un solo músculo, jamas logro mantener una amistad con alguna otra águila y ver como habían algunos que la brincaban a la hora de felicitarse la ponía muy mal.
Sintió una lagrima rodar por su mejilla y se apresuro a limpiarla, no dejaría que nadie mas notara cuan débil esta en ese momento pero cuando alzo su mirada se encontró con aquellos ojos color chocolate que tanto le gustan y solo suspiro para ser ella quien después rompería el contacto visual.
Al llegar donde subiría a las canoas se dio cuenta que Evan ya estaba a un lado de ella, el al verla solo la abrazo y la ayudo a subir a subir a la canoa, la última vista que tuvo Maia del castillo fue maravillosa pero sabia que en Hogwarts estaba dejando una pequeña parte de ella.
Dejaba esa parte que siempre le pertenecerá a Remus, Remus Lupin había sido su primer amor y sabia que en los muros del castillo quedaría el secreto de su relación.
•
Al llegar a la estación bajo junto a Evan del tren, sentía el sin sabor de saber que había sido su ultimo viaje en el expreso y ambos se encaminaron a sus familias que se encontraban juntas.
Durante el pequeño camino sus hermanos los alcanzaron y los cuatro por fin se reunieron nuevamente con sus padres.
— Nos vemos en unos días, Maia — se despidió Evan de la chica y como nunca antes lo había hecho, le dio un beso en la mejilla mientras la tomaba sutilmente de la cintura. Maia le sonrió a su mejor amigo y asintió.
En menos de lo que Maia pensó ya se encontraba en su habitación, pero de un momento a otro Walburga entro con una sonrisa dibujada en su rostro.
— He concluido por fin los planes de tu boda, te casaras con Henry Avery y...
— ¿Que? — Maia interrumpió a su madre. — ¿Fuiste capaz de hacer eso sin consultarme?
— No veía que te interesara, decidí hacerlo sola junto a tu padre y...
— Estas loca, madre — Maia le soltó.
— Loca o no, soy tu madre y harás lo que te ordenó — Walburga se puso de pie y camino hacia la puerta. — No hay mas opción.
Maia se apresuro hacia su escritorio y tomo un pergamino, mojo la pluma y comenzó a escribir.
Evan, no tengo mas opción que casarme con Avery y sabes que esta loco, va a matarme cuando se entere de mi estado y mi madre no lo impediré, no tengo opción.
Maia.
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