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CAPITULO III

— SEÑORES ROSIER —

Evan sospechaba que algo sucedía con Maia y lo confirmo aún más con lo sucedido la noche de Navidad. Cuando la chica por fin se quedó dormida el decidió dirigirse a su habitación.

Cuando cerró la puerta detrás de él y volteo se encontró con Cygnus Black, el esposo de su tía Druella, estaba recargado en la pared de enfrente y con su mirada puesta en el chico.

Evan dio un asentimiento en su dirección.

— ¿Que hacías? — Preguntó Cygnus.

— Cuando termino el baile traje a Maia a qué durmiera y ahora voy por agua para ella — Evan respondió no muy seguro.

Cygnus asintió y camino en dirección contraria a Evan, el chico no entendió muy bien la actitud de el hombre Black pero solo decidió regresar a la habitación con su amiga.

Sabía que había algo raro en la familia Black, comenzando con el matrimonio incestuoso de Walburga y Orión, son primos hermanos y por la locura de la sangre pura decidieron casarse, eso a él le parece algo sumamente extraño y turbio.

También, la huida de Sirius, sabe que el era todo lo contrario que esperan los padres sangre pura de sus primogénitos. Era un Gryffindor, no creía en los ideales puristas y tenía amistad con traidores, sangre sucias y semihumanos. Evan no se llevaba bien con Sirius pero sabía que el no huyó porque quiso, fue porque no tenía otra opción y podría decir que empatizaba con el y estaba feliz de que logrará escapar del destino.

Sabía que todos los Black tenían el problema de demostrar sus sentimientos. Lo vio en Narcissa y Andrómeda, y ahora también en Regulus y Maia. Le preocupa como es el sistema de crianza en la casa Black porque todos presentan los mismos problemas de actitud.

El sol comenzó a entrar por la ventana de la habitación y Evan no había pegado el ojo durante la noche. Maia comenzó a revoltearse en la cama, quería volver a conciliar el sueño pero al no lograrlo se sentó en la cama siendo Evan lo siguiente que vio.

El heredero de los Rosier miraba hacia la ventana mientras mantenía un dedo en la barbilla.

— Hola — Murmuro la chica, captando la atención de su mejor amigo.

— Hola — Evan le devolvió el saludo mientras le sonreía.

— ¿Regulus regreso? — Preguntó Maia mientras se levantaba de la cama. Recordaba a Narcissa regresar sola sin su hermano y ese día fue su primer pensamiento.

— Aún no lo sé — Evan respondió. — Serán como las ocho o nueve.

Maia asintió.

— Me cambiaré y creo que tú deberías hacer lo mismo. — Evan asintió y abandono la habitación.

Maia suspiro y se quedó mirando por la ventana.

No recordaba algunas cosas, una de ellas era los momentos antes de caer completamente dormida. Confiaba en que Evan no se movió de su lado, pero no estaba segura de que le dijo a su mejor amigo mientras estaba bajo el consumo del alcohol.

••••

Maia Black y Evan Rosier se encontraban encaminándose hacia el comedor, dónde se reunirían para degustar el banquete de navidad y después se retirarían a abrir sus obsequios.

Maia y Evan casi chocan con Regulus que salía a prisa de la sala de estar. Regulus palidecio y Maia lo examinó, el chico estaba con su traje de gala que portaba la noche anterior y tenía el cabello revuelto.

— ¿Buena noche? — Preguntó Evan burlonamente mientras sonreía.

— Si — Regulus abrió los ojos al ver el error que cometió y se comenzó a sonrojar — No... fue algo pésimo... eh... Narcissa me dejó haya.

— Si claro... — Maia y Evan se miraron entre si mientras sonreían. — Ve a cambiarte y ven a desayunar.

Regulus no dijo nada más y se dirigió hacia las habitaciones y mientras tanto ambos entraron al comedor donde ya se encontraban todos a excepción de Brook, Regulus y obviamente Evan y Maia.

— Buenos días — Ambos saludaron y tomaron asiento en sus respectivos lugares que era uno al lado del otro.

Todos contestaron por educación y esperaron y unos momentos más donde Brook llegó junto a Regulus.

El desayuno fue rápido y delicioso.

— Maia — La señora Rosier se dirigió hacia la Black — Hoy visitaremos una casa que le queremos obsequiar a Evan cuando contraiga nupcias y nos gustaría que nos acompañe.

Desde hace mucho tiempo ambas familias querían unirlos cómo matrimonia pero ambos muchachos se oponían a eso. Solamente eran mejores amigos y querían que el otro estuviera con una persona que los amase.

Walburga asentía hacia Maia, lo cual era señal para que aceptará.

— Estaría encantada, señora Rosier — Maia sonrió. — Muchas gracias por pensar en mi.

— Siempre, querida — La señora Rosier sonrió y dio un aplauso. — Todos son parte de la familia.

•••

No mucho después de que el desayuno terminará, Maia se abrigo con una chamarra de color café y que era muy calientita. Los señores Rosier y Evan ya la estaban esperando.

Aún no le habían dicho hacia donde se dirigían, pero debía acompañarlos más que nada por su madre.

— ¿Lista? — La señora Rosier fue la primera en notar su presencia y la Black asintió.

Se terminaron apareciendo en algún lugar al norte de la provincia de Gales. Frente a ellos había una casa de color beige y café. Era pequeña pero probablemente adentro estaba agrandada por magia.

— Nos esperan — El señor Rosier hablo y se dirigieron hacia la puerta de la casa.

Evan le ofreció su brazo a su mejor amiga y ella lo tomo. Entraron a la casa y rápidamente se acercó una bruja de edad media.

— Buenos días señores Rosier y... — La bruja le ofreció la mano a los padres de Evan y a el, cuando iba a tomar la de la Black se detuvo.

— Maia Black — se presentó la chica.

— Señorita Black — Tomo su mano gustosa. — Está es la casa de la que le había comentado.

La mujer les hizo un recorrido mientras les explicaba que tenía una sala de estar, comedor, una cocina, cinco baños, siete habitaciones, un ático, un sótano y un extenso jardín.

— ¿Que te pareció, hijo? — El señor Rosier miro a su hijo.

— Me gusta — Respondió Evan y luego miro a Maia, entonces todos enfocaron su mirada en ella.

— Es bonita — Maia dijo.

La bruja se volteo hacia la señora Rosier.

— ¿Entonces tenemos un trato?

Los señores Rosier sonrieron y el patriarca extendió su mano y la bruja la tomo.

— Tenemos un trato.

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