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Trece: Hasta pronto.

Dos semanas puede parecer mucho tiempo cuando esperas con ansias que llegue una fecha en especial, pero cuando deseas que no terminen, parece que el reloj avanza más rápido. Eso fue lo que les ocurrió a Jaemin, Mia, Lucas y Yuqi.

Dos de ellos volverían a su vida en otro continente, mientras que los otros dos se quedarían. Desde ambas perspectivas es igual de triste y doloroso.

La primera persona de la que se despidió fue la madre de Lucas, le agradeció por todo lo que le dio todos esos días, por su deliciosa comida y por tratarla como a una hija. Continuó con el señor Lee, con el solo hecho de verlo comenzó a llorar, extrañaría sus tardes de juegos, las grandes conversaciones con mímica o traductor cuando no estaba Lucas o Yuqi cerca.

—Las puertas siempre estarán abiertas para cuando quieras regresar.

—Muchas gracias señor Lee, les prometo que volveré.

Concluyeron la despedida y Mia subió al auto de Lucas en el asiento del copiloto, Jaemin va manejando, así que Lucas y Yuqi están atrás. Terminarían casi como iniciaron, con unos pequeños cambios de lugar.

El viaje al aeropuerto fue demasiado largo debido al tráfico, en ningún momento Jaemin alejo su mano de la de Mia, ni cuando vio la mirada intensa de Lucas a través del espejo retrovisor.

Jaemin luchaba en su interior no llorar, de preparo días anteriores para ser fuerte a la hora de despedirla, pero una cosa es pensarlo y otra es tenerla enfrente.

Dejaron de Lucas y Yuqi se adelantarán, se tomaron su tiempo para alcanzarlos. Mia ya había llorado antes, sus ojos estaban rojos al igual que la punta de su nariz. Al llegar a la sala de espera, ninguno de los dos pudo resistirse, Mia oculta la cara en el cuello de Jaemin, él aprovecha la larga cabellera rubia para evitar que lo vieran llorar, hasta que tuvieron que separarse para decirse sus últimas palabras.

—Nos volveremos a ver, Mia Antonella.

—Estaré esperando con ansias nuestro próximo encuentro, Nana.

No pudieron decirse demasiado porque no querían usar el traductor. Esperaron un tiempo prudente para dejar a sus amigos despedirse cómodamente, cuando vieron que el tiempo estaba por agotarse se reunieron con ellos.

—¿Puedes cuidarlo por mí? —Le dijo Yuqi. —No quiero que vuelva a estar delgado por mala alimentación.

—Lucas estará bien, aprendí varias recetas de su madre. Y tu... ¿Podrías contarme sobre Jaemin? Avísame si alguien trata de robármelo, vendré enseguida. —Logró aligerar el ambiente haciendo sonreír a la chica.

—Lo mismo con Lucas, no puede jugar sucio ahora que estamos juntos.

—Él ya te era fiel desde el principio, Bella y yo ahuyentaremos a cualquier intrusa o hasta intruso.

—Gracias.

Pasaron sus últimos instantes juntos hasta que una voz les aviso que debían abordar. Lucas y Mia caminaron por el pasillo volteando de vez en cuando para ver a Jaemin y Yuqi, hasta que llegó el momento en que no pudieron hacerlo más. Entonces, Lucas poso una mano en el hombro de Mia para consolarla diciéndole que volverían pronto, por lo menos en las siguientes vacaciones largas. Ninguno de los dos comentó que para eso debía pasar medio año. No volvieron a intercambiar palabras.

Una vez en sus respectivos asientos en el avión, Lucas trató de consolarla una vez más, Mia se había aferrado a un gorro negro que identificaba como el de Jaemin. La rubia miraba por la ventana, ya no lloraba, pero suspiraba con frecuencia.

—Mia. —La llamó Lucas para atraer su atención.

—¿Qué? —Respondió sin voltear.

—¿Realmente te enamoraste de Jaemin?





. . .








Si su pasaporte fuera un documento que se lleva a todos lados como la credenciales o licencias, Jaemin se hubiera subido al siguiente avión con el mismo destino que la rubia. O tal vez se hubiera arrepentido en el último momento.

Cuando él salió acompañado de Yuqi hacia el estacionamiento, a ella se lo ocurrió tomar el siguiente vuelo, sin embargo, ninguno estaba preparado para hacerlo. Al final se prometieron organizar un viaje, ser ellos quienes vayan a Estados Unidos, no esperar hasta quien sabe cuándo.

Después de subir al auto, Jaemin condujo hasta un restaurante. Ya comieron más temprano, pero la tristeza les abrió el apetito y como dicen por ahí, barriga llena corazón contento, aunque una comida no llenaría el vacío que dejaron en sus corazones, pero, ¿qué pueden hacer? Así son las cosas, no pueden cambiar nada, por el momento.

—La próxima semana abrirán las academias, me anotare en una. —Comentó Jaemin, esperaban que sirvieran sus estofados.

—Cuando hayas tomado las clases suficientes tendremos una charla, yo te diré si estás listo o solo te robaron tu dinero.

—Gracias, Yeji me dijo algo similar.

—¿Yeji?

—Sí, amiga, antigua compañera, hija de una conocida de mi madre. Si no hubiera pasado de moda casarse por conveniencia, ya estaríamos comprometidos.

—¿Seguro? Mia me pidió vigilarte, espero no tener malos entendidos con Yeri.

—Yeji y ya se conocen, no son las grandes amigas, pero se conocen. No debes de preocuparte por ella.

—Como digas. Casarse por conveniencia es una tendencia vigente.

La conversación se dio por terminada cuando vieron a lo lejos al mesero con sus órdenes.

—Mamá, papá, regresé. —Anunció Jaemin. No recibió respuesta inmediata, al pasar por la sala de estar cuando se dirigía a las escaleras alcanzó a ver a sus padres dormidos. Busco una manta para cubrirlos y se acomodó cerca de ellos.

Se quedó dormido, horas después despertó y ya no estaba su madre ahí, se levantó con intenciones de ir al baño, la voz femenina que siempre le transmite calma lo detuvo. Desvío su camino a la cocina, fue recibido con una taza de chocolate caliente.

—¿Cómo te sientes?

—Estoy bien mamá, me acostumbrare a no verla.

—Pareces haber sido abandonado.

—Así es como me siento. Mia entro en mi corazón sin pedir permiso. Ojalá no estuviera tan lejos de mí.

—Hablas como si no fueras a verla de nuevo.

—Prometimos lo contrario, pero temo que no podamos cumplirlo.

Su madre le dio un cálido abrazo, poco antes de que se alejara, el señor Na entró, se unió sin saber la razón. Jaemin los dejo solos instantes después y su madre pudo contarle a gusto la situación. Entonces el señor Na le presentó a la que podría ser su nuera, ya tenía en su poder unas imágenes de la sesión, los primeros borradores de los anuncios que adornarían la ciudad.

—Es tan linda que no puedo odiarla por dejar a mi pequeño así. —Confesó la señora Na.

Reenvío una de las fotos a su hijo, Jaemin estuvo a nada de volver a llorar solo en su habitación. Sacó de su bolsillo el mechón rubio que Yuqi le dio antes de dejarla en su casa.

—Se lo corte cuando dormía, creo que no se dio cuenta. —Le dijo.

—¿Estás loca?

—Loca, bella y solitaria, esa soy yo. Lo hice para que no la extrañes, incluso lave el mechón con su shampoo, aún tiene su aroma.

—Lo conservaré para evitar que le hagas algo más. —Se lo quito de la mano y lo guardo sin mirarlo.

Se dirigió a su pequeño librero junto a su escritorio, tomó su libro favorito y lo abrió en una página al azar, observo por última vez el mechón rubio atado con un listón rosa antes de dejarlo ahí. Regreso el libro a su lugar y se sentó en el borde de su cama, miró de nuevo la foto.

Le escribió a uno de los empleados para pedir el resto de las fotos, ya sea editadas o no, pasó un rato para que pudiera tenerlas en su poder.

Encendió su mini impresora portátil para revelar una foto, la recortó lo suficiente para poder guardarla en su billetera.


















Yo digo que... Escuchen Helicopter de CLC.
Lqm queridas lectoras❤️

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