Lucas la encuentra la mañana siguiente.
Se preocupa al descubrir que la puerta del apartamento está abierta, sigilosamente entra e inspecciona el lugar, ve a Bella dormir en la cama de Mia, la cual está arreglada. Va a la cocina antes que el baño. Una vez que la ve en el suelo, recostada sobre el retrete con la tapa abajo se apresura a llegar a ella.
Teme que no esté respirando. Cuando siente un golpe se tranquiliza.
-¿Qué haces aquí? -No pasa desapercibido sus ojos hinchados.
Apenas lo ve se lanza a sus brazos, no dice nada, Lucas confundido, da pequeñas palmadas en su espalda, le pregunta cómo se siente, qué es lo que ocurrió. Él cree que tal vez su amigo tiene algo que ver.
-Estoy en problemas.
Le cuenta toda su historia, sin omitir ningún detalle, comienza con la pésima relación con sus padres. Derrama algunas lágrimas al recordar todo. Lucas la escucha con atención, sin interrumpir. Bella esta despierta, los molesta de vez en cuando, pero Lucas la aleja, en ese instante Mia es lo primordial.
-No me tratan como a una desconocida, no me han borrado de su árbol genealógico, simplemente no les interesa saber cómo estoy, si me alimento bien. Sentí envidia de ti cuando estuvimos con tu madre y el señor Lee. -Admite.
-Ahora eres parte de mi familia, no te sientas sola.
Continúa contándole sobre su problema con las drogas, todo lo que pasó durante la época de la universidad.
Es la primera vez que se abre por completo con alguien, que le cuenta la verdad de cómo se siente. Ni con Alice pudo hacerlo, tal vez porque ella era su pareja, no quería ahuyentarla y Lucas es su amigo, prácticamente su hermano, ahora que fue adoptada (no legalmente) por su madre y el señor Lee.
-Has hecho un buen trabajo manteniéndote lejos de las drogas, ha pasado mucho desde la última vez que las consumiste.
Siguen sentados en el baño, con la espalda pegada a la pared, sin mirarse. La cabeza de Mia está apoyada en el hombro de Lucas, él sujeta su mano para que no olvide que ya no está sola mientras le habla de sus problemas.
-Anoche estuve a punto de volver a hacerlo. No sé si sea correcto decir que tuve un ataque de pánico, o como debo llamar lo que me ocurrió.
-Si me hubieras llamado, habría llegado rápido.
-No lo pensé, intenté llamar a Jaemin, pero no respondió. Recordé nuestro tiempo en Corea, mi mente se aclaró un poco y me deshice de la droga.
-Es raro que no haya respondido, según Yuqi, ya no suelta su celular.
-Debió estar ocupado, pero Lucas. Te pido que no le digas nada de esto, ni a Yuqi, por favor.
-Guardaré tu secreto. -Libero su mano para poder extender su meñique, para poder sellar su promesa. -Yo creo que deberías buscar a un profesional, ya sea un psicólogo o terapeuta, no lo sé, alguien que pueda ayudarte, el asunto con tus padres debe estar afectándote más de lo que crees, no creo que necesites internarte, sea lo que sea, yo estaré a tu lado. Te acompañaré a donde sea, soy tu hermano.
-Gracias Lucas, le agradezco a la vida haberte puesto en mi camino.
Él se pone primero de pie y la ayuda a levantarse, se encuentran a Bella en el pasillo, van a la cocina para alimentarla. Lucas prepara el almuerzo para ambos, pasan juntos gran parte del día (por no decir todo), salen a pasear a Bella y a comprar algunas cosas.
Antes de despedirse, Yuqi llama a Lucas, Mia se une a la conversación un rato, después los deja para darles la privacidad que necesitan. Se mantiene en su habitación hasta que su amigo le avisa que se va.
Está por irse a dormir cuando recibe la llamada tan esperada. Respira profundamente antes de responder.
-Hola Nana.
-¿Cómo estás Mia? Encontré muchas llamadas perdidas tuyas, perdón por no responder y hablarte a esta hora. ¿Todo bien?
-Si Nana, no te preocupes. ¿Me creerás si te digo que Bella puede marcar? Anoche se quedó conmigo y se entretuvo jugando con mi teléfono.
-Yeji... Tuvo un accidente y estuve con ella hasta que fue dada de alta.
-¿Se encuentra bien?
-Sí, afortunadamente no fue grave.
Hablan sobre lo que hicieron en el día, no es tanto, pues Jaemin ya mencionó que estuvo con Yeji, es Mia quien habla más, y quien se queda dormida primero. No alcanza a despedirse.
Después de investigar un poco sobre algún psicólogo bastante bueno, Lucas le hizo una cita a Mia. La acompañó tal y como le prometió. Al principio fue difícil para Mia repetir las palabras que le dijo a Lucas, pero desde la primera sesión sintió que estaba haciendo lo correcto, una paz en su interior que le sembró confianza y esperanza.
Cada semana, puntual asiste a su cita.
-Voy a visitar a mis padres, el siguiente fin de semana.
Uno de los tantos consejos (o, mejor dicho, tareas) de parte del doctor. Tardo demasiado en aceptar hacerlo, pero comprendió que era necesario para continuar. Un dolor menos para cargar, concluyó.
-¿Quieres que te acompañe?
-No Lucas, gracias, pero no es necesario. Se comportarán amables porque estás ahí y eso no es lo que quiero.
-Está bien, ya sabes, llámame.
-Lo haré para avisarte que llegué, procuraré no meterme en problemas.
-Tú no te metes en problemas, ellos vienen a ti para hacerte más fuerte.
Prepara una maleta no muy grande, compra en línea el boleto de autobús, se duerme temprano después de intercambiar mensajes con Jaemin, no le dice que visitará a su familia en las afueras de la ciudad, solo que hay una pequeña excursión con sus niños del preescolar. Le advierte sobre las bajas posibilidades de poder comunicarse por llamada.
No puede evitar sentirse un poco mal por no decirle la verdad y mentirle, aunque no sea tanto.
-Muy bien, hagamos esto. -Golpea la puerta con su puño, escucha una voz lejana responder. Imagina que su madre está en la cocina, recuerda la cantidad de pasos y cuenta hasta que la puerta es abierta.
La sonrisa en su cara es ligera, trata de no borrarla por más que la expresión de su madre no sea exactamente de alegría por volver a verla.
-Hola mamá, ¿cómo estás?
-Antonella, mi hija. Que milagro volver a verte. -Puede ver un fugaz brillo en sus ojos cuando le responde, su madre se da la vuelta dejando la puerta abierta.
Mia entra, todo es idéntico a como lo vimos por última vez hace años. Deja sus cosas junto a la puerta y se sigue a la cocina, su madre le sirve un vaso de agua de frutas y coloca frente a ella un plato con galletas.
Toma asiento en un taburete y observa a su madre cocinar. Después de unos minutos pregunta por su padre. Él está en el taller, llegará más tarde, a la hora de la comida. Una vez que termina con su bebida regresa por sus cosas para subir a su habitación, su vieja habitación, con paredes color amarillo, que en realidad resultó ser beige. O tal vez solo sean los años que pasaron.
Los posters de Lady Gaga y Britney Spears siguen en su lugar. Al igual que el resto de la casa, todo está idéntico. Se acuesta en su cama, cierras los ojos un instante y cuando los abre está usando su uniforme escolar. Toxic es la canción que se reproduce con un volumen no tan alto.
La ilusión no dura demasiado, se levanta para regresar a la cocina. Su madre no está ahí, está afuera tendiendo ropa.
Sin dudarlo la ayuda, están terminando cuando escuchan un vehículo llegar. Poco después su padre aparece en la puerta, mira fijamente a su hija. La rubia va a su encuentro, estrechan sus manos voló saludo.
-Es un milagro verte. -Le dice.
-Es lo mismo que le dije yo. -Añade su madre elevando la voz para ser escuchada.
Los primeros instantes de los tres juntos transcurren en silencio, como si ella no estuviera de visita. Toman asiento frente a la mesa una vez que la comida está servida. Mia halaga el sabor del guisado, admite extrañar demasiado la sazón de su madre.
Hasta que los platos están vacíos, su padre se atreve a preguntarle sobre la razón de su visita. Piensa bien las palabras antes de responder.
-Nuestra relación no es muy buena y quiero arreglar cualquier problema que lo esté provocando. -Comienza, espera a que alguno de los dos mencione algo, cuando no lo hacen decide continuar. -Comencé a ir con un psicólogo, para mejorar como persona y dejar atrás las drogas.
-¿Es que tu no entiendes? -La sorprende el golpe que da su padre a la mesa. -Tu amiga murió, estuviste internada, ¿y sigues igual?
La relación con sus padres comenzó a fragmentarse en la adolescencia, cuando se enteraron de lo que hacía su hija a sus espaldas cortaron relación, hasta que ocurrió lo de Hanna y acordaron no dejarla sola, pero tampoco estar al pendiente.
-Por un tiempo sí, pero ahora ya entendí por fin todo, sus palabras, las de Alice, todo. -Siente como las lágrimas se acumulan en sus ojos, toma una pausa para limpiarlas. -Y, tengo la confianza para prometerles que no volveré a decepcionarlos.
-No soy capaz de confiar en ti. Suficiente fue que te gustaran las mujeres, pero ese asunto podía ser tolerable.
-Puede que ahora no me crean, pero les demostraré que digo la verdad.
Se pone de pie, junta los trastes sucios y va a la cocina, lava todo lo más rápido que puede, procurando no romper nada. Cuando termina, planea dirigirse a su habitación, durante el trayecto busca con la mirada a sus padres, hasta que llega a su recamara y mira por la ventana los encuentra, están en el patio, hablando, o quizá estén discutiendo.
Llama a Lucas y él no tarda en preguntarle sobre le fue con sus padres. Trata de suavizar un poco las cosas, le dice que, aunque no están estallando en alegría por verla, han mostrado comprensión y lo más seguro es que se reconcilien.
Al finalizar la llamada revisa la hora, duda un poco antes de hacerlo, de llamar a Jaemin. Escucharlo podría ayudarla a sentirse mejor.
-Te has prometido no volver a depender de alguien, pero aún no terminas en tratamiento, aún tienes permiso de hacerlo. -Se dice a sí misma mientras espera que él responda.
Jaemin no le responde, no se preocupa porque lo más probable es que el chico duerma. Sin otra opción, vuelve a salir de su habitación con dirección al patio.
-Yo me encargo de la cena, iré de compras. -Les dice desde la puerta, al darse la vuelta para marcharse, su padre la detiene, es para lanzarle las llaves del carro.
La cena es mejor que la comida, no por los platillos, sino porque hay menos tensión en el ambiente. Ellos son más amables con ella, ponen un poco de interés en lo que ha hecho los últimos meses.
A la mitad de una anécdota en el mecánico, de parte de su padre, el celular que descansa en su pantalón vibra, un nuevo mensaje, enseguida entra una llamada. Mia no puede evitar sonreír cuando lee el nombre en la pantalla, es Jaemin. Se disculpa y corre al patio.
-Hola Jaemin. -Saluda sin ocultar su emoción. -¿Cómo estás?
-Agotado, hoy hubo una reunión y duró más de lo que imaginaba. Vi tu llamada, ¿pasó algo?
-Te lo diré de una vez, si te llamo a una hora diferente a la que acostumbramos es porque necesitaba escucharte.
-¿Estás coqueteando conmigo?
-¡Nana! -Ambos ríen. Ella recuerda donde está y con quienes está para evitar que la llamada se prolongue demasiado.
Regresa a la mesa disculpándose, deja se celular junto a su plato, la pantalla se ilumina por un mensaje. No pasa desapercibido para sus padres la foto de fondo.
-¿Y él es...? -Pregunta su madre.
-Un amigo, Jaemin. -Toma el aparato para desbloquearlo y mostrarles las fotos.
-¿Amigo? -Añade ella.
-Sí, lo conocí cuando fui a Corea, él es quien me tomo las fotos que ahora están en toda la ciudad.
-¿Solo es un amigo? -Interviene su padre.
-Si. -Su cara la delata, el brillo en sus ojos y la sonrisa en su boca fue la respuesta que sus padres necesitan para tener la esperanza de que en algunos años más llegue un nieto a sus vidas.
¡Por fin puedo publicar el capítulo quince!
Ayer fue el peor día para mi, en primer lugar, comenzaron mis clases, pero mi Internet se fue todo el día y para acabarla, mis celular enloqueció, si algún día tardo mucho más de una semana en actualizar es porque mi celular murió y con el los capítulos escritos en las notas.
Se que nadie me preguntó todo esto, pero quería desahogarme en algún lugar. Gracias por su atención.
¿Alguna de ustedes también comenzó ayer? ¿Qué tal su día?
¡Mucha suerte!
Fighting~!!!
Ah y por cierto, ya comencé con el capítulo 16, aprovecharé que esta semana es ligera para terminarlos todos, ¿debo decirles cuantos capítulos faltan para llegar al fin?
No son muchos, por cierto.
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