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Ocho: Valiente.

Termina de escribir en el pequeño cuadro color amarillo de papel, no encontró algún post-it en ningún lado, pero si cinta adhesiva, así que con un trozo deja pegada la nota en la frente de Lucas.

Le prometió al señor Lee de que iría a desayunar con ellos y como su medio de transporte, es decir Lucas, esta indispuesto, tomará un taxi para llegar. Tiene escrita la dirección en un papel. Se preparó muy bien para su primer viaje sola en taxi en Corea, si ha salido sin compañía antes, pero nunca tan lejos.

Considera la opción de usar su gorro, ahora favorito, o simplemente trenzar su cabello. Con ayuda de Bella elige la segunda opción, verifica que su celular tenga batería suficiente antes de salir.

El portero del edificio ya la conoce, así que al verla salir le desea un buen día. Camina por la calle hasta que visualiza un taxi libre, extiende su mano para detenerlo, el vehículo se para un par de metros después, aprovecha para tomar una foto de la placa tal y como Yuqi le aconsejo, entonces sube antes de que sus manos se congelen.

Se sienta del lado izquierdo justo detrás del conductor, cuando este le pregunta a donde la llevará, Mia saca de su abrigo el papel con la dirección.

No puede considerarse demasiado lejano el lugar donde vive la madre de Lucas, Mia no conoce con precisión cada calle, pero ha ido allá tantas veces, que ya es capaz de identificar que el taxista está yendo a otro lado. Antes de entrar en pánico espera un poco, tal vez tomó otra ruta, un atajo.

En cuanto comienza a ver las calles más desiertas mete la mano a su bolsillo y desbloquea su celular, prepara el contacto de Lucas por si es necesario.

—Me bajaré en esa esquina. —Le dice al conductor, él la mira a través del espejo retrovisor, no puede decir que tiene cara de malo, pero tampoco está sonriendo o parece ser amigable.

—¿Perdón? —Responde él en su idioma.

—Deténgase. —Trata de decir en coreano.

—Estamos casi llegando. —No tiene idea de qué es lo que le dice, trata de abrir la puerta, pero tiene seguro.

Presiona el botón de llamar antes de seguir intentando abrir la puerta, el hombre acelera, si, no está equivocada, tiene malas intenciones con ella.

Qué bueno que eligió trenzarse el cabello, puede soltar un listón y pasarlo por el cuello del conductor. No presiona, no trata de asfixiarlo, solo quiere demostrarle que puede defenderse.

—Quiero bajar. —Exige en inglés. —Abra la puerta. —Dice en coreano.

Frena de repente a media carretera, presiona un botón en la puerta y Mia la abre sin retirar el listón. Baja un pie al mismo tiempo que lo suelta, en ese mismo instante el taxista arranca, casi vuelve a quedar dentro del vehículo.

Se levanta (porque prácticamente terminó aventándose al asfalto) y corre, hay algunos locales a los que podría acercarse a pedir ayuda, pero no lo hace, quiere alejarse de ahí, quiere regresar a donde las calles están llenas de gente. Busca el celular en su bolsillo, no lo encuentra. Supone que salió de su bolsillo cuando saltó.

¿Qué puede hacer ahora? No tiene celular para llamar a Lucas, tiene dinero, pero no piensa arriesgarse. Solo le queda pedir ayuda, tal vez buscar alguna estación de policía para reportar al conductor. Busca algún letrero con el nombre de la calle, ya no tiene la foto de la placa, pero si podría ser de ayuda la ubicación donde ocurrieron los hechos para revisar las cámaras de seguridad.

—Por favor, ¿podría prestarme un celular? ¿Puede ayudarme?

Las personas que van caminando la ignoran, algunos no la entienden, otros lo hacen a propósito, entra a una tienda a preguntar por la estación de policía más cercana. Después de tantas señas, indicaciones obtiene una dirección escrita. Sigue pidiendo indicaciones mientras avanza.

—Disculpe. —Es lo que le dice a cada persona antes de mostrarle el papel.

Un hombre alto de cejas semipobladas, cabello negro y nariz recta. Si fuera otra ocasión, Mia no hubiera dejado pasar la oportunidad de observar lo apuesto que es.

—¿Hay algún problema, señorita? —Mia tarda un poco en entender. El hombre le muestra una identificación, es policía.

—Un hombre trato de secuestrarme, es conductor de un taxi. Quiero hacer un reporte.

—Por favor acompáñeme, estamos cerca.

Lo sigue guardando unos metros de distancia, ya vio la identificación, pero aún sigue ansiosa por lo ocurrido antes. Llegan a la estación, un edificio muy grande. Se detienen hasta llegar a una fila de escritorios. Toma asiento y espera unos minutos, el hombre de hace un momento llega con otro.

—Buenos días, soy el oficial Kim Junmyeon. ¿Podría decirme que fue lo que ocurrió? —Dice en inglés.

Primero le da su información personal, luego, con todos los detalles posibles narra los hechos. El informe es llenado, Mia ve las grabaciones de las cámaras y señala el vehículo, incluso mira cómo sale del auto.

—Eso sería todo, me pregunto si desea que se le informe sobre algún avance en el caso.

—No soy residente de este país, en unas semanas volveré a mi país, además, perdí mi celular. Gracias oficial, pero me gustaría olvidarme de este suceso.

—Claro, respeto su decisión. Pero si necesito algún número de contacto, para los registros.

—No sé el número de mi amigo, ¿podría hacerme el favor de buscarlo en los registros? También me gustaría que vinieran por mí, desconozco la ubicación exacta de donde me estoy quedando.

—No es algo que comúnmente hacemos. ¿Cuál es el nombre?

Se apresura a decir Lucas, recuerda entonces que ese no es su nombre real, es más como un apodo. Si siguiente opción es Yuqi, pero desconoce su apellido.

—Na Jaemin.

—Muy bien, un momento por favor.

Lo ve teclear en su computadora, dar clic a algunas cosas hasta que finalmente le hace una pregunta para verificar que sea el mismo chico.

<<Entonces es menor que yo>> piensa en su interior.

—Sí, es él.

El oficial toma el teléfono para marcar un número, espera unos segundos antes de hablar. Primero informa que habla de una estación de policía y posteriormente menciona el nombre completo de Mia para preguntar si la conoce.

Apenas Jaemin escucha el nombre de Mia, se altera y comienza a preguntar si está bien. El oficial Kim trata de calmarlo y le da el nombre de la estación para que venga por ella.

—Él dice que viene en camino, puede esperarlo en la sala de espera. —Le habla a alguien, al policía que la llevó ahí. —¿Puedes llevarla a la sala de espera? Tengo que atender algo.

—Salúdame a Jisoo. —Responde el colega. Dirige a Mia a un rincón con dos bancas vacías. Ella se sienta, queda sola por unos minutos, tal vez treinta, no lo sabe. No ve ningún reloj cerca.




—¡Mia! —Escuchar a lo lejos su nombre y reconocer la voz, provoca en ella algo inexplicable, diferente, que provoca que sus ojos se humedezcan.

Se pone de pie, da unos pasos. El policía de antes llega con Jaemin, quien apenas la ve, avanza hasta quedar a menos de un metro de distancia. Coloca sus manos en sus hombros, la mira de pies a cabeza en busca de alguna herida.

—¿Estas bien? ¿Qué pasó?

—Un taxista demente, estoy bien. Solo fue un susto, yo... —La atrae a él para abrazarla, la rodea con sus brazos como si quisiera evitar que se escapara.

Duda un poco antes de levantar los brazos para corresponder al gesto. Permanecen unos cuantos segundos que sienten eternos, que los transportan a algún lugar donde solo están los dos. Es la primera vez que están tan cerca el uno del otro, es la primera vez que tienen contacto más allá de sus manos. Sin contar la ocasión donde él la cargo estando ebria, eso fue más por necesidad.

Un carraspeo los regresa a la realidad, el oficial le pide a Jaemin sus datos, para el registro del caso. Sostiene la mano de Mia para seguirlo, regresan a los escritorios.

—Gracias por todo, oficial Oh. —Dice Jaemin después de leer la identificación colgando de su cuello, Mia también le agradece. Se dirigen a la salida.

Sus manos siguen unidas, Jaemin la guía hasta el estacionamiento, Mia busca con la mirada la camioneta, pero no la encuentra. Se detienen frente a un auto blanco. No pregunta por el otro vehículo, el que Jaemin le abriera la puerta trasera la confundió un poco.

Mia sube, en cuanto levanta la mirada a los asientos delanteros entiende por qué ella está atrás.

Hay una chica en el asiento del copiloto.

Jaemin sube, enciende el auto, pero no lo mueve. Mira a la chica a su lado, después a la que está atrás.

—Hola, soy Hwang Yeji. Mucho gusto. —La castaña toma la iniciativa. Se voltea para encarar a Mia.

—Soy Mia Curie, hola. —Sonríe ligeramente.

Cuando recibió la llamada, Jaemin y Yeji iban llegando a un restaurante a desayunar. Antes de poder llegar a la puerta se enteró que Mia estaba en "problemas", rápidamente le explicó la situación y ella le ofreció las llaves de su auto, con la condición de que después la pasara a dejar en cierto lugar.

—Ella es quien me está enseñando inglés. —Agrega Jaemin. —Puedes hablar libremente con ella.

Mia asiente con su débil sonrisa. Se concentra en mirar por la ventana. Hasta que el vehículo vuelve a detenerse, Yeji se despide y baja. Jaemin le pide a Mia cambiar su lugar.

—Entonces, tu segundo nombre es Antonella.

—Si. —Es lo único que piensa decir, pero se da cuenta que hay mucha incomodidad en el aire. —El primer amor de mi mamá se llamaba Antonio, cuando mi papá se enteró disimulaba diciendo que era debido a Antonio Banderas.

—¿En serio? —La mira fugazmente, no quiere provocar un accidente ni hacerla sentir que no le está poniendo atención.

—Parece falso, juro que no lo es.

Después de un rato, pregunta él. —¿En dónde te dejo? No puedo quedarme contigo el resto del día porque debo volver a la empresa.

—Con la madre de Lucas, por favor.

—Cuando eso pasó, ¿ibas para allá?

—Sí, el señor Lee me invito a desayunar. Los dejé plantados.

—¿Estas bien? —Aprovecha un semáforo rojo para posar su vista en ella.

Mia tiene la cabeza gacha, asiente sin decir nada. Jaemin puede notar como su labio inferior tiembla. Coloca su mano sobre la de ella, se apresura a buscar un espacio para estacionarse.

Suelta su cinturón de seguridad para inclinarse hacia ella, mueve su mano a su barbilla y lentamente levanta su cabeza. Mia está llorando, las lágrimas bajan por sus mejillas, la punta de su nariz tomó un tono rojo.

—Nunca me había ocurrido algo como esto. Realmente temí que ese hombre fuera más listo que yo, ¿dónde estaría en este momento?

—Fuiste muy valiente, no tienes que recordarlo más, trata de eliminar ese recuerdo. Te ayudaré con eso, este fin de semana. —Mia también suelta su cinturón para poder ocultar el rostro en su pecho. Deja salir todo lo que contenía.

—Gracias por venir por mí y por alegrar mis días aquí. Eres la mejor persona que he conocido en toda mi vida.

—Debiste guardar esas palabras para el día que debas abordar el avión. —Acaricia su cabello, espera a que se calme.

—Lo siento. —Dice Mia alejándose, Jaemin busca en la guantera un paquete de pañuelos desechables, sabe que Yeji siempre carga con uno. —Gracias. —Limpia su nariz y el resto de las lágrimas.

Jaemin vuelve a conducir sosteniendo de nuevo la mano de su acompañante.

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