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1/2: parto

Kendra estaba asustada, no sabía cómo iba a traer al mundo a su bebé. No se suponía que su parto fuera así; siempre creyó que iba a estar con su pareja, apoyándola y ella sintiéndose protegida. Pero no, no es así.

–Escucha, cariño. Tienes cuatro centímetros de dilatación, aún no estás lista para pujar. –dijo la enfermera.

Kendra asintió con la cabeza, sin embargo no entendía nada. Pero no se trataba de ella en ese momento, sino de su bebé.

–¿Estás bien? –preguntó su hermana.– ¿Necesitas algo?

Kendra negó con la cabeza, pero era mentira. Necesitaba a Shawn en ese momento.

Las horas pasaban, su dilatación avanzaba cada vez más.

Cinco centímetros.

Seis centímetros.

Ocho.

Nueve.

Ella moría por poder traer al mundo a su bebé, ya no soportaba más el dolor, necesitaba pujar.

Diez centímetros.

Su cuerpo estaba listo, pero ella no, seguía asustada. Pero sabía que lo tenía que hacer.

–Muy bien, querida, creo que es hora de traer a este bebé al mundo. –dijo la obstetra poniéndose los guantes.

Kendra comenzó a ponerse nerviosa, asintió con miedo y la doctora lo pudo notar.

–Eres muy joven para traer al mundo a un niño, pero tienes que combinar toda la fuerza que tienes y hacerlo, porque este niño dependerá de ti y no hay lugar para el miedo. Eres primeriza, es normal, pero tú puedes. Tal vez el padre no esté aquí, pero eso no significa que estés sola, porque no es así. Así que, tienes que tragarte el miedo y convertirlo en coraje porque este niño hace hoy. –dijo la Doctora.

La futura mamá asintió con la cabeza y tenía lágrimas en los ojos. Sin embargo, puso sus piernas en donde tenían que estar.

–Muy bien, primer empujón, tú puedes, Kendra.

Ella respiró hondo y empezó a pujar. Era el peor dolor que ella había experimentado, no faltaban los gritos de dolor por parte de ella.

Empujón, tras empujón y ella sentía que todavía su hijo no iba a nacer.

–No puedo, no puedo, no puedo hacerlo sin él, lo necesito. –chilló Kendra.

–Lo sé, cariño, pero ya falta muy poco y créeme que al final vas a saber que no lo necesitas para hacer esto. Recuerda, este bebé te necesita, quiere conocer el mundo, hazlo.

Solo faltan pocos empujones para que el pequeño varón naciera, ella quiso chillar cuando escuchó a su hermana decir que ya podía ver la cabeza.

Ella siguió.

Y siguió.

Y siguió.

Hasta que unos lloriqueos hicieron que Kendra soltara todo el aire que tenía.

Y así fue, así fue el nacimiento de su primer hijo. Lo hizo por él, porque su hijo la necesitaba.

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