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Kendra no quería ir, sabía que probablemente iban a hablar sobre en incidente con la novia de Shawn. Aún así ella decidió salir, mientras todos en la fiesta se divertían.

Con cada paso que ella daba, su corazón caía en su estómago. Su corazón dio su última caída al verlo recargado en su auto.

Antes de que ella pudiera hablar, él abrió la puerta del acompañante.

—Sólo dime lo que tienes que decirme y ya, tu novia te espera. —dijo Kendra.

Shawn suspiró. —Por favor, entra.

Kendra dudó un poco, sin saber el porqué. Era Shawn de quien estábamos hablando, jamás haría nada para lastimarla.

Entonces entró, y todo el camino hubo un silencio, no era cómodo o incómodo.

Habían llegado al hotel donde ambos se hospedaban. Subieron a la habitación de Shawn, pero al abrir la puerta y encontrarse con las pertenecías de la novia de Shawn, se sintió mal.

—Yo... No puedo estar aquí, simplemente dime lo que tengas que decirme y ya. Por favor. —pidió Kendra.

—Si alguien nos ve afuera de mi habitación podrían hacer más chismes de los que ya hay, así que por favor, entra.

—Todas sus cosas están aquí, no puedo hablar...

—Iremos al baño, no hay nada ahí, lo prometo. —la interrumpió Shawn.

Kendra asintió, sus manos estaban temblando y su cuerpo sudando, era como si sus lágrimas iban a comenzar a brotar el momento que Shawn hablara.